Comentarios para la verdadera historia de los argentinos.
Estos comentarios señalan la similitud, el nexo de unión entre los burgueses y los socialistas, que era y el liberalismo basado en el materialismo que los impulsa a pensar y proponer y proponer las mismas soluciones.
Notas políticas
Por Rodolfo Irazusta
I. La Alianza
La situación del radicalismo con respecto al gobierno y la posibilidad de que éste último impida al primero el acceso a las urnas, ha provocado la conjunción utilitaria de dos partidos minoritarios con actuación local en las dos grandes ciudades. (Buenos y Rosario). Desde el punto de vista de las posibilidades que la situación anormal presenta, la Alianza Demócrata-Socialista no ha podido sino complacer a quienes piensen que el único problema político que tiene el país es la posible del radicalismo al poder. …mejor dicho entre la fuerza socialista y la debilidad demócrata…
…Nosotros creemos que la Alianza tiene y tendrá gran utilidad pública porque significa uno de los movimientos de mayor franqueza política ocurridos en el país. El Partido Demócrata es una agrupación de origen netamente burgués Se constituyó con los elementos más calificados del comercio rosario, por personas de independencia económica, poco propensas a las vinculaciones populacheras, ansiosas de pulcritud administrativa y repugnadas de las inevitables incorrecciones a que a obliga la frecuentación democrática. Los intelectuales dirigentes que agruparon esos elementos procedían en su mayor parte del más crudo liberalismo positivista, imbuidos de un anticlericalismo desaforado y anacrónico. Pero al mismo al mismo tiempo que demócratas doctrinarios, coincidan estos intelectuales en su desprecio por el pueblo, al cual reprocharon siempre el desconocimiento que tenía de sus méritos personales, de su atildada elegancia y de su fina elocuencia. El pueblo del Rosario manifestó con reiteración su preferencia por algunos demócratas desgreñados y efectivos y que por añadidura no eran anticlericales. El programa demócrata progresista delataba siempre las características del partido, la condición de sus dirigentes, abogados y comerciantes.
El librecambio figura en primer lugar: a continuación salen a relucir los proyectiles (como dice Catapulta de A.J.P.) ANTICLERICALES, divorcio, separación entre la Iglesia y el Estado. Por último, la abominación del latifundio. Con todo esto y algo más perteneciente a la mística electoral, la coincidencia con el socialismo era inevitable.
II. El socialismo y el librecambio
El socialismo insiste con redoblada energía en el mantenimiento del librecambio. En ello coincide completamente con el partido del comercio rosarino, y con los grandes diarios comerciales, con todo el comercio del país. La coincidencia es total, pues contiene los principios que inspiran al socialismo y a la propaganda comercial, y corresponde al sector electoral que se propone explotar la Alianza. Decimos esto porque la pretensión de interesar a la gran masa electoral no pasa de ser un lance para el cual se cuenta con el veto gubernamental al radicalismo. La clientela a que puede aspirar, constituida por pequeños burgueses intoxicados de ideologías y obreros aburguesados no percibe el interés verdaderamente popular en la política.
La organización financiera del país a las condiciones de un país exclusivamente comercial, productor de materias primas, contraria a todo intento de desarrollo industrial ha comenzado a producir graves perturbaciones económicas en el país justo en el momento en que el socialismo obtenía sus primeros éxitos electorales. Con buen olfato político advirtió éste que no le convenía en manera alguna fomentar el industrialismo, pues siempre ocurre que los obreros identifican su interés con los intereses del país, de donde nace el proteccionismo que naturalmente habría de resultar antipático en el litoral argentino, habituado a un gran consumo de artículos de importación. Se redujo pues a propagar tibiamente la revolución social entre los gremios de transporte y entre los artesanos y empleados de la Capital. La campaña productora no le respondió en ningún momento, dado que el esfuerzo del campesino o colono tienden a obtener la propiedad y por añadidura a la protección gubernamental. El socialismo no pudo menos, entonces, de hacerse constitucional de la famosa carta del 53 que protege antes que nada el esfuerzo individual, el logro de la fortuna, de la propiedad por medio del intercambio de productos. Al hacerse constitucional se hizo burgués y asoció su interés al gran comercio, al leonino comercio nacional que el pueblo ya está cansado sufrir y que un día u otro tirará por la borda con constitución y todo.
