viernes, octubre 19, 2012

El humanismo político del Justicialismo

EL SISTEMA HISTÓRICO DEL LIBERALISMO

La naturaleza misma de ese problema nos obliga a precisar lo que el liberalismo ha significado históricamente.
De una forma esquemática puede decirse que todo régimen político se articula en cuatro elementos que son coherentes entre sí:
a) Un núcleo central de ideas que contienen el principio o principios en que el régimen se fundamenta y a los que podemos llamar su ideología, limpiando este término de la ganga de significaciones con que el marxismo lo ha enturbiado:
b) Una estructura jurídica política que desenvuelve esos principios en un orden, y a la que podemos denominar su fórmula constitucional;
c) Una estructura y fundamentación del poder que es coherente con esos principios y su desenvolvimiento jurídico, y a la que llamaremos legitimación y organización del poder; y
d) Un orden social que quizá a veces se presenta como un fenómeno reflejo, pero que está normalmente vinculado a los principios que informan el orden.
Es cierto que estos diversos elementos pueden disociarse entre sí y la fluidez de la Historia rara vez nos ofrece esta arquitectura de un régimen armónicamente desenvuelto en todas sus piezas. Sin embargo, quizá el liberalismo, en su realización histórica ha sido una excepción , porque pocas veces hallaremos un régimen cuyos elementos se hayan entrelazado con más coherencia.
La ideología en que se fundamenta el régimen liberal es la afirmación incondicionada o absoluta de la libertad individual. HUMBOLT afirmó este principio con un acento que se quintaesencia en las palabras de STUART MILL inscribió como lema en la portada en su ensayo sobre la libertad: “El gran principio, el principio dominante, es la importancia esencial y absoluta del desenvolvimiento humano en su más rica diversidad”. La única libertad que merece este nombre, apostilla STUART MILL, es la de buscar nuestro propio camino; la Humanidad sale más gananciosa consistiendo a cada cual vivir a su manera, que obligándole a vivir en la manera de los demás. Dejemos al margen la fácil crítica de si no ser más deseable la perfección que la diversidad, para subrayar la consecuencia que se deduce de esta afirmación: Cada individuo debe ser rector absoluto de su conducta y de su destino. Y es significativo que STUART MILL aplique para definir esta libertad de decisión el mismo término que la ciencia política del Renacimiento acuño para definir la absoluta independencia y autonomía del Estado: el individuo – dice START MILL – es “soberano”. La soberanía romántica del individuo se opone así a la soberanía del Estado.
La fórmula constitucional que inserta este principio en el orden político es el instrumento característico del llamado Estado de Derecho liberal: las declaraciones de derechos. Estas declaraciones de derechos en que se articula la libertad individual son sobradamente conocidas para que tengamos que detenernos en su análisis. Sólo debemos subrayar que en la tabla de derechos proclamados faltó el derecho de asociación, mientras se hacía figurar en los códigos o en las leyes penales el delito de coligación para exterminar las asociaciones profesionales. Eran derechos del individuo, cuya soberanía podía ser mermada por la sola existencia de una asociación que le vinculara en cualquier faceta de su libertad. De otra parte, esa libertad soberana del individuo se definía como un derecho abstracto e ilimitado, que sólo encuentra su límite en el igual derecho de los demás.
La organización y legitimación del poder se articula en dos principios. Una estricta división de poderes, en que el poder frene al poder, garantiza ese ámbito de la libertad individual. De otra parte, el poder, para ser legítimo, ha de fundarse en la libertad individual y en la libre concurrencia de las voluntades de los individuos. Toda autoridad política que pueda imponer sus criterios o sus opiniones está excluida por la misma naturaleza de los principios del régimen liberal. Las decisiones del poder tienen que basarse en la libre expresión concurrente de las opiniones de los gobernados. Un pluralismo indeterminado de partidos será la consecuencia que a l larga deducirá el liberalismo político.
El cuarto elemento de esta estructura afecta a la vida económica y alas instituciones sociales que se fundan directamente en ella. No sólo hay un régimen político liberal, sino también un régimen económico y social que se designa como liberalismo económico. La libertad de trabajo, la libertad de industria, la libertad de comercio, la libertad de contratación, la propiedad y la empresa libre, cuyo equilibrio se funda en la libre concurrencia, son la expresión de este régimen. La libre concurrencia de opiniones individuales tiene su expresión paralela en la libre concurrencia de actividades económicas libres. Hablamos de paralelismo, y aunque quizá el término no es exacto, nos sirve para designar una recíproca influencia del orden político y del orden económico. No hay economía libre sin las libertades jurídico-políticas que constituyen su supuesto; no puede existir realmente un orden político liberal si la autonomía del individuo no tiene un substrato económico independiente. Por eso no es casual su presencia simultánea en la Europa del siglo XIX.
Sobre esos cuatro ejes, coherentes entre sí, se perfila históricamente el liberalismo. Sin duda pueden darse aislados sus diversos elementos en una fase histórica de transición, pero la plena efectividad del régimen supone esta trabazón, cuyo fundamento hay que buscar en los principios que constituyen su ideología y que se proyectan sobre los restantes elementos. Por eso tiene un interés capital adentrarnos en la genealogía y la naturaleza de esos principios.

LA ANTROPOLOGÍA POLITICA DE LOS TIEMPOS MODERNOS

Marx y Engels, y sus hábiles intérpretes Lenin y Stalin, se apoyarán en el ideal anarquista para darle las más trágica de las inversiones; sólo después de etapas intermedias, la “dictadura del proletariado”, el “socialismo en un solo Estado”, se podrá llegar a ese ideal.
Hay, en el otro extremo, un anarquismo aristocrático: el de Nietzsche (1844-1900), anarquismo como “voluntad de poder”. Reaparece aquí el Príncipe de N. Maquiavelo, convertido en Superhombre, en un Universo “monstruo de energía”, en el cual Dios ha muerto. Más allá del bien y del mal, “la nueva criatura” ya no crea el orden: es él mismo, en medio del desorden irreparable. Como la “virtú” (areté: el mejor) renacentista, el coraje del Superhombre desafía al destino; pero ya no tiene la misión de dirigir o salvar a los demás. El inferior es el cimiento sobre el cual se levanta la superioridad. Como observa Figgis, siempre la redención se ha de pagar con sacrificio y en sangre; pero aquí se invierten los términos del Cristianismo, en que Dios muere por el Hombre. Por supuesto, el Estado, ese “monstruo frío”, es una rémora al Superhombre, y no interesa.
Sorel intenta restaurar, después de la victoria marxista, el anarquismo como mito de acción. O mito moral. Ingeniero, primo del gran historiador Albert Sorel, los que le conocieron le recuerdan “intarissale… una richese en vrac” (Tauraud). El pensamiento soreliano sería para J. J. Chevalier una mezcla de Marx (con fuerte dosis de materialismo histórico), de anarquismo a lo Proudhon, de Bergson “fluido” y del Nietzsche “explosivo”; de todo ello resultaría este “pensamiento rico y confuso, a la vez atrayente e irritante”.
Este moralista, autor de un Comentario profano al estudio de la Biblia, es un pesimista, en muchos puntos conforme con la moral tradicional: “el mundo será más justo sólo en la medida que el mundo será más casto”. Estamos muy lejos de Godwin y de Bakunin. Sorel se enfrenta igualmente con el “cinismo” de los socialistas parlamentarios, con el “revisionismo” a lo Bernstein, con todo lo que huela a descomposición de lo existente. Rechaza toda forma (progresismo, pacifismo) de optimismo social; sólo una lucha ascética, basada en un mito conductor, puede lograr algo.
¿Y entonces? Hay que liquidar al Estado, producto nefasto de la ideología burguesa, aparato coercitivo de conservación de un orden establecido. Ese Estado, dominado por unos intelectuales que se disputan los puestos y las condecoraciones, debe ser derribado por la violencia o, mejor, por una moral de la violencia. Después, los Sindicatos administrarán la producción.
Podríamos seguir viendo anarquismos diversos, hasta el de Sartre, entendido como humanismo existencialista. Pero, ¿qué queda de ese “hombre rebelde”? Volvamos a ver el destino histórico del marxismo. Para Marx “la raíz del hombre es el mismo hombre”. Este ha de ser liberado de toda alienación, de todo extrañamiento y opresión 8empezando por la Religión). El hombre es creador, no por el espíritu, sino por el trabajo; el hombre se hace a sí mismo por medio de su trabajo. Así empezó Marx en sus escritos de juventud.
¿Cómo terminó, él y sus discípulos? Más cerca De Hobbes que de Rousseau, no digamos de los anarquistas, la U.R.S.S. busca el todo para la masa, porque “la liberación de la personalidad es imposible, en tanto no se libere la masa”. Este punto de vista debe ser siempre tenido en cuenta al valorar las instituciones y realizaciones soviéticas. En una entrevista con H. G. Wells, en 1934, Stalin justificó así la propiedad privada: “El socialismo no niega, sino que combina los intereses individuales con los de la sociedad…La sociedad socialista ofrece la única garantía sólida de la defensa de los intereses de los individuos”. Ahora bien, las expresiones “individuos” y “persona”, tienen en estas y otras declaraciones un contenido muy diverso al del liberalismo o el personalismo cristiano. No son “personas libres y creadoras”, apoyadas en valores trascendentes o en una ley clara, sinomeras partes de un todo social. (Véase Henri Chambre, El marxismo en la Unión Soviética. Madrid, 1960). La razón es más profunda: “El que no cree en Dios tiene que buscar un sentido inmanente de la existencia, bien la felicidad de la masa, o bien la formación superior del individuo”. (Marcel Reading, El ateísmo político. Madrid, 1960. p. 48). O Nietzsche, con el Superhombre, o Stalin con la masa opresora.
En ambos casos no hay esperanza para el hombre como tal. Como dice Camus, en Los Justos: “se comienza por querer la justicia y se acaba organizando una policía”.

EL HUMANISMO POLÍTICO DEL JUSTICIALISMO

Frente a un mundo contemporáneo de difíciles raíces negativas y de grandiosas horizontes promotores, es menester trazar una sucinta comprobación de nuestra idea fundante, para afirmar la Nación como un destino que se clarifica, el Estado como una conciencia histórica que permite la articulación entre Patria eterna y el quehacer político y cotidiano impostergable. Es preciso partir en este tema de la expresión Humanismo político para comprender el alcance de esta problemática. Al decir humanismo político entendemos un conjunto de premisas, una filosofía del hombre, una concepción de su destino, de su tarea, de su existencia. El carácter constructivo del humanismo radica en unir todos los momentos históricos, por una parte, y en intentar una fundamentación del mismo hombre, apoyada en instancias trascendentes siempre valederas. En la coordenada vertical, todo humanismo auténtico implica subrayar un reclamo las fuentes históricas, el despliegue de sus consecuencias más importantes y la ejecución de una labor que se diferencia por matices incuestionables, pero que respetan siempre esa línea de creatividad.
Modernamente todas las tendencias pretenden ser un humanismo porque con mayor o menor intensidad intentar proyectar un modelo de hombre, que signifique una victoria, una superación, una complementación. Y así se habla incluso de “humanismo marxista” capaz, según sus voceros, de plantear en forma definitiva el significado de la historia, la ubicación del hombre en ella y más particularmente del hombre actual sacudido por tensiones innúmeras. EL JUSTICIALISMO ES, en este sentido, UN HUMANISMO, QUE PROPONE SUS PROPIAS FUENTES, SUS PROPIAS CONNOTACIONES y SUS PROPIAS CONCLUSIONES. No es, pues, un anti-nada, aunque de sus premisas doctrinales se desprende una posición claramente contrapuesta a ciertas posiciones actuales; pero al mismo tiempo en esas premisas se intenta recuperar una totalidad del hombre, una diafanidad del hombre y una proyección concreta del mismo en la situación americana. Desde este punto de vista, EL JUSTICIALISMO ES CONNATURALMENTE ANTI-MARXISTA.
De esas significaciones derivan otras consecuencias importantes no sólo desde el punto de vista doctrinal, sino sobre todo desde el punto de vista práctico. El humanismo político no se restringe al acto de inteligencia cultural o política, a la capacidad de comprender el pasado o el presente. En un cierto sentido, tal como lo entiende Pericles en un texto famoso, resume la totalidad del hombre en la construcción del Estado, lo que sería la obra de arte por excelencia. Si enseñar, curar, estudiar, comerciar, etc., manifiestan funciones del misterioso trasfondo de la natura humana, gobernar a los hombres sería el más sublime motivo del humanismo, la más perfecta obra de arte, pero también la más terrible tarea propuesta a los mismos hombres. Pues el arte de gobernar es el arte de hacerlos más hombres, o sea más justos; el arte de persuadirlos, o sea hacerlos más dóciles al bien común; el arte de protegerlos, consolarlos y estimularlos, o sea hacerlos más activos y más pacíficos al mismo tiempo.
El Justicialismo, como un árbol cuya sombra protege a cualquier caminante, hunde sus raíces en estos densos estratos del humanismo grecorromano; pero sus ramas y sus frondas, lúcidas y sencillas, están al alcance de cualquiera, como corresponde a la tarea de gobernar, persuadir e ilustrar a todo el pueblo argentino. Esta sencillez es hermana de su vasta profundidad; por ello, surge aquí un alertado sentido político, que extraña a los observadores extranjeros, no siempre justos con la noble condición del argentino. Pero es nuestro deber profundizar tales raíces, hacerlas ostensibles, repensarlas y precisarlas, sobre todo en las instancias de este presente contradictorio en que está comprometido el destino de la patria y por ende la existencia de la Nación.
En una palabra, EL JUSTICIALISMO ES UN HUMANISMO, EN CUANTO PARTE O SUPONE UNA FILOSOFÍA DEL HOMBRE, UNA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA; Y ES UN HUMANISMO POLÍTICO, EN CUANTO PRETENDE AFIRMAR LAS PREMISAS QUE CONFIGURAN LA EXISTENCIA DEL ESTADO, LAS CARACTERÍSTICAS DE LA VIDA POLÍTICAS COMO UN ACTO CREADOR, LAS CONDICIONES DE UN GOBIERNO QUE SIGNIFIQUE LA JUSTICIA (ESENCIA DEL JUSTICIALISMO), EL ORDEN, LA PAZ, EL TRABAJO, LA PIEDAD, etc. Pero como humanismo se confronta, se contrapone y dirime con otras regimentaciones que también se consideran humanistas, y que pretenden asimismo derivar consecuencias políticas, que debemos establecer, criticar y rechazar. Nos referirnos en particular a las formas del liberalismo, del marxismo y del desarrollismo. De esa referencia se deducirá al mismo tiempo la característica positiva del Justicialismo y las consecuencias políticas de sus premisas.
Deduzcamos ahora las notas positivas de este humanismo.

Es un humanismo cristiano, lo que quiere decir que excluye toda pretensión de ateísmo, que reclama un fundamento trascendente a los hombres y que afirma el carácter de ágape en las obras del hombre. Pues el Cristianismo trajo una profunda renovación y perfección: el amor y la justicia entre los hombres es no sólo resultado de los hombres, sino presencia activa de la divinidad en el mundo. Desde este punto de vista, el Evangelio, sin interferir en las estructuras políticas, confirma los valores de la patria terrenal, hic et nunc, en la medida que afirma la patria del celeste, del cielo.
Es un humanismo en que ciudadano y populus se armonizan en la Nación y el Estado. Para ello se requiere la articulación de tradición e innovación.
Es un humanismo que procura el equilibrio entre justicia y libertad.
Es un humanismo que integra autoridad, justicia y libertad y que en consecuencia, favorece las virtudes creadoras de los hombres, pero los ciuda de una voluntad de dominio.
Es un humanismo del trabajo en tanto construye la existencia profunda del hombre, la liga solidariamente a una sociedad abierta que permite consolidar los bienes de la Nación. El humanismo del trabajo es fundamental en la doctrina justicialista, que sería gravemente distorsionada y alterada si renuncia a tales requisitos.

Plantear entonces el contenido positivo de un humanismo cristiano que a nivel político implica que el Estado y el hombre representan la más alta norma de instauración espiritual y creadora, en el marco de una justicia que hace más libre, de una libertad que hace más justos. Sin esta armonía pues, los caracteres de una revolución cultural que solapadamente quiere instrumentar al peronismo podrían establecer una nefasta confusión y además podrían destruirse los valores eminentes del hombre argentino, relegarse las pautas de soberanía e independencia y abatir la construcción de una justicia social que siendo requisito del Estado es al mismo tiempo fundamento de un hombre más apto, más justo y más noble.

Consulta de la obra de: LUIS SANCHEZ AGESTA, MANUEL FRAGA IRIBARNE, CARLOS ALBERTO DISANDRO.

Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero
nº 83 Cordubensis
26 de septiembre de Penthecostés de Año del Señor de 2008, en la Fiesta San Cosme y San Damián, Sopla el Pampero.
¡VIVA LA PATRIA!.

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Perón y la cultura hispánica - España rediviva en el criollo Quijote

Si la América española olvidara la tradición que enriquece su alma, rompiera sus vínculos con la latinidad, se evadiera del cuadro humanista que le demarca el catolicismo y negara a España, quedaría instantáneamente baldía de coherencia y sus ideas carecerían de validez.

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

Discurso de Juan Domingo Perón

Son hombres y mujeres de esa raza los que en heroica comunión rechazan, en 1806, al extranjero invasor, y el hidalgo jefe que obtenida la victoria amenaza con “pena de la vida al que los insulte”. Es gajo de ese tronco el pueblo que en mayo de 1810 asume la revolución recién nacida; es sangre de esa sangre la que vence gloriosamente en Tucumán y Salta y cae con honor en Vilcapugio y Ayohuma; es la que anima el corazón de los montoneros; es la que bulle en el espíritu levantisco e indómito de los caudillos; es la que enciende a los hombres que en 1816 proclaman a la faz del mundo nuestra independencia política; es la que agitada corre por las venas de esa raza de titanes que cruzan las ásperas y desoladas montañas de los Andes, conducidas por un héroe en una marcha que tiene la majestad de un friso griego; es la que ordena a los hombres que forjaron la unidad nacional, y la que alienta a los que organizaron la República; es la que derramó generosamente cuantas veces fue necesario para defender la soberanía y la dignidad del país; es la misma que moviera al pueblo a reaccionar sin jactancia pero con irreductible firmeza cuando cualquiera osó inmiscuirse en asuntos que no le incumbían y que correspondían a la nación resolverse; de esa raza es el pueblo que lanzó su anatema a quienes no fueron celosos custodios de su soberanía, y con razón, porque sabe, y la verdad lo asiste, que cuando un Estado no es dueño de sus actos, de sus decisiones, de su futuro y de su destino, la vida no vale la pena de ser allí vivida; de esa raza es ese pueblo, este pueblo nuestro, sangre de nuestra sangre y carne de nuestra carne, heroico y abnegado pueblo, virtuoso y digno, altivo sin alardes y lleno de intuitiva sabiduría, que pacífico y laborioso en su diaria jornada se juega sin alardes la vida con naturalidad de soldado, cuando una causa noble así lo requiere, y lo hace con generosidad de Quijote, ya desde el anónimo y oscuro de una trinchera o asumiendo en defensa de sus ideales el papel de primer protagonista en el escenario turbulento de las calles de una ciudad.

Señores:
La historia, la religión y el idioma nos sitúan en el mapa de la cultura occidental y latina, a través de su vertiente hispánica, en la que el heroísmo y la nobleza, al ascetismo y la espiritualidad, alcanzan sus más sublimes proporciones. El Día de la Raza, instituida por el Presidente YRIGOYEN, perpetúa en magníficos términos el sentido de esa filiación. “La España descubridora y conquistadora –dice el decreto- , volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus explotadores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales; y con la aleación de todos de estos factores, obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento”.

Porvenir enraizado en el pasado

Si la América española olvidara la tradición que enriquece su alma, rompiera sus vínculos con la latinidad, se evadiera del cuadro humanista que le demarca el catolicismo y negara a España, quedaría instantáneamente baldía de coherencia y sus ideas carecerían de validez. Ya lo dijo MENÉNDEZ Y PELAYO: “Donde no se conserva piadosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original, ni una idea dominadora”. Y situado en las antípodas de su pensamiento, RENAN afirmó que “el verdadero hombre de progreso es el que tiene los pies enraizados en el pasado”.
El sentido misional de la cultura hispánica, que catequistas y guerreros introdujeron en la geografía espiritual del Nuevo Mundo, es valor incorporado y absorbido por nuestra cultura, lo que ha suscitado una comunidad de ideas e ideales, valores y creencias, a la que debemos preservar de cuantos elementos exóticos pretendan mancillarla. Comprender esta imposición del destino, es el primordial deber de aquellos a quienes la voluntad pública o el prestigio de sus labores intelectuales, les habilita para influir en el proceso mental de las muchedumbres. Por mi parte, me he esforzado en resguardar las formas típicas de la cultura a que pertenecemos, trazándome un plan de acción del que pude decir – el 24 de noviembre de 1944 – que “tiende, ate todo, a cambiar la concepción materialista de la vida por una exaltación de los valores espirituales”.
Precisamente esa oposición, esa contraposición entre materialismo y espiritualidad, constituye la ciencia del Quijote. O más propiamente representa la exaltación del idealismo, refrenado por la realidad del sentido común.
De ahí la universalidad de CERVANTES, a quien, sin embargo, es preciso identificar como genio auténticamente español, al que no puede concebirse como no sea en España.
Esta solemne sesión, que la Academia Argentina de Letras ha querido poner bajo la advocación del genio del genio máximo del idioma en el IV Centenario de su nacimiento, traduce – a mi modo de ver – la decidida voluntad argentina de reencontrar las rutas tradicionales en las que la concepción del mundo y de la persona humana, se origina en la honda espiritualidad grecolatina y en la ascética grandeza ibérica y cristiana.
Para participar en este acto, he preferido traer, antes que una exposición académica sobre la inmortal figura de CERVANTES, su palpitación humana, su honda vivencia espiritual y su suprema gracia hispánica. En su vida y en obra personifica la más alta expresión de las virtudes que nos incumbe resguardar.

