1) Lo cierto es que en 1828 LAVALLE se había apoderado del gobierno, fusilando de ciertos futuros “próceres” a la autoridad legítima de la provincia de Buenos Aires: el Coronel DORREGO.
2) Afirmado en el poder, el unitario y sus secuaces se dieron a la tarea de matar sin compasión a los infelices gauchos y campesinos que se les cruzaban hasta el punto que se vio afectada la demografía de Buenos Aires. Esto pude leerse en “Vida de don José Manuel de Rosas” (por MANUEL GÁLVEZ, 3ª edición, p. 86, basado en un artículo de La Prensa diario, - “La época de Rosas – Su demografía – noviembre 1919), y en “Rosas, nuestro contemporáneo” (de José María Rosa, p. 17 de la 3ª edición). El almirante francés secuestro algunos barcos por problemas con las autoridades relativos a una ley de milicias y a los ciudadanos franceses residentes en Buenos Aires. ROSAS le hizo saber que tales barcos pertenecían al gobierno legal, la Convención de Santa Fé y a él debían ser devueltos, no a los revolucionarios del 1º de diciembre de 1828. En caso de no poderse llevar a cabo tal cosa, solicitada a los franceses guardaran las naves en lugar seguro.
3) ¿Eso es atacar la soberanía nacional? El general ROSAS dio a la Argentina los tres tratados más gloriosos de su historia diplomática, sin excepción. RIVADAVIA, en cambio, entregó sin dilaciones la Banda Oriental a los portugueses, a fin de que el Ejército regresara para sostenerlo en el gobierno. “La paz debe firmarse a cualquier precio”. Pero hay quienes hablan de “la obra y los sacrificios de los verdaderos próceres que lucharon contra la tiranía y organización el país”. Realmente quisiéramos nosotros saber cuáles son los próceres. ¿Acaso URQUIZA, comprobado por el oro del tambaleante del Imperio de Brasil, Imperio que temía muy fundadamente al Jefe de la Confederación Argentina triunfante frente a las mayores potencias mundiales, y logró que el entrerriano se pusiera de su parte? ¿O quizá MITRE, cuyos ejércitos masacraron el interior – entre 1862 y 1868 se dieron 117 revoluciones en contra del presidente; el pueblo argentino no estaba satisfecho con él, claro – y nos llevó a una guerra inicua con el hermano país de Paraguay, en contra de los deseos populares, firmando un tratado de Triple Alianza que constituye una verdadera afrenta para Hispanoamérica? ¿Es prócer RIVADAVIA que captó el desprecio de SAN MARTÍN?: “Yo he despreciado tanto las groseras imposturas como su innoble persona” – afirma en carta a un amigo suyo el Libertador refiriéndose al unitario. En cuanto la “tiranía” de ROSAS convendría aclarar:
4) – En 1838-40, mientras avanzaba el Ejército de LAVALLE, las poblaciones le demostraron una adhesión nula. No se puede decir que era por temor de éstas a la venganza de ROSAS en caso de que más tarde el Restaurador llegara entonces a triunfar. No. El ejército unitario era fuerte y los franceses se aprestaban a desembarcar. Sin embargo, el mismo LAVALLE escribió a su esposa desde Giles: “Sólo le encontrado hordas de esclavos tan envilecidos como cobardes y muy contentos con sus cadenas…” Y más tarde afirmo: “La (gente) que no habla y pelea nos contraria y hostiliza como puede”. Ciertamente estaba decepcionado de los integrantes del partido “de las Luces” y “libertad” (¡Curiosa “libertad” la que íbamos a recibir del colonialismo francés!).
5) – Los tratados internacionales revelan asimismo la popularidad de ROSAS porque evidentemente ellos fueron posibles “por obra de un Jefe con sentido de la grandeza de un pueblo que le comprendió y le sostuvo”. El Pronunciamiento de URQUIZA fue calificado de traición en todas las provincias (salvo Corrientes). El ejército grande no contó con el apoyo popular. Todo lo contrario. Lo dicen sus propios soldados. El 3 de febrero de 1852, fecha infausta si la hay, es ésta, se desmoronó la Confederación Argentina. Por una constitución escrita ( y acaso no existía el Pacto Federal de 1831), se renunció a las Misiones Orientales, tierra tan argentina como la Plaza Mayor de Buenos Aires (15 de mayo de 1852), se perdió la política americanista y se comenzó a sufrir la hegemonía imperial brasileña. Entre el 3 y el 20 de febrero de 1852 – entre Caseros e Ituzaingó – se fusilaron entre quinientas y setecientas personas entre ellas el Coronel CHILAVERT acusado de traición! “Ocho veces más en veinte días – dice J. M. Rosa – que las atribuidas en veinte años de gobierno”.
6) ROSAS no fue ningún cobarde ni ninguna rata. Esto es un insulto gratuito. Un cobarde no habría enfrentado con tanto gallardía a ingleses y franceses como él lo hizo, por ejemplo, el Combate de Obligado, las Termópilas argentinas. Un cobarde no hubiera podido gobernar ni ser amado durante veinte años (1829-1852) por un pueblo Valiente como el nuestro. ROSAS abandono el país dolido al ver su obra (la Confederación Argentina) despedaza. Pasó una gran pobreza en Inglaterra y murió casi sin dinero. No odió a sus adversarios – dicho por ALBERDI -. Era demasiado grande para descender a ello. Eso sí, durante su gobierno fue duro con los traidores. Sobre su féretro, un entierro muy pobre, fue el sable del más grande de los argentinos. ¿Podría haber hecho tal homenaje SAN MARTÍN a una “rata”? Y en cierta oportunidad escribió el Libertador al Restaurador: “DESEO QUE AL TERMINAR SU VIDA PÚBLICA, SEA COLMADO DEL JUSTO RECONOCIMIENTO DE TODO ARGENTINO”.
Editó Gabriel Pautasso - Diario Pampero nº 7 Cordubensis
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