Bueno es señalar bien claro el fenómeno. Defienden la Constitución y el librecambio, en primer lugar la gran prensa comercial del país. En segundo lugar los partidos conservadores por falta de visión político y mala dirección. En tercer lugar el socialismo aliado con el partido del comercio rosarino.
Seguiremos ocupándonos de este segundo. La Nueva Republica, 6 de octubre de 1931. Rodolfo Irazusta.
Oligarquias de comité
Por Ernesto Palacio
Los sectarios de la intangibilidad de la ley Sáenz Peña y del sufragio universalmente obligatorio profesan cándidamente la convicción de que con dicha panacea tienen asegurado el gobierno propio para toda la eternidad y están seguros de que al depositar sus votos en las urnas realizan un acto de positiva soberanía. Esta misión, hábilmente alimentada por los profesionales de la política, constituye la sustancia de la ideología democrática dominante en todos los sectores de la opinión pública y explica el optimismo general que acompaña a las convocatorias de elecciones.
Cada ciudadano se cree dueño de su sufragio y capaz de influir, en la proporción que le corresponde, sobre el destino de la República. Esto lo tonifican, haciéndole adquirir sobre su importancia individual, una opinión elevada, que los políticos confirman con sus lisonjas de postulantes.
Pero si el ciudadano en cuestión prescindiera para juzgar el alcance de su soberanía, de la adulación de los políticos y la retórica democrática, advertiría seguramente que su situación no es tan envidiable como la supone. Vería que, en realidad, él no es más que un simple número dentro de un rebaño que los políticos manejan a su guisa; comprendería que la soberanía de la cual se envanece tiene tantas limitaciones que deja de ser tal para convertirse en un burdo engaño, y llegaría a la conclusión de que es indispensable cambiar cuanto antes un sistema electoral pésimo, cuyos resultados fortifican constantemente la voluntad popular.
Demagogia socialista
Por Julio Irazusta
En toas partes la evolución del socialismo sufrida ha sido igual. Y ella ha sido señalada por grandes socialistas como Guesde y Sorel. Pero entre nosotros ha sido mucho mayor, hasta el punto de llegar a un abandono total de las primeras de las primeras posiciones ocupadas por los fundadores autóctonos de la secta.
El fenómeno es, por otra parte, muy explicable. Pero ello no lo hace más justificado. La reacción provocada en los iniciadores del socialismo por la iniquidad llamada libertad de trabajo resultó un expediente demagógico de admirable rendimiento. Y como el determinismo de la concepción inicial quitaba toda la iniciativa a los beneficiarios del movimiento de opinión provocado por ella, era natural que la explotación del pueblo predominara, en el socialismo a expensas de la preocupación por su felicidad. Pero, repetimos, la primacía dada a la cuestión del régimen sobre la suerte del obrero, la sustitución del fin por el medio, ha sido entre nosotros mayor que en el resto del mundo. Sobre todo a partir del 6 e septiembre de 1930. Porque en la explotación de la ojeriza de la opinión liberal contra los gobiernos de hecho vieron los explotadores profesionales del descontento público una manera hábil de evitar la discusión sobre el fracaso del régimen que ellos defienden y la ineficacia de los remedios que proponen.
Un interés todavía más vital inspiró la maniobra. La dictadura de espíritu nacional que anunciaron los primeros documentos del jefe revolucionario entrañaba una terrible amenaza para los demagogos. Si la dictadura hubiese reorganizado el país sobre una base racional, el pueblo no se hubiera interesado por averiguar el origen de los beneficios recibidos, como el proverbio criollo dice que a caballo regalado no se le mira el pelo, y los traficantes en descontento público se quedaban sin sin mercadería explotable.
Don Leopoldo Lugones señala agudamente en su “Política revolucionaria” una de las causas de la evolución que comentamos. Según él, el socialismo se ha hecho constitucionalista al ver que el liberalismo termina en la anarquía, esperando una coyuntura para producir el gran escándalo. El remedio sería peor que la enfermedad. Al reparto de los dineros públicos que el irigoyenismo, hacía entre sus electores en forma de expediente, el socialismo le daría una aplicación sistemática, y nuestros males económicos y financieros, de difíciles se harían imposibles de remediar. El socialismo sería la legalización de nuestra ruina. (La Nueva República, 28 de octubre de 1931).