Entraña popular cervantina

En CERVANTES cabe señalar, en primer término, la extraordinaria maestría con que subordina todo aparato erudito a la llaneza de la exposición, extraída de la auténtica veta del pueblo, en los aforismos, sentencias y giros propios del ingenio popular. Ningún autor ha penetrado de manera tan natural y expresiva en la entraña popular, en el río pintoresco en que bogan, como bajeles de mil colores, las esperanzas, angustias y emociones de los humildes. Esta ausencia de complicación, este deliberado acento familiar con que el genio cervantino traza su prosa, no quiere decir, ni mucho menos, que adolezca de plebeyismo o de pobreza. Por el contrario, es fina y magistral, exhibiendo una riqueza tal de vocablos, que cabe deducir cuán hondos y variados son los matices del habla popular y hasta qué punto es viva y expresiva la facundia del pueblo.
Ya en su primera obra – La Galatea -, CERVANTES pone de manifiesto la sencillez de su estilo, que cobra naturalidad en las costumbres simples y puras de la vida pastoril, a la que pinta con tan noble emoción, que no puede dudarse de la íntima solidaridad que le une a rústicos y desheredados. (Evita diría: mis grasitas o mis descamisados, n.ed.). Don Quijote, dirigiéndose a Sancho, ofrece elocuente testimonio: “Quiero que aquí a mi lado y en compañía desta buena gente te sientes, y que seas una mesma cosa conmigo, que soy tu amo y natural señor; que comas en mi plato y bebas por donde yo bebiere; porque de la caballería andante se puede decir lo mesmo que del amor se dice: que todas las cosas iguala”. La perennidad del QUIJOTE, su universalidad, reside, esencialmente, en esta comprensión de los humildes, en esta forma de sentir la ardiente comunidad de todos los sectores, que trabajan y cantan entre las rubias espigas de la Creación. Ese amor a los humildes que sintió CERVANTES, ese mismo afán de compenetración, ese deseo metafórico de comer del mismo plato, me ha llevado a decir en otra ocasión que el canto de los braceros, de esos centenares de miles de trabajadores anónimos y esforzados, de los que nadie se había acordado hasta ayer puebla en estos momentos la tierra redimida. Legislamos para todos los argentinos, porque nuestra realidad social es tan indivisible como nuestra realidad geográfica.

Conciencia social de CERVANTES

CERVANTES demostró profunda conciencia social en todos los actos de su vida. Cuando se desarrolló la batalla naval de Lepanto, no obstante hallarse enfermo y con calentura, quiso correr la suerte de sus camaradas y participar en la lucha, porque “más vale pelear en servicio de Dios e de su majestad, e morir por ellos, que no baxarme so cubierta”. Más tarde, cautivo en Argel, junto con 25.000 cristianos que pagaban así su delito de amar a la patria y de sentir la fe, el glorioso manco de Lepanto padeció, más que su propio dolor físico y espiritual, la incesante tortura de ver aherrojados a sus compañeros de esclavitud y de ver perseguida, aborrecida y negaba a la religión en la que había depositado toda la confianza de su corazón. En sus propias palabras lo dice: “Ninguna cosa fatigada tanto como oír y ver a cada paso las jamás vistas ni oídas crueldades que mi amo usaba con los cristianos”.

(Extraída de: Centro de Estudios América Románica, “Romanidad e Hispanidad en América”, Discursos del Gral. Juan Domingo Perón sobre la Latinidad y la Hispanidad. Ediciones del Copista, 1996, 64 páginas, pág. 32-38).

Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero nº 109 Cordubensis
Córdoba, 8 de octubre de Penthecostés del Año del Señor de 2008, en el aniversario del nacimiento del General JUAN DOMINGO PERÓN, 1895 – 8 DE OCTUBRE – 2008.
Sopla el Pampero.
¡VIVA LA PATRIA!


REEDITADO: 12 DE OCTUBRE DE 2012 “DÍA DE LA RAZA” POR EL DECRETO DEL PRESIDENTE HIPÓLITO YRIGOYEN: 4 DE OCTUBRE DE 1917 EN LA NUESTRA SEÑORA DEL PILAR, PATRONA DE LA HISPANIDAD, LAS INDIAS Y DEL NUEVO MUNDO… ¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA LA PATRIA! ¡VIVA LA HISPANIDAD! Gspp.

sábado, octubre 13, 2012

Estados judíos de Norteamérica: La Nueva Jerusalén


Respuesta al falasha Barack Obama con motivo de su discurso ante el Comité Israelita.

Editó: Lic. Gabriel Pautasso


Por el Diácono Prócoro Mendieta, de la Parroquia de Quimilí, Santiago del Estero

A la memoria de los Viejos Camaradas inmolados en Malvinas. Junto con ellos marchaba al redoble del tambor siguiendo las banderas de los batallones. Virgen Santa: no te olvides de ellos. Recuérdate de mi Patria y no dejes solo a mi Pueblo que no puede estar sin Ti


UNA TIERRA DE RESABIADOS, MASONES Y JUDÍOS

América, y muy particularmente los Estados Unidos, fue tierra franca para el refugio de todos los heterodoxos resabiados de Europa. Fue también tierra de elección, desde el primer día, de la Masonería en todas sus formas, incluidas aquellas aborrecidas por los mismos ingleses, sus fundadores, panegiristas y propulsores; y fue  para los judíos el Nuevo Hogar, a tal punto de que Ch. Wright Ferguson, autor del libro titulado Fifty Million Brothers (Cincuenta millones de Hermanos, Ferrar, Nueva York 1937)), tal vez el estudio más completo y riguroso sobre el tema (aparecido en 1937), considera a la Gran Nación Americana (el espejo donde todos los infelices de esta parte debemos mirarnos), como la verdadera Tierra Prometida, donde habría de hacer recalada buena parte de la judería de la diáspora.

En verdad fue una tierra de asilados, proscriptos, extrañados y exiliados. Y lo fue sucesivamente para los intransigentes (o no conformistas) y los católicos que huyeron de las Islas Británicas para no someterse a los pérfidos designios de Cromwell –a la derecha-, y su compadre el circunciso Manasseh ben Israel –a la izquierda-; para los Caballeros vencidos de las revoluciones de Inglaterra; para los irlandeses despojados de sus tierras y de su libertad; para los insurgentes del carlismo; para los revolucionarios de la Europa Central, decepcionados por el fracaso de la gran empresa masónica encarnada en las revueltas de 1848 (3);de igual manera que ha sido el recipiente de los drenajes poblacionales del excesivamente anidado Viejo Continente; de los campesinos sin tierra; del ejército de reserva de los trabajadores; de todos los hambrientos; de los indigentes que deambulaban por las calles y los muelles; todos ellos reunidos en la esperanza común de rehacer su vida en una tierra virgen, de riquezas aparentemente inagotables.

Era la tierra bendita donde con gran facilidad se confundía, hasta el día de hoy, la República con de la Democracia y viceversa. Ella había recibido el bautismo masónico en ocasión tan temprana (o simultáneamente) con  Inglaterra, fuere de manos de la primera comunidad judía establecida en Newport (en Rhode Island, la Ciudad de los Judíos) en 1658 (cuyos miembros le aportaron los tres primeros grados, si hemos de creer en Edwin Silcox (Calholics, Jews and Protestants, páginas 12 y 77, Harper’s 1934), o fuere de las de George Starkey, alias Irenée Philatéthe, íntimo en las andanzas de la secta satánica de sir George Vaughan (con nombre de guerra Eugenius Philatéthe), misionero protestante y hereje, lanzado en aquellas fechas por los Rosa Cruz, a la conquista del Nuevo Continente (C. E. Silcox. Tomo I, pág. 152).

Pero, al mismo tiempo, fue en el decurso de tres siglos la Tierra Prometida para los judíos y, a partir de entonces lo ha sido cada día más. Su papel en la edificación de América (Cohen, The Jews in the making of America, editado en Boston, 1924), impresionó a tal punto a Werner Sombart que llegó a escribir: Diríase que América sólo fue descubierta para ellos (El Apogeo del Capitalismo, Payot, París 1932). Al cumplirse el 250º aniversario de la llegada de los Predilectos Hijos del Señor de Israel, el judío Roosevelt confirmaba que pocas naciones han tenido, directa o indirectamente, más influencia en la formación y la dirección del americanismo de hoy. Que digo yo de puro metido como siempre: a Dios sean dadas las muchas gracias, porque a nosotros nos tocó sólo de chaflán. Pero lo importante es que de hecho, aquella sociedad en formación, descalabrada por carecer de cuadros tradicionales, aunque dominada por las sectas secretas unas y herejes las demás, y tan completamente extendida hacia el lucro, la conquista de las riquezas, la especulación y el Dinero, ofrecía para la Reconstrucción del Templo de la Nueva Jerusalén (do moraría el Señor que los llamó Mi Pueblo, a pesar de que cien veces lo traicionaron fieramente y sin asco, mientras se merendaban, de vez en cuando, un Profeta que el Señor les había mandado para ver si los podía enderezar), unos materiales incomparables para mostrar su amor a la Nueva Patria : espantosas traiciones, correrías, ladroneo sin rubor, fraudes y estafas sin abuela. Por ejemplo: la falsificación de la moneda, que en Inglaterra les costara unos 300 años de expulsión, hoy en día la hacen a escala mundial mediante el dólar, con el que han empapelado el mundo y cuyos billetes valen menos que las hojas de un diario mojado. El retrato de Maimónides (el Nuevo Moisés) arriba a la derecha: en él abrevó Espinosa y, por carácter transitivo, todos los iluminados que lo siguieron.


LOS JUDÍOS: INTRODUCTORES DE LOS JUDÍOS Y DE LOS NEGROS

Como los israelitas, por una natural inclinación no fueron, ni son, ni serán jamás pioneros de nada, ni labradores, ellos esperaron a que otros hubieran acondicionado el lugar antes de aterrizar en él cómodamente. Digamos que como aquí: cuando ellos llegaron ya no existía la indiada brava que andaba taloneando; las guerras por la independencia se habían terminado y los políticos habían iniciado la guerra de la dependencia; las sangrientas campañas por la organización nacional se extinguieron y existía una Constitución Nacional, con algún cuerpo de leyes, que les garantizaba a los Predilectos del Señor todo tipo de derechos y garantías. Entonces aparecieron muy orondos, siempre en carácter lacrimógeno de pobrecitos desterrados y perseguidos. Y hoy no existe actividad, profesión o rincón de la Nación que no los encuentre; como si fuese una metástasis, una sub-diáspora inconmensurable en territorio patrio, que forma parte de la ilimitada Diáspora Internacional.

Después de varios fracasos de colonización en 1584, registrados por sir Walter Raleigh (el heredero del monopolio del inglés Sebastian Cabot: sí, el que los pámpidos tienen por veneciano; el sirviente de Enrique VIII que fundó aquí Sancti Spiritus, había creado en Londres, después de 1550, una Compañía de Aventureros del Mar), y por las dos joint stock companies, de Londres, y Plymouth, Virginia, entre 1606 y 1624, un grupo de 70 comerciantes puritanos de la City que disponían de un capital de unas 7.000 libras esterlinas, dirigidos por sir Edward Sandys, había conseguido establecer los primeros centros de población en tierra americana. En Virginia, 11 burgos o boroughs de alrededor de 4.000 habitantes, reunieron el 30 de julio de 1619 a sus notables en Jamestown, antes de constituir una provincia real en 1624. Más al norte, los pilgrims, o peregrinos, desembarcaron en Plymouth el 21 de diciembre de 1620, y ocho años después lo hicieron en Salem, fundando  en 1630 Boston con John Endicott. Bajo el paraguas de la Massachusetts Bay Company, dotada de una Carta en 1629, crearon unas comunidades que iban a estar sometidas, durante setenta y un años, a las normas de un pacto (Brith, en hebreo).

En 1634, lord Baltimore ofreció a los católicos el Maryland, regido por la Toleration Act de 1649, que por otra parte excluía a los ateos y a los judíos (no serían admitidos en las funciones públicas hasta 1825). En cambio, el Estado de Rhode Island, fundado por Roger Williams en 1636, con el objeto de albergar a los intransigentes, sería el primero en acogerlos en 1658. En conjunto, desde 1620 hasta 1640, alrededor de 20.000 Hijos Predilectos lograron establecerse en las colonias inglesas, que no tardaron en extenderse a diversas dependencias de Massachusetts: Connecticut (desprendimiento de Rhode Island), Maine y New Hampshire, región de pescadores, poblada por los esfuerzos de sir Fernando Georges y del Capitán John Mason.

Por su parte, durante ese mismo período, los holandeses –escudo de Holanda a la izquierda, de la Dutch East India Company, habían abordado las costas de la América del Norte: con sir Henry Hudson en 1609, fundando Nueva Amsterdam en 1614. Siete años después, se había constituido su simétrica: la Dutch West India Company y, acaudalados comerciantes, tales como el joyero Killiam van Tensselaer y otros, se establecieron a orillas del Hudson. La ciudad contaba con unos 10.000 habitantes cuando los ingleses se apoderaron de ella en 1664, para convertirla en propiedad del duque de York, que terminó dándole su nombre al año siguiente, antes de ceder Nueva Jersey a sus amigos, sir George Carteret y sir John Berkeley. Dos acontecimientos capitales -por otra parte, estrechamente ligados el uno al otro- señalaron aquel medio siglo de dominación holandesa: la llegada de los judíos y la introducción de los negros.

Dueños del mercado de los productos coloniales y controlando con sus capitales las grandes compañías con carta de privilegio, los judíos portugueses y sus herederos de Amsterdam se habían interesado desde hacía mucho tiempo en las provechosas plantaciones de ultramar. En Oriente, en Java, lo mismo que en el resto de las Américas y en Surinam (1644). En 1492 se los encuentra en Santo Tomé (Santo Tomás, al este de Puerto Rico), donde montan unas explotaciones azucareras, que hacia 1550 ocupaban a unos 3.000 esclavos negros. En vano la reina doña Juana trató en 1511, sin lograr gran éxito, de restringir la afluencia de negros y judíos hacia la América del Sur; pero la ley del 21 de mayo de 1577 levanta la prohibición de emigrar a las colonias españolas. En 1580 el General Juan de Garay fundaría la Ciudad de Buenos Aires: en 1600 ya la llamaban, según Hernandarias de Saavedra (en carta a Felipe II), la ciudad de los judíos. Así de rápidos son estos cosos.

En el Brasil, el primer gobernador general portugués encargado de organizar el país entre 1549 y 1553, el judío Tomé de Souza, los acogió sin dificultad, aunque otros dicen que los mando llamar porque aquello era una bicoca. Allí se dedicaron a extraer oro, plata y piedras preciosas. Desde luego la mano de obra no iba a ser de ellos, y sí fue suministrada, al principio, por dos cargamentos anuales de negros africanos cautivos (a estos negros los cazaban los propios negros en África y los hacían metálico o aguardiente en la playa; hecho terrible que no lo cuenta la llorosa novelita La Cabaña del Tío Tom y otras de su género).  Estos esclavos permitieron también cultivar la caña de azúcar.

Habiendo pasado la colonia a manos de Holanda en 1624, 600 notables judíos se instalaron en ella en  1642 y no tardaron en hacerse dueños de todas las grandes plantaciones. Lo mismo puede decirse de las islas: Barbados (donde el cultivo de la caña de azúcar se remonta a 1641 y la exportación de azúcar a 1648) y Jamaica, ocupadas por Inglaterra –su escudo a la derecha- en 1627 y 1656, respectivamente. Pero he aquí que en 1654, Portugal expulsa a los judíos de sus territorios de ultramar (que vendría a ser la expulsión número 47, si se cuentan bien todas sus expulsiones). Algunos, con el hebreo Benjamín Dacosta, en número de 900, acompañados de 1.100 esclavos, se trasladaron a la Martinica en 1655. Otros llegaron a Santo Domingo, donde la caña era cultivada por los españoles desde 1587. Y otro grupo (unas dos docenas: a finales del verano de 1654), llama a las puertas de Nueva Amsterdam: el gobernador Peter Stuyvesant, un devoto de las correrías judaicas que narra el Antiguo Testamento, se las abre, tras la intervención de los directores de la Compañía de las Indias Occidentales. Ellos no pueden negar nada a los judíos, porque eran sus principales accionistas (1654). Desde allí se extendieron hacia Long Island, Newport y, más tarde, a Filadelfia, fundada en 1681 por William Penn (muy admirado por algunos de nuestros próceres en su correspondencia), masón de la primera hora (de allí el nombre de la ciudad: Amor entre amigos) y sus cuáqueros.

Entonces la parte Sur de aquel Norte de América, comienza a poblarse. En 1663, Carlos II –imagen a la izquierda-, ha concedido las Carolinas a ocho landlords, entre ellos Anthony Ashley Cooper, futuro conde de Shaftesbury (mencionado en el trabajo que hice de Locke). John Locke –recuadro a la derecha-, que era el hombre de confianza de Cooper, pone a prueba su talento de legislador elaborando para la colonia una constitución tan compleja que la hará prácticamente inaplicable (si bien lo de Locke fue un bodrio sin costura, los liberales ultramontanos se derriten cuando hablan de ella). De los dos Estados así formados, la Carolina del Norte, donde predomina la ganadería, quedará constituida sobre todo por pequeñas propiedades; en tanto que la del Sur, compuesta de grandes dominios, se dedicaría al cultivo del arroz y del añil. Una parte de los colonos proceden de Virginia, donde se desarrollan las grandes plantaciones de tabaco de 5.000 acres de extensión, e incluso mayores. Los otros, de Inglaterra. La mitad fue indentured servants (criados bajo contrato por una duración media de siete años), cuyos propietarios habían pagado el pasaje (de 6 a 10 libras esterlinas por cabeza), y que les costaban de 2 a 4 libras esterlinas anuales de mantenimiento. Fundada en 1773 por sir James Oglethorpe, Georgia ofrece la particularidad de estar abierta a los condenados por deudas, que encuentran allí la posibilidad de rehacer sus vidas, bajo el control, durante veintiún años, de fiadores o trustees.

LOS JUDÍOS SUMINISTRAN LOS FONDOS Y TRAFICAN LOS ESCLAVOS

Esta economía colonial se vuelca consecuentemente, a ejemplo de las islas y del Brasil, hacia la mano de obra negra para la explotación de sus dominios. Proveedores de esclavos al Occidente en los tiempos lejanos de los godos, merovingios y de Carlomagno (véanse las condenas de los Concilios  Toledanos; la palabra esclavo deriva de eslavo, que fueron los primeros que traficaron los del Pueblo de Dios; después vinieron los negros africanos), los judíos de Ámsterdam y los de la City londinense financian de buena gana aquel tráfico tan provechoso: la madera de ébano, que, en un santiamén, dará fortuna y esplendor a Londres y a Liverpool. Desde 1619, en que tuvo lugar en Jamestown la primera venta de esclavos del continente norteamericano, hasta 1660, los holandeses (nombre genérico con que se conocía a la judería de Ámsterdam), detentaron el monopolio (el precio de compra de un esclavo negro oscilaba entonces entre 18 y 30 libras esterlinas según la edad, la salud y la fuerza del individuo). A la izquierda esclava negra; a la derecha un hechicero africano.

Durante 28 años, 1660 hasta 1698, la Royal African Company of England los sucedió en aquel privilegio (observe el lector que todas estas empresas comienzan con Royal; sin embargo, si aparecía un problema, como el surgido en Buenos Aires en 1806 y 1807, inmediatamente el Rey declaraba que él no tenía nada que ver porque era un asunto privado). Más tarde, el mercado quedó libre (por el vergonzoso tratado de Utrech) y el número de cautivos aumentó rápidamente: de 59.000 en 1714 a 263.000 en 1754, y a 697.000 en 1790.

Por otra parte, la población blanca, había pasado de unos 250.000 en 1700 (de ellos 80.000 en Nueva Inglaterra, 60.000 en Virginia y 30.000 en Maryland), a casi 2.500.000 en vísperas de la insurrección contra Inglaterra. Entretanto, en el Norte, se había constituido Vermont, gracias a la concesión otorgada  de 121 municipios por el gobernador Wenworth. Al oeste de Nueva York, el Piedmont, vertiente oriental de los Alleghanys, había sido ocupado a partir de 1683 por unos alemanes, unos suizos y unos irlandeses del Ulster. Efectivamente: entre 1700 y la revolución, 100.000 alemanes de Palatinado se instalaron en Pennsylvania; y desde 1730 a 1770, casi 500.000 escoceses-irlandeses se afincaron en América. Pero los capitales ingleses invertidos en el continente, alrededor de diez millones de libras esterlinas, apenas alcanzarían, entre 1760 y 1770, a la sexta parte de los dedicados a la explotación de los productos coloniales de las islas (Barbados, Jamaica, etc.), en las que imperan setenta sugar Lords del Parlamento. A través de un sistema de intercambios triangulares -escribe Werner Sombert-, los esclavos de África y los productos coloniales de las islas, el metal que permite alimentar el comercio de la América del Norte con Inglaterra, afluye de la América Central y de la América del Sur gracias al comercio judío (Los judíos y la vida económica, pág. 62). El saqueo en nuestra patria fue, a través de la Colonia del Sacramento: el contrabando (de plata del Potosí por baratijas y fruslerías; del tasajo y el saladero para alimentar a los negros de las plantaciones en el norte; y las corambres provenientes de las vaquerías que aniquilaron el ganado cimarrón.

