sábado, octubre 11, 2008

La grandeza de España según Perón

“…No habrá paz internacional mientras cada nación no la haya conseguido para sí misma. El descontento, la miseria, la desocupación, forman en cada país el clima necesario para la empresa guerrera. Por eso, siempre que he hablado de paz he hablado también de justicia social…”

Por Juan Domingo Perón

Feliz es el pueblo cuyos prosistas y poetas, clérigos y soldados, nobles y plebeyos, artistas y artesanos, viven enamorados de la belleza de su tierra. La literatura española está impregnada de lo que puede llamar amor geográfico. Los ríos, los mares, los valles y las montañas son caudal abundante de emoción patriótica. En la CRÓNICA GENERAL de ALFONSO EL SABIO EL ELOGIO ALCANZA TONOS DE DIGNA Y MAJESTUOSA BELLEZA:
“Esta España que dezimos, tal es como el Paraíso de Dios, que riégase con cinco ríos caudales, y cada uno de ellos tiene entre sí y el otro grandes montañas y tierras; y los valles y los llanos son grande son grandes y anchos, y por la bondad de la tierra y el humor de ríos llevan muchos frutos y son abondados.
“España, la mayor parte de ella se riega de arroyos y de fuentes, y nunca faltan pozos en cada lugar donde los ha menester.
“España es abondada de mieses deleitosa de frutas, viciosa de pescados, sabrosa de leche y de todas las cosas que de ella hacen; llena de venados y d caza, cubierta de ganados, lozana de caballos, provechosa de mulos, segura y bastida de castillos; alegre por buenos vinos, holgada de abondamiento de pan; rica en metales de plomo, de estaño, de argent vivo, de fierro, de arambre, de plata, de oro, de piedras preciosas, de toda manera de piedra mármol, de sales de mar y de salinas de tierra y de sal en peñas y de otros mineros muchos; azul, almagra, alumbre y de otros muchos de cuantos se hallan en otras tierras; briosa de sirgo y cuanto se face del; dulce de miel y de azúcar, alumbrada de cera, complida de olio; alegre de azafrán.

“España sobre todas es ingeniosa, atrevida y mucho esforzada, ligera de afán, leal al Señor, afincada en estudio, palaciana en palabra, cumplida en todo bien, no hay tierra en el mundo que la semeje en abundancia, ni se iguale ninguna a ella en fortaleza, y pocas hay en el mundo tan grandes como ella.

“España, sobre todas es adelantada en GRANDEZA y más que todas preciada por LEALTAD.

“¡AY, ESPAÑA! ¡NO HAY LENGUA NI INGENIO QUE PUEDA CONTAR TU BIEN!”


Esta prodigalidad de la naturaleza a que se refiere el Rey Sabio hace que todo lo español se ofrezca en un desbordamiento de pasión y excediendo los límites que son comunes a los pueblos de otro origen. Quizá por esta grandiosidad y por la fuerza pudo ser España, sostiene un escritor contemporáneo, “escenario de grandes dramas históricos, y produjo hombres que correspondían a este escenario, exaltados, violentos, enamorados de la aventuras, sumisos a los impulsos de la fe…Quizá en parte ninguna los hombres, el paisaje y las piedras, han formado una plástica con una plástica con un sentido tan fuerte de unidad”.

De ahí que sea tan absorbente, profundo y total el sentimiento patriótico español.

Los pueblos de la Hispanidad también constituimos una unidad y también vivimos dominados por la pasión patriótica. Tenemos mucho en común que defender: unidad de origen, unidad de cultura y unidad de destino. Vivimos hermanados por vínculos de religión, de cultura y de historia. Estas identidades deben impulsarnos a una empresa universal que, desbordando los límites geográficos aislados, integre la verdadera unidad espiritual de los pueblos hispanos.

Pero nuestra empresa universal no puede interpretarse como un anhelo bélico sino como un afán de los valores humanos, los valores espirituales de cada hombre sean respetados como criatura hija de Dios y hermana nuestra. Que no sienta ninguno de los mortales la injusticia de verse preterido en los goces de la vida por no haber nacido en un círculo de privilegiados que todo lo tienen; que no sienta ningún ser humano la humillación de verse privado de los derechos inherentes a su condición de criatura hecha a imagen y semejanza de Dios. De este sentido primario de la justicia debe arrancar la paz del futuro.

AMÉRICA Y ESPAÑA: IDENTIDAD PACIFISTA

Pero es un dicho conocido y cierto que la paz hay que ganarla como la guerra y que el sacrificio de los ciudadanos se requiere tanto para una situación como para la otra. A este altísimo fin iba encaminado el llamamiento que en fecha reciente dirigí a todos los pueblos y el ofrecimiento que hice, interpretando los deseos de mis conciudadanos, en el sentido de que “las fuerzas materiales y espirituales de la Argentina se movilizan hoy para expresar ante el mundo la voluntad nacional de servir a la humanidad en sus anhelos de paz interna e internacional”, colocándose “en la línea de ayuda que le sugiere el clamor universal”.