El despotismo de la libertad
Por Julio Irazusta
El izquierdismo más avanzado se tira en estos momentos un lance electoral que puede ser de funestas consecuencias. Si la fórmula aliancista fuera favorecida por la abstensión radical, y el poder le fuera entregado, no hay que creer que sujetaría su acción a las promesas de su propaganda. El despilfarro demagógico sería mayor que el prometido, pero la legalidad de los procedimientos a base de la cual hacen su propaganda, sería bien pronto olvidada. Para asegurarse los medios de mantenerse en el poder, los sedicentes liberales no titubearían un segundo en instaurar el DESPOTISMO más tremendo si lo creyera necesario. No sólo la dictadura, la tiranía en nombre de principios izquierdistas también es aceptada por la opinión moderna. Y esa circunstancia favorable es implacablemente explotada por todas las minorías demagógicas que la casualidad lleva al poder.
El triunfo del candidato nacional es casi seguro. Pero como en política no hay nada seguro, es bueno prever el caso de una derrota, y prepararse a evitar sus efectos. Porque todo, incluso la guerra civil, es preferible a entregar el poder a los representantes de la extrema izquierda.
* Estos comentarios tendían a señalar la similitud, el nexo de unión entre los burgueses y los socialistas, que era y el liberalismo, basado en un materialismo que los impulsa a pensar y proponer y proponer las mismas soluciones. Con un análisis de nuestra sociedad argentina, explicaba el rechazo que la mayoría de la opinión oponía a los programas colectivistas.
JULIO IRAZUSTA no necesita presentación. Basta recordar a su numeroso público lector que se trata de uno de los fundadores, junto a su hermano RODOLFO y ERNESTO PALACIO, del movimiento revisionista histórico argentino y, a la vez, de uno de los principales y quizá el más notorio representante del pensamiento nacionalista argentino a través de décadas de admirable tarea historiográfica y continua lucha política. Es para los jóvenes y las nuevas generaciones del PENSAMIENTO POLÍTICO NACIONALISTA.
Fuente: JULIO IRAZUSTA, El estatuto del coloniaje (Primera Parte). Obligado Editora, Buenos Aires, 1975. pp. 245
Cátedra de la Argentinidad: Julio Irazusta, Rodolfo Irazusta y Ernesto Palacio.
Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero Cordubensis Nº 154
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Estos comentarios señalan la similitud, el nexo de unión entre los burgueses y los socialistas, que era y el liberalismo basado en el materialismo que los impulsa a pensar y proponer y proponer las mismas soluciones.
Notas políticas
Por Rodolfo Irazusta
I. La Alianza
La situación del radicalismo con respecto al gobierno y la posibilidad de que éste último impida al primero el acceso a las urnas, ha provocado la conjunción utilitaria de dos partidos minoritarios con actuación local en las dos grandes ciudades. (Buenos y Rosario). Desde el punto de vista de las posibilidades que la situación anormal presenta, la Alianza Demócrata-Socialista no ha podido sino complacer a quienes piensen que el único problema político que tiene el país es la posible del radicalismo al poder. …mejor dicho entre la fuerza socialista y la debilidad demócrata…
…Nosotros creemos que la Alianza tiene y tendrá gran utilidad pública porque significa uno de los movimientos de mayor franqueza política ocurridos en el país. El Partido Demócrata es una agrupación de origen netamente burgués Se constituyó con los elementos más calificados del comercio rosario, por personas de independencia económica, poco propensas a las vinculaciones populacheras, ansiosas de pulcritud administrativa y repugnadas de las inevitables incorrecciones a que a obliga la frecuentación democrática. Los intelectuales dirigentes que agruparon esos elementos procedían en su mayor parte del más crudo liberalismo positivista, imbuidos de un anticlericalismo desaforado y anacrónico. Pero al mismo al mismo tiempo que demócratas doctrinarios, coincidan estos intelectuales en su desprecio por el pueblo, al cual reprocharon siempre el desconocimiento que tenía de sus méritos personales, de su atildada elegancia y de su fina elocuencia. El pueblo del Rosario manifestó con reiteración su preferencia por algunos demócratas desgreñados y efectivos y que por añadidura no eran anticlericales. El programa demócrata progresista delataba siempre las características del partido, la condición de sus dirigentes, abogados y comerciantes.
El librecambio figura en primer lugar: a continuación salen a relucir los proyectiles (como dice Catapulta de A.J.P.) ANTICLERICALES, divorcio, separación entre la Iglesia y el Estado. Por último, la abominación del latifundio. Con todo esto y algo más perteneciente a la mística electoral, la coincidencia con el socialismo era inevitable.
