2) Apostasía formal del iniciado
Las ceremonias, ritos y símbolos de la MASONERÍA están muy calculados para ir abriendo poco a poco el verdadero sentido que tienen y enseñarle gradualmente las verdaderas doctrinas de la secta, de modo que insensiblemente se vaya penetrando de ellas sin que nadie se las declare. Se corrompe la inteligencia a través del espíritu masónico en que queda inmerso el principiante al ingresar. Tanto es así, que muy pocos entre los aprendices tienen plena conciencia del acto que acaban de realizar, ese acto en el que tal vez el iniciado se ha declarado católico, es sin embargo, una total apostasía de la Religión Católica. Esa apostasía está envuelta en el significado de las ceremonias; mas tarde ella se irá desarrollando junto con inteligencia que de ella vaya adquiriendo.
El profano tiene una venda en los ojos y una cuerda en el cuello; según ellos está en las tinieblas de la superstición y de los prejuicios y lleva las cadenas que los sacerdotes católicos y los reyes le han colocado. Se presenta en el Templo para recibir la “luz” y “recobrar la libertad” porque solo la Masonería puede luminar su espíritu con la verdadera ciencia y darles la la libertad del estado de naturaleza. Los que habitan el Templo se despojan de sus vestidos y de su metal(el dinero) porque si quiere puesto entre los discípulos de la naturaleza, debe abjurar todo pudor y renunciar a toda propiedad, porque la propiedad individual individual es contraria a la perfecta igualdad que reina en el Templo. El candidato hace su testamento antes de entrar entre los hermanos. Decía WEISHAUPT, uno de los maestros de la Orden en el capítulo de sus instrucciones relativas a la exclusión de los altos grados: “Dejad a un lado a los brutos, a los groseros, a los imbéciles. Hay son embargo, una especie de imbéciles a quienes conviene conservar; porque se puede sacar alguna ventaja de su tontería. Sin tener espíritu, tienen la menos, escudos. Esa buena gente hace número y llena la Caja. Es menester que esos señores muerdan el anzuelo; pero guardémonos bien de decirles nuestros secretos. Esta clase de personas debe estar siempre persuadida de que el grado que tienen es el último” (BENOIT, F. M. II, 197).
3) ¿Qué hacen los francmasones en este momento?
“Los Franc-Masones del Gran Oriente – responde JACQUES MITTERRAND – en los 20 años que acaban de transcurrir han tomado todos los problemas por la cintura. La defensa y el perfeccionamiento de las libertades públicas, el derecho a la objeción de la conciencia, la denuncia de la utilización de la energía nuclear con fines de destrucción masiva, la nacionalización de la enseñanza, los problemas, la planeación familiar y el derecho a la libre procreación, la situación de los trabajadores extranjeros”.
Releed esta enumeración, y constataréis que todas las ideas que han acarreado la degradación de las costumbres (licencia de la juventud, aborto), una degradación social, (trabajadores extranjeros sin control), política (objeción de conciencia, arma nuclear), religiosa (lucha contra la enseñanza confesional), han sido lanzadas, todas, en la opinión, por las Logias, a través de su red oculta de complicidades en todos los sectores de la Sociedad.
Si todavía hay ingenuos para imaginarse que la Franc-Masonería esté dispuesta a cesar s lucha contra la Iglesia, que mediten en esto que escribe el antiguo Gran Mestre del Gran Oriente (se refieren a JACQUES MITTERRAND, hermano del presidente francés enrolado en el Partido Socialista Frances):
“Cuando en nombre de la libertad acepta una nación que en su suelo se abran escuelas confesionales, entrega a sus hijos a la enseñanza dogmática. Esta enseñanza, como férreo corset, mantiene sujeto al joven espíritu que la sufre. Lo modela, luego lo inclina hacia la verdad totalmente hecha, a la que lo encadena lo más a menudo, como lo exige el dogma. Todo un mundo proclama el derecho de los padres. En nombre de este derecho, en nombre de la libertad, el padre de familia, entregará la mente de sus hijos al dogma que él mismo ha aceptado. Pero para los Franc-Masones, por encima del derecho de los padres están los derechos del hijo”.
¿Comenzáis comprender el origen de toda la agitación en la juventud: ni dios ni Maestro?
Cuando se va al fondo de las cosas queda uno espantado de la audacia de algunos y de la necedad del mayor número?
JACQUES PLONCARD D´ASSAC, “Los Franc-Masones », 2da edición castellana, Editorial Tradición, México, 1980, p. 57 y 58.
Continuará.
Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus
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