Así pues, a pesar de la débil importancia numérica de sus comunidades, los judíos desempeñaban ya, desde el exterior, un papel preponderante en la naciente economía norteamericana (4). En nuestro país, esta minoría sería la autora del concepto de porteño que tanto daño ha causado a la nación y que aún pervive lleno de vida. Los de la ciudad fundada por Garay eran trinitarios y tenían a los del puerto (de Nuestra Señora del Buen Aire) como una recua de infames y ladrones. Triunfaron éstos y la ciudad pasó de la Santísima Trinidad a llamarse de Buenos Aires. El Pozo de Sevilla fue a Castilla, lo que Buenos Aires fue para sus hermanas provincianas: una maldición. Unos muchos comen hasta quedar barrigones; y los otros muchos miran hasta quedar finitos como un silbido.

Sigo con esto. A pesar de su diversidad de origen, las colonias inglesas se habían visto obligadas a agruparse en varias ocasiones para hacer frente a sus vecinos: indios y franceses. Alimentados de racismo bíblico, los puritanos (exceptuando a los cuáqueros de Pennsylvania, más humanos y más naturalmente amigos de la paz), solían mantener pésimas relaciones con los autóctonos. Los establecimientos ingleses de Plymouth, de Massachussetts, de Connecticut y de New Haven habían formado una Confederación contra los indios en 1643. Contra los franceses, 4.000 milicianos de Nueva Inglaterra habían tomado por primera vez, el 17 de junio de 1745, Louisbourg, que fue restituido por la paz de Aix-la-Chapelle, en 1748. Al desencadenarse la Guerra de los Siete Años, en 1754, un Plan de Unión, elaborado por Benjamín Franklin, fue sometido a la aprobación de los representantes de siete colonias, reunidos en congreso en Albany. En el curso del conflicto, del lado canadiense, los judíos (excepto los Gradis de Burdeos, abastecedores del Rey de Francia), continuaron estando al margen del territorio (como lo habían estado desde 1627 y lo estuvieron hasta la conquista inglesa en 1759). En cambio, del lado anglo-americano, ninguna restricción puso trabas a las transacciones del comisario del ejército de Wolfe, simplemente porque era judío. ¿Será ésta la raíz del terrible odio a los judíos de Franklin y de Washington, dos padres de la Independencia? No sé.

Con la derrota infligida a Francia, los colonos habían adquirido conciencia de sus capacidades. Aspirando a la Unión, alimentaban ya sueños de expansión. Toda una serie de medidas adoptadas imprudentemente por Londres, deseosa de hacer compartir a los americanos los gastos de la guerra, habían contribuido, comenzando en 1763, a emponzoñar las relaciones con la Metrópoli. Fue necesario dar marcha atrás. En 1764, la Sugar Act había disminuido en la mitad los derechos sobre los azúcares, establecidos en 1733 por la Molasses Act. En 1765, la Stamp Act había suprimido los derechos de timbre, que anteriormente oscilaban entre medio penique y 10 libras esterlinas. Pero la Quartering Act , imponiendo a las comunidades la obligación de alojar a las guarniciones inglesas, contra la cual se habían pronunciado Samuel Adams en Boston, John Dickinson en Filadelfia y la asamblea de Nueva York, había comprometido el beneficio de aquellas concesiones y provocado nuevos resentimientos. Arriba a la derecha: en un dibujo de la época, un cambiador judío de Ámsterdam hace su trabajo.

Aunque la tarifa aduanera establecida por las Townshend Acts de 1767 fue abolida en 1770, a excepción de una tasa de tres peniques por libra sobre el té (compensada por otra parte con una prima), los intercambios comerciales con la Metrópoli experimentaban frecuentes perturbaciones; por ejemplo: de 1.363.000 libras esterlinas en 1768, las exportaciones británicas bajaron a 504.000 libras en 1769; pero volvieron a subir a 4.200.000 en 1771, para retroceder a 2.590.000 en 1774 y hundirse a 201.000 en 1775. Mal síntoma este, porque aparte si los ingleses querían tomarse un tecito en aquella época, tenían que ir a buscarlo a Ceilán: un camino tres veces más largo. Pero había algo peor. Dueños ahora de las pieles canadienses, ¿los ingleses no obstaculizaban deliberadamente el desarrollo de su colonia americana? Una proclama de 1763 establecía en los montes Alleghanys, el límite para la población del Oeste, abolía el régimen de concesiones libres otorgadas por los gobernadores y lo reemplazaba por la venta de lotes de terreno en pública subasta, duplicando el importe de los quitrents para aquellas nuevas propiedades. Todos los colonos de la frontera estaban en efervescencia. Observe el lector que todo el drama que se desatará en adelante comenzará, como tantos otros de la Historia, con un problema rural. Pero a esto no lo entendieron los políticos de ayer. Y mucho menos los de hoy.

LA MASONERÍA: HAYM SALOMÓN Y ROBERT MORRIS AYUDAN A LA INDEPENDENCIA

En escritos anteriores he estudiado y repasado el papel decisivo de la Francmasonería -y especialmente de las logias de ancianos, secundadas en una década (de 1760 hasta 1770) por las misiones metodistas-, en la preparación de la insurrección americana. Al igual que Bernard Fay, el historiador Ch. Wrigth Ferguson subraya que Washington y Franklin hacían reposar su influencia chiefly, if not solely (esencialmente, si no exclusivamente), sobre las logias (Op. cit., pág. 20). El mismo informa que la reconquista de Filadelfia por los insurgentes dio lugar a un verdadero Te Deum masónico y señala la existencia de talleres militares en los dos bandos en presencia (se conocen once solamente entre los americanos). Ellos no vacilaron en atribuir a consignas masónicas ciertas lentitudes y maniobras inexplicables de los generales ingleses. Entre la población, por otra parte, la voluntad de luchar contra Inglaterra no era unánime, ni mucho menos: frente a unos 800.000 habitantes ganados para la rebelión, es decir, un tercio aproximado del total, existían unos 250.000 leales. Se unieron a las tropas inglesas entre 30.000 y 50.000 lories. Unos 15.000 de ellos de Nueva York; 3.000 habitantes abandonaron Filadelfia, evacuada por Clinton en 1778; de 35.000 a 100.000 pasaron al Canadá después de la victoria de los insurgentes. La Masonería, pues, fue el motor de la Revolución.

En cuanto al nervio de la guerra, dice Jean Lombard (La cara oculta de la historia moderna, Tomo II, Cap. XXVII, pág. 350) que procedía sobre todo del exterior, principalmente de Holanda y de Francia. Sobre el terreno, los que Peter Calisch llama The Jews who stood by Washington (Los judíos que permanecieron al lado de Washington), -Ed. en Cincinnati, 1932-, aportaron también su contribución: los Minis, los Cohen de Georgia, sobre todo el banquero Haym Salomón (1740-1785) y el armador Robert Morris, que ha sido el verdadero financiero de la Revolución, escribe Sombart (Los judíos y la vida económica, pág. 78),

Polaco de origen portugués, refugiado en Inglaterra y luego en América tras la partición de 1772, el buenazo de Salomón, detenido una primera vez en Nueva York por los ingleses por su celo revolucionario, liberado posteriormente y utilizado como intérprete cerca del general Heister, comandante de las tropas alemanas, volvió a ser detenido y condenado a muerte por haber incitado a sus hombres a la deserción. El 11 de agosto de 1778 consiguió huir sobornando a sus carceleros y pasó al servicio del Congreso en Filadelfia y -¡Oh, milagro! ¿de dónde procedía el dinero?-: se estableció como corredor de Bolsa; se convirtió en uno de los principales accionistas del Banco de América del Norte; actuó de tesorero-pagador de las tropas francesas que luchaban en América; sirvió de intermediario casi exclusivo para la transferencia de los subsidios de Francia, de España y de Holanda a los insurgentes; prestó al nuevo Estado 658.000 dólares en 75 operaciones desde agosto de 1781 hasta abril de 1784 (211.678 dólares de créditos; 353.729 de obligaciones y 92.600 de bonos), más 20.000 dólares de anticipos sobre la paga de los funcionarios, y murió arruinado en 1785. Ahora don lector, dígame con sinceridad: ¿vale o no vale la pena ser un Predilecto del Señor de Israel? Mire vea: ¡si hasta son magos! Pero en lugar de conejos, de la galera sacan dinero que, para nosotros, que no somos predilectos, siempre es escaso. Arriba a la izquierda: fotografía del monumento donde aparece Washington tomado de las manos de los judíos y masones Robert Morris y Haym Salomón (cualquiera diría que están por jugar al Don Pirulero). ¡Esto sí que es patrio! Estoy emocionado. ¡Qué gran nación! –como nos decían los profesores de Educación Democrática en 1956.

El 20 de febrero de 1781, el buenazo de don Robert Morris (1734-1806), fue nombrado, a propuesta de Pelatia Webster y de Alexandre Hamilton, director de las Finanzas por el Congreso. Por ello tuvo que hacer frente a las peores dificultades. Nacido en Liverpool, de un padre que se instaló en Maryland como exportador de tabaco, Morris fue estudiante en Filadelfia, luego socio de los armadores Willing, signatario del acuerdo de boicot a la ley del Timbre en 1765; ligado a los insurgentes después de Lexington, había ocupado sucesivamente los cargos de miembro del Comité de Seguridad (Council of Safeíy) el 30 de junio de 1775 y del Comité Secreto de Correspondencia; más tarde, el 30 de enero de 1776 lo fue del Comité de los Asuntos Exteriores y del Comercio. Banquero, encargado de los suministros militares y navales, había sido mantenido en sus funciones, a pesar de sus violentas críticas dirigidas hacia Silus Deane, y las mangoneadas contra él por Thomas Paine en enero de 1779. En el momento en que asumió la responsabilidad de las Finanzas, la situación era casi desesperada.

Se calcula en 104 millones de dólares/oro el costo de la guerra. Para hacerles frente, el Congreso decide el 22 de junio de 1775 y en primer lugar, emitir bills of credit por valor de dos millones de dólares, rescatables en Spanish milled dólares de los estados (de acuñación española). La confiscación de los bienes de los leales, decretada en noviembre de 1777, permite la creación de Continental Loan Certificates. Mucho ruido y pocas nueces. Se recurre entonces, a la emisión (inflación) del papel moneda. Que fue generosa, por otra parte; 191,5 millones de dólares emitidos por la Federación, hasta el 29 de noviembre de 1779, y 243,6 millones por el conjunto de los estados hasta 1783. Sin la afluencia de créditos y de moneda de oro de Europa, el edificio resultaba tan frágil que parecía habría de hundirse irremisiblemente. Sin embargo la aportación de 200.000 dólares en especies, traídos una flota francesa, permitió a Robert Morris fundar en Filadelfia, en enero de 1782, el Banco de América del Norte, con un capital de 400.000 dólares, de los cuales el Estado aportaría 250.000. A éste le siguieron otros establecimientos: el  Banco de Nueva York y el de la Massachusetts Bay en Boston, que data de 1784. Entretanto, el secretario de las Finanzas, con el agua al cuello, había amenazado con dimitir, el 24 de enero de 1783, y sólo se habría salvado gracias a la gestión de John Adams para obtener un nuevo empréstito con los Países Bajos.

Al tiempo que las trece colonias sublevadas definían sus instituciones, promulgaban el 15 de noviembre de 1777 unos Artículos de Confederación, que no serían ratificados hasta 1781, se daban (después de varios congresos en Filadelfia, en Annapolís en 1786 y, de nuevo en Filadelfia en 1787), una Constitución instituyendo una Cámara Alta compuesta de dos senadores por estado; una Cámara Baja formada por representantes elegidos en número proporcional a la población; un Tribunal Supremo (arbitro entre los poderes y cumbre del aparato judicial); y nombraban presidente (el Ejecutivo) a George Washington (entre el 4 de marzo y el 30 de abril de 1769). Allí también echaron los cimientos de su estructura financiera, autorizando al gobierno federal a recaudar los impuestos y a legislar en materia de moneda, de comercio, de protección a la industria y de población de los territorios occidentales.

Habiendo declinado Robert Morris la cartera de Finanza en el gabinete formado por George Washington en 1789, teniendo a Thomas Jefferson como secretario de Estado, Alexandre Hamilton asumió las funciones del Tesoro. Él promulgó la tarifa aduanera proteccionista del 4 de julio de 1789 (sucesivamente aumentada en 1790, 1792 y 1794); hizo decidir a la Federación a hacerse cargo de la Deuda y a fusionar sus tres elementos: deuda exterior con Francia, España y Holanda, cifrada en 11.710.378 dólares; deuda interior al 6 %, o sea, 40.414.086 dólares; y deudas de los Estados, por un importe de 25 millones de dólares; lo que arrojaba un total de 77.124.464 dólares. En 1791 logró instituir, para un período de veinte años, un Banco Nacional con un capital de 10 millones, de los cuales el Estado suministraría dos, y en 1792 definió la moneda norteamericana, sobre la base del dólar Spanish milled, fijado en 24,75 grains de oro (cada grain equivale a 0,6 gramos), coexistiendo bajo un régimen bimetalista con unas monedas de plata. La paridad oficial con el oro se estableció en 1 por 15.

Por desgracia, aquellas juiciosas medidas no sobrevivieron del todo a la oposición de los republicanos, de los intereses del oeste y de los Bancos de los Estados, cuya proliferación -su número pasó de 88 a 246 en sólo cinco años-, era tal en 1811 que la circulación fiduciaria había aumentado de 45 a 100 millones de dólares.

UNA DEMOCRACIA DE PROPIETARIOS, SECUNDADOS POR SOMETIDOS Y ESCLAVOS

Adquirida la independencia por el tratado de París del 3 de noviembre de 1783, en aquel país tenido hasta hoy como ejemplo de la Democracia, en el que únicamente los propietarios —uno de cada cinco habitantes, aproximadamente— gozaban del derecho de voto, la gran tarea era ahora la expansión hacia el norte hasta los grandes lagos y, hacia el oeste, hasta el valle del Mississipi. También democráticamente, las compañías creadas, no sólo para la industrialización del país, sino también para la explotación de aquellos territorios, habían velado de un modo especial para que la Constitución y las nuevas instituciones (es decir: los tres poderes) respetasen sus intereses.

Los ingleses se habían marchado, los quitrents habían sido abolidos, pero ni los grandes dominios ni la manía de especular con las tierras habían desaparecido. Por el contrario: la ordenanza de 1785 entrega hasta cierto punto el dominio público a los manejos dé los traficantes. Aquella ordenanza prescribía el establecimiento de un catastro y de una cuadriculación con vistas a la venta, por mitad en distritos comunales —según el sistema adoptado en Nueva Inglaterra—, y por mitad en lotes de 640 acres —según el sistema virginiano—, en pública subasta a un dólar, y luego a dos dólares el acre, en 1796, pagadero con un crédito a un año. A pesar de la reducción de la superficie de los lotes a 320 acres en 1800, y enseguida a 160 en 1804 (remunerables en cinco años), sólo los especuladores que dispongan de dinero suficiente podrán adquirirlos para revenderlos, lo que equivalía a conceder a los antiguos colonos puritanos del Este el privilegio de explotar a los nuevos pioneros, los agricultores del Oeste. En cuanto a la organización política de las nuevas provincias, fue determinada por la ordenanza de 1787, que limita a tres o como máximo a cinco el número de los Estados a crear y precisa que cada territorio, colocado al principio bajo la autoridad de un gobernador, tendrá derecho a elegir dos asambleas cuando el número de sus habitantes sea superior a 5.000 (el censo para ser elegible se fijaba en 200 acres y, para ser designado como gobernador, en 100), y podrá constituir un Estado cuando llegase a los 60.000.

Después de haber rechazado hacia el interior a los indígenas, derrotados por el general Wayne cerca de Toledo en 1794, algunos norteamericanos sueñan con aprovecharse de las guerras subsiguientes a la cruzada revolucionaria en Europa para expulsar a Inglaterra del Canadá. Preocupados sobre todo, al principio, por no dejarse arrastrar al conflicto debido a su alianza con Francia, se habían limitado a proclamar su neutralidad (22 de abril de 1793). El Chief Justice John Jay se había esforzado incluso en resolver los puntos en litigio con Inglaterra, pero al tratar sobre el derecho de visita de los buques y de las levas de marineros para el servicio de Su Majestad, había tropezado con una obstinada intransigencia, que retrasaría hasta el 24 de junio de 1795 la ratificación por el Senado del tratado concluido el 17 de noviembre de 1794. Sin otro deseo que el de explotar las circunstancias para realizar sustanciosos beneficios, los americanos, durante un primer período que se extiende casi desde 1792 a 1808, desarrollan su marina mercante (cuyo tonelaje se multiplica por ocho: 123.893 toneladas en 1789 contra 981.000 en 1810); inician la construcción de una escuadra en 1798; se dedican al contrabando con Francia, España y Holanda y aumentan su comercio exterior, hasta el punto de que las exportaciones alcanzan 108,3 millones de dólares y las importaciones 130,5 millones en 1807.

REFERENCIAS

(1) La pirámide de Adam Weishaupt, es decir de los Iluminados de Baviera, terminó siendo el sello de la Nueva Jerusalén. Dicen que este sello fue motivo de grandes discusiones e inclusive de una consulta popular, todo lo cual, para mí, viniendo de quien viene, no tiene ningún valor que no sea el folclórico. Sin embargo, así como lo vemos, fue diseñado por George Washington. Esta limitado por dos círculos que en la masonería representan al Universo. El ojo (izquierdo, el de los egipcios) que se encuentra dentro del triángulo equilátero radiante (mágico, de los pitagóricos) pertenece al Gran Arquitecto del Universo y representaría la Obra inconclusa de la pirámide construida por la masonería. Esta pirámide tiene en su base una fecha: en romanos MDCCLXXVI (1776), el año de la independencia. Desde allí hacia arriba se pueden contar 13 capas, que dicen son los 13 estados que tenía la Unión en ese momento. También son 13 las letras que coronan la imagen: ANNUIT CŒPTIS. Las de abajo son 17: NOVUS ORDO SECLORUM. La suma 13 + 17 =  30 (el Grado 30º es el del Gran Elegido Caballero Kadosch o del Aguila Blanca y Negra). Pero el 13, el 17 y el 30 son números mágicos  de los Iluminados. La parte trasera de la pirámide es oscura (la masonería negra) y representaría a los aerópagos y traslogias, parte invisible, que sostienen a la parte delantera visible y se corresponden con los Grados Sublimes: Comendador (Grado 31º); Sublime y Valiente Príncipe del Real Secreto (Grado 32º) y Soberano Gran Inspector General (Grado 33º). Respecto al  gajo con hojas: son cinco grupos de tres hojas; total 15 hojas. Tres  son los Grados Simbólicos (aprendiz, compañero y maestro) de gran importancia entre los satanistas; el Grado 5º se denomina Maestro Perfecto; el 15º es el Caballero del Oriente o de la Espada y  al Grado 16º, el gajo que sostiene las hojillas, (para que nadie tenga duda) le endilgaron el de Príncipe de Jerusalén.
(2) En el escudo de la Nueva Jerusalén encontramos como figura central un águila rampante como símbolo del imperio. Al número 13 lo hallamos en las flechas; en las franjas rojas y blancas del escudete central; en las plumas de las alas doradas del ave; y en las estrellas que se encuentran sobre la cabeza del águila sobre un fondo azul, color característico de la masonería. Casualmente el Rito Masónico de York cuenta con 13 grados. Fue fundado en 1777 (un año después de la declaración de la Independencia de la Nueva Jerusalén). Recibió este nombre porque esa ciudad fue la capital de los antiguos masones ingleses durante la Edad Media. La de York es la masonería del Real Arco o del Arco Real o de la Real Arca y tiene como lema: Nulla salus extra. Haber: esto quiere decir que fuera de ella no hay salvación. Digamos que tipo Arca de Noé o, sin ir tan lejos, de la Iglesia Católica. En el Rito Escocés el Grado 13º es llamado del Real Arco.
(3) Uno de los traficantes americanos más célebres y más ricos de la época fue el circunciso Aaron López, armador de Newport, fallecido en 1782. Tras haberse dedicado al contrabando de té holandés, con su correligionario Henry Lloyd, de Boston (1756), y haber establecido corresponsales en Charleston (asiento del hebreo Isaac da Costa), y en Jamaica (mercado del judío Benjamín Wrigth), se asoció en 1764 para la importación de esclavos de Guinea con su cuñado Jacob Rodríguez Rivera (que era de Newport), casado en los años 1740 con Hanna, hija del sefardí Samuel Rodríguez Pimentel, habitante de Curazao, y viuda de Sasporlas, y en 1767 con su yerno Abraham Pereira Mendes, de Jamaica. La red familiar, extendida a todo el mar de las Antillas, funcionaba con el apoyo de comanditarios en Inglaterra (Henry Cruger, de Bristol, con aportaciones de varios millares de libras esterlinas, y sobre todo de George Haley, de Londres, al cual Aaron López le era acreedor de 22.000 libras en 1774 y de 22.600 en 1775). Contaba con tan buenas amistades en los dos bandos, que el desencadenamiento de la insurrección americana no interrumpió en lo más mínimo su campaña de pesca de la ballena, en 1775.
(4) Mientras reinaba en Francia el más que septuagenario “rey ciudadano” Luis Felipe I (1830-1848), hijo de Felipe Igualdad, los elementos avanzados de la masonería, reunidos secretamente y de años atrás (1845) en sus ventas de carbonarios, fueron preparando al camino al socialismo. Alarmado por esta situación el Ministro de Guerra prohibió en 1845 a instancias de Guizot, la afiliación de los militares a las logias masónicas. Pero todo fue en vano porque la monarquía ya tenía firmada su sentencia de muerte. La revolución, que debía abarcar toda la Europa Central, quedó decretada en el Congreso Masónico reunido en Estrasburgo en 1847. El 24 de febrero de 1848 estalla la revolución en París y del 13 al 30 de marzo de 1848, es decir, en no más de dieciocho días, tremendas conmociones sociales se sucedieron desde los Pirineos hasta el Vístula: el 13 de marzo en Viena; el 18 de marzo el masón von Gagern (jefe de los masones alemanes concurrentes al Congreso de Estrasburgo, junto con Fickler, Herwegh, Buge, Blum, etc.) proclama la república en Berlín y el mismo día comienza la revolución en Milán; el 20 en Parma y el 22 en Venecia, Nápoles, Florencia, Toscana y Roma. El poeta Alfonso de Lamartine y los socialistas masones Ledruc-Rollin (vecino de San Martín pared de por medio), el confeso Luis Blanc, el terrible Pedro Proudhon, Arago, Marie, Garnier Pagès, Crèmieux, Cavaignac, Caussidiére, Marrast, Vaulabelle, Vilain , Pyat y otros fueron los delegados de Francia en aquel Congreso de acuerdo al convenio anterior celebrado en  Rochefort, bajo los auspicios de Lord Palmerston desde Londres que es la vinculación de la masonería con la Alta Finanza de la City londinense. Casualmente estos personajes aparecerían luego ocupando los puestos en el gobierno de la Segunda República a partir del 24 de febrero de 1848: Lamartine, a cargo del Ejecutivo, la Presidencia Provisional ; Ledruc-Rollin en la cartera del Interior; el hebreo Isaac Crémieux en Justicia; Arago en Marina; Marie en Obras Públicas; Goudchaux en Hacienda, los delincuentes Caussidière y Sobrier se hacen cargo de la Prefectura de Policía, etc. “Basta consultar estas fechas –concluye Maurice Fara-, para encontrar la prueba evidente de una dirección común de estos acontecimientos, y es indiscutible que esta fuerza directora no podía ser otra que la masonería con sus diversas secciones.” (Maurice Fara, La Masonería al Descubierto, pág. 69, Ed. La Hoja de Roble, Buenos Aires septiembre de 1960). 


