martes, noviembre 06, 2012

¡Día de la Tradición siempre Argentina!

Patriota, aunque no en la forma agresiva de los anteriores poetas, Rafael Obligado se esforzó, en su manera tranquila, de dar verdadero saber y expresión nacional a las artes, las ciencias y letras de su país.
A LA MEMORIA DE JUAN CARLOS SÁNCHEZ, editor de Política y Desarrollo,
(+ 8/3/2010)
Por el Lic. Gabriel Pautasso

EL GAUCHO Y LA PAMPA
NACISTE DE LA JUNTURA DE DOS RAZAS,
COMO EN EL TAJO DE DOS PIEDRAS
NACEN LOS TALAS.


CON UN POCO DE TIERRA Y OTRO POCO DE CIELO;
AMASASTE EL ADOBE PARA CONSTRUIR TU RANCHO
LO MISMO QUE EL HORNERO;
POR ESO YO TE VEO ASCENDENCIA DE PÁJARO.


ERAS
UNA MITAD DE HACIA ABAJO Y OTRA MITAD HACIA ARRIBA;
UNA MITAD DE TIERRA Y OTRA MITAD DE CIELO;
UNA MITAD DE CARNE Y OTRA MITAD DE ALAS;
CARNE TU FORMA FÍSICA,
ALÓN TU FORMA LÍRICA;
Y ESO NO BASTARA PARA LLAMARTE ALADO;
ALAS EN TU CABALLO,
ALAS EN TU SOMBRERO,
ALAS TODO PANCHO,
ALAS A MEDIA ESPALDA FLAMEANDO EN TU PAÑUELO,
Y ALAS TAMBIÉN LLEVADAS FIJAS EN LOS TALONES,
Y ALAS TAMBIÉN LLEVADAS FIJAS EN TUS ESPUELAS.


GAUCHO


NACISTE DE LA JUNTURA DE DOS RAZAS,
COMO EN EL TAJO DE DOS PIEDRAS
NACEN LOS TALAS.

Fernán Silva Valdés
*PATRIOTA, aunque no en la forma agresiva de los anteriores poetas, RAFAEL OBLIGADO se esforzó, en su manera tranquila, de dar verdadero saber y expresión nacional a las artes, las ciencias y letras de su país.
Hablando de la victoriosa canción de JUAN SIN ROPA, el poeta escribe:

*Era el grito poderoso del progreso, dado al viento
En solemne llamamiento al combate más glorioso.
Era, en medio del reposo de la pampa ayer dormida,
La visión ennoblecida del trabajo, antes no honrado;
La promesa del arado que abre cauces a la vida*.

*MARTÍN FIERRO fue publicado en dos partes, espaciadas por siete años. La primera salió en 1872, y describe la vida errante del héroe entre los “cristianos”, su inmerecida persecución por parte de las autoridades y su forzado reclutamiento en el ejército. Esto llegó a ser tan inaguantable que desertó con su amigo CRUZ, y cruzó la frontera para refugiarse entre los indios.
En el poema, uno siente el resentimiento del autor por las injusticias acaecidas al gaucho, un resentimiento que epitoma en una pocas fecundas:
*ES EL POBRE EN SU ORFANDÁ,
DE LA FORTUNA EL DESECHO,
PORQUE NAIDES TOMA A PECHO
EL DEFENDER A SU RAZA,
DEBE EL GAUCHO TENER CASA,
ESCUELA, IGLESIA Y DERECHOS.*

La obra fue recibida con inmediato éxito; pero, a pesar de esto, la última parte, La Vuelta de MARTÍN FIERRO, no se publicó hasta 1879.
No era más que la primera, y daba una relación de la vida de “FIERRO” entre los indios después de que él y “CRUZ” desertaron del ejército en el cual habían sido reclutados a la fuerza. Había descripciones excelentes de las costumbres aborígenes, tanto en la guerra como en la paz; pero después de la muerte de “CRUZ”, MARTÍN regreso a la civilización para hallar su rancho en ruinas y su familia dispersada. En su camino de vuelta se encontró con un cacique indio que estaba dando una paliza sin piedad a una mujer blanca, después de haber matado su hijo ante sus propios ojos. MARTÍN atacó al indio y siguió una homérica batalla:
En la dentrada no más
Me largó un par de bolazos;
Uno me tocó en un brazo;
Si me da bien me lo quiebra,
Pues las bolas son piedra
Y vienen como balazo.


A la primer puñalada
El pampa se hizo un ovillo;
Era el salvaje más pillo
Que he visto en mis correrías;
Y, a más de las picardías;
Arisco para el cuchillo.


Las bolas las manejaba
Aquel bruto con destreza;
Las recogía con presteza
Y me las volvía a largar,
Haciéndomelas silbar
Arriba la cabeza.


