(A Lola Pereyra Rosas)
Por LEONARDO CASTELLANI
Don Juan Manuel llevó la Pampa a una Nación
Cuyo nombre no puede pronunciar
Una cosa así como San Antón o Sud Sansón
Que se traduce Boloña sobre el mar
Plantó una tranquera de álamos y dos teros
Un caballo y quizás, un chajá
El madrugar y el tranco lento de los estancieros
En la línea del Salado, allá
Los últimos años del Restaurador
25 años callados y pacientes
Son la clave de las naciones independientes
Del siglo pasado, de la Argentina y de su honor.
Con la vista clavada en la empañada ventana
Por encima de MANUELITA y el cura irlandés
Veía el gran viejo la vida humana
El mapa de la ignominia y la honradez
El poeta VENTURA VEGA no se acordaba
Del país en que nació por casualidad
Y allí frente suyo sonriente estaba
“La muerte de César”, poesía y realidad.
Las colinas de Hamshire tan verdes en primavera
Y la escarcha que cruje fría
El cielo azul pálido como la bandera
El grito de dos teros en la tranquera
Y una lenta y humorosa agonía
Su fama en el Plata en manos de brasileros
Privilegio del rico es poder dejarse robar
ROSAS se calla y sonríe los días enteros:
“Por no dar explicaciones CRISTO se dejó matar”.
Su obra estaba hecha, su rescate pagado
Terminado su arreo rudo
Había hecho lo que estaba mandado
No todo, sino lo que pudo.
1829, el año sobrehumano
El que sabe mandar que aprenda a gobernar
De estanciero ladino a “Gran Americano”
Al que sabe nadar lo obligan a cruzar el mar.
“Llevo todas las de perder, pero le heid jugar al Destino
No sé gobernar pero heid gobernar
A causa de la galera sangrienta en el camino
Y ese sapo que no heid tragar”.
Dorrego , Facundo, Pago Largo, Las Heras
Los dados en el 29 echados contra el Fatum
La batahola y los entreveros de las montoneras
Ahora versos de un breve poema: “Consummatum”.
Medio siglo en destierro el hijo de la tierra
Cuarto siglo fuera del país
Al cual sacrificó su vida en paz y en guerra
Siempre solo como una raíz.
La gloria de la hija que llega
Su nieto mayor que descuelga el cinto y el trabuco
Y él mira lo que es la gloria: un niño que juega
Con sable de Chacabuco.
Y después el hecho de todos los mortales
La debilidad sin languidez
Y un resbalar lento del alma a los portales
Que se pasan sólo una vez.
El extraño panorama de su vida toda delante
Dolores corporales que avientan lo trivial
ROSAS sintió en un lampo todo el tiempo de ante
Galopando un negro bagual.
Sintióse en una ventolera de la pampa infinita
Hollando en un potro la gramilla helada
Oyó como una voz de lejos: “CÓMO ÁNDA, TATITA?”
Y se oyó a sí mismo muy lejos: NIÑA, NO ES NADA
Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, nº 22 Buenos Aires, julio-diciembre de 1960, 388 páginas. p. 261-262. Del editor.
Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero nº 38
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