*DIARIO PAMPERO CORDUBENSIS NUMERO ESPECIAL
LUNES 27 DE OCTUBREDE 2008
DIARIO PAMPERO Cordubensis.
INSTITUTO EMÉRITA URBANUS. Córdoba de la NUEVA ANDALUCÍA y EL TUCUMÁN, 12 de octubre de 2012, FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR, PATRONA DE ESPAÑA Y DE LA HISPANIDAD. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA libre, justa y soberana! Reedición, gspp*


miércoles, octubre 10, 2012

*LOS INDIOS y el INDIGENISMO según JAIME DELGADO*


INDIGENISMO: La tendencia indigenista entiende que la cultura americana es exclusivamente lo amerindio autóctono, lo precolombiano y las supervivencias perduran actualmente, según HUGO CHÁVEZ FRÍAS, EVO MORALES y RAFAEL CORREA y otros, para la edificación del socialismo bolivariano del siglo XXI.  

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

“Su proyecto fue colosal; auténtico gesto mayestático que impulsó como interrogante capital verdadero sentido del ser nacional: “Seremos argentinos cuando sintamos en nosotros la adherencia que tuvo la adherencia que tuvo el indio con su suelo (…); cuando sintamos la capacidad creadora de civilización que tuvieron los españoles (…); cuando sintamos la plasticidad del gaucho en su horizonte pampeano (…); cuando tengamos la capacidad para el trabajo disciplinado como el gringo y cuando no seamos ni indios, ni gauchos, ni españoles, sino, ARGENTINOS…”
ALEJANDRO BELLOTTI, RICARDO ROJAS (1882-1957) ARQUITECTO DE LA ARGENTINIDAD. Perfil, dgo 29 de julio de 2007 p. 4 Cultura.

Lo indio es, pues, lo americano; lo hispano, lo latino y lo europeo en general es lo extranjero, lo que es extraño al propio ser de América. A lo sumo, si algo foráneo se concede que entre a formar parte de la cultura americana, lo indio tiene, en cualquier caso, primacía absoluta, y son, precisamente, los valores autóctonos indios los que  se proponen frente a la crisis y decadencia de los valores culturales europeos.

Esta tendencia interpretativa halla su fundamento en la sobrevaloración de las culturas precolombianas americanas y comparte, asimismo, la idea de la decadencia de Europa, que es temática y de vulgar relación entre los escritores americanos. Y en ambos aspectos no puede quedar olvidado el nombre de OSWAlD SPENGLER, ya que fue él, sin duda, el más categórico y sistemático formulador de la decadencia occidental. En cuanto a la sobreestimación de las culturas indias de América, si tal idea no procede no procede no procede de SPENGLER, éste la dio impulso y autoridad, de la misma manera que al concepto de la destrucción de dichas culturales por los españoles.

Aparte, lo del marxismo bolivariano, responde a una afirmación de JORGE ABELARDO RAMOS (¿sefaradita?) sobre la que ha reparado BLAS PIÑAR. Consiste en superar la idea de nacionalidad y entregar los Estados de América en una CONFEDERACIÓN SOCIALISTA BOLIVARIANA, siguiendo el camino histórico de los grandes modelos interamericanos. En tal sentido, “la tarea de BOLÍVAR pasa a los discípulos de MARX. Estos no podrán realizarla sin la tradición de BOLÍVAR, sin remontar el confuso río de la historia, a fin de revelar la unidad profunda de su corriente y tocar con la inteligencia su sólido lecho”. (Cfr. RAMOS, Jorge Abelardo: El marxismo de Indias. Ed. Planeta, Barcelona, 1973. No olvidar FIP).

Este enfoque responde a una pasada estrategia marxista leninista muy clara de aquellos tiempos, y ya muy traída y llevada, que surge con nitidez de la historia de las internacionales, sobre todo de la II socialista  socialdemócrata y la IV trotzkista. Así como la cuestión religiosa sufrió una modificación táctica en su tratamiento, trocándose la destrucción frontal de la Iglesia por su aprovechamiento a través de la infiltración, otro tanto ocurre con la cuestión patriótico-americana. La captación de la idea fuerza de patria por el marxismo, resulta más eficaz y más atractiva que la retórica apátrida finisecular. De allí, las diversas tesis sobre SOCIALISMO NACIONAL, la PATRIA SOCIALISTA, el SOCIALISMO CRIOLLO, la IZQUIERDA NACIONAL, y el LATINOAMERICANISMO TERCERMUNDISTA. La posesión del finado RAMOS no era una iniciativa aislada ni mucho menos original. Sus consecuencias tampoco son imprevisibles, habida cuenta de las experiencias revolucionarias que, so capa de liberación americana, viene realizando el terrorismo en distintas naciones del continente y, en particular, en la nuestra. La invocación del “nacionalismo”, de sus componentes folclóricos, del espíritu fraterno de americanizado y hasta la noción de Hispanoamérica, ha servido de cómodo caballo de Troya para  una penetración ideológica, que tal vez haya sido y sea la más efectiva que registra la crónica del Comunista Internacional; la más criminal e imponderable porque suscita la corrupción de lo mejor y, además la más sutil y la que cuenta con un fundamento in re, esto es, con una realidad que en el fondo de trastrocamientos perversos existe y late con fuerza: la realidad de una Hispanoamérica que espera una regeneración. (ANTONIO CAPONETTO, “Hispanidad y Leyendas Negras”, Ed. Del Cruzamante, Buenos Aires, 1989, p. 172-4).  

EL COMUNISMO DEL SIGLO XXI

HUGO CHAVEZ se dice “bolivariano”. Cree que su destino es culminar la tarea de SIMÓN BOLIVAR que dejó inconclusa: la UNIDAD SUBAMERICANA.  Por otra parte, juzga que el capitalismo se agotó; y siente que él en la tarea de reemplazarlo. No solo en Venezuela y Sudamérica. “Mi vida está dedicada a los pobres de la tierra”, afirma sin mucho recato. (Véase, La concepción Ebionita de ERNESTO CARDENAL (Martínez),- autor: GABRIEL S. P. PAUTASSO – Jornadas de Ética y Cultura, Facultad de Filosofía y Humanidades de la U.N.Cba, 1979, Córdoba).
Su retórica antiimperialista, sus continuas referencias al socialismo y sus símbolos (camisa y banderas rojas), hacen pensar a muchos que EL COMUNISMO renace hoy en Venezuela. Todo comandante de unidad, en todos los niveles está obligado a levantar la consigna PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE, sin ambigüedades. “El que se sienta incómodo puede tramitar su baja”. Este hombre, que dice haber dedicado su vida “a los pobres de la tierra”, no es sólo un dictador legitimado por las urnas, como otros que en América Latina conoció en los 50- Tampoco es un mero “discípulo” de CASTRO. Su proyecto es crear una “potencia sudamericana”, a partir de su propio liderazgo y de los recursos que el petróleo (por ahora) le otorga a Venezuela.
Mesianismo e ideología se mezclan para hacerle pensar que puede promover una nueva etapa del comunismo en el mundo.
(Revista “MERCADO”, mayo 2007, “CHAVEZ: EL COMUNISMO DEL SIGLO 21”, por DANIEL ALCIRO, pp. 22 a 26)

En ambos aspectos, en efecto, puede ser SPENGLER un tipo representativo de la Leyenda Negra.  Muestras: Refiriéndose a la cultura azteca o mexica, o mexicana PRECOLOMBINA, DICE QUE ELLA ES EL ÚNICO EJEMPLO de una muerto violenta. Y agrega: “No falleció por decaimiento. No fue ni estorbada ni reprimida en su desarrollo. Murió asesinada en la plenitud de su evolución, destruida como una flor que un transeúnte decapita con su vara. Todos aquellos Estados, entre los cuales había una gran potencia y varias ligas políticas, cuya grandeza y recursos superaban con mucho los de los Estados grecorromanos de la época de ANIBAL; aquellos pueblos con su política elevad, su hacienda en buen orden, y su legislación altamente progresiva, con ideas administrativas y hábitos económicos que los ministros de CARLOS V no hubieran comprendido jamás, con ricas literaturas en varios idiomas, con una sociedad perespiritualizada y distinguida en las grandes ciudades, tal que el Occidente de entonces no hubiera podido igualar, todo eso sucumbió y no por resultas desesperada, sino por obra de un puñado de bandidos que en pocos años aniquilaron todo de tal suerte que los restos de la población muy pronto habían perdido el recuerdo del pasado. De la gigantesca ciudad de Tenochtitlan no quedó ni una piedra. En las selvas antiquísimas de Yucatán yacen las grandes urbes del imperio maya, comidas por la flora exuberante. No sabemos ni el nombre de una sola. De la literatura se han conservado tres libros, que nadie puede leer”.

Pero no es esto para SPENGLER lo más grave; “lo más terrible de este espectáculo es que ni siquiera fue tal la destrucción una necesidad para la cultura de Occidente. Realizárosla privadamente unos cuantos aventureros, sin que nadie en Alemania, Inglaterra y Francia sospechase lo que en América sucedía”. Y esta destrucción se hacía víctimas a unos pueblos de tan alto grado de perfección cultural y política que “hasta la época de FEDERICO EL GRANDE NO SE HUBIERA PODIDO COMPRENDER EN EUROPA LA POLÍTICA DE LA LIGA DE MAYAPÁN”. (OSWALDO SPENGLER: La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la Historia Universal. Trad. De MANUEL GARCÍA MORENTE. Introducción, nº 1 y 2ª Parte, I, B. nº 19. TOYNBEE: Estudio de la Historia, I, C, I, (b) (T. I, p. 88 de la edic. española) dice también que “nuestra Sociedad Occidental dominó a su tiempo el Atlántico Occidental y se instaló en lo que se convirtió luego en la América Latina. Cfr. SPENGLER: Op. cit. 2ª parte I, B, nº 10. También TOYNBEE hace esa sobrevaloración (op. et loc. Cit., t. I, ps. 145 y ss. De la trad. Esp.).

OSWALDO SPENGLER (1880-1936) ES EL MÁS DESTACADO FILÓSOFO DE LA CULTURA EN ESTE CORRIENTE VITALISTA. La Decadencia de Occidente es la consecuencia a que llega SPENGLER con su abigarrada morfología de las culturas. La KULTUR viviente es sustituida por la CIVILIZACIÓN, pues la fuerza creadora de aquella se extingue. Desde 1880, el Occidente está en decadencia, en el invierno de la cultura. Signo claro de esta tendencia es el actual RACIONALISMO, que con sus conceptos abstractos y fórmulas matemáticas nos han separado de la fuerza creadora de la vida, así como el MATERIALISMO, el ESCEPTICISMO, y las corrientes IRRACIONALISTAS. El predominio de la ciencia y de la técnica, son la expresión el COSMOPOLITICISMO, la DEMOCRACIA, el ATEÍSMO, el IGUALITARISMO SOCIALISTA, son expresión de una edad decrépita. Ante este anuncio de la inminente ruina de Occidente, SPENGLER SÓLO DA COMO SOLUCIÓN ACEPTAR CON FRIALDAD ESTOICA EL DESTINO DE LA HISTORIA, COMO EL SOLDADO ROMANO DE POMPEYA, según lo esclarece TEÓFILO URDANOZ O. P. Historia de la Filosofía, VI, pag. 159-162.

Todas y cada una de estas ideas se hallan dentro de la concepción indigenista de América, la cual entiende que lo indígena americano asimile la aportación europea. Así, LUIS ALBERTO SÁNCHEZ, que está comprendido en esta corriente cultural, explica que el sentido de la denominada “restauración de lo autóctono” no supone un retorno a lo aborigen amerindio, sino que significa “aclimatar la decisiva aportación europea”. (LUIS ALBERTO SÁNCHEZ, ¿Existe América Latina? México, F.C.E., 1945, ps. 246 y 276).

Esto quiere decir, en el fondo, hacer indio todo lo que no lo sea pero pueda parecer necesario a la cultura autóctona; así, por ejemplo, la técnica.

Es, pues, indigenista toda aquella interpretación cultural de América que se base exclusivamente en lo indio o que concreta a este elemento primacía sobre los demás. De ahí el término “Indoamérica” que usan los teóricos de este sistema, empezando por RAÚL HAYA DE LA TORRE y su movimiento aprista peruano junto a JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI. Ahora bien: como indica LAÍN ENTREALGO, hay dos modos fundamentales de indigenismo: el político y el científico o cultural. El primero de ellos quiere y pretende utilizar la fuerza electoral o subversiva de los indios para conquistar un Estado que nunca deja de ser entendido a la manera europea. El segundo, en cambio, consiste en la investigación y el estudio de las culturas precolombinas de América o de los indígenas actuales.

Podría pensarse que estos dos modos de indigenismo son independientes entre así. Por el contrario, ambos están en clara conexión, no sólo porque el político indigenista necesite mitos para arrastrar tras de sí a los hombres de hoy y a veces los encuentre en la investigación científica; ni tampoco solamente porque el científico pueda no serlo escuetamente y sueñe entonces con una actualización del pasado que estudia, sino porque el teórico indigenista considera – como JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI – que la cultura incluye la política y la economía. De ahí la definición dada por LIPSCHUTZ al indoamericanismo, según la cual éste es “reivindicación de derechos económicos y culturales de ciertas agrupaciones sociales, económica y políticamente más fuertes”. (ALEJANDRO LIPSCHUTZ: El indoamericanismo y el problema racial en las Américas, 2ª edic. Santiago de Chile. Edit. Nascimento, 1944; véanse, v. gr. S. Sobre los modos del indigenismo, véase LAÍN ENTREALGO, op. cit., ps. 45 y ss. ).

Mas también los dos modos indicados de indigenismo coinciden en ser “titulares y gerentes” del “creciente ascenso de los hombres de color – indios y mestizos  al plano de la operación histórica”. Pero ¿cuáles son la “oportunidad” y el “autor” del indigenismo? No sería éste concebible sin la progresiva e irremisible democratización de la historia desde que las monarquías absolutas comenzaron a disolverse, y especialmente desde la Revolución Francesa. El menestral europeo del siglo XVIII es secuaz de la historia; el de 1848 aspira a ser – cree serlo, a veces – protagonista de ella. ¿Podía no alcanzar tan ancha y vigorosa onda a la población de color, allí donde ésta constituye mayoría? Mas para que la ascensión de tales masas al plano de la eficacia histórica tuviese sesgo “indigenista”, era necesaria una nueva instancia: la atonía, el desfallecimiento de la cultura “europea” u “occidental” en el alma de no pocos hombres rectores de Europa, a raíz de la primera guerra mundial” 1914-1918. Respecto a los autores del indigenismo, “cinco notas, por lo menos, tenían que concurrir en ellos. Habían de ser nativamente americanos, criollos o indígenas; sus mentes debían de estar bien despiertas a la historia universal, al “espíritu del tiempo”; habían de sentir en sus almas ambición y audacia para atizar y canalizar las pasiones justas y las pasiones aviesas que engendra la inferioridad social; habían de creer que la sociedad en torno – el mundo europeizado e hispanizado en que se forzaron – les negaba metas adecuadas a su afán de valimiento; habían de vibrar, poco o mucho, frente al sugestivo misterio de una cultura arcaica, poderosa, vecina en el espacio y escasamente conocida.

Debido, precisamente, a esta sugestión cultural de lo precolombino, el indigenismo ve también en la naturaleza y el paisaje americano un elemento más de aquella cultura autóctona. Incluye, pues, el indigenismo esta tendencia que ICAZA TIJERINO llama del “americanismo telúrico o ambiental”, aunque aquélla no considere lo telúrico como elemento decisivo y esencial de la personalidad de Hispanoamérica. Esto, empero, no excluye la consideración de la naturaleza y el paisaje como un factor a tener en cuanta en la cultura, al margen o no del pensamiento spengleriano. Conocida e, en todo caso, la propensición de la literatura descriptiva hispanoamericana a ocuparse con el paisaje, hasta el punto de haber existido críticos que vieron en tal propensación la fórmula literaria del nuevo mundo.

El Indigenismo, en conclusión, rechaza todo lo que no sea originalmente indio y todo lo que, sin serlo, no haya sido previamente asimilado por el indio. En lo no indio, y especialmente en lo español y en lo europeo, los indigenistas ven el instrumento de explotación de la minoría blanca sobre la masa india o mestiza. Pero también lo europeo es rechazado por considerar que no se adapta al alma india. Sólo la cultura indoamericana, integralmente humana – ya que abarca valores intelectuales, estéticos, políticos y económicos – y popular (o populismo a lo CHAVEZ) – porque se extiende a todo el pueblo y es esencialmente indígena, aunque asimile valores europeos – puede significar la redención de las decaídas y explotadas masas indígenas. (Esta es la postura de historiadores LAÍN ENTRALGO y YCAZA TEJERINO).

Ante el indigenismo, ¿cuál debe ser la actitud mental y cordial del español? Contestando a esta misma pregunta, PEDRO LAÍN ENTRALGO dice que esta actitud debe estar determinada por el modo de la situación del español ante el indio, y que ésta puede expresarse mediante estas palabras: “AMOR PLENUS” según JAIME DELGADO.  Este amor debe ser, a la vez, intelectual y cordial: el primero, para ENSEÑAR  al indio A COEJECUTAR FORMAS DE VIDA SUPERIORES A LA SUYA; el amor intelectual, hacia dos metas distintas: una, teorética, la contemplación de lo que el indio es y la posibilidad  de entender lo que fue; la otra, utilitaria, para dar vigencia universal a cuanto haya de valioso en las culturas aborígenes. “No hay que pensar tan sólo – escribe LAÍN acerca de la última meta – en la incorporación de la quina y la coca a la farmacopea de todos los países cultos. La poesía, la música, y la plástica de las culturas de las culturas preincaicas e incaicas – para no mencionar sino un ejemplo - ¿no pueden acaso enriquecer con intuiciones y expresiones la trabajada estética de Occidente y, a  través de ella, la de de casi todos los habitantes del planeta? El Barroco colonial de Hispanoamérica, en cuya entraña van fundidos el arte de Europa y el arte indígena, ¿no es, además de un logro estético, la garantía de que otros son posibles? También por el lado de los indios hay caminos ofrecidos a la expresión del amor cordial; también lo que ellos hacen permite alguna cooperación, y tal vez la requiere”.