Aquel indio, como todos,
Era cauteloso…¡ahijuna!
Ahí me valió la fortuna
De que peliando se apotra;
Me amenazada con una
Y me largaba con otra.


Me sucedido una desgracia
En aquel permanece amargo;
En momento que lo cargo
Y que él reculando va,
Me enredé en el chiripá
Y caí tirado largo a largo.


Ni pa encomendarme a Dios
Tiempo el salvaje me dio;
Cuanto en el suelo me vio
me saltó con ligereza:
juntito de la cabeza
el bolazo retumbo…


…Me persiné dando gracias
De haber salvado la vida;
Aquella pobre afligida,
De rodillas en el suelo,
Alzó sus ojos al cielo
Sollozando dolorida.


Lo llaman gaucho “mamao”
Si lo pillan divertido,
Y que es mal entretenido
Si en un baile lo sorprenden.
Si en un baile lo sorprenden.
Hace mal si se defiende,
Y si no, se ve…fundido.

*El que luchó contra los indios, avanzó sus fronteras e hizo posible un enorme imperio de ganado, no contaba para nada, y no fue hasta que mostró su habilidad como soldado, al vencer a los invasores europeos, que la opinión de la sociedad con respecto a él empezó a cambiar, pues tenía todas las cualidades de un soberbio guerrillero de caballería. Su vida sin freno en las llanuras desarrolló su don de equilibrio, valor feroz y fanática independencia; mientras que heredaba el estoicismo fatalista de sus antepasados indios y la capacidad increíble de éstos de aguantar hambre, sed y privaciones*.

PARA EXPLICAR EL MISTERIO
ES MUY ESCASA MI CIENCIA:
LO CASTIGÓ, EN MI CONCIENCIA,
SU DIVINA MAJESTAD;
DONDE NO HAY CAUSULIDÁ
SUELE ESTAR LA PROVIDENCIA.
José Hernández “Martín Fierro”

*Se seleccionó de la obra del genial EDWARD LAROCQUE TINKER titulada “LOS JINETES DE LAS AMÉRICAS y la LITERATURA POR ELLOS INSPIRADA”, con una bibliografía. Editorial Guillermo Kraft, Fundada en 1884, Buenos Aires, 25 de enero de 1952. 147 páginas*.

*UN TRIBUTO*
El temor y asombro inspirados por los caballos de los conquistadores permitieron a un puñado de heroicos españoles conquistar todo un continente y más tarde, fue el gaucho del Río de la Plata, el guaso de Chile, el llanero de Venezuela, el vaquero de México y el “cowboy” de los Estados Unidor quienes, cabalgando sobre los descendientes de estos caballos hispánicos, ensancharon las fronteras e hicieron posible el gran desarrollo e industrial que siguió las huellas de sus cascos.
POR ESTO, ES A ESE FIEL AMIGO DEL HOMBRE Y SIERVO DE LA CIVILIZACIÓN, EL MOSTRENCO DE LAS AMÉRICAS, a quienes dedico este libro.


