sábado, marzo 21, 2009

Raul Scalabrini Ortiz


“Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre”.
Nuestra ARGENTINA, esa ARGENTINA que no dispone de los grandes diarios comerciales, que no dicta cátedras en la Universidad, que no tiene ministerios, ni embajadas, ni gobernadores de provincias, ni direcciones generales, pero que es mayoría enorme en esta tierra, y es también su conciencia y su futuro, se ha estremecido de dolor con la muerte de RAÚL SCALABRINI ORTIZ.

Llamarle “gran patriota” sería decirle poco, pues el vocablo está gastado por quienes por quien uso del patriotismo para esgrimirlo contra la Patria misma. SCALABRINI ORTIZ fue el patriota por antonomasia, en esta tierra aherrojada por los intereses y la conciencia del coloniaje. Por eso la otra ARGENTINA – aquella que no lee nuestra revista (del Instituto de Investigaciones históricas JUAN MANUEL DE ROSAS – y cierra los ojos y los oídos para ver ni oír nada auténticamente criollo – silenció su muerte como había silenciado su vida. Apenas si en pocos renglones recordaron algunos diarios que había sido un novelista de fácil éxito y un poeta de versos difundidos. Pero nada, o muy poco, de la verdadera vocación de SCALABRINI ORTIZ que fue la de escritor político e historiador revisionista. Libros tan señeros como Política Británica en el Río de la Plata e Historia de los Ferrocarriles Argentino y Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino, con pie de página en Editorial Reconquista, 1946, 1940, 1946, respectivamente.
Tenía que ocurrir así. Otra cosa me hubiera desconcertado, como si SCALIBRINI ORTIZ no hubiera sido tan enteramente nuestro como fue. Ese silencio lo reivindicaciones como el mayor elogio para el hombre que se lanzó a una lucha sin cuartel por la SOBERANÍA de su patria; que en edad promisoria dejó la redacción de La Nación por incompatibilidades imposibles de zanjar; que entregó todo - su fama, su honra, sus bienes – en esta batalla por la Patria de la que supo ser uno de los adalides; que prefirió la senda silenciosa que eleva, y dejó por sola herencia unos libros que se leerán siempre, un ejemplo de vida y una multitud de seguidores: en lugar de un patrimonio y una columna con retrato en las “necrológicas” corrientes.
No queremos hacer el elogio de SCALABRINI ORTIZ. No lo necesita, ni nuestros lectores ignoran sus libros o su prédica constante por la verdad histórica y la reivindicación de una ARGENTINA definitivamente nuestra. Mostramos solamente su vida y su muerte como ejemplo de la impotencia de las fuerzas coloniales para acallar los auténticos valores de la argentinidad; esos que no se corrompen con posiciones ni con dinero, pues se saben superiores a las cosas mezquinas. En vida, la palabra escrita o verbal de SCALABRINI ORTIZ tenía más repercusiones – infinitas más – que la de todos los escritores agrupados en conjunto en entidades antinacionales, que la de todos los académicos con cargos en las empresas extranjeros, que la de todos los profesores de universidades coloniales. Y su muerte ha sido un duelo total, inmenso, para la gran mayoría, en cantidad y calidad, de los argentinos.
Su vida es el ejemplo de que la distribución de los méritos no está en manos de los enemigos de la Patria. El escritor de El hombre que está solo y espera, sin duda el libro más intenso de nuestra literatura contemporánea, ni estuvo solo en su vida ni ha esperado la reivindicación de su fama por la posteridad. Todo se le dio, prestigio, renombre, respeto, todo, menos dinero, posiciones públicas y propaganda interesada. Y ese auténtico patrimonio se acrecienta con su muerte, como sucede en los pueblos agradecidos.
Su triunfo, ese verdadero triunfo de SCALABRINI ORTIZ en la vida y en la muerte, es la demostración plena de que su ARGENTINA – soberanía, independencia, justicia – ha encontrado, gracias a él, la conciencia de la nacionalidad. Y de que la otra se debate impotente, con sus falsas conspiraciones del silencio y sus mezquinas tergiversaciones de una verdad inocultable.

“No somos ni aspiramos a ser un partido político porque consideramos a todos los partidos políticos sin excluir al Conservador bajo el rótulo de su actual mayoría parlamentaria, como los únicos culpables de los males que nos aquejan… Nuestro nacionalismo es apolítico, impolítico y extrapolítico…”.

Fuente: Revista del Instituto de Investigaciones históricas Juan Manuel de Rosas, año 1959, primer trimestre. p. 97.

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com
Diario Pampero Cordubensis nº 227

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