Por el lado, sobre todo, del estudio del indio y sus culturas precolombianas y actuales – pues, como es sabido, todavía existen zonas donde el mestizaje no se ha realizado y donde la prehistoria es rigurosamente actual -, por este lado tiene el español una ancha e interesante vía, camino o hoja de ruta, que abrieron y recorrieron los primeros hispanos que pisaron América o el Nuevo Mundo o las Indias, y cuya labor, por cierto, en poca cosa ha sido superada desde el punto de vista de la atención humana a los indios. Problemas como el de la actitud del indio frente a una civilización que “usa y no entiende” y el de su situación ante lo que los arqueólogos e historiadores cuentan de sus antepasados ante la conquista, son dos de las varias cuestiones que requieren una respuesta suficiente si se pretenden entender de modo satisfactorio la Hispanoamérica actual.

Al español, como hombre hispánico que es, compete también la continuación y perfeccionamiento de lo que fue el núcleo esencial de la obra de España en América; es decir, poner a los  hombres en el nivel de la  historia universal dentro de la FE CATÓLICA y a través del HABLA y LENGUA CASTELLANA. Y por tres caminos principales, por tres caminos reales se puede decir, se le ofrece al español la ejecución de ese quehacer: el religioso, el intelectual y el social. Mientras esta tarea no se realice, el indigenismo seguirá siendo, como hoy, una cantera de mitos políticos antihispánicos.

Es claro que todas y cada una de estas interpretaciones culturales implican una distinta comprensión de la historia. Pero no siempre aquéllas responden a una intelección del pasado.
Así, dentro del Indigenismo, por ejemplo, hay quienes sostienen la que MANUEL FRAGA IRIBARNE llama interpretación LIBERAL-PROGRESISTA y quienes sostienen la interpretación MARXISTA. Y, al revés, no todos los marxistas históricos son indigenistas ni todos éstos son liberal-progresistas. En cuanto a esta interpretación histórica, es bien conocida y su versión más extrema – véase el libro de GERMÁN ARCINIEGAS: “Historia e Historias de las Américas” (en Ensayos sobre la Historia del Nuevo Mundo. México, -Inst. Panamericano de Geografía e Historia, 1951, ps. 265-285 - El estado de América Latina –, hace arrancar de la Independencia la historia hispanoamericana y cifra el progreso en la adopción de una escala LAICA y en la creciente democratización de los países hispanoamericanos.

La interpretación marxista de la Historia de América, en su versión TROTKISTA, está contenida en el libro de JORGE ABELARDO RAMOS, “América Latina, un país”. En él se aplican rigurosa y exactamente los métodos del materialismo dialéctico, y con arreglo a ellos la historia Hispanoamérica es divida en las siguientes etapas sucesivas: una primera etapa comunista primitiva; una segunda de regímenes basados en la esclavitud de los indios, el sistema feudal y la servidumbre limitada. Tras ésta,, que corresponde a la mal llamada ÉPOCA COLONIAL, viene una ÉPOCA de predominio BURGUES, a partir de la INDEPENDENCIA; ésta fue obra de las oligarquías burguesas, que querían vender libremente sus materias primas a los países capitalistas, sin ocuparse de las masas indias y mestizas, a las que sólo daban mucha retórica y textos constitucionales. Esta etapa alcanza hasta la actualidad, en que el Industrialismo señalaría el momento para establecer en Hispanoamérica el comunismo marxista. (M. FRAGA IRIBARNE: “Cinco interpretaciones de Hispanoamérica”. En Correo Literario, nº 60, Madrid, 15 nov. 1952). (Esta concepción postula HAYA DE LA TORRE, jefe del Aprismo. Véanse sus trabajos en la Revista Cuadernos Americanos, años 1949, 1951-1954).

LAS INTERPRETACIONES HISPÁNICAS

Frente a las interpretaciones no-hispánicas de la cultura americana. En este gran apartado coinciden en el común reconocimiento y proclamación de la raíz hispana como elemento esencial en la constitución de la cultura americana; y se añadió entonces también que dentro de esta general corriente unitaria podían distinguirse, sin embargo, varias modalidades e inflexiones especiales. Radican éstas, por una parte, en la desigual valoración que cada una de ellas concede a cada uno de los elementos fundamentales – HISPANO e INDIO – que todas, más o menos, reconocen como partes integrantes de la cultura americana. Por otro lado, se diferencian también en el modo cómo cada una ve el alcance y la índole de la proclamada originalidad cultural Hispanoamérica. En un tercer sentido, por último, se distinguen las diversas inflexiones hispánicas por la distinta comprensión que de la historia y el pensamiento hispanos y, paralelamente, hispanoamericanos propugna cada una. Y es en este último aspecto en el que las diferencias aparecen, quizá, como más radicales.

Podría verse, sin embargo, un mayor número de matices dentro de la común hispanicidad de esta interpretaciones, pero los señalados parecen suficientes para mostrar las inflexiones más importantes de esa gran corriente hispánica de pensamiento. Con arreglo, pues, a esas diferencias, y siempre con un propósito sistematizador, se estudiarían a continuación y sucesivamente tres subgrupos principales; a saber: ESPAÑOLISTAS, ORIGINALISTAS e HISPÁNICOS LIBERALES, pero advirtiendo desde afuera que et último subgrupo podría, quizá, bifurcarse en dos, desgajando de él a los que se llamarían ESPAÑOLISTAS LIBERALES. ¡¡VADE RETRO SATANÁS…!!

Fuera de estos subgrupos quedan, como es claro, los que llamaré hispánicos propiamente dichos, cuya actitud cultural, considerada aquí como la más certera y atinada, quedara expuesta aparte.

a) LOS ESPAÑOLISTAS:

Se llamará ESPAÑOLISMO – tomando el término a JULIO ICAZA TIJERINO (Originalidad de Hispanoamérica. Madrid,  Edic. Cultura Hispánica, 1952), aquella tendencia a identificar la cultura americana con la española por considerar a Hispanoamérica como una mera prolongación de España. Españolista sería, pues, quien considerase que la cultura hispanoamericana es exclusivamente europea en la forma española de serlo y concediese, por tanto, a los valores autóctonos de aquella un grado absolutamente secundario o puramente adjetivo, semejante al que pueden tener, por ejemplo, las influencias francesas recibidas por aquella cultura en el siglo XIX. Tal posición, por tanto, vendría a ser semejante a la sustentada por el latinoamericanismo, pero sustituyendo a Francia por España.
He aquí, por vía de ejemplo, una muestra de alto magisterio, de nuestro ERNESTO PALACIO, uno de los maestros más esclarecidos del pensamiento argentino contemporáneo, que pone en evidencia con suficiente claridad esta actitud. “SI HABLAMOS EN TÉRMINOS DE LA FILOSOFÍA DE LA CULTURA – dice -, no hay, en mi opinión, problema ninguno. Estamos lejos de ser un producto híbrido; no descendemos de éstas o aquellas corrientes mezcladas. SOMOS ESPAÑOLES; mejor dicho, SOMOS LA PROLONGACIÓN DE ESPAÑA EN EL RÍO DE LA PLATA, por la persistencia entre nosotros de los DOS elementos diferenciales, constituyentes de CULTURA, que son la RELIGIÓN y el IDIOMA No provenimos, espiritualmente hablando, de ESPAÑOLES e INDIOS, sino exclusivamente de los primeros. Nuestra verdadera TRADICIÓN, nuestra HISTORIA, es la de ESPAÑA a través de los CONQUISTADORES, que siguen viviendo en nosotros”. (ERNESTO PALACIOS: La historia falsificada. Buenos Aires, Edit. Difusión, 1939,p. 62).

1) LO HISPANO

Cuando se estudia la cultura americana, los estudiosos propenden, en general, a admitir que en ella figura como elemento principal un valor principal no americano que los más de ellos califican de europeo. Hasta los indigenistas, en efecto, hablan – algunos, por lo menos-  de una determinada asimilación que el indio debe hacer de una reconocida aporte europea a su cultura. Ahora bien: la mayoría de los autores se limita, igualmente, a reconocer esa contribución europea sin detenerse a considerar el sentido, la significación que tenga eso que llaman “EUROPEO”. Y es, precisamente en esta falta de rigor donde radican muchos errores interpretativos. Así, por ejemplo, alguien ha dicho, que “América aparece en el horizonte de la cultura cristiana precisamente en el momento en que, al declinar la Edad Media, el hombre se ha quedado sin DIOS”. (EDMUNDO O´GORMAN: Fundamentos de la Historia de América, México, Imprenta Universitaria, 1942, p. 25).
Pero es el caso que entre “lo europeo” y “lo hispano” hay hacer una distinción previa, sin la cual la historia posteridad a 1500 se hace de muy difícil comprensión. Existía, en efecto, como es sabido, la Cristianad medieval, ese armonioso mundo de “Sumas” y catedrales, de Pontificado y de Imperio, de guerras de cruzada y de predicación antiherética, de ideales caballerescos y de vida en general, en que la presencia de Dios se dirá que se palpaba. Cristiandad también, porque así es la naturaleza humana, de luchas entre cristianos, de sangre propia derramada, de mundanidad papal, de grandes pecadores, en suma, que tenían la ventaja – este aparte – de saberse tales y poder, por tanto, arrepentirse a tiempo. Allá para el otoño medieval, se había iniciado también esa secularización de la  vida, que puede rastrarse, en el proceso histórico-literario, desde la Santa María de las Cantigas hasta la petrarquista LAURA de carne y hueso, pasando por la teológica  BEATRIZ, y, más allá, hasta las mujeres – pura materia carnal – de un BOCACCIO.
Y así llegó el Renacimiento, con el ideal protagónico del hombre medida de todas las cosas, con ese humanismo materialista y del ORGULLO – que dice MAEZTU -, sinónimo de todo RELATIVISMO. Y así llegó, con su trascienda al revés, la llamada REFORMA PROTESTANTE, cuyos efectos, no bien calibrados generalmente, fueron dos fundamentales y negativos ambos: por una parte, quitó al hombre su más trascendental posibilidad, la de salvarse; por otra, dividió a la Cristiandad en dos mundos contrarios. El hombre, en efecto, a quien el humanismo había alzado hasta la cumbre del poder todo, se encontró repentinamente con esta desconcertante imposibilidad: la de salvarse; y claro está, el hombre, desde entonces, hizo todo menos salvarse; y, claro está, el hombre, desde entonces. Hizo todo menos salvarse.
Pero esta consecuencia de la Reforma protestante sólo dejó sentir su peso en aquella parte del “ORBIS CHRISTIANUS” afectado por la herejía. Y ESPAÑA y PORTUGAL fueron, precisamente, los territorios europeos con sentido nacional, las naciones, que rechazaron el reformismo y no se inficionaron de él nacionalmente. Es más: se propusieron – ESPAÑA sobre todo, debido a su circunstancia histórica – la misión, sentida como MISIÓN NACIONAL, de restaurar la Cristiandad perdida. Porque la Cristiandad, que era la Edad Media, se había arrojado y sustituido por Europa. ESPAÑA, en cambio, sin romper con el pasado, se sentía ella misma “orbis christianus”, Cristiandad más estrecha geográficamente, pero con el deber de recobrar el campo perdido. Y juntamente fue esta ESPAÑA de honda raíz medieval la que dio principio a su labor restauradora y recuperadora, descubriendo, conquistando, conquistando en todos los aspectos, es decir, “pacificando” – llevando la paz cristiana – a América. ¿Se podrá decir, entonces, que América aparece cuando el “hombre” – así, en general – se ha quedado sin DIOS?
Esa España evangelizadora de América, esa España de profunda raíz medieval y católica, no es, empero, solamente pura Edad Media. Por el contrario, es una España QUE HA HECHO, O ESTÁ HACIENDO, SU PROPIA Y AUTÉNTICA REFORMA ECLESIÁSTICA; que ha asimilado, es decir, cristianizado y españolizado, el Renacimiento europeo y que ha creado, con éste y con elementos propios, un Renacimiento español, y que ha hecho, o está haciendo, sus tres aportaciones fundamentales a la filosofía y a la teología católica universal: la MÍSTICA, la Escolástica, y a la Filosofía española del Renacimiento. Una España, en fin, que ha creado el “HUMANISMO ESPAÑOL”, de origen religioso, porque es la doctrina del hombre que enseña la Iglesia Católica, y que es – en frase de RAMIRO DE  MAEZTU – “una fe profunda en la igualdad esencial de los hombres, en medio de las diferencias de valor de las distintas posiciones que ocupan y de la obras que hacen. (RAMIRO DE MAEZTU, o. cit., segunda parte: El valor de la Hispanidad; especialmente la primera sección titulada El sentido del hombre en los pueblos hispánicos).  
Y España, no hay que olvidarlo, ha creado, en parte, estos valores por haber sabido mirar a la esfinge americana y haber sabido contestar a las preguntas que ésta le hacía a las preguntas que ésta le hacía desde el otro lado del mar; por haberse sentido, en cierto modo, conquistada por su lejana conquistada; por haber sido, en definitiva, MEDIEVAL y MODERNA al mismo tiempo. (O´GORMAN, Op. Cit., p. 26).
Así, pues, España postula una modernidad, vale decir, una europeidad tradicional, que no rompe con la Edad Media, SINO QUE LA CONTINUA CON NUEVOS Y ESENCIALES VALORES, QUE HACEN ESPLÉNDIDA ECLOSIÓN en esas aportaciones a la TEOLOGÍA y la FILOSOFÍA, en el Concilio de TRENTO y, en síntesis, en lo que se llama la Contrarreforma y la cultura del BARROCO.
Por eso se puede decir que ESPAÑA es EUROPA y no es Europa al mismo tiempo. España no es Europa, si bajo este término se ampara una exclusiva carga de Reforma Protestante, racionalismo, liberalismo y socialismo marxista. Pero España sí es Europa, y no sólo geográficamente, si bajo ese nombre se contiene “orbis christianus” moderno y su continuación – no prolongación – en el espacio – América – y en el tiempo, hasta nuestros días. Y en este último sentido han de entenderse las palabras de LAÍN ENTREALGO cuando dice que “la Hispanidad” no es para nosotros sino una singular fidelidad a Europa” y que “somos, queremos ser, queremos seguir siendo europeos”. (PEDRO LAÍN ENTRALGO: Europa. España, Iberoamérica, discurso en la Asociación Cultural Iberoamericana de Madrid, mayo 1947 – apud YCAZA, op. cit., p. 37 -. Del mismo modo han de entenderse, para no errar, estas palabras de ZEA 8en op. et loc. Cit.): “QUEREMOS O NO, SOMOS HIJOS DE LA CULTURA EUROPEA. DE EUROPA TENEMOS EL CUERPO CULTURAL, LO QUE PODEMOS DECIR EL ARMAZÓN: LENGUA, RELIGIÓN, COSTUMBRES; EN UNA PALABRA, NUESTRA CONCEPCIÓN DEL MUNDO Y DE LA VIDA ES EUROPEA. DESPRENDERNOS DE ELLA SERÍA DESPRENDERNOS DEL MEOLLO DE NUESTRA PERSONALIDAD”.
Es lícito, pues, afirmar que la obra de ESPAÑA en América TUVO COMO GRAN CONDICIÓN, POR LO MENOS, LA ININTERRUMPIDA FORMACIÓN FUNDAMENTAL DEL ESPAÑOL EN LOS GRANDES VALORES MEDIEVALES. Este es el “ESTILO” de España y su cultura, y esa CULTURA EUROPEA-ESPAÑOLA del HUMANISMO ESPAÑOL, de la CONTRARREFORMA y el BARROCO es lo que España llevó a América y lo que significa, en conclusión, el elemento HISPANO de la cultura americana. (Véase, sobre el “ESTILO” de España, MANUEL GARCIA MORENTE: Idea de la Hispanidad).

La NACIÓN COMO PROCESO HISTÓRICO DE INCORPORACIÓN según JOSÉ ANTONIO

No busca diferenciar una nación, sino incorporar a la nación a grupos que puedan sentirse desvinculados de ella. Para JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA hay una idea desintegradora de la nación, y ése es el nacionalismo que combate, y un concepto integrador con capacidad de formar y llamara un consenso que estreche los vínculos de una nación. El primero es un concepto romántico y naturalista que funda la unidad nacional en la tierra, o la sangre, o la lengua. El segundo es un concepto histórico e “intelectual” de la Nación, como una EMPRESA, un DESTINO, o una MISIÓN COMÚN.
Este encuentro en una ruta histórica es lo que define la nación como una “FUNDACIÓN”. La Nación no es un contrato o pacto, pero tampoco es una entidad objetiva, sino un esfuerzo en la historia. “Una generación -escribía en 1935 – que casi despertó a la inquietud española bajo el signo de ORTEGA y GASSET.”
Se ha impuesto a sí misma, también trágicamente, la misión de vertebrar a ESPAÑA. Como ORTEGA, ve PRIMO DE RIVERA la Nación como un proceso de incorporación en una ruta histórica en que el pasado es una situación de partida hacia “UN TAL VEZ INASEQUIBLE PUNTO DE LLEGADA”.
La tensión entre la vida banal y vida según DESTINO parece reflejarse en esa crítica de la “la mediocridad de una España sin alma común, que al descalzarse del coturno del imperio no halló modo de andar oponiéndose en babuchas”, en contraste con esa España “vertebrada” que una nueva generación podrá ofrecer a la complacida aprobación del maestro. (Obras p. 462 y 463).
JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA tiene presente el duro análisis de España invertebrada en que se comprende la historia de España como un proceso de decadencia por falta de ideales comunes y se definen los movimientos separatistas, que afloran desde la fecha del 98, como movimientos particulares de desintegración nacional.  
Pero en la revisión y en el refinamiento incluso verbal con el concepto se perfila, UNIDAD DE DESTINO EN LO UNIVERSAL”, hay una apertura flexible a la comprensión de la naciones en la historia. Esta proyección, que podríamos llamar exterior, del concepto, no es menos importante, porque abre un nuevo horizonte de la nación en un tiempo de crisis de las nacionalidades. El destino en lo universal, la unidad de empresas o misiones en el mundo, es capaz de incorporar en un haz de esfuerzos comunes a todos los pueblos que coinciden en la realización de una misión común, sea cual fuere su raza, su lengua, su historia o sus tradiciones.  
El principio, en esta proyección histórica universal, sigue siendo más cohesivo que diferenciador. No excluye, sino que llama a una solidaridad entre los pueblos. La Nación entendida así es apta para vertebrar formas de cooperación internacional que supongan un proceso de organización política acumulativo, de acuerdo con la tendencia de esta primera parte del siglo XXI, a la búsqueda de comunidades más amplias que el Estado nacional del siglo XIX, que hizo crisis en las dos últimas guerras mundiales.  
“Todas las revoluciones – dice JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA – han sido incompletas hasta ahora , en cuanto ninguna sirvió, juntas, a la idea nacional de la Patria y a la idea de la justicia social. Nosotros integramos estas dos cosas: la PATRIA y la JUSTICIA SOCIAL, y resueltamente, categóricamente, sobre esos dos principios inconmovibles, queremos hacer nuestra revolución”.
“Para el que no sea asequible al gran motor nacional, queda el motor del ideal social. Indudablemente, el contenido próximo del movimiento está en la justicia social; en una elevación del tipo de vida”.
JUAN ANTONIO PRIMO DE RIVERA se enfrentó claramente al capitalismo, destacando sus consecuencias sociales o humanas injustas. El Estado liberal – dice – estableció unas condiciones de verdadera esclavitud económica para el obrero, en la medida en que la libre contratación olvidaba la desigualdad económica  real entre las partes. El obrero urbano vive en el límite de lo infrahumano, a cientos de metros de los barrios lujosos, y el obrero rural se dobla sobre la tierra de sol a sol para ganar sesenta u ochenta jornales de tres pesetas. Se ha producido un proceso de deshumanización y desintegración del hombre, en suma, de injusticia, por una estructura defectuosa de la economía social. Y está injusticia, fundada en una estructura social defectuosa, es probablemente en la mente de JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA el resorte que pone en movimiento una aspiración de justicia social. Por eso, todos sus análisis arrancan siempre de esa situación de injusticia generada por el capitalismo. Y en ese análisis crítico encuentra el tema del socialismo marxista.
No deja de ser curiosa la actitud de PRIMO DE RIVERA ante MARX. También aquí se impone el análisis cronológico. En sus primeros textos de 1933 y 1934 las referencias al socialismo son puntuales. El socialismo es materialista y rencoroso. No ha sabido restablecer la justicia, sino la revancha de clases. CARLOS MARX es un judío alemán en cuya mente inhospitalaria la justicia social se transformará en el dogma monstruoso y deshumanizado de la lucha de clases. El marxismo sembró el odio y la insolidaridad entre los hombres.  Pero entre 1934 y 1935, JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA parece haber leído directamente o revisado en una lectura cuidadosamente EL CAPITAL, ese “libro formidablemente grueso”, “tan grueso – anota – como interesante, ésta es la verdad; libro de una dialéctica apretadísima y de un ingenio extraordinario”.
La obra de MARX es ahora certeramente comentada en su análisis del proceso de concentración, en el proceso paralelo de proletarización, en el examen del maquinismo industrial y el desempleo y en la crisis de superproducción y de eliminación de la competencia. Y en sus resultados sociales: crisis, paralización de la vida económica, cierre de fábricas, desfile inmenso de proletariados sin tarea”.
La justicia es algo más que la distribución de la riqueza o nivel de vida. Es dignidad del hombre, respeto de su individualidad y de su libertad. Desde esas fechas, la invocación a la libertad del hombre está siempre emparejada a la idea de una reorganización revolucionaria de la economía. Hay que hacer, en nombre de la justicia, una revolución que altere  de arriba abajo la organización de la economía, sin absorber al individuo en el Estado. Hay que desmontar la propiedad capitalista, para sustituirla por la propiedad individual, por la propiedad familiar, por la propiedad individual y por la propiedad sindical. La acción social tiene que rehacer sobre la dignidad del hombre la dignidad de todas las instituciones.
“El comunismo ruso no tiene nada que ver con aquella primavera sentimental de los movimientos obreros; el comunismo ruso viene a implantar la dictadura del proletariado, la dictadura que no ejerce el proletariado, sino los dirigentes comunistas servidos por un fuerte Ejército rojo; la dictadura que os hará vivir de esta suerte: sin sentimiento religioso, sin emoción de Patria, SIN LIBERTAD INDIVIDUAL, sin hogar y sin familia”.
“Si la revolución socialista no fuera otra cosa que la implantación de un nuevo orden en lo económico, no nos asustaríamos. Lo que pasa es que la revolución socialista es algo mucho más profundo. Es el triunfo de un sentido materialista de la vida y de la historia; es la sustitución violenta de la religión por la irreligiosidad; la sustitución de la Patria por la clase cerrada y rencorosa; la agrupación de los hombres por clases, y no la agrupación de los hombres dentro de la Patria común a todos ellos; es la sustitución de la LIBERTAD INDIVIDUAL por la sujeción férrea de un Estado”.