EL RECADO Y EL CABALLO
LO QUE PINTA ESTE PINCEL
NI EL TIEMPO LO HA BORRAR

El recado es un mueble de doble uso, es montura y es cama. Cosa notable, desempeña a las mil maravillas uno y otro oficio. La enumeración de los elementos que lo componen es como sigue: una o varias mantas, un gran cuero colocado encima, la corona, que es la pieza de resistencia, los bastos, de que cuelgan los estribos, una cincha, dos o más pellones, o chabrás, siendo su superior felpudo y formado de un vellón de carnero, de guará, o de un paño de hilos largos a estilo de cuero de cabra, en fin un cuero delgado, el sobrepuesto sujetado con un correón. Todas estas piezas son independientes entre sí, y se colocan sucesivamente.
Se ve en el acto de qué modo se hace con el recado un cama. Las mantas y el pasto son el colchón. El cuero grande, la carona que las cubre, preserva el cuerpo de la humedad del suelo. El sobrepuesto y los pellones, arreglados a manera de cobijas, no lo preservan con menos eficacia de las aguas del cielo. Si, además de esto, el viajero se cuida de envolverse no le incomode la vista, dormirá a cuerpo de rey.
¡Qué noches aquellas a campo raso! En los principios, me figuraba que se necesitaba preparación. Desde el primer momento, me hallé a gusto, bien tapado y en seco. Me dormí a pierna suelta. En la madrugada cayó un aguacero, reparé en este detalle al despertarme, estando ya compuesto el tiempo.
He visto al soldado argentino hacer campaña en pleno desierto durante varios meses, sin bagajes, sin carros, sin carpas, sin más abrigo que su recado. En el curso de estas expediciones, tuvimos que aguantar todos los tiempos, cálido, frío, seco, húmedo. No se enfermó ni un hombre. Volvían a sus cuarteles sanos y guapos. Se me diera, son GAUCHOS, y el GAUCHO es un animal de intemperie. Desde que existen oficinas de enganche, los europeos no escasean en los batallones; unos son soldados viejos, endurecidos a la vida militar; los más proceden en derechura de un pueblecito de campo o del colegio. No se enferman tampoco, debido al recado. No hay cama más higiénica.
El gaucho no se conforma con otra. Aun teniendo a su disposición instalaciones que consideramos, los inexpertos puebleros, como más confortables, no quiere prescindir del recado. Se acomoda en él a buena distancia de los techados. Su recado es su casa, casa de nómade que lleva siempre consigo.
Como pasa con nuestras moradas de sedentarios, hay empeño en que primera vista el recado revele quién es y cuánto tiene su propietario. No repara en gastos para adornarlo. Unos bastos, esto le parece poca cosa, y se figura que no han de pasar de un apero de burro. Pero si están relucientes de plata por detrás y por delante, si sus correas con virolas de plata sostienen estribos de plata también, de un kilogramo de peso cada uno, ricamente labrados, no deja de hacer nueva figura.
Hay dos clases de bastos. Unas veces fabricados con un pedazo de madera acanalado que descansa sobre las costillas del caballo, dejando circular aire a lo largo de la espina dorsal. Es el mismo principio de la montura árabe conservado con pocas alteraciones en Chile y México. Se presta a una decoración lujosa. Otras veces los forman dos cilindros de cuero unido con tiras, y cuyas curvas se adaptan a las del cuerpo del animal. Son los bastos más generalmente usados en la providencia de Buenos Aires. Se sujetan por medio de una cincha, que consta de dos partes – una superior aplicada directamente sobre los bastos, otra inferior, que es la cincha propiamente dicha. Para apretarla, no se necesitan hebillas ni clavillos.
Todo el mecanismo consiste en una correa, que pasa por dos argollas y que permite con la sencillez cinchar o aflojar en el grado que se quiera. Ensillando con cuidado, este apero rústico no lastima jamás el lomo del caballo. Como se ve, con excepción de las dos argollas de hierro, fáciles de reemplazar, y de los ornamentos de plata, que son puro lujo, no existe en todo esto una sola pieza que no pueda confeccionarse sin más herramientas y materia prima que cuero y un filoso cuchillo.
El gaucho no necesita más para obtener, además, tirillas regulares y delgadas como hilo, coser y orlar cada pieza del recado, recamar la corona y la cincha, o trenzar, por un trabajo tan delicado como encaje, las riendas que luce en las grandes ocasiones.
El freno, de forma árabe, y con pesados ornamentos de plata, es el completo indispensable del recado. No se concibe el uno sin el otro. Con montura y freno, un gaucho es alguien; faltándole estas prendas, deja de ser hombre.
- No he podido levantarme – decía un paisano – de la terrible quiebra que sufrí hace un año; ¡no me levantaré más!
- - ¿Te habías metido a comerciante? – preguntó su interlocutor con no escasa sorpresa.
- ¿Comerciante, yo? ¡Qué esperanza!
- Entonces, ¿qué quiebra es esa?
- ¡Me robaron el caballo ensillado!
Estar sin montura es catástrofe irreparable. ¿Cómo llegaría a repararla? Cuantos oficios conoce son oficios de a caballo. En las estancias en que se presente, le darán caballos si no tiene, y hallar caballos, esto es lo de menos. Pero ¡la montura!... Representa sus pergaminos, su dignidad, su razón de su ser, su anillo de caballero romano.
