sábado, marzo 21, 2009

Tan patético como inolvidable

La Presidente será defendida con la vida de Mongo Aurelio y hasta la muerte.

Esta fotografía fue tomada, según mis archivos, a las 10:30 horas del día sábado 20 de marzo de 1976. Ese día se conmemoraba el 164º aniversario de la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín. Quien pronuncia la alocución es su Jefe, el entonces Coronel Rodolfo Enrique Luis Wehner, quien, al poco tiempo, ascendería por sus méritos a General de Brigada y, sobre el pucho a General de División (pasado a retiro en la purga estalinista decretada por el Hermano Raúl Ricardo Alfonsín de la Logia Hebrea Teodoro Herzl, Nro. 402, según consta en el folleto editado por el Supremo Consejo Grado 33º para la R. Argentina, página 2, donde se puede ver, claramente, la firma del susodicho satanista).

La Presidente de la Nación era entonces doña María Estela Martínez de Perón, quien no asistió, deliberadamente, a la ceremonia porque conocería, supuestamente de antemano, lo que habría de ocurrir en el seno del regimiento destinado a cuidarla y custodiarla. Wehner fue el último militar que habló públicamente antes del cambio de gobierno que ocurriría 72 horas más tarde. Digamos: el que le puso el moño al paquete del regalo. El texto de su discurso está preñado de frases masónicamente tejidas que podían interpretarse de un modo u otro, según cuadre a la ocasión. Es decir: lanzando hipérboles desteñidas, no tuvo la guapeza de cojonearla, como no la tuvo en toda su vida, de decirle al pueblo en general y a la Presidente en particular, que habría de traicionarlos sin asco ni pudor. Y conste que doña Isabel ya era, por esos días, un manojo de hilachas que cotizaba en plaza a menor precio que una milanesa en el carrito de don Policarpo.
Pero este insigne Coronel de la Nación, no habló de la defensa de la Presidente y de la investidura presidencial, no. Eso si que no. Jamás de los jamajeses. Ni una palabreja. Ni una alusión. Nada. Siendo que ésta era su misión, la más importante de todas, dada por las leyes nacionales y reglamentos militares, y a las que él se avino, juramentado y sin chistar cuando fue ungido como Jefe del histórico Regimiento. ¿Se dan cuenta por qué llegó a General de División? ¡Y ni Alfonsín, el turiferario del Régimen Perverso, se le animó! Porque pasó a retiro recién el 31 de enero de 1984, es decir, ¡a casi un año de instalado el 4º Presidente del Proceso de Reorganización Nacional! ¿O no fue así muchachos? Wehner está vivo y tiene en la actualidad 80 añitos que cumplió el 26 de diciembre (dos días antes de los Santos Inocentes). Nadie lo ha molestado jamás. Ni lo molestarán. Y el que lo haga será cepillado sin asco ni clemencia. ¡A ver si se pone a hablar!
En aquella ocasión el Coronel Wehner dijo estas palabras señeras: La historia de nuestra Patria, como la de muchas otras naciones, nos demuestra que cuando se juega el ser o no ser de sus nobles sueños de grandeza, intervienen en escena quienes sienten la obligación y la responsabilidad de servir s sus ideales.
Pero, ¿cuáles eran los nobles sueños de grandeza a los que se refería el Primer Granadero? La verdad que no sé. Sin embargo, por lo que se vio después, esos sueños pudieron materializarse de la siguiente manera:

Muy bien; pero, todo esto, ¿para qué?
¡Para esto mis queridos! ¡Para estos esperpentos! Azotes de la Patria Chica, desquiciadores de la Patria Grande:

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com
Diario Pampero Cordubensis nº 227

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