LO INDIO:

LA FUERZA DE LOS REVOLUCIONARIOS NO ESTÁ EN SU CIENCIA, ESTÁ EN SU FE, EN SU PASIÓN, EN SU VOLUNTAD. ES UNA FUERZA RELIGIOSA, MÍSTICA, ESPIRITUAL. ES LA FUERZA DEL MITO” -  JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “EL HOMBRE Y EL MITO” (1925), incluido en MARIÁTEGUI, “TEXTOS BÁSICOS”, F.C.E. Lima, 1991, págs. 9-13. 

Junto con esta herencia hispano-europea, la cultura americana está constituida también por un elemento autóctono americano: lo indio; esto es, lo que los hispanos hallaron a su llegada y posterior penetración en aquel continente. Y EN UNA CARACTERIZACIÓN del tipo de la que aquí se está intentado, lo primero que cumple anotar acerca del elemento cultural es su desigual presencia en el nuevo mundo. En efecto, los pueblos americanos no habían alcanzado el mismo nivel cultural en todas las áreas geográficas de América en el momento de tomar contacto con la cultura invasora. Hay, pues, una “DIVERSIDAD” indígena frente a una “UNIDAD” extranjera; lo cual produce, como consecuencia inmediata, el distinto grado de persistencia de lo autóctono y el diferente valor de su atracción e influencia sobre los hispano. Y a este mismo resultado contribuye el desigual grado de resistencia que a la penetración del invasor opusieron los varios pueblos amerindios precolombianos.
Tal dato ha de ser tenido en cuenta, por tanto, a la hora de generalizar y comprender sintéticamente el valor y la significación del electo indio de la cultura americana. Mas su no impide, sin embargo, hacer la síntesis propuesta. Y ya en camino a ésta, es posible afirmar, en primer término, que lo indio significa, ante todo, primitivismo. Ha sido KEYSERLING, quizá, uno de los primeros y, sin duda, el mejor en percibir y exponer este primitivismo americano. América es, en efecto, “el continente del tercer día de la creación” y “es en él, para el hombre, vivencia primordial, la tierra y no el espíritu que en sí lleva”. De ahí la potencia de los influjos telúricos, que se puede observar, por ejemplo, en las alturas andinas, y de ahí también que en la naturaleza haya concentrada “más fantasía genitriz que en ningún otro lado lugar del mundo”: “Ningún continente – dice KEYSERLING –produce, ni allá cerca, tantas hierbas medicinales, tantos venenos ni tantas plantas alimenticias. En parte alguna se muestra tan rico y tan invasor el mundo vegetal y de la sangre fría; rico en todos sentidos”. (KAYSERLING, Meditación primera, ps. 15 y ss.).
Pero el paisaje, los hombres, y el más próximo de ellos a la tierra, el indio, cuya primitivismo consiste en una cierta mayor unión con la naturaleza, de la que el indio no ha acabado de desprenderse todavía y que da a las poblaciones hispanoamericanos ese especial ambiente primitivo, señalado por SAMUEL RAMOS en las mexicanas.
Por otra parte, el hombre americano es esencialmente taciturno, total y absolutamente telúrico y con una particular tendencia a la belleza, caracteres propios de un primitivismo heredado, sin duda, del aborigen. Por eso la vida hispanoamericana – suramericana dice KEYSERLING – está determinada por la gana, que es, en parte, herencia española, pero sólo en parte, pues ésta incluye un elemento imaginativo, mientras que la gana americana es “un impulso totalmente ciego”, carente de iniciativa y sobre la cual descansa la pasividad hispanoamericana, pero también la fecundidad y la riquísima emocional de aquellos hombres, así como también su extremada sensibilidad, su carácter estético – de donde es estético el pensamiento y la cultura – y la “tristeza primordial”, que hizo a KEYSERLING llamar a América también el “Continente de la Tristeza”. Ahora bien: esta tristeza se caracteriza por ser una “hechicera dulzura”: esa “miel de pesares”, de que habla un cantar popular argentino. Y esa tristeza entraña, según KEYSERLING, “más alto que todo el optimismo de los norteamericanos y que todo el idealismo de la Europa moderna”. Es una tristeza sin tragedia, telúrica, un “dolor flotante conforme a la pura pasividad de la vida primordial”, y cuyo remedio es el arte, especialmente la danza, la poesía y la música. Y HE AQUÍ YA DE NUEVO EL FUNDAMENTAL RASGO ESTÉTICO DE LO HISPANOAMERICANO.  (KAYSERLING: Op. cit-, Meditación primera, ps. 15 y ss.)
Pero vale la pena de volver al primitivismo para ver en él el origen de otro rasgo más de lo autóctono americano, que se puede observar en Hispanoamérica: su inintelectualidad fundamental. Y aquí yace, según KAYSERLING, la magna significación posible de la humanidad hispanoamericana. “Merced, precisamente, a su falta de intelectualidad y a su primitivismo, originalmente refinado sin embargo, puede producir, por vez primera vez después de tiempos dilatados, una cultura exclusivamente basada en la Belleza, que, sirviendo de polarizador al resto del mundo, entregado a una intelectualización sin tregua ni medida, señalaría, señalaría a los hombres TODOS NUEVAS POSIBILIDADES Y NUEVOS CAMINOS”. Claro es una cultura exclusivamente basada en la Belleza no parece que tendría tan magno porvenir, pero, en cualquier caso, ese valor de inintelectualidad si podría ser fecundo, quizá, para la Cultura.  
Consistiría, según todo lo anterior, el primitivismo en un sentido de pureza, de elementalidad y de proximidad a la naturaleza en el sentido de naturalidad, prescindiendo de toda idealización de este concepto. Quizá, pues, este modo de ser primitivo del hombre americano se caracterizase, como dice YCAZA TIGERINO, por una vinculación más íntima al mundo corpóreo y sensible, por lo que él mismo llama “revaloración de la materia”, cuyo origen es fundamentalmente telúrico. “El hombre que vive enraizado e inmerso en esta naturaleza dominante, en este océano de materia viva y activa, se ve forzosamente ligado a ella y comunica misteriosamente con ella”. Es lo que expresa PABLO NERUDA – en Entrada a la madera – cuando va “entrando oscurecidos corredores” para hallar “la dulce materia rosa  de alas secas”, o cuando – en Alturas de Macchu Picchu – habla de “lo más genital de lo terrestre”, concediendo a esto, como se ve, un valor creador”.
Este primitivismo de lo indio puede entenderse también como una fuerza instintiva, cuya mejor virtud es la espontaneidad. Y también puede interpretarse en el sentido de “un enorme yacimiento de materia prima, de objetos, formas, colores y sonidos, que necesitan ser incorporados y disueltos en el fluido de una cultura, a la que comunica su comuniquen su condimento de abigarrada y gustosa especiería”.
Pero lo indio es también, como se ha dicho, un elemento de la cultura americana, es decir, una herencia recibida por ésta desde la época precolombiana, no sólo en el primitivismo del paisaje y del hombre, sino en lo de ALFONSO REYES llama “emoción histórica”. “Nos une con la raza de ayer, sin hablar de sangres, la comunidad del esfuerzo por domeñar nuestra naturaleza brava y fragosa; esfuerzo que es la base bruta de la historia. Nos une también, mucho más profunda, de la emoción cotidiana, de la emoción cotidiana ante el mismo objeto natural. El choque de la sensibilidad con el mismo mundo labra, engendra un alma común”. Pero aun cuando no se aceptara ninguna de estas dos cosas, “convéngase en que la emoción histórica es parte de vida actual, y, sin fulgor, nuestros valles y nuestras montañas serían como un teatro sin luz. El poeta ve, al reverberar de la luna en la nieve de los volcanes, recortarse sobre el cielo el espectro de doña MARINA, acosada por la sombra del Flechador de Estrellas; o sueña con el hacha de cobre en cuyo filo descansa el cielo; o piensa que escucha, en el descampado, el llanto funesto de los mellizos que la diosa vestida de blanco lleva a las espaldas;: no le neguemos la evocación, no desperdiciemos la leyenda. Si esa tradición nos fuera ajena, está como quiera en nuestras manos, y sólo nosotros disponemos de ella. No renunciaremos – oh KEATS – a ningún objeto de belleza, engendrador de eternos goces”.
La herencia histórica precolombina es, pues, en realidad, un pasado absoluto, algo de lo cual no queda MEMORIA. “Nadie se encuentra ya dispuesto – escribe ALFONSO REYES – a sacrificar corazones humeantes en ara de divinidades feroces, untándose los cabellos de sangre y danzando al son de leños huecos. Y MIENTRA ESTAS PRÁCTICAS NO SEAN ACEPTAS – NI LA INTERPRETACIÓN DE LA VIDA QUE ELLAS SUPONEN – NO DEBEMOS ENGAÑARNOS MÁS NI PERTUBAR A LA GENTE CON CHARLTANERÍA PERNICIOSA: EL ESPÍRITU MEXICANO ESTÁ EN EL COLOR QUE EL AGUA LATINA, TAL COMO ELLA LLEGÓ YA HASTA NOSOTROS, ADQUIRIÓ AQUÍ, EN NUESTRA CASA, AL CORRER DURANTE TRES SIGLOS LAMIENDO LAS ARCILLAS ROJAS DE NUESTRO SUELO”.
Sin embargo, hay que advertir que la conciencia INDIGENISTA y la aportación estética y simbólica de las culturas precolombinas se están poniendo hoy mucho más de relieve, sobre todo en los países donde dichas culturas alcanzaron un  alto valor, no exclusivamente en su pura realidad arqueológica, sino como vivencia. A ello han contribuido, sin duda, las excavaciones arqueológicas, que, desde comienzos del siglo, han adelantado notablemente y descubierto nuevas perspectivas y profundidades de lo precolombiano, antes desconocidas.

*Por eso el Indigenismo es algo más que arqueología y mucho más que política. Como dice PICÓN-SALAS, “separando lo que las consignas indigenistas puede ser demagogia política, teoría  de la rebelión para grupos atrasados u oprimidos, “marxismo” traducido al quechua o aymará como quiere EVO MORALES y ALVARO GARCÍA LINERA, o al nahuatl, como lo quiere su ministro de Educación, FÉLIX PATZI PACO, para quien e debe Descolonizar la Educación y sostiene que la colonización se prolongó en el paradigma liberal eurocéntrico y excluyo a la población indígena del poder político, de la economía y de todos los espacios de oportunidad. Hoy Bolivia encara el proyecto DE DESCOLONIZACIÓN y está resulta a impulsar el proyecto social indígena; el proyecto de descolonización se basa en dos conceptos básicos: “colonialidad” y “descolonización”  y o romántica antieuropea o antiespañola, como en los escritos de un VALCARCEL, en el Perú, aun subsiste un puro sustratum de intimidad y profundidad aborigen como el que logra trasmitir CIRO ALEGRÍA en su novela El mundo es ancho y ajeno o el que impregna el pecularísimo lamento de los poemas de CÉSAR VALLEJO”. Este sentido es el que permite establecer la afinidad estética, por ejemplo, entre los frescos de BONAMPAK y los de DIEGO RIVERA, y el que también contribuyó a producir esa INDIANIZACION del español que empezó a operarse ya en el propio siglo XVI y que no estriba tan sólo en el uso de localismo localismos americanos, sino en “el tono más cerrado y recogido, en la abundancia de diminutivos – delatando otra actitud psicológica – y en cierto pudor lingüístico que determina que ciertas palabras o frases de uso normal en España las consideraremos casi como “tabú”. (MARIANO PICÓN-SALAS: “El aire, cultural en América Latina” (En Cuadernos de Historia Mundial, I, nº 3, París, enero de 1954, pp. 700-711), pp. 700-701.)
LO INDIO es, pues, un VALOR AMBIENTAL, psicológico y cultural, que comunica a lo americano esas especiales características de primitivismo, fuerte apego a la tierra, delicadeza, sensibilidad y carácter estético. Es, por tanto, un elemento que no puede olvidarse a la hora de caracterizar la cultura americana, ya que sin él no existiría ésta.
Y hay que decir, por último, que esa realidad precolombina no fue destruida por la organización española, sino que bajo ella persistió, y gracias a ello la cultura americana tiene hoy una fisonomía propia.
Se trata ahora, por tanto, de captar en su unidad esencial o entitativa el concepto de cultura americana, viendo en qué forma se integran y conjuntan los elementos analizados para constituir el todo que es esa cultura. Pues bien: tras similar intento, el padre OSVALDO LIRA: “En la génesis y estructuración de la cultura hispanoamericana, la cultura española ha desempeñado desde un principio una misión perfectamente análoga a la que en el campo humano desempeña la forma sustancial; es decir, la de constituir la razón última intrínseca y la raíz propia de todas las perfecciones”. Y habla de analogía, pero no de identidad, porque “la materia con que se encuentra la forma sustancial, que es la materia prima, se halla absolutamente privada de toda determinación, mientras que en el caso concreto de las naciones hispanoamericanas – así como,  en general, en el choque de dos culturas cualesquiera que guardan entre sí cierto desequilibrio cualitativo – la indeterminación, y por consiguiente la pasividad en que viene a hallarse la inferior respecto de lo superior es puramente comparativa”. (OSVALDO LIRA, Hispanidad y mestizaje, y otros ensayos, Madrid, Edic. Cultura Hispánica, 1952, p. 89, 51).  
Hay un principio constituido esencial de la cultura esencial de la cultura americana, lo HISPANO, que a la vez principio formal o determinante. Ahora bien: la razón por la cual lo HISPANO, la cultura hispánica puede actuar como elemento determinante o formal de la cultura americana es su espíritu CRISTIANO. No se pretende con esto, sin embargo, hacer del Cristianismo un elemento integrante de ninguna cultura, porque su trascendencia sobrenatural se lo impide, ya que en él debe verse una especie de lo que los escolásticos llaman ACTUS IRRECEPTUS: pero sí puede ser el Cristianismo, respecto   de una cultura, principio determinante trascendente, y así lo es respecto de la cultura americana.
Junto con lo HISPANO, el otro principio constituido  esencial de la cultura americana es lo INDIO. Ahora bien: lo indio aparece subordinado a lo hispano, porque, sea cual fuere el grado de desarrollo cultural que hubiera alcanzado en las distintas culturas precolombianas, todas éstas coincidían en ignorar por igual los valores eternos de que es portador el ser humano. De ahí que en el choque con lo hispano, lo INDIO quedó frente a su contrario en una actitud relativamente pasiva, semejante – dice OSVALDO LIRA – a la de mármol frente a la actividad creadora del escultor; es decir, imponiéndole, no direcciones, sino tan sólo determinadas condiciones de trabajo. Por es lo INDIO es el principio constituido material de la esencia o naturaleza de la cultura americana.
Es importante tener en cuenta esta valoración, pues de no hacerla provienen errores tan graves como los que constituyen errores tan grandes como los que constituyen la base del INDIGENISMO, del LATINOAMERICANISMO y otras teorías que han pretendido interpretar la cultura americana. Esta puede ser, en efecto, reacción de la cultura hispana ante la cultura india precolombiana o reacción de ésta ante la cultura hispana.  En ambos casos, la realidad que resulta del contacto o choque de esas dos culturas es una tercera cultura mixta o MESTIZA, que no es ni la cultura hispana ni la cultura precolombiana, sino el resultado de la conjunción de ambas. Ahora bien: para comprender lo que sea esa tercera cultura resultante es imprescindible conocer los elementos que la producen, porque comprender un ser consiste – según enseñan los escolásticos – en saber más o menos perfectamente sus razones de ser, es decir, de la doctrina tomista sobre las causas del ser.
Ya se visto que OSVALDO LIRA echa mano de la doctrina de SANTO TOMÁS DE AQUINO  para explicar lo que es la cultura americana. Pero así como él aplica al caso de la doctrina acerca de la composición de ser creado corpóreo y utiliza – con las distinciones que se han notado – la teoría hilemórfica de ARISTÓTELES -  y voy a acudir a la doctrina sobre las causas del ser, fijándome precisamente en la causa eficiente. Como es sabido, causa eficiente es aquella que con su acción influye en la producción o existencia de un ser. Su causalidad, por tanto, consiste en la acción. Ahora bien, desde el punto de vista de su subordinación, las causas eficientes se dividen en: principales, que son las que producen el efecto en virtud de su actividad propia, e instrumentales, que producen su efecto bajo la acción de una causa principal, a la cual, debe el que, ejercitando su actividad natural, pueden realizar un efecto superior a ésta. A su vez, la causa principal se divide así: primera, que es independiente de toda otra en el ejercicio de su causalidad (DIOS), y segunda, que depende de una o de muchas otras causas en el ejercicio de su causalidad para pasar de la potencia al acto de ser causa. En cuanto a la causa instrumental, por vía de ejemplo se propone la pluma. La pluma, en virtud de sus propiedades capilares naturales, puede retener una gota de tinta y extenderla sobre el papel a que es aplicada. Pero extender esa gota para que exprese palabras y sentimientos y producir, así, una obra superior a su actividad ciega, sólo es dable merced a la mano de un ser inteligente. Se ve, pues, que la causa instrumental, además de su acción propia (en la pluma, el retener la tanta y poder extenderla sobre el papel) ejerce una acción instrumental, debida a la causa principal que deja sentir su influencia pasajera sobre ella, elevándola, mediante una premoción física, por encima por sí sola, hasta el punto de producir un efecto más noble que ella misma. Este efecto proviene todo entero de la causa principal y de la causa instrumental, existiendo una subordinación, no una mera coordinación, de ésta respecto a aquélla.

El principio fundamental de la Comunidad Iberoamericana es el encuentro HISPANO-INDÍGENA. Como las excelsas personalidades de MALINCHE TENEPATL o Doña MARINA (luego bautizada) y de HERNÁN CORTÉS, dejan escrito un capítulo fundacional del espíritu de la Conquista y Evangelización de América. No es fácil, para nuestra mentalidad (¿ posmoderna ?) actual, comprender lo que significó la conversión al catolicismo de MALINCHE, y – ya convertida por el Padre OLMEDO – la inmensa ayuda que fue para los fines de la Conquista y de la simbiosis de las razas INDÍGENA y ESPAÑOLA, de la surgió la raza MESTIZA, cuya inserción – material y espiritual – en América fue y es de revelante importancia y significación para el destino en lo universal, ya que “La Hispanidad es una rama viva de la Cristiandad … por la Hispanidad pertenecemos a la Cristiandad. Recordemos al CID y al QUIJOTE…” afirma el Profesor ANTONIO CAPONETTO. “La HISPANIDAD es un valor eterno, nos decía RICARDO DE LEÓN”. “Los Fueros medioevales engendraron la ARGENTINA, y no olvidemos que nuestras tierras fueron descubiertas el día de la VIRGEN DEL PILAR. MARÍA, consecuentemente, está presente en toda la AMÉRICA, entonces y ahora… La cultura medioeval está presente en toda América”. Y citando al Conde de Foxá, el profesor CAPONETTO nos dice: “El niño que nace en la ARGENTINA tiene 2.000 años”. Debemos observar las cosas en su esencia y en su esplendor: Europa insertada en el Medioevo. “Ontos antes que Cronos”. (ALBERTO BOIXADÓS, La IV Revolución Mundial, Prólogo de RAFAEL GAMBRA, Gladius, Buenos Aires, 1997, pp. 34).

