Editó: Lic. Gabriel Pautasso
Así, poco a
poco, pasaremos del Estado sin sociedad a un Estado conforme con su misión de
árbitro DE LOS ANTAGONISMOS DE INTERESES de los está tejida toda la historia de
la humanidad, y de sostenedor del interés general, esbozo del bien común que la
naturaleza exige para que exista una sociedad viviente. EN ESTOS TIEMPOS EN QUE
TODAS LAS COMUNIDADES NATURALES SE DETERIORAN SIN CESAR, SÓLO NOS QUEDA
RESTABLECER LA ECONOMÍA EN SU LUGAR PARA SALVAR LO QUE AÚN RESTA DE SOCIEDAD.
*LA INFORMACIÓN
DEFORMANTE* p. MARCEL de CORTE
*UN HOMBRE INFORMADO ES UN HOMBRE QUE SABE*. Cambiar
informaciones es un acto científico que se realiza en el transcurso de
congresos, debates, reuniones científicas. Las ciencias tienden a ser una trama
de informaciones relativas a un objeto determinada, cuya amplitud no cesa de
crecer. El sabio tiene que “estar al corriente” de la investigación y de la
producción científica propias de su especialidad. Así, la información, de
acuerdo con el sentido moderno de la ciencia, está en camino de convertirse en
el conocimiento de lo nuevo, y por otra, a causa del empleo incorrecto del
término, en el conocimiento de lo real, la verdad, el conocimiento exacto. Me
encuentro muy inclinado a pensar, por mi parte, que la información en el
sentido moderno de la palabra encuentra su origen en la evolución, o más exactamente,
en la mutación del medio social donde vive el hombre contemporáneo y en la
progresiva socialización que quita al individuo su ser real y personal
otorgándole, en cambio, otro, social y ficticio, en que se evapora toda la
auténtica substancia humana.
*LA DEMOCRACIA
DE MASAS*
Como lo presintió el genio de AGUSTÍN COCHIN, la Sociología
del fenómeno democrático explica totalmente el fenómeno de la información
y, como veremos más adelante, la acción deformadora que esa información ejerce.
Es necesario, ante todo, precisar algo. La democracia que
hoy conocemos no tiene nada de común con las democracias de antaño, con la
democracia ateniense, por ejemplo, o con las democracias comunales de la Edad
Media, ni con la democracia legítima que S.S. PÍO XII ha descrito
después de los grandes filósofos y publicistas del pasado, ni con la democracia
suiza de hoy. La diferencia que las separa es mucho más grande de las
democracias modernas.
En efecto, es evidente que el ciudadano no se comporta en
ambos casos –en la democracia antigua y en la moderna- de la misma manera. En
una democracia clásica el hombre conoce directamente, por experiencia, los
datos de los problemas que debe resolver, y si no los conoce, por lo menos
conoce al hombre o a los hombres peritos y en ellos deposita su confianza. No
ocurre lo mismo en las vastas democracias modernas, sean éstas burguesas o
comunistas, “formales” o “reales”. Las preguntas que se hacen son las
complejas, que el ciudadano no puede conocerlas mediante la única fuente
auténtica de conocimiento que posee: la experiencia. Los seres y las cosas que
dependen de su decisión son para él meras representativas mentales y concretas.
Puede forjarse una “idea”, una opinión; puede imaginarlas; pero no puede nunca
conocer efectivamente el objeto de esas ideas o de una opinión. De donde
resulta que el ciudadano de la democracia moderna advierte que se le rehúsa
el derecho a resolver problemas que conoce, si bien se le concede el
derecho de desenmascarar problemas cuyos
datos no conoce.
La diferencia entre el régimen democrático antiguo y el
régimen democrático de los amplios Estados actuales es la misma que separa lo
real de lo irreal, virtual. La democracia antigua existía y funcionaba como
verdadera democracia. Se podían comparar sus ventajas e inconvenientes con los
otros regímenes políticos. LA DEMOCRACIA MODERNA, en cambio, NO EXISTE. Existe
sólo el decorado teatral democrático, detrás del cual actúan minorías
dirigentes que han conquistado el gobierno vacante y ocupan los puestos de
mando, sea directamente, sea por medio de testaferros. Así, esas minorías
que conducen el Estado democrático actuando fingiendo que la democracia EXISTE.
Y tienen que hacerlo de ese modo. No pueden gobernar más que engañando o
convenciendo a los ciudadanos de que éstos tienen el PODER, cuando en realidad
la facultad de decidir sólo es propia de una minoría. NUNCA SE HA VISTO EL
CIUDADANO MÁS DESPROVISTO DE PODER REAL QUE EN LOS MODERNOS REGÍMENES
DEMOCRÁTICOS. Y, sin embargo, todo sucede como si él fuera REY.
*LA INFORMACIÓN
en la DEMOCRACIA DE MASAS*
La sociología de este sistema, en
que se combinan el poder real de una minoría y el poder irreal o virtual de una
mayoría, explica el fenómeno de la información y su acción deformadora.
En efecto, el régimen democrático moderno, nacido de la
revolución francesa, supone la ruina, el despotismo legal o al menos la
esterilización política de todas las sociedades naturales o semi-naturales en
que el hombre se puede de insertar por nacimientos o vocación: FAMILIA,
COMUNIDAD PROFESIONAL, COMUNIDADES LOCALES, Y REGIONALES, PATRIA CHICA O GRANDE.