II. El socialismo y el librecambio
El socialismo insiste con redoblada energía en el mantenimiento del librecambio. En ello coincide completamente con el partido del comercio rosarino, y con los grandes diarios comerciales, con todo el comercio del país. La coincidencia es total, pues contiene los principios que inspiran al socialismo y a la propaganda comercial, y corresponde al sector electoral que se propone explotar la Alianza. Decimos esto porque la pretensión de interesar a la gran masa electoral no pasa de ser un lance para el cual se cuenta con el veto gubernamental al radicalismo. La clientela a que puede aspirar, constituida por pequeños burgueses intoxicados de ideologías y obreros aburguesados no percibe el interés verdaderamente popular en la política.
La organización financiera del país a las condiciones de un país exclusivamente comercial, productor de materias primas, contraria a todo intento de desarrollo industrial ha comenzado a producir graves perturbaciones económicas en el país justo en el momento en que el socialismo obtenía sus primeros éxitos electorales. Con buen olfato político advirtió éste que no le convenía en manera alguna fomentar el industrialismo, pues siempre ocurre que los obreros identifican su interés con los intereses del país, de donde nace el proteccionismo que naturalmente habría de resultar antipático en el litoral argentino, habituado a un gran consumo de artículos de importación. Se redujo pues a propagar tibiamente la revolución social entre los gremios de transporte y entre los artesanos y empleados de la Capital. La campaña productora no le respondió en ningún momento, dado que el esfuerzo del campesino o colono tienden a obtener la propiedad y por añadidura a la protección gubernamental. El socialismo no pudo menos, entonces, de hacerse constitucional de la famosa carta del 53 que protege antes que nada el esfuerzo individual, el logro de la fortuna, de la propiedad por medio del intercambio de productos. Al hacerse constitucional se hizo burgués y asoció su interés al gran comercio, al leonino comercio nacional que el pueblo ya está cansado sufrir y que un día u otro tirará por la borda con constitución y todo.
Bueno es señalar bien claro el fenómeno. Defienden la Constitución y el librecambio, en primer lugar la gran prensa comercial del país. En segundo lugar los partidos conservadores por falta de visión político y mala dirección. En tercer lugar el socialismo aliado con el partido del comercio rosarino.
Seguiremos ocupándonos de este segundo. La Nueva Republica, 6 de octubre de 1931. Rodolfo Irazusta.
Oligarquias de comité
Por Ernesto Palacio
Los sectarios de la intangibilidad de la ley Sáenz Peña y del sufragio universalmente obligatorio profesan cándidamente la convicción de que con dicha panacea tienen asegurado el gobierno propio para toda la eternidad y están seguros de que al depositar sus votos en las urnas realizan un acto de positiva soberanía. Esta misión, hábilmente alimentada por los profesionales de la política, constituye la sustancia de la ideología democrática dominante en todos los sectores de la opinión pública y explica el optimismo general que acompaña a las convocatorias de elecciones.
Cada ciudadano se cree dueño de su sufragio y capaz de influir, en la proporción que le corresponde, sobre el destino de la República. Esto lo tonifican, haciéndole adquirir sobre su importancia individual, una opinión elevada, que los políticos confirman con sus lisonjas de postulantes.
Pero si el ciudadano en cuestión prescindiera para juzgar el alcance de su soberanía, de la adulación de los políticos y la retórica democrática, advertiría seguramente que su situación no es tan envidiable como la supone. Vería que, en realidad, él no es más que un simple número dentro de un rebaño que los políticos manejan a su guisa; comprendería que la soberanía de la cual se envanece tiene tantas limitaciones que deja de ser tal para convertirse en un burdo engaño, y llegaría a la conclusión de que es indispensable cambiar cuanto antes un sistema electoral pésimo, cuyos resultados fortifican constantemente la voluntad popular.
Demagogia socialista
Por Julio Irazusta
En toas partes la evolución del socialismo sufrida ha sido igual. Y ella ha sido señalada por grandes socialistas como Guesde y Sorel. Pero entre nosotros ha sido mucho mayor, hasta el punto de llegar a un abandono total de las primeras de las primeras posiciones ocupadas por los fundadores autóctonos de la secta.