Desde que se han construido ferrocarriles, el gaucho ha tenido que dejar de vez en cuando de viajar a caballo. En estas peregrinaciones, no se separa del recado, por las dudas. Bien enrollado, atado fuertemente con la cincha y el cinchón, hace por añadidura las veces de valijita. Sus ropas están en el centro, junto al freno. Carga orgullosamente con él en las estaciones, mientras llega el momento con él en las estaciones, mientras llega el momento de ser cargado por él. Está tanto más satisfecho cuanto más pesa su montura. LA CATEGORÍA DE DUEÑO SE CIFRA EN EL PESO DEL RECADO. Es opinión arraigada de que no participa el caballo.
Éste también es el complemento, el accesorio indispensable del gaucho, quien no se despega del recado precisamente porque vive montado. Si le acontece a ustedes ver a un gaucho de a pie en el campo, puede mirar alrededor en la seguridad de ver a cuatro pasos un caballo que lo espera. No dejaría por nada de subir a caballo para andar cien metros.
El gaucho ha amoldado su caballo, como su recado, a su modo de ser, o mejor dicho, han recibido los tres su sello de la existencia que llevan, de las penalidades y borrascas que forman el tejido su vida. Los tres inseparables compañeros no son correctamente bonitos. Cierto aire corajudo y sufrido, su resignación, su aguante, su valor, son su principal mérito plástico; sus elegancias no pecan por refinadas en demasía. Pero que se trate de soportar la lluvia, el calor o el frío, de chapalear en lagunas, charcos y lodazales, de pasarlo sin techo, GAUCHO, LA PAMPA, RECADO y CABALLO están en su terreno. Tienen los tres un lazo común, un parentesco, la perfecta adaptación al ambiente, el cual es especialmente crudo.
A pesar del estado medio en que se cría el caballo argentino, contribuye también a infundirle rápidamente docilidad su temperatura linfática. Mantenido a campo, de puro pasto, sin probar siquiera el heno, y del escaso pasto que lograba encontrar, acostumbrado a morirse de hambre, a aguantar sin abrigo todos los caprichos del tiempo, ofrece mucha más resistencia para andar montado, que vigor para tirar al pecho o desarrollar un esfuerzo muscular considerable y sostenido. Sus formas indican que ha degenerado su raza, a consecuencia de los partos precoces y de las uniones consanguíneas.
Pero ¡que animal de silla y de campaña! Se dice de muchos: es un caballo de treinta leguas, esto es, capaz de hacer ciento cincuenta kilómetros de sol a sol. Es meritorio, tratándose de animales mal mantenidos, nada cuidados, y que no han probado grano en la vida.
Cuando estaba dirigiendo los trabajos de frontera, hacía en cada viaje de inspección trescientos kilómetros en tres días, y otros tantos de vuelta, después de tres o cuatro días de descanso. Más de una vez no lleve sino dos caballos para mí y tres para mi asistente, muy buen jinete, pero que cuidaba poco del animal que montaba y lo cansaba más que yo. Eran buenos caballos, en buenas carnes, pero de ningún modo excepcional. Hacían la jornada perfectamente.
LOSSON había estudiado el caballo argentino como ningún otro; lo había estudiado con interés, con la cabeza de sabio, con ojos de observador. Al buscar su genealogía, se había remontado hasta muy lejos, pero muy fundamentalmente, siguiendo el plan de DARWIN, o la fórmula de HAECKEL; para él, de una rara, de una singular selección, proviene ese tipo del caballo argentino, gran tipo como elemento de fuerza y de resistencia.
- El caballo árabe, el caballo persa, el tártaro – me dijo -, tiene seis vértebras lumbares; el caballo argentino sólo tiene cinco. Y bien – agregó -, para hallar su origen, sobre esta base, tenemos que remontarnos mucho.
- Yo creí que iba a la época pre-histórico.
- Sin embargo – le observé – el caballo americano, el HIPPARION, o el PLIOHIPPUS, que fue el tipo del caballo definitivamente realizado, desapareció después del plioceno, destruido por los grandes carniceros.
Ahora bien, tiene sólo cinco vértebras lumbares, como el caballo argentino y como el caballo berberisco, y en el tarso una conformación muy análoga. La mula tiene la fuerza, el vigor, la sobriedad y la resistencia.
No hay nada que añadir a tan sabia exposición de los títulos de nobleza y de las cualidades de aguante del caballo argentino. No es improbable que descienda de un burro, es cierto; pero parece evidente que deriva directamente del caballo berberisco, y es más antigua estirpe ésta que descender de los cruzados; en tiempos de YUGARTA, los caballos númidas eran ya clasificados entre los más animosos del universo. En las Repúblicas del Plata van tres siglos que se crían a campo. La degeneración se revela por formas mezquinas, colores de pelo manchados o desteñidos, temperamento linfático. Algunos cuidados, una manutención sólida, una selección rigurosa, los transformarían rápidamente en una raza de primer orden.

Fuente: “La Pampa” de ALFREDO EBELOT, Editorial Universitaria de Buenos Aires, EUDEBA, Buenos Aires, 1961, cap. El Recado y el Caballo, p. 49-59.

¡DÍA DE LA TRADICIÓN SIEMPRE ARGENTINA!


VOLTA (1745-1827) DESCUBRIÓ LAS NOCIONES BÁSICAS DE LA ELECTRICIDAD: “YO CONFIESO LA FE SANTA, APOSTÓLICA, CATÓLICA, Y ROMANA. DOY GRACIAS A DIOS QUE ME HA CONCEDIO ESTA FE, EN LA TENGO EL FIRME PROPÓSITO DE VIVIR Y MORIR”.

EDITO: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO Cordubensis e INSTITUTO EREMITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, al 21 de marzo del Año del Señor de 2010. Fiesta de SAN BENITO DE NURSIA, patriarca de los monjes de Occidente y patrono de Europa. Sopla el PAMPERO, hijo de la Pampa CRIOLLA. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANO AMÉRICA!
GRATIAS AGAMUS DOMINO DEO NOSTROS! Gspp.

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