La actitud de la Argentina en estos graves momentos responde a su gloriosa trayectoria histórica y al pensamiento inspirador de sus grandes estadistas, y quedó bien definida por mi en dos conceptos fundamentales: Es uno, el requerimiento a la comprensión y a la tolerancia mediante la exaltación del valor humano. “La labor para lograr la paz internacional – afirmé en aquella y repito ahora – debe realizarse sobre la base del abandono de las ideologías antagónicas y la creación de una conciencia mundial de que el hombre está sobre los sistemas y las ideologías, no siendo por ello aceptable que se destruya la humanidad en holocausto de hegemonías de derechas o de izquierdas”. Y es otro, el respeto absoluto a la soberanía de todas y cada una de las naciones. Mientras no se proceda en esa forma, serán inútiles cuantos esfuerzos se hagan para consolidar la paz en la tierra. Si bien se mira, el desconocimiento de los dos conceptos enunciados, es decir, el afán de hacer prevalecer en el mundo esta o aquella ideología y el desprecio de unos pueblos hacia los derechos y modalidades de los otros, han sido la causa principal, si no la única, de los dos últimos grandes conflictos bélicos, y pueden originar un tercero. Como no quiero verme envuelto en tan grave responsabilidad, he proclamado el pacifismo y la generosidad pretérita, presente y futura de la política argentina, pues “las generaciones, desde el día mismo que nació la Patria, así lo determinaron, y el respeto inalterable por todas las soberanía nacionales, incluso las que forjara la espada luminosa de los arquetipos de la nacionalidad, han sido una virtud inmodificable del espíritu argentino”.

PAZ y JUSTICIA SOCIAL

Ahora bien, se equivocarán por completo quienes piensen que la guerra o la paz son problemas de relación exclusivamente externa. Pienso, contrariamente, y los hechos me dan la razón, que se trata en esencia de un problema interno, ya que no habrá paz internacional mientras cada nación no la haya conseguido para sí misma. El descontento, la miseria, la desocupación, forman en cada país el clima necesario para la empresa guerrera. Por eso, siempre que he hablado de paz he hablado también de justicia social, y he señalado que “es demasiado duro el clima de la injusticia para condenar al hombre a vivir en él”.

Sobre los temas internacionales, la Argentina puede hablar fuerte, no sólo porque el desinterés y la objetividad de sus opiniones la han hecho acreedora al respeto y al reconocimiento de lo demás de los demás pueblos – aunque ello duela a los enemigos internos del gobierno, que mejor querrían ver a su patria postergada que reconocer el éxito de nuestra política exterior -, sino porque en la ayuda a las naciones ha adoptado una posición que, por idealista, sería, sería propio calificar en este día de quijotesca. La Argentina contribuye también de esa manera al mantenimiento de la paz.

ARGENTINA ES LIBERTAD

“Representamos una patria que vive, de su origen, los principios de libertad. En la historia de la independencia de los Estados, es la nuestra la firme voluntad de ser independientes y libres, respetando la autodeterminación de los pueblos y creyendo que no podrá haber jamás diferendos de cualquier naturaleza que no encuentren en los caminos del derecho y la justicia el cauce para que la civilización no fracase”.

Soldado por vocación y por profesión, me enorgullezco al poner mi confianza en los métodos y en las instituciones jurídicas, sin las cuales no hay posibilidad de convivencia civilizada. En lo íntimo de mi alma, igual que en el sentir de mis compañeros de armas, a quienes creo interpretar fielmente, está el convencimiento de que el Ejército Argentino, más que ningún otro, tiene como única misión servir al derecho y a la justicia, tanto en el orden nacional como en el internacional. Si los pueblos y sus gobernantes ponen fe en la solución pacífica de sus conflictos, habremos alcanzado una etapa dichosa en que, como ahora sucede en el ámbito nacional, las armas sólo tendrán que actuar en lo internacional para restablecer el imperio de la justicia y del derecho conculcados.

RESURRECCIÓN DEL QUIJOTE

Mientras uno soñaban y otros seguían amodorrados en su incredulidad, fue gestándose la tremenda subversión social que hoy vivimos y se preparó la crisis de las estructuras políticas tradicionales. La revolución social de Eurasia ha ido extendiéndose hacia Occidente, y los cimientos de los países latinos del Oeste europeo crujen ante la proximidad de exóticos caros de guerra.
Por los Andes asoman su cabeza pretendidos profetas, a sueldo de un mundo que abomina de nuestra civilización, y otra trágica paradoja para cernirse sobre América al oírse voces que, con la excusa de defender los principios de la Democracia (aunque en el fondo quieren proteger los privilegios del capitalismo), propugnan el entronizamiento de una nueva y sangrienta Tiranía.

Como miembros de la comunidad occidental, no podemos substraernos a un problema de que no resolverlo con acierto, puede derrumbar un patrimonio espiritual acumulado durante siglos.

HOY, MÁS QUE NUNCA, DEBE RESUCITAR DON QUIJOTE y ABRIRSE EL SEPULCRO DEL CID CAMPEADOR.

Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero
nº 114 Cordubensis

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