Por Leonardo Castellani - Comte Pomi
Leí un libro de JORGE ABELARDO RAMOS, Ejército y Política, editado por Sudestada que vale la pena leer (aunque es mucha) y del cual daré cuenta en la revista Jauja, en su próxima número.
Me ocuparé aquí solamente del breve capítulo sobre ROSAS (Pág. 47). “Dice el Evangelio que el número de los tontos es infinito”, afirma ROSAS. No lo dice el Evangelio. En cambio RAMOS usa la frase “La verdad os hará libres”, sin saber que esa sí la dice el Evangelio. Se ve que ha leído el Evangelio tanto como la bibliografía sería acerca de ROSAS o esta la habrá leído con antiparras. El Capítulo sobre ROSAS y el EJÉRCITO es el peor de todo el libro; y si el resto del libro fuese parejo, habría que contar al autor en el número de los infinitos sincategoremáticos.
Lo único que corresponde al título son 7 líneas del párrafo 3º (Penúltimo) donde dice que ROSAS tenía un ejército bien montado mientras los ejércitos de la Provincias se debatían en la indigencia. Esta constituye para él un gran reproche a ROSAS, mientras en el Capítulo siguiente eso mismo constituye un gran mérito de URQUIZA; el cual hizo “la organización nacional”, suprimiendo por ende las aduanas interiores y los ejércitos provinciales.
Pero si ROSAS hubiese subvencionado los Ejércitos Provincias (lo que podía hacer) RAMOS lo acusaría sin duda de haber fomentado guerras civiles y el ataque suicida a su mismo gobierno. Profesa una ardiente ojeriza al gaucho de Los Cerrillos (que para él no es gaucho sino capitalista) lo mismo que a la Iglesia Católica y a la “oligarquía porteña”; tres ojeriza que no son muy conciliables.
El resto de los reproches (que forman todo el capítulo) son por cosas que ROSAS NO HIZO, pues el autor ignora (adrede o no) las que hizo. Así, por ejemplo, su Ley de Aduanas de 1835, bien es verdad que liberó la artesanía “primitiva” de las provincias (a lo cual por cierto se dirigía directamente) pero fue solamente “una defensa pasiva”; no existió la tecnificación, la planificación, la racionalización, la estructuración y la acarnificación, lo cual era la obligada “defensa activa”. Con este método (que supongo es ramo de la “metodológica marxista” que profesa el autor) se podría hallar faltas en el Padre Eterno.
La razón porque ROSAS “se detiene” ante esta “defensa activa” (que incluiría investigaciones sobre el átomo) es que “su pregonado nacionalismo tenía límites”. Ciertamente; y el de ABELARDO RAMOS muchísimo más. Ahora, dentro de esos límites ROSAS hizo lo más grande que haya hecho un gobernante del país; y dentro de los límites de RAMOS, mejor no hablar.
“ROSAS postergó mientras fue posible la organización nacional”. Este reproche puede encerrar una verdad. “ROSAS postergó la organización para cuando fuera posible”. Verdad parcial, pues en realidad no la “postergó”, más trabajó continuamente hacia ella.
Finalmente, el trueno gordo: “Toda la política de ROSAS se dirigía a exportar en paz su sebo, su cuero, y su trabajo”. Ya está: sumamente sencillo. En consecuencia, todos “los ganaderos se hicieron federales” pues los del “grito del Sur” no existen: de donde se deduce que ROSAS era capitalista y no tenía ninguna política, si no es la del Mercado de Liniers.
Así que todo lo que hizo ROSAS esta ignorado; pero lo que dejó de hacer y RAMOS va a hacer, lo hunde.
Me dirán que así se escribe la filosofía de la historia. Es verdad, la filosofía marxista.
Boletín del Instituto JUAN MANUEL DE ROSAS de Investigaciones Históricas, Año II, Segunda Época, mayo de 1969, nº 5, página 21 de, Buenos Aires*.
NOTA:
En el ensayista JORGE ABELARDO RAMOS se fusionan, en partes no bien determinadas todavía, la intuición latina, la fantasía oriental y la audacia porteña. El que desee comprobar el aserto no tiene más que leer las obras de este autor. En ellas se verá cómo RAMOS, haciendo pie en afirmaciones y juicios que ha leído en algunos libros escritos por historiadores, construye teorías cuya endeblez es sumamente frecuente y esquemas que fallan por su base.
Lamentablemente, RAMOS pertenece al grupo de los que pretenden hacer revisionismo histórico ad usum delphini, en este caso, de uso interno para los alquimistas de la VERSIÓN CRIOLLA DEL MARXISMO, sea éste interpretado por LENIN o por TROTZKI . Hacer revisionismo histórico no consiste en realizar, con signo contrario, lo mismo que RIVERA INDARTE, EDUARDO GUTIÉRREZ o JUAN BAUTISTA GROSSO. Más daño que la “historia oficial”, nos animamos a afirmarlo, harán al pueblo RAMOS, PUIGGROS “e tutti quanti”, como decía GROUSSAC. Y van a hacer más daño porque el pueblo no lee la “historia oficial” y sí, en cambio, a los citados, creyéndolos revisionistas de buena ley, cuando en realidad – aunque no tengan mala fe – son cizaña crecida en medio del trigo. Tal la posición de ENRIQUE UNDIANO en su artículo “RAMOS Y EL REVISIONISMO MARXISTA.
Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero nº 125
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Leí un libro de JORGE ABELARDO RAMOS, Ejército y Política, editado por Sudestada que vale la pena leer (aunque es mucha) y del cual daré cuenta en la revista Jauja, en su próxima número.
Me ocuparé aquí solamente del breve capítulo sobre ROSAS (Pág. 47). “Dice el Evangelio que el número de los tontos es infinito”, afirma ROSAS. No lo dice el Evangelio. En cambio RAMOS usa la frase “La verdad os hará libres”, sin saber que esa sí la dice el Evangelio. Se ve que ha leído el Evangelio tanto como la bibliografía sería acerca de ROSAS o esta la habrá leído con antiparras. El Capítulo sobre ROSAS y el EJÉRCITO es el peor de todo el libro; y si el resto del libro fuese parejo, habría que contar al autor en el número de los infinitos sincategoremáticos.
Lo único que corresponde al título son 7 líneas del párrafo 3º (Penúltimo) donde dice que ROSAS tenía un ejército bien montado mientras los ejércitos de la Provincias se debatían en la indigencia. Esta constituye para él un gran reproche a ROSAS, mientras en el Capítulo siguiente eso mismo constituye un gran mérito de URQUIZA; el cual hizo “la organización nacional”, suprimiendo por ende las aduanas interiores y los ejércitos provinciales.
Pero si ROSAS hubiese subvencionado los Ejércitos Provincias (lo que podía hacer) RAMOS lo acusaría sin duda de haber fomentado guerras civiles y el ataque suicida a su mismo gobierno. Profesa una ardiente ojeriza al gaucho de Los Cerrillos (que para él no es gaucho sino capitalista) lo mismo que a la Iglesia Católica y a la “oligarquía porteña”; tres ojeriza que no son muy conciliables.
El resto de los reproches (que forman todo el capítulo) son por cosas que ROSAS NO HIZO, pues el autor ignora (adrede o no) las que hizo. Así, por ejemplo, su Ley de Aduanas de 1835, bien es verdad que liberó la artesanía “primitiva” de las provincias (a lo cual por cierto se dirigía directamente) pero fue solamente “una defensa pasiva”; no existió la tecnificación, la planificación, la racionalización, la estructuración y la acarnificación, lo cual era la obligada “defensa activa”. Con este método (que supongo es ramo de la “metodológica marxista” que profesa el autor) se podría hallar faltas en el Padre Eterno.
La razón porque ROSAS “se detiene” ante esta “defensa activa” (que incluiría investigaciones sobre el átomo) es que “su pregonado nacionalismo tenía límites”. Ciertamente; y el de ABELARDO RAMOS muchísimo más. Ahora, dentro de esos límites ROSAS hizo lo más grande que haya hecho un gobernante del país; y dentro de los límites de RAMOS, mejor no hablar.
“ROSAS postergó mientras fue posible la organización nacional”. Este reproche puede encerrar una verdad. “ROSAS postergó la organización para cuando fuera posible”. Verdad parcial, pues en realidad no la “postergó”, más trabajó continuamente hacia ella.
Finalmente, el trueno gordo: “Toda la política de ROSAS se dirigía a exportar en paz su sebo, su cuero, y su trabajo”. Ya está: sumamente sencillo. En consecuencia, todos “los ganaderos se hicieron federales” pues los del “grito del Sur” no existen: de donde se deduce que ROSAS era capitalista y no tenía ninguna política, si no es la del Mercado de Liniers.
Así que todo lo que hizo ROSAS esta ignorado; pero lo que dejó de hacer y RAMOS va a hacer, lo hunde.
Me dirán que así se escribe la filosofía de la historia. Es verdad, la filosofía marxista.
Boletín del Instituto JUAN MANUEL DE ROSAS de Investigaciones Históricas, Año II, Segunda Época, mayo de 1969, nº 5, página 21 de, Buenos Aires*.
NOTA:
En el ensayista JORGE ABELARDO RAMOS se fusionan, en partes no bien determinadas todavía, la intuición latina, la fantasía oriental y la audacia porteña. El que desee comprobar el aserto no tiene más que leer las obras de este autor. En ellas se verá cómo RAMOS, haciendo pie en afirmaciones y juicios que ha leído en algunos libros escritos por historiadores, construye teorías cuya endeblez es sumamente frecuente y esquemas que fallan por su base.
Lamentablemente, RAMOS pertenece al grupo de los que pretenden hacer revisionismo histórico ad usum delphini, en este caso, de uso interno para los alquimistas de la VERSIÓN CRIOLLA DEL MARXISMO, sea éste interpretado por LENIN o por TROTZKI . Hacer revisionismo histórico no consiste en realizar, con signo contrario, lo mismo que RIVERA INDARTE, EDUARDO GUTIÉRREZ o JUAN BAUTISTA GROSSO. Más daño que la “historia oficial”, nos animamos a afirmarlo, harán al pueblo RAMOS, PUIGGROS “e tutti quanti”, como decía GROUSSAC. Y van a hacer más daño porque el pueblo no lee la “historia oficial” y sí, en cambio, a los citados, creyéndolos revisionistas de buena ley, cuando en realidad – aunque no tengan mala fe – son cizaña crecida en medio del trigo. Tal la posición de ENRIQUE UNDIANO en su artículo “RAMOS Y EL REVISIONISMO MARXISTA.
Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero nº 125
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