El ejemplo alemán muestra que la confusión establecida por Mussolini entre el Estado y la forma soberana del valor no es necesaria para una teoría del fascismo.
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
*EL ESTADO y el PROBLEMA DEL FASCISMO por George Bataille*
*Los estrechos vínculos del fascismo con las clases miserables diferencian profundamente esta formación de la sociedad clásica, caracterizada por una pérdida de contacto, más o menos marcada, de la instancia soberana con las clases inferiores. Pero la reunión fascista que se forma y que se opone a la reunión real establecida (cuyas formas dominan la sociedad desde muy arriba), no es solamente reunión de poderes de diferentes orígenes ni reunión simbólica de las clases: es, además, reunión social de los elementos heterogéneos con los elementos homogéneos, de la soberanía propiamente dicha con el Estado.
Por otra parte, el fascismo, en tanto que reunión, no se opone menos al Islam que a la monarquía tradicional. En efecto, el Islam ha creado de la nada, en todos los sentidos, y de ahí que una forma como el Estado, que no puede ser sino un largo resultado histórico, no haya desempeñado ningún rol en su constitución inmediata. Por el contrario, el Estado existente ha servido de marco, desde un principio, al conjunto del proceso fascista de reunión orgánica. Este aspecto característico del fascismo ha permitido a MUSSOLINI escribir que “todo está en el Estado”, que “fuera del Estado no existe nada humano ni espiritual, ni tiene valor a fortiori”. (MUSSOLINI, Enciclopedia fascista, artículo “Fascismo”; tr. Fr. Con el título Le fascisme. Doctrine. Institutionis. París, 1933, p. 23). Pero esto no implica necesariamente la confusión del Estado y de la fuerza imperativa que domina a la sociedad en su conjunto. El mismo MUSSOLINI, propenso a un tipo de divinización hegeliana del Estado, reconoce en términos voluntariamente oscuros un principio de soberanía distinto que él designa a la vez como PUEBLO, NACIÓN y PERSONALIDAD SUPERIOR, pero debe identificarse con la formación fascista misma y con su jefe: pueblo “sólo si pueblo (…) significa la idea (…) que se encarna en él como voluntad de un pequeño número o incluso de uno solo (…). No se trata – escribe – ni de raza, ni de región geográfica determinada, sino de una agrupación que se perpetúa históricamente, de una multitud unificada por una idea que es voluntad de existencia y de poder: es conciencia de sí, personalidad”. El término personalidad debe entenderse como individualización, un proceso que acaba en la persona misma de MUSSOLINI. Cuando añade que “ESTA PERSONALIDAD SUPERIOR ES NACIÓN EN TANTO ESTADO. NO ES LA NACIÓN QUIEN CREA AL ESTADO…”, HAY QUE ENTENDER QUE: 1º, ha puesto el principio de la soberanía de la formación fascista individualizada en el lugar del viejo principio democrático de la soberanía de la nación; 2º, ha puesto las bases de una interpretación acabada de la instancia soberana y el Estado.
La Alemania nacional-socialista –que no ha adoptado el hegelianismo y la teoría del Estado alma del mundo, como lo ha hecho la Italia fascista oficialmente (bajo el patronato de GENTILE)- no ha padecido, por su parte, las dificultades teóricas que resultan de la necesidad de enunciar oficialmente un principio de autoridad: la idea mística de la raza se ha afirmado inmediatamente como el fin imperativo de la nueva sociedad fascista; al mismo tiempo aparecía encarnada en la persona del FÜHRER y de los suyos.
Aunque la concepción de la raza carezca de una base objetiva, no está menos fundada subjetivamente. En todo caso, la necesidad de mantener el valor racial por encima de cualquier otro ha apartado al nazismo de una teoría que haga del Estado el principio de todo valor. El ejemplo alemán muestra así que la confusión establecida por MUSSOLINI entre el Estado y la forma soberana del valor no es necesaria para una teoría del fascismo. *
“EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
Nº 429 - DIARIO PAMPERO CORDUBENSIS
INSTITUTO EREMITA URBANUS
Córdoba de la Nueva Andalucía, 7 de enero del Año del Señor de 2012. EPIFANÍA DEL SEÑOR.
Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEUS TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Ave María purísima. Gspp*
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