“OÍD. OÍD, LO QUE LOS HOMBRES HAN HECHO”.
Desde que existen seres humanos sobre la tierra, han realizado muchas cosas, de alcance particular o privado: formándose, procurándose el sustento, procrean seres a ellos semejantes, constituyen familias, se cobijan en casas, doman las bestias, oran o conjuran las fuerzas que sienten más altas que ellos, crean enseres, sufren vicisitudes; han experimentado alegrías y pesares, padecido dolencias, reunido patrimonios, transmitido a los sucesores heredad. Pero algunas, entre las acciones de los seres humanos, además de presentar este aspecto privado, han tenido una eficacia o ejercido una influencia trascendidas a más lejos que los ámbitos personal o familiar. Tales actos o influencias, cuyo ejecutor, aunque su hombre o un grupo de hombres, lo es título de órgano representativo de la humanidad entera, constituyen precisamente la HISTORIA. Una observación, sin embargo: aun en acontecimientos humanos, cuya entidad parece limitarse a una extensión más reducida, encuéntrense, i no es ya individual, sino colectivo; que muestra la interior la interior asistencia del espíritu de la humanidad toda. El que se gana con su trabajo, por ejemplo, lo hace mediante instrumentos o métodos que no han sido inventados ni construidos por él mismo y que forman parte del patrimonio general ganado por el ingenio humano. El que reza, se ajusta, más o menos exactamente, a los preceptos y los ritos de una religión, que será, sin duda, una manifestación caracterizada de la piedad colectiva. Hasta quien se encuentra en cualquier estado de ánimo, por secretamente que lo recate, sufrirá o se holgará en él, llevará el sufrimiento o el goce más o menos lejos, según ciertas corrientes generales de sensibilidad, que hacen que, según las épocas y lugares, se haya el gusto por la limpieza o al temor de la muerte, por ejemplo, más o menos valor. Inclusive, quien se limita a exhalar una queja o a expansionar su satisfacción, deberá para ello producirse en un lenguaje que no constituye un sistema de signos exclusivos suyos; de ser así, no se trataría de un lenguaje siquiera. Quiere decir que, aparte de los hechos y de los personajes, cuyo alcance público es consciente y reflexivo, entran, en el conjunto de la Historia, otras manifestaciones más difusas, cuyo campo no se reduce a lo episódico o individual y forman los que se llaman ambientes, corrientes, tendencias, gustos: grandes manifestaciones llenas de sentido. El historiador, por consiguiente, debe atender, de una parte, a los acontecimientos más importantes acaecidos en un período cualquiera; de otra parte, a los personajes más calificados que han conducido su significación; y, en fin, a la significación misma, traída por éstos, y por aquéllos realizada. En nuestra narración, este último elemento llenará los capítulos sucesivos del presente volumen, cada uno de ellos con una imagen y cuyo conjunto forma la obra que damos bajo el título La civilización en la Historia. Quedan bajo otro título, rotulado La civilización en la Cronología los catálogos, reducidos a menciones estrictas de nombres y fechas, de los acontecimientos y de las figuras históricas. Adelantemos, para facilitar, con esta indicación dada desde ahora, la comprensión adecuada de lo que se sigue, que el nombre de “Cultura” debería quedar siempre reservado a la suma, acontecimientos y figuras que, dentro de lo histórico, se destacan con un doble valor de universalidad y de perennidad; mientras que debería llamarse “civilizaciones” a sus manifestaciones temporales o locales. Así hacemos nosotros, cuando conducimos alguna investigación sobre estos temas con algún rigor científico. Recurrimos, pues, al bautizar nuestro ensayo, al término al “Civilización”, empleado sin matices técnicos; sin perjuicio de usar igualmente en el texto de la voz “Cultura”, cada vez que se trata específicamente de ésta.
EUGENIO D´ORS aceptó el desafío de escribir, en una pieza literaria singular, La historia del mundo en quinientas palabras. Lo cumplió con uno de los textos más prístinos y característicos de su obra, especie de fórmula lapidaria que da cuenta del devenir del hombre en el tiempo y en el espacio.
La civilización en la historia es su desarrollo sistemático. Describe cómo se han ido conformando las categorías permanentes de la Cultura. En la filosofía orsiana, ésta es una adquisición lenta, y trabajosa de la Humanidad: una vez convertida en patrimonio universal, su conservación se constituye en imperativo ético. Éste es el mensaje que lanzan a futuro estas páginas asombrosas, verdadero prodigio de síntesis.
EUGENIO D´ORS (1881-1951), de la mano de las figuras más relevantes de la historia, explica y da sentido a formas de pensamiento, creencias ancestrales, flujos migratorios, corrientes artísticas y afanes y afanes políticas, con la coherencia y profundidad que caracterizaron la pluma de uno de los renovadores más importantes de la cultura española en el siglo XX.
EUGENIO D´ORS, “La Civilización en la historia”, Criterio Libros, Madrid, 2003, pp. 216.
Edit.: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar Diario Pampero - Cordubensis
Año del Señor de marzo del 2008.
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