Las sociedades menores pueden todavía subsistir, pero en forma precaria, sin
intervenir eficazmente en el Este democrático. La democracia moderna es el
régimen donde el Estado reina sin ser resultado de ninguna fuerza socia
natural. Está constituida por el Estado y una “di-sociedad”, por un Estado y
una colectividad compuesta únicamente por individuos iguales y sustituibles.
Para que haya democracia moderna es necesario, en primer lugar, que la sociedad
orgánica, en que los hombres viven unos para otros en la misma comunidad de
DESTINO, desaparezca en beneficio de una sociedad mecánica, desintegrada, donde
los individuos liberados de la familia, la ciudad, la parroquia, el barrio, la
empresa, la región, etc., desarraigados de las
estructuras sociales, vivas, existen unos juntos a otros en una colectividad de
MASAS indefinidamente extensible. La democracia es inseparable de la “sociedad”
individualista y su complemento: LA “SOCIEDAD DE MASAS”.
En la “sociedad de masas” –al contrario de cuando sucede
en las sociedades orgánicas, donde los miembros viven unos para otros y
comparten una experiencia inmediata de personas y cosas que constituye una
sólida base para sus mutuas comunicaciones-, el individuo aislado, desarraigado
psíquica y físicamente, ve reducida su experiencia al corte radio de sus
propias sensaciones. Es clara, por lo demás, la razón por la cual la
sensibilidad del hombre hundido en la sociedad de masas es tan débil que
necesita constantemente amplificadores y excitantes. Los miembros de grupos
pequeños advierten con facilidad cuanto sucede en su comunidad. Pueden
experimentarlo por sí mismos o confiarse a otros miembros, de modo que todo lo
que uno sepa lo comunique inmediatamente a los demás. En este tipo de sociedad
es imposible hablar de un órgano de información propiamente dicho. Suple
ventajosamente a la información la experiencia, o mejor dicho, el hombre de
experiencia, en quien los demás confían, puesto que aprehende directamente la
realidad en las situaciones nuevas, expresa con mayor perfección la naturaleza
de tales situaciones, encontrando todos en su experiencia y sus consejos
cuantos ellos mismos no saben ni aprovechan completamente. En la sociedad de masas, por el contrario, el individuo está
totalmente desamparado sin la información, hallándose ante los acontecimientos
como el ciego frente a los colores. No teniendo experiencia a causa de
su propia debilidad y de la extensión de la colectividad en la que sólo es un
grano de arena, no puede adquirir conocimientos más que por medio de la
información, es decir, por medio de informadores que, en lugar del propio
individuo, registran, recolectan, clasifican, expresan y difunden los hechos.
Sin esta labor la sociedad de masas sería inferior a las sociedades de insectos,
cuyos miembros disponen de poderosos
instintos y son capaces de reaccionar inmediatamente. La información es que en
la sociedad de masas lo mismo que el reflejo automático es en la sociedad
animal de masas, y el parecido es tan grande, que la primera también necesita
un mecanismo central medidor de información. Esta es, asimismo, la PRÓTESIS
artificial que suple la experiencia desaparecida, desvanecida, junto con los
pequeños grupos en que dicha experiencia se funda. Tiene razón SAUVY al
sostener que la información es fundamental en la democracia: es el único lazo que pude reunir a los
individuos de una “sociedad” de masas, articularlos, advertirles qué
acontecimientos les afectan o inculcarles los conocimientos útiles para la
conducta deseada por los gobernantes.
La información es indispensable para los regímenes
democráticos contemporáneos. Ella permite la supervivencia del sistema, o más
bien, le infunde una apariencia de vida, deformando al mismo tiempo a los
individuos hundidos en la sociedad de masas que la democracia ha hecho brotar
de las ruinas de la antigua sociedad, compuesta de innumerables grupos
pequeños.
*CONCLUSIÓN*
Si el mundo de
la información llegara a difundirse por doquiera, estaría también próximo al
fin de la especie humana. Aunque
tal eventualidad es posible, debemos vivir, cumplir con nuestros deberes de
hombres para que el hombre siga siendo lo que siempre ha sido y hoy intenta
dejar de ser, animal razonable hecho par DIOS y para el universo, no para sí
mismo. Es necesario mantener el sentido de la realidad, particularmente el de
la realidad política y social. Por esto, las obras de formación cívica y de
acción doctrinal según el Derecho Natural y Cristiano son indispensables: CONTRA VIENTO Y MAREA MANTIENEN LA
REALIDAD DE LAS COMUNIDADES NATURALES, SIN LAS CUALES NINGUNA POLÍTICA, NINGUNA
SOCIEDAD SANA PUEDEN SUBSISTIR. No existe otro camino de salvación sino
el que ellas han emprendido. Lo demás es literatura, magia, mistificación.
*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis Nº 463
INSTITUTO EREMITA URBANUS
Córdoba del Tucumán y de la Nueva Andalucía, a 27 de Julio
del Año del Señor de 2012. Fiesta de SAN PANTALEÓN, Mártir. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA!*
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