Pues bien: aplicando estos conceptos a la concepción de cultura americana, afirmamos que la cultura americana es una cultura MESTIZA, como resultado de la conjunción de una CAUSA PRINCIPAL: LA CULTURA HISPANA, CON UNA CAUSA INSTRUMENTAL: LA CULTURA INDIA PRECOLOMBINA. Así, la cultura hispano, como causa principal de la cultura americana, hizo posible con su acción, al conjuntarse con la cultura india precolombina, que ésta, como causa instrumental, que elevó a la cultura india precolombina hasta producir un efecto más noble que ella misma. Este efecto más noble que la cultura india precolombina es la cultura americana, la cultura mestiza, y proviene todo entero de la cultura hispana – causa principal – y de la cultura india precolombina – causa instrumental -, de la conjunción de ambas, pero existiendo una SUBORDINACIÓN de la cultura india precolombiana, como causa instrumental, con respecto a la cultura hispana, como causa principal.

Ahora se comprenderá, pues, hasta qué punto es erróneo hablar de la cultura americana como una mera prolongación de la cultura hispana y sin considerar el elemento indio de ella. Y se verá también cómo es vana la pretensión de algunos al tratar de equiparar a las dos culturas integrantes de la americana o al dar a la cultura india precolombiana UNAS SUPUESTAS POSIBILIDADES DE “SUBLIMACIÓN” Y “TRANSFORMACIÓN” de la cultura hispana. Ésta, como causa principal, ejerció su efecto en virtud de su actividad propia – virtualidad recibida, a su vez; mejor, causada por otras causas principales – y permitió a la cultura precolombiana – causa instrumental – ejercer, además, de su acción de la causa principal, acción mediante la cual pudo elevarse lo indio a ser, junto con lo hispano, lo americano. En otras palabras: lo HISPANO permitió a lo INDIO salvarse CRISTIANA, CATÓLICAMENTE, en lo AMERICANO. * (Incurren en el primer error los “españolistas” que no conceden ninguna atención NI valor ninguno a lo indio. En el segundo error caen, desde luego, los INDIGENISTAS, pero están próximos a él, o pueden estarlo, los “ORIGINALISTAS”. En este error caen de lleno,  por ejemplo, YCAZA TEJERINO: Op., Cit., p. 74). * 
Respecto a los demás elementos señalados como integrantes de la cultura americana, lo latino y lo germánico no pasan de constituir elementos adjetivos y ce acción semejante a la de la causa accidental; lo mismo que la de lo negro, aunque este elemento en evidente menor jerarquía.
Se concilian, de este modo, dos ideas que muchos presentan como inconciliables: la de la esencial vinculación y conexión íntima de lo americano y lo hispano, cuya unidad y conjunto constituye lo “hispánico”, y estas otras dos: la originalidad de lo americano y si fidelidad, al propio tiempo, a lo hispano, de lo cual es continuación y como renuevo. Por eso, en este último, se ha podido decir que, “así como sin renegar de nuestros padres tenemos una personalidad que hace que ninguno nos confunda con ellos, así también tendremos una personalidad cultural sin renegar de la cultura de la cual somos hijos. El ser conscientes de nuestras verdaderas relaciones con la cultura europea elimina todo sentimiento de inferioridad, dando lugar a un sentimiento de responsabilidad”.

En esa fidelidad, precisamente, y en esa conexión y vinculación de la cultura americana a la cultura hispana, radica la interpretación hispánica propiamente dicha de la cultura americana. Según ella, hispánicos serían, en un sentido lato, “todos los amigos de la obra de España en América y de la significación que la historia de España parece tener en el todo de la Historia Universal, según las tres determinaciones de la existencia humana: el HABLA o la LENGUA, la FE CATÓLICA y un SINGULAR TEMPLE EN EL SOSTENIMIENTO DE LA PROPIAS CONVICCIONES.

Así, “quien confiese esos tres modos de ser hombre o sea amigo de ellos, ese pertenece a la Hispanidad. Todo lo demás es mero accidente o mudadizo indumento histórico, porque “la Hispanidad no se actualiza plenariamente mientras esos supuestos no se manifiestan con eficacia en el nivel de la Historia Universal, según una cualquiera de las formas de vida en que se realiza la existencia humana”.  

En ese empeño, pues, puede verse ya con una  razón fundamental de la unidad entre Hispanoamérica y España, ya que ambas participan esencialmente o por naturaleza de la misma cultura. Esto explica también, por otra parte, que el hispanismo americano no consista – como dice PABLO ANTONIO CUADRA – en amar sentimentalmente a España, sino en continuarla. “Amar a España – afirma – es amarnos a nosotros”. Muchos parecen creer que la Hispanidad es una especie de Pan-americanismo español. Una doctrina de MONROE, ejecutada al revés, que trata a la tierna e ingenua Hispanoamérica de las manos de otro imperialismo ibérico. Si España dejase de existir, tragada por el mar, nosotros tendríamos que ser más hispanistas aún. Porque con  España, nuestro hispanismo puede recurrir a España. Pero sin España, nuestro hispanismo tiene que reponer a España”. Y CÉSAR E. PICO, al analizar el peculiar carácter supranacional de la comunidad hispanoaméricano, lo resume como una proyección de Europa en América y puntualiza que se trata de una europeidad nutrida desde lo español.

LA HISPANIDAD – escribe – aparece así como la sociedad supranacional en que conviven los individuos de Hispanoamérica. Es como una prolongación de España que nos permite participar de Europa a través de España. Tiene, pues, más sentido para nosotros que para los mismos españoles. Para nosotros, es el trasfondo social de nuestra nacionalidad concreta. Lo que es Europa para las naciones europeas, es la Hispanidad para los de Hispanoamérica. Sin los ingredientes europeos, las naciones de Europa – dice ORTEGA – las dos terceras partes de sus vísceras, y sin los ingredientes ibéricos, las naciones de Hispanoamérica quedarían casi totalmente eviscerados”.

LA MISIÓN DE ESPAÑA

Por ESPAÑA, como por pocos países, ha pasado la Historia. En su proceso, continuo e incesante, ha atravesado por diversas fases fundamentales, separadas por siglos; pro en cada momento supo cumplir su función de tender al logro de las empresas del espíritu que concibieron una España única y total. En esa genealogía de pueblos y gentes que es la Historia, se puede apreciar, como quien estudiase un árbol heráldico. La gesta heroica, la hazaña sencilla, la turbia mediación, la inútil tarea y el próvido laborar de cada pueblo, al modo como aparece en aquél el hecho que motivo el escudo o el dicho que a sus distintos miembros misión y servicio para desenvolverse en su cotidiano quehacer con arreglo al sentir y al pensar que les impuso.
En la obra de la inteligencia es donde se refleja con más claridad el pensar, el sentir y el querer de una nación. Y en ese ordenamiento que el pueblo español confiesa que la pluma de sus pensadores, y en el que pone su conducta ordinaria, es donde descubre su voluntad de bien, su fe en algo superior, su instinto moralmente edificador, su misión en el mundo y su individualidad entre los pueblos.  
No está inspirado en ese patriotismo cerril que obtura el paso a la enmienda, oculta lo malo y elogia con hipérbole lo bueno y lo mediocre, sino en el amor objetivo a lo propio, en cuyo decir exacto no duelen prendas ni por ello se quiebran amores. Está concebido con el amplio espíritu que mira por todas las ventanas del mundo y a todas las gentes, pensando en la angustia profunda del hombre europeo, cuyos horizontes parecen  nublados hoy a todo remedio. El hombre europeo sufre ese drama tejido de lucha dura, sangrienta y obstinada de varios años, que será a la postre pasajera, que ha alterado sus resortes morales al ver arrasar día tras día ciudades, pueblos y aldeas, palacios y chozas, iglesias y cuanto constituía su patrimonio. Tal desesperación ha causado heridas demasiadas hondas, y el hombre carece de ímpetu para vivir y del sentimiento de ser un eslabón de continuidad en la vida de los pueblos.
La reserva espiritual que tantos pensadores europeos  han visto en España es riqueza que encuentra su aplicación en estas sombrías horas, pero que ha de ser repartida como Dios ha ordenada; sin hacerlo sólo a castas o privilegiados, sino a todos, como dádiva y bendición divina.
España necesita saber lo que fue, para conocerse y salvarse a sí misma, en medio de estos pueblos que caminan a la deriva en el mar del pensamiento con valor de eternidad son los medios de lograrlo. España, en estricta fidelidad a su Historia, ha de caminar por esa ruta para no malograr el fruto de las batallas victoriosamente ganadas en defensa de la Cristiandad: un afán ideal y la práctica de una justicia que asegure el derecho y la libertad de hombres y pueblos.
Cuando se sienten dentro o se perciben fuera titubeos o ataques a la idea que constituye la base de nuestro ser, España no es posible que se duerma o se amodorre esa conciencia en una fácil convivencia. Hay que mantenerla despierta y viva, en estado de continua alerta y rectificación.
Queremos sacudir la memoria de España y hacerla ver lo que ha merecido el alma de su Historia, en serena y documentad exposición, demostrando verdades incontrastables. Queremos que España “vea” por sí misma lo que ha sido en la mente de los suyos. La elocuencia de la empresa será la verdad de su Historia; queremos que la luz llegue a los ojos con evidencia serena y sin alardes.
(Del prólogo de “Alabanza de España” por SANTIAGO MAGARIÑOS, Madrid, 1950).

LA LENGUA ES EL IMPERIO

En consecuencia, también está en juego el destino de Hispanoamérica. Y porque “Iberoamérica y España están fatal y amorosamente cerca la condición de América hispana, es bastante semejante a la española. El enemigo no ha podido destruir su textura espiritual combatiendo de frente. H a usado y usa subterfugios que confunden y dividen. No se detiene ante ninguna tribuna ni estrado. Los conquista a todos. Usa slogans que, si bien no resisten una meditación sería y un agudo análisis, circulan y proliferan.
Slogans que subvierten los valores y confunden lo esencial con lo secundario. Acentúan, dialécticamente, las antinomias.
Se pretende hacer aparecer como problemas de primer plano en todo el continente americano, muchos que solamente lo son para algunos de sus países.
El conquistador español no encontró, en toda la latitud de América, pueblos con igual cultura.
Todavía persiste con caracteres firmísimos, la riqueza cultural indígena de México y Perú, habiendo casi totalmente desaparecido en Argentina, y esto, porque no hubo en la Argentina una verdadera cultura indígena. El hombre argentino levanta su perfil espiritual en honda afinidad con lo europeo y si ese trasfondo indígena, que cuando se insinúa, está muy esfumado.
La supervaloración de la cultura indígena como contrapuesta a la europea, crea un tenso polo dialéctica que no es desaprovechado.
El imperialismo yanqui es otro slogan que impide indagar con objetividad, la fuerza, el origen y el tinte ideológico del gran capitalismo financiero. Poder que, embozada y a veces desembozadamente, promueve a movimiento o instituciones de extrema izquierda y frecuentemente ampara su accionar en la bandera estadounidense. Depararía a muchos gran sorpresa investigar también a qué instituciones beneficia la considerable ayuda que proveen Fundaciones norteamericanas (FORD, Rockefeller, etc) en Hispanoamérica.
Por otra parte, con el nombre de hispanoamericanos, de Hispanidad, se pretende cubrir ideologías que son contrarias a  las esencias de la misma. ¿No ha insinuado acaso su viabilidad, con evidente simpatía, el escritor español CAMILO JOSÉ CELA, en carta dirigida a FIDEL CASTRO RUZ el 2 de febrero de 1965, en oportunidad de visitar por primera vez Cuba?
Podemos leer en las partes concernientes a este asunto:
“CUANDO ISABEL DE CASTILLA encargó a ANTONIO DE NEBRIJA la primera gramática de la lengua castellana, ésta sentó un principio que entiendo inabdicable: la LENGUA ES EL IMPERIO. En el  lugar de la palabra IMPERIO (pronunciada en 1492) ponga usted la que designe un concepto actual,  un concepto de 1965 o ahora en 2007 (Revolución, cultura, política, lo que quiera), y la frase de ANTONIO DE NEBRIJA cobrará una frescura y una eficacia insospechadas. Nada, sin la lengua, es posible, y la lengua es el vehículo de expresión y comunicación del pensamiento y de su reflejo sobre la vida de los hombres: LA ACCIÓN”.
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“Se tiene l falsa idea, entre los hispanohablantes, de que la voz hispanoamericano es usual entre las derechas, al tiempo que la voz latinoamericano es la propia de las izquierdas. Hoy sucede exactamente al revés. Hispanoamérica trata de sacudirse el yugo yanqui pero olvida que, en su terminología, sigue sirviéndolo”.
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“A Cuba, que habla en español, que vive y sufre y trabaja y pelea y ama y muere en español, le cabría el honor histórico de poner las cosas en su sitio y vivificar la precisa y señaladora voz Hispanoamérica (y su correspondiente adjetivo hispanoamericano).
“En todo el mundo de habla española, en todo EL MUNDO HISPÁNICO, única persona que puede hacerlo con eficacia y sin herir susceptibilidades de nadie, es usted. Científicamente, puede apoyarse la decisión en el acuerdo tomado por el Congreso de Academias de Bogotá. Y POLÍTICAMENTE, LOS ALCANCES DE LA MEDIDA SERÁN INSOSPECHADOS. Sin comentarios. (CAMILO JOSÉ CELA, “AL SERVICIO DE ALGO”, Ed. Alfaguara, Madrid, 1969, PÁG. 553).  
Y Ya se habla en México de que Hispanoamérica haga un frente Hispanoamérica un frente común, sobre la base de lo hispánico (impregnado de izquierdismo, por supuesto) contra los EE.UU.
La confusión es mayúscula a cierto nivel, sobre todo, mientras no se descubran los hilos superiores de la trama.
En consecuencia, el enemigo avanza. Y AVANZA por las mismas causas por las cuales avanza España: por la DEFECCIÓN de arriba y la flaqueza de abajo. De allí la necesidad de conocer los procesos históricos por los cuales se nos quiere DISOLVER,  aunque antes se nos impone saber qué somos, y a dónde vamos.
Como decía Don RAMIRO DE  MAEZTU en “Defensa de la Hispanidad”: “LO ESENCIAL es que defendamos nuestro SER.   La vida del hombre se rige por la causa final. Su finalidad se encuentra en sus principios. Los pueblos señalan su porvenir en sus mismos orígenes, apenas se va plasmando en ellos la vocación de su destino”.
Las patrias de América hispana tendrán que ser con más plenitud ellas mismas, para poder formar en el orden del espíritu un  sistema armónico americano que a su vez armonice con España.
¿NO ha sintetizado acaso un español ilustre ese sentimiento y ese pensamiento? (Se refiere a JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, en uno de los 26 puntos de la Falange) : “TENEMOS VOLUNTAD DE IMPERIO. AFIRMEMOS QUE LA PLENITUD HISTÓRICA DE ESPAÑA ES EL IMPERIO. RECLAMAMOS PARA ESPAÑA UN PUESTO PREEMINENTE EN EUROPA. NO SOPORTAMOS NI EL AISLAMIENTO INTERNACIONAL NI LA MEDIATIZACIÓN EXTRANJERA, RESPECTO A LOS PAÍSES DE HISPANOAMÉRICA, TENDEMOS A LA DE CULTURA, DE INTERESES ECONÓMICOS Y DE PODER. ESPAÑA ALEGA SU CONDICIÓN DE EJE ESPIRITUAL DEL MUNDO HISPÁNICO COMO TÍTULO DE PREEMINENCIA EN LAS EMPRESAS UNIVERSALES”.
In memoriam, ALBERTO BOIXADÓS.

A PROPÓSITO DE CÉSAR VALLEJO:

Funcionaba en el Pabellón residencial, un local llamado Instituto Nuevo Mundo, desde 1959, a cargo de un Señor JUAN LARREA, exiliado español republicano, creo que del partido comunista, con muchas relaciones universitarias desde el Prof. ADELMO RAMÓN MONTENEGRO, Dr. JORGE ORGAZ, MARÍA  LUISA CRESTA DE LEGUIZAMON, MARÍA MARGARITA ANDRES DE VARELA. Se editaba una revista Aula Vallejo, y tenemos dos reuniones importantes como el Simposium de 1959 en homenaje al poeta y político CÉSAR VALLEJO, de Perú. Se titulada la reunión “CÉSAR VALLEJO, poeta trascendental de Hispanoamérica, su vida, su obra, su significado”. La de 1971. las Conferencias Vallejianas Internacionales sobre “El humanismo de CÉSAR VALLEJO” en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, en la Biblioteca de la facultad, pabellón Residencial, sede del Decanato de la Facultad. Ambas reuniones fueron presididas por los rectores, Dr. JORGE ORGAZ e Ing. ROGELIO NORES MARTÍNEZ. Los decanos de Filosofía, Prof. ADELMO RAMÓN MONTENEGRO y Dr. OLSEN ANTONIO GHIRARDI, enseguida Rector de la Universidad. Las organizada el Aula Vallejo el director del Instituto del Nuevo Mundo, Sr. JUAN LARREA y su ayudante, Prof. MARÍA MARGARITA ANDRÉS DE VARELA “MAGALÍ”, con la intervención de la Prof. de Literatura Argentina e Iberoamérica, Lic. MARÍA LUISA CRESTA DE LEGUIZAMON. El Instituto se transformó en Centro de Estudios e Investigación CÉSAR VALLEJO.
Para la iniciación de las conferencias de 1971, el Decano OLSEN A. GHIRARDI, pronunció un discurso de inauguración, destacando a VALLEJO su trayectoria finalizando con una definición del poeta peruano.
“Yo no sufro este dolor como CÉSAR VALLEJO. Yo no me duelo ahora con artista, como hombre, ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano, ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase CÉSAR VALLEJO sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente”.
La Lic. MARÍA LUISA CRESTA, Profesora de Literatura Hispanoamericana y estrecha colabora de JUAN LARREA, tiene un pasado revolucionario en el PCA, por lo cual tuvo un hijo RAMIRO LEGUIZAMÓN GUERRILLERO MUERTO (PRT-ERP), en Córdoba, en año 1972. Su nombre de guerra era DANIEL. (Véase “Estrella Roja”, marzo 1972, nº 11, “Crónica de la Guerra revolucionaria”, Febrero 1972). Su esposo, CARLOS ALBERTO LEGUIZAMÓN, hoy lleva su nombre una escuela terciaria de la Provincia, impuesto por el gobierno de ANGELOZ y JORGE PEYRANO y su hijo, de perpetuo agradecimiento.
Comentario de JUAN LARREA, “Voy a hablar de la Esperanza…”. “Hoy sufro, suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente”. La sensibilidad de VALLEJO donde destacan composiciones tan tremendas como Los Nueve Monstruos en que han venido a parar los clásicamente deliciosas Nueve Musas…”. En torno a VALLEJO se entona un himno mitificante cuyo nivel parejo y de emisión y contrición parece acusar la presencia de lo sublime. ¿No nos invita todo ello a entender que la conciencia profunda de nuestra época se halla en verdad ante su “Ecce Homo”. La personalidad de VALLEJO, tan modesta y sencilla en apariencia y tan compleja en realidad, parece hundir sus raíces en el abismo de ese cráter por donde surge el magna de las revelaciones colectivas. Si el arte dependiente de la gran mitología cuyas figuras son personificaciones simbólicas, así como también el arte dependiente de la religión, se relacionan en algún modo, según hemos podido ya advertir más de una vez con el problema de la realidad vital despliega con ocasión de VALLEJO, se debe sin duda a que todos los esos fenómenos, aunque en jurisdicciones distintas, producto de la actividad de la Imaginación creadora. Cabe a estos propósitos proponer a la consideración una figura extraída de ese arsenal de los grandes personajes arquetípicos: PROMETEO. El armamento psíquico de su héroe se dirige contra el concepto de un dios despótico, vengativo y hedonista, un dios a todas luces pagano…Según constan en el texto Sabiduría, dado a conocer en abril de 1927 en la revista AMAUTA de JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI. En sus alucinaciones BENITES, en medio de las visiones de la fiebre, había mirado a menudo el cuadro del Corazón de Jesús…Ante estos enajenadísimos clamores, “JESÚS respondió, dice el texto, “con estas únicas palabras” finales que no figuran El Tugsteno; - Ajustarse al sentido de la tierra.  

*RUBEN DARIO*

*POETA DEL DESTINO NACIONAL HISPÁNICO y AMERICANO*

“UNÁNSE, BRILLEN, SECÚNDANSE TANTOS VIGORES DISPERSOS. FORME TODOS UN SOLO HAZ DE ENERGÍA ECUMÉNICA. ¡SANGRE DE HISPANIA FECUNDA, SÓLIDAS, ÍNCLITAS RAZAS, MUESTREN LOS DONES PRETÉRITOS QUE FUERON ANTAÑO SU TRIUNFO!
(“Salutación del optimista” en “Cantos de vida y esperanza”, de RUBÉN DARÍO).

¡QUE BELLO SERÍA QUE EL ISTMO DE PANAMÁ FUESE PARA NOSTROS LO QUE CORINTO PARA LOS GRIEGOS! OJALÁ QUE ALGÚN DÍA TENGAMOS LA FORTUNA DE INSTALAR ALLÍ UN AUGUSTO CONGRESO DE LOS REPRESENTES DE LAS REPÚBLICAS, REINOS E IMPERIOS PARA TRATAR Y DISCUTIR SOBRE LOS ALTOS INTERESES DE LA PAZ Y DE LA GUERRA CON LAS NACIONES DE LAS OTRAS TRES PARTES DEL MUNDO.