El fenómeno es, por otra parte, muy explicable. Pero ello no lo hace más justificado. La reacción provocada en los iniciadores del socialismo por la iniquidad llamada libertad de trabajo resultó un expediente demagógico de admirable rendimiento. Y como el determinismo de la concepción inicial quitaba toda la iniciativa a los beneficiarios del movimiento de opinión provocado por ella, era natural que la explotación del pueblo predominara, en el socialismo a expensas de la preocupación por su felicidad. Pero, repetimos, la primacía dada a la cuestión del régimen sobre la suerte del obrero, la sustitución del fin por el medio, ha sido entre nosotros mayor que en el resto del mundo. Sobre todo a partir del 6 e septiembre de 1930. Porque en la explotación de la ojeriza de la opinión liberal contra los gobiernos de hecho vieron los explotadores profesionales del descontento público una manera hábil de evitar la discusión sobre el fracaso del régimen que ellos defienden y la ineficacia de los remedios que proponen.
Un interés todavía más vital inspiró la maniobra. La dictadura de espíritu nacional que anunciaron los primeros documentos del jefe revolucionario entrañaba una terrible amenaza para los demagogos. Si la dictadura hubiese reorganizado el país sobre una base racional, el pueblo no se hubiera interesado por averiguar el origen de los beneficios recibidos, como el proverbio criollo dice que a caballo regalado no se le mira el pelo, y los traficantes en descontento público se quedaban sin sin mercadería explotable.
Don Leopoldo Lugones señala agudamente en su “Política revolucionaria” una de las causas de la evolución que comentamos. Según él, el socialismo se ha hecho constitucionalista al ver que el liberalismo termina en la anarquía, esperando una coyuntura para producir el gran escándalo. El remedio sería peor que la enfermedad. Al reparto de los dineros públicos que el irigoyenismo, hacía entre sus electores en forma de expediente, el socialismo le daría una aplicación sistemática, y nuestros males económicos y financieros, de difíciles se harían imposibles de remediar. El socialismo sería la legalización de nuestra ruina. (La Nueva República, 28 de octubre de 1931).
El despotismo de la libertad
Por Julio Irazusta
El izquierdismo más avanzado se tira en estos momentos un lance electoral que puede ser de funestas consecuencias. Si la fórmula aliancista fuera favorecida por la abstensión radical, y el poder le fuera entregado, no hay que creer que sujetaría su acción a las promesas de su propaganda. El despilfarro demagógico sería mayor que el prometido, pero la legalidad de los procedimientos a base de la cual hacen su propaganda, sería bien pronto olvidada. Para asegurarse los medios de mantenerse en el poder, los sedicentes liberales no titubearían un segundo en instaurar el DESPOTISMO más tremendo si lo creyera necesario. No sólo la dictadura, la tiranía en nombre de principios izquierdistas también es aceptada por la opinión moderna. Y esa circunstancia favorable es implacablemente explotada por todas las minorías demagógicas que la casualidad lleva al poder.
El triunfo del candidato nacional es casi seguro. Pero como en política no hay nada seguro, es bueno prever el caso de una derrota, y prepararse a evitar sus efectos. Porque todo, incluso la guerra civil, es preferible a entregar el poder a los representantes de la extrema izquierda.
* Estos comentarios tendían a señalar la similitud, el nexo de unión entre los burgueses y los socialistas, que era y el liberalismo, basado en un materialismo que los impulsa a pensar y proponer y proponer las mismas soluciones. Con un análisis de nuestra sociedad argentina, explicaba el rechazo que la mayoría de la opinión oponía a los programas colectivistas.
JULIO IRAZUSTA no necesita presentación. Basta recordar a su numeroso público lector que se trata de uno de los fundadores, junto a su hermano RODOLFO y ERNESTO PALACIO, del movimiento revisionista histórico argentino y, a la vez, de uno de los principales y quizá el más notorio representante del pensamiento nacionalista argentino a través de décadas de admirable tarea historiográfica y continua lucha política. Es para los jóvenes y las nuevas generaciones del PENSAMIENTO POLÍTICO NACIONALISTA.
Fuente: JULIO IRAZUSTA, El estatuto del coloniaje (Primera Parte). Obligado Editora, Buenos Aires, 1975. pp. 245
Cátedra de la Argentinidad: Julio Irazusta, Rodolfo Irazusta y Ernesto Palacio.
Editó Gabriel Pautasso
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