¡Bello, inútil y roto sueño el de SIMÓN BOLIVAR! En el mismo istmo en el que apenas pudo reunir un congreso de repúblicas hispánicas – fracasado, antes de iniciarse, por las múltiples actividades de los agentes británicos y norteamericanos-, se selló definitivamente la fragmentación de los países y naciones y el enfretamiento de los pueblos a quienes hermanan la geografía, las tradiciones, la religión y el idioma.

¡El Idioma! He aquí la única arma que se esgrimió para gritar el ultraje que a la América mestiza hacía THEODORE ROOSEVELT, aquel mandatario de USA, que se preciaba de “ser cazador de fieras y de pueblos”. Y no fueron los políticos ni los jefes militares quienes alzaron sus voces indignadas, ni los académicos, ni los banqueros…
Fue un hombre solo, un poeta, aquel que apuntó al corazón del colonialismo, usando el antiguo y acerado poder del idioma, en el mismo momento en que ROOSEVELT exclamaba, ebrio de soberbia:

I TOOK PANAMÁ!
¡Es con voz de la Biblia, o verso de  WALT WHITMAN,
Que habría de llegar hasta ti, cazador!
Primitivo y moderno, sencillo y complicado,
Con un algo de WASHINGTON y cuatro de NEMROD.
Eres los Estados Unidos,
Eres el futuro invasor
De la América ingenua que tiene sangre indígena,
Que aún reza a JESUCRISTO y
Aún habla en español.

Fue no solo valiente y apasionada la defensa de América ante USA, aquella que terminó de convertir a RUBÉN DARIO en el poeta de una raza espiritual. Además, tuvo el valor de la profecía: en Panamá se inició la invasión contemporánea el continente, que más tarde alcanzaría a la misma Nicaragua, donde un DARIO guerrillero – SANDINO, General d Hombres Libres – encendería versos de sangre y heroísmo al reconquistar la tierra usurpada…” que aún reza a JESUCRISTO y aún habla en español…” ¡AÚN!, HASTA QUE TODAS LAS NACIONES DE ESTIRPE HISPÁNICA SE CONVIERTAN EN ENGRILLADOS. OPRIMIDOS, PUERTOS RICOS. 

(DE RAÚL JASSEN, “RÚBEN DARIO”, Revista Fuerza Nueva,  nº 268, 20 de febrero 1972, p. 20-24). 

*RUBÉN DARIO y LA UNIDAD AMERICANA*


A propósito del dia de la RAZA: 1492 – 12 DE OCTUBRE - 2009

La HISPANIDAD fue un acontecimiento comunitario de apostolado. Resultó una nacionalidad misionero. Por eso los españoles, que poseían Fe ardiente, deseaban luchar, sacrificarse y morir, si es preciso, por su Dios y su Patria.
Cumplían así su destino y el de la HISPANIDAD: llevar el Evangelio, salvar el Evangelio, salvar las almas asegurando la propia y engrandecer su nación.

Como dijo alguna vez un patriota español:
“Simplemente por eso, porque nosotros entendemos que una NACIÓN no es meramente el atractivo de la tierra donde nacimos, no es una emoción directa y sentimental que sentimos todos en la proximidad de nuestro terruño, sino NACIÓN ES UNA UNIDAD EN LO UNIVERSAL, ES EL GRADO A QUE SE REMONTA UN PUEBLO, CUANDO CUMPLE UN DESTINO UNIVERSAL EN LA HISTORIA.  Por eso, porque ESPAÑA cumplió sus destinos universales cuando estuvieron juntos todos su pueblos, porque ESPAÑA fue nación hacia fuera, que es como se es de veras NACIÓN, cuando los almirantes vascos recorrían los mares del mundo en naves de Castilla, cuando los catalanes admirables conquistaban el Mediterráneo unidos en naves de Aragón, por que nosotros eso así, queremos que todos los pueblos de ESPAÑA sientan no ya el patriotismo elemental con que nos tiene la tierra, sino el patriotismo de la MISIÓN, el patriotismo de la gran ESPAÑA”.

El futuro descubridor de América o del Nuevo Mundo, DON CRISTOBAL COLÓN, trató de interesar en su empresa a distintas personalidades políticas y religiosas de su tiempo, sin obtener resultados positivos, hasta que en 1491 se trasladó a España, alojándose en un convento de franciscanos. El prior del mismo, Fray JUAN PÉREZ DE MARCHENA, se interesaron vivamente por las posibilidades para difundir el Evangelio y el engrandecimiento de ESPAÑA, que presentaba el proyecto de CRISTOBAL COLÓN. El primero intercedió ante la Reina ISABEL DE CASTILLA, la cual dio todo  su apoyo.

Del Descubridor ha dicho DON MARCELINO MENÉNDEZ y PELAYO:
“El profetismo de COLÓN existe, y HUMBOLT no lo conocía, pero como hombre nacido y educado en el siglo XVIII, apenas insiste en esto. No llega a ver en el libro de las PROFECÍAS otra cosa que un tejido de sueños y fantasías incoherentes; cuando para nosotros, allí está la filosofía del descubrimiento, tal como COLÓN la entendía con grandeza tal de espíritu, que debe mover a respetuosa veneración, al más escéptico. Ni el ideal científico por sí sólo, ni mucho menos el interés y el cálculo, hubieran bastado para producir el descubrimiento; y fue providencial que en el descubridor se juntasen aquellas tan distintas cualidades de místicos, hombre de ciencia experimental hasta cierto grado; hombre de sentimiento poético y de inmenso amor a la naturaleza, y logrero genovés enamorado locamente del oro”.

Ha dicho LOPE DE VEGA que “Sobrenatural es la misma del Descubrimiento, aunque lograda en apariencia, por medios puramente humanos”.
Y MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO, expresó: “La colonización, en la cual sembramos a manos llenas, religión, ciencia y sangre, para recoger más tarde, larga cosecha de INGRATITUDES y DESLEALTADES”.


LA OBRA MISIONERA DE ESPAÑA puede sintetizarse en los siguientes tópicos:
1)      ESPAÑA descubrió, conquistó, pobló, civilizó y evangelizó a casi toda las Américas y Filipinas.
2)      Dio al INDIO dignidad y la igualdad en el trato y derechos.
3)      Creó naciones sanas y fuertes, cosa que ninguna otra RAZA conquistadora realizó.
4)      Miles y miles de los mejores individuos y personas de España (misioneros y soldados con la cruz y la espada), nutrieron estos pueblos con su SANGRE, SABER, CIENCIA y SACRIFICIOS.
5)      Siendo ESPAÑA en aquella época, el centro de mayor cultura y la nación que marchaba a la cabeza en teología, filosofía, artes, letras, ciencias, fueron los virreinatos, naciones de igual, y a veces superior civilización, que los mejores países europeos, de Asia y de la misma América ANGLOSAJONA.
6)      Los misioneros y la Iglesia Católica, Apostólica y Romana fueron el vehículo primordial de la dignidad nacional y la cultura greco-romana y cristiana QUE LOGRARON LOS REINOS Y NACIONES AMERICANOS.  

POR ESO, DON RUBÉN DARIO, POETA DEL DESTINO NACIONAL HISPANOAMERICANO, dedicó 87 poemas a la ardiente tierra americana, en cuyo numen dejó sembrada la semilla de una honda preocupación vernácula que no conoció complacencias ni se prestó a falsificaciones históricas. Como observa RAÚL JASSEN: cuando tenía ¡14 años!, había escrito, con motivo de la muerte del General MÁXIMO JEREZ, abanderado de la unidad centroamericana, estos versos:

“Despierta y canta, humilde musa mía,
Al héroe sin igual que hallo la muerte
Lejos del suelo de su patria un día,
A quien su gloria resplandores vierte;
Brinda a mi corazón grata poesía;
Dame, ruego, un laúd, no estés inerte…
¡Quiero, en un eco de mi voz inquieta,
De La UNIÓN ensalzar al gran profeta!”

Cuando deja su NICARAGUA natal, tierra siempre azotada y sufriente, se establece en El SAN SALVADOR, y allí, en 1883 escribe su “Oda a SIMÓN BOLÍVAR”, siendo él mismo, quien la recita el día del homenaje al soñador de la UNIDAD AMERICANA, extensa obra que concluye:

“Separatistas, ufanos
La risa podéis soltar;
Mas saber: aquel cantar
Será el verbo de mañana”. 

Fue un hombre sólo, un POETA con mayúsculas, aquél que al corazón del vasallaje colonial, económico y político, religioso y cultural, de todos los signos e ideologías, totalitario-colectivista o bien su contraparte sinárquica, totalitario-individualista, usando el antiguo y acerado poder de la lengua de CASTILLA, en el mismo en que el Presidente ROOSEVET exclamaba, EBRIO DE PODER:

¡I TOOK  PANAMÁ!

“ES CON VOZ DE LA BIBLIA O VERSO DE WALT WHITMAR,
QUE HABRÍA QUE LLEGAR HASTA TI, CAZADOR!
PRIMITIVO Y MODERNO, SENCILLO Y COMPLICADO,
CON UN ALGO DE WASHINGTON Y CUATRO DE NEMROD.
ERES LOS ESTADOS UNIDOS,
ERES EL FUTURO INVASOR
DE LA AMÉRICA INGENUA QUE TIENE SANGRE INDÍGENA,
QUE AÚN REZA A JESUCRISTO Y
AÚN HABLA EN ESPAÑOL.

Precursor de la UNIDAD AMERICANA, en piezas como:

“UNÁNSE, BRILLEN, SECÚNDENSE TANTOS VIGORES DISPERSOS.
¡FORMEN TODOS UN SOLO HAZ DE ENERGÍA ECUMÉNICA!
¡SANGRE DE HISPANIA FECUNDA, SÓLIDAS, ÍNCLITAS RAZAS,
MUESTREN LOS DONES PRETÉRITOS, QUE FUERON ANTAÑO SU
TRIUNFO!
(“Salutación del optimista”, en “Cantos de vida y esperanza”).

Develador profundo del espíritu hispanoamericano, en:
“RUEGA POR NOSOTROS, HAMBRIENTOS DE VIDA,
CON EL ALMA A TIENTAS, CON LA FE PERDIDA,
LLENOS DE CONGOJAS Y FALTOS DE SOL,
POR ADVENEDIZAS ALMAS DE MANGA ANCHA,
QUE RIDICULIZAN EL SER  DE LA MANCHA,
EL SER GENEROSO Y EL SER ESPAÑOL!
RUEGA GENEROSO, PIADOSO, ORGULLOSO,
RUEGA CASTO, PURO, CELESTE, ANIMOSO;
POR NOS INTERCEDE, SUPLICA POR NOS,
PUES YA CASI ESTAMOS SIN SAVIA, SIN BROTE,
SIN ALMA, SIN VIDA, SIN LUZ, SIN QUIJOTE,
SIN PIES, Y SIN ALAS, SIN SANCHO Y SIN DIOS…
(“Letanía de Nuestro Señor Don QUIJOTE”).

DON RUBÉN DARÍO, EL POETA DE AMÉRICA Y SU DESTINO, cansado de  ruindades, muere en medio de terribles angustias y dolores del cuerpo y del alma, en el pálido amanecer del 5 DE FEBRERO DE 1916, a siete años del centenario, mientras la UNIDAD AMERICANA DE LOS PUEBLOS Y NACIONES HISPANOAMERICANOS, sigue siendo un brillante utopía, disfrazada por falsas integraciones y nuevos ordenes Mundiales, de oscuros desarrollismos y viejos socialismos modelos siglo XXI, SIN PATRIA, SIN SOBERANÍA, SIN TRADICIÓN.
No se advierte de modo alguno “EL ESPLENDOR DE LA RAZA”, mientras nosotros, los hispanoamericanos, ya sin siquiera la causa de las MALVINAS, TAN MANOSEADAS y TERGIVERSADAS, SEGIREMOS IMPLORANDO CON LAS PALABRAS CON DON RUBÉN DARIO, A NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE, PARA ALCANZAR LA CONCRECIÓN DE LOS ANTIGUOS IDEALES DE UNIDAD, LIBERTAD, SOLIDARIDAD Y GRANDEZA PARA LA TIERRA DE LAS AMÉRICAS DE LOS REYES CATÓLICOS, SAN MARTÍN, BOLIVAR, ARTIGAS, SUCRE, O´HIGGINS, MORELOS, JEREZ Y TANTOS de NUESTROS HÉROES.

LICENCIADO GABRIEL PAUTASSO
Diario Pampero Cordubensis
Instituto Emerita Urbanus
Córdoba de Nueva Andalucía, 12 de Octubre de 2009, para volver al DÍA DE RAZA. gabrielsppautasso@yahoo.com.ar

OFRENDA

LA PLUMA NON EMBOTA EL FIERRO DE LA LANZA NI FACE FLOJA LA ESPADA EN LA MANO DEL CABALLERO”.

A la memoria sagrada y perpetua de los jóvenes camaradas hispanos de América, Filipinas y Portugal que en voluntariado fervoroso y heroico cayeron combatiendo sobre nuestras viejas tierras solares de España en defensa de la Idea Bella y Redentora de la HISPANIDAD durante las rudas y difíciles jornadas militares y guerreras de nuestra Cruzada.
Dedico estas palabras, pensado en la guerra y escrito en la paz vigilante, con la intención de fortalecer el sentido de la gran unidad hispánica que las tremendas circunstancias del mundo reclaman con urgencia angustiosa.

¡EN PIE EL MUNDO HISPÁNICO!
¡ARRIBA ESPAÑA!
¡VIVA LA PATRIA!

GRANDEZA DEL MUNDO HISPÁNICO

Todo lo que España quiere es que reine el máximo de compenetración dentro de la comunidad hispánica, considerada por los españoles como una entidad indivisible, en la que España vivirá en perfecta inteligencia con pueblos iguales en derechos, con pueblos independientes y soberanos de la América española.

Si América siente la atracción y fascinación de España, España está totalmente atraída y fascinada por América. 

Generalísimo FRANCO, caudillo de España 
Conozco la mano de Dios en esta obra que emprendemos. ¿Es posible que desampare una empresa en la que se que ha declarado tantas veces nuestro capitán? ¡A LAS ARMAS, AMIGOS, Y LA COSTUMBRE DE VENCER!

HERNAN CORTES, de la España Imperial

España es una encina medio sofocada por la hiedra…

La obra de ESPAÑA, LEJOS DE SER RUINAS Y POLVO, es una fábrica a medio hacer…o, si se quiere, una flecha caída a mitad del camino, que espera el brazo que la recoja y lance al blanco, o una sinfonía interrumpida que está pidiendo los músicos que sepan continuarla…

El ideal hispánico está en pie. Lejos de ser agua pasaba, no se superará mientras quede en el mundo un solo hombre que se sienta imperfecto.

Hispánicos son todos pueblos que deben a la civilización o ser a los pueblos hispanos de la Península. Hispanidad es el conjunto que a todos los abarca.

RAMIRO DE MAEZTU

España ES TROZO, parte de la Hispanidad, juntamente con las naciones hermanas de América, INDEPENDIENTES, SOBERANAS Y LIBRES.

RAMÓN SERRANO SUÑER

Solo ahora algunos hombres vuelven a buscar afanosos un principio unificador que pueda restaurar en el mundo la deshecha ecumenidad. Si cualquier día la Humanidad comprende tal restauración, entonces, sin duda, ESPAÑA, la de los frutos tardíos del Renacimiento, tendrá algo que hacer en el abnegado camino de ese ideal

R. MENÉNDEZ PIDAL

La unidad y la grandeza del mundo hispanicoamericano se fundamenta primordialmente en lazos espirituales indestructibles…Formemos ahora los Estados Unidos españoles de América del Sur, para contrapesar los Estados  Unidos del Norte.

J. VAZQUEZ DE MELLA

La historia no es profecía; pero el estudio de las edades pasadas deja entrever muchas veces las probabilidades futuras, y cuando a través de todas las crisis, en medio de los ambientes más sistemáticamente adversos, observamos que el heroísmo peninsular supo vencerlo todo con indomable energía, estamos obligados a creer que el papel de apósteles de las futuras ideas está reservado a los que fueron los apósteles del antiguo ideal católico.

ANGEL GAVINET

Los imperialismos enemigos nos quieren disociar, nos tienen dispersos y enemistades y sembrados de odios. El grande Imperio Cátolico-Hispano está disperso en veintidós fraccionados, y dos más del otro del Atlántico. Y, a pesar de esta tarea secular de degradación, llevada a cabo con una saña implacable y respondida en nosotros mismos con una inconsciencia que da grima; a pesar de todo, el Imperio está allí, allí existe, no lo han podido destruir. Y nuestro deber es devolverle su vigor.

LAUREANO GÓMEZ

En la Historia de España la Historia del pasado, del presente y del futuro; sobre todo, la Historia del futuro gloriosamente imprevisto.

IGNACIO B. ANZOATEGUI

El odio, removiendo la ciénaga pasional de nuestra absurda leyenda, enturbió las conciencias que parecían más serenas y oscureció los entendimientos que se consideraban más despejados. Una ola de mentiras, de calumnias, de absurdas acusaciones, de insultos, de denuestos, se abatió sobre ESPAÑA.

JULÍAN JUDERÍAS

La extranjerización de nuestras almas es la razón de nuestra decadencia.

MENÉNDEZ Y PELAYO  

…La alta virtud resucita
Que a la hispana progenie hizo dueña de siglos…
…¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue músculos
Y que al alma española juzgue óptera, ciega y tullida?...
…Unánse, brillen, secundase tantos vigores dispersos.
 Formen todos un haz d energía ecuménica.
Un Continente y otro, renovando viejas prosapias
En espíritu unidas, en espíritu y ansias y lenguas,
Ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos…
…¡Tened cuidado, aún vive la América española!
¡Hay mil cachorros sueltos del león español!...
…mientras la onda cordial aliente un sueño.
mientras haya una viva pasión, un noble empeño,
un buscado imposible, una imposible hazaña,
una América oculta que hallar, vivirá ESPAÑA.
¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿Tantos millones de hombre hablaremos inglés?
¿Ya no hay hombres hidalgos ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?

RUBÉN DARÍO

Españoles y americanos tenemos los mismos abuelos, y el habernos quedado los peninsulares con la casa solariega no nos autoriza a mirar con ojos protectores a los descendientes de hermanos de nuestros abuelos, que en América han sabido hacer surgir vástagos altos, robustos y fuertes.

EUGENIO VEGAS LATAPIE

Pasaron los siglos del olvido y las horas de ingratitud. Nosotros, los argentinos, tus hijos predilectos, hemos labrado en el frontispicio de nuestras universidades una leyenda de imperial resonancia, una leyenda de filial gratitud y de solar hogareño que dice: “¡NO SE PONGA JAMÁS EL SOL DE NUESTRA CULTURA HISPÁNICA!
En la noche de Navidad de 1949 (-2009: 60 años) LAUS DEO.

General JUAN D. PERÓN

*CAMISA AZUL*

“GARANTÍA SOY DE LA ESPAÑA INMORTAL QUE TRIUNFARÁ”…Así dice la canción. Pero estos tiempos de vergonzosas claudicaciones nuestra camisa azul, aquella que sirvió de uniforme y sudario a tantos de miles de españoles, se va sustituyendo paulatinamente por el blanco, más blanco, lavar y poner, de cualquier detergente más o menos biodegradante.
Es como un reflujo análogo al de los años 40 pero a la inversa. Entonces en los basureros de todos los barrios aparecieron bastante camisas rojas abandonadas con apresuramiento. Lo que era natural. Lo anómalo fue admitir que la camisa azul fuese salvoconducto apresurado  que cualquiera se colocaba encima y, con ella, a buscar influencia y amigos importantes con los que conseguir puestecillo de cualquier Ministerio. Las consecuencias las estamos todos viendo.
JOSÉ ANTONIO se anticipó:
“Veremos cuánto se apresuran a ponerse camisas azules. Pero las primeras, las de las horas difíciles, no se confundirán con estas camisas retrasadas” (Arriba, 16.5.35).
“Mientras los semiseñoritos viciosos de las milicias socialistas remedan desfiles marciales con sus camisas rojas, nuestras camisas azules, bordabas con las flechas y el yugo de las grandes días, son secuestradas por los esbirros de Casares y sus poncios” (“Carta a los Militares” desde la cárcel Modelo de Madrid, 4.5.36).
QUE UN FALANGISTA VISTA LA CAMISA AZUL, CON EL YUGO, LAS FLECHAS Y EL HAZ, ES LO OBLIGADO, PERO DE MODO ESPECIAL EN  TODOS LOS ACTOS POLÍTICOS Y PATRIÓTICOS. QUE LOS NO FALANGISTAS VISTAN CAMISA BLANCA O DE  COLOR QUE MÁS LE AGRADE, PARECE COMPRENSIBLE. CADA CUAL ES CADA CUAL. Y LOS FALANGISTAS SON ESTO ESO: LOS FALANGISTAS.

  
*DIARIO PAMPERO CORDUBENSIS
INSTITUTO EREMITA URBANUS
Córdoba de la Nueva Andalucía, septiembre de 2009
¡VIVA LA PATRIA! gspp.*
Nueva edición: 12 de octubre de 2012. SAN WILFRIDO, Obispo y Confesor
A PROPOSITO DEL DÍA DE LA RAZA