Os hablo desde una PATRIA que se llama ARGENTINA. Una Patria verde y rubia en el trigal de sus estrellas. Una PATRIA a la que DIOS – cuando ÉL andaba dibujando mapamundis y separando tierras y mapas – hizo punta extrema del más extremado Imperio, y le dio por límite, en el Sur, el Polo. La PATRIA bien nacida que hoy a ESPAÑA, más que la MADRE PATRIA, la PATRIA MADRE.
Ignacio B. Anzoátegui
SAN MARTÍN era fruto de la estirpe hispánica. Su padre fue oficial del Ejército Español y sus hermanos también lo serían. España, una, grande y libre, recoge en la constitución y espíritu institucional de su Ejército el aporte sucesivo de los hechos militares de Grecia y de Roma, el sentido místico del Cristianismo y la influencia de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Las luchas de la Edad Media por el predominio de reyes y la unificación de la Nación, las Cruzadas, la prolongada guerra de Reconquista Española contra los moros y la circunstancia de haber llegado a ser como consecuencia del Descubrimiento y la Conquista de América un país imperial y potencia mundial en el siglo XVI.
Grandes capitanes dieron gloria a ese viejo Ejército Español: el CID CAMPEADOR DON RUIZ DIAZ DE VIVAR, DON GONZALO DE CÓRDOBA, DON JUAN DE AUSTRIA, DON ALEJANDRO FARNESIO DUQUE DE PARMA,DON FERNANDO ÁLVAREZ DE TOLEDO DUQUE DE ALBA, Y DON PEDRO DE CEVALLOS, fundador del Virreinato del Río de la Plata, patria de SAN MARTÍN. Centenares de batallas y combates después de Sagunto, Campos Catalúnicos, Covadonga, Navas de Tolosa, Lepanto, Pavía, Mühlberg, Garellano, etc., están inscriptos en sus banderas gloriosas.
Por eso el componente militar de la Doctrina sanmartiniana muestra, sin ligar a la menor duda, el aporte espiritual del Ejército Español que hiciera posible la existencia del Ejército Argentino de ayer y de hoy. Tengamos en cuenta el culto al valor, la honra y la hidalguía del español. También a su afición por la aventura romántica que impulsaron a misioneros, navegantes, soldados, guerreros y funcionarios a llevar el pendón de Castilla y León por todo el orbe.
Históricamente el español ha sido un soldado esencialmente individualista, con un sentido personal de la disciplina, recto, valiente, hombre de honor, con un gran amor a Dios y a su Patria. Tiene un sentido de eternidad, trascendiendo más allá: “VELAR SE DEBE LA VIDA, DE TAL SUERTE QUE VIVA QUEDE EN LA MUERTE”. Su alta moral cristiana le hace ser corajudo en la pelea y piadoso en el rezo por sus enemigos. Abnegado de sí mismo, celoso de sus buenas obras, humilde y pobre con los pobres, es orgulloso y altivo frente a los grandes.
El hispano tiene mucho de DON QUIJOTE en sus sueños y alejamiento de la realidad y bastante de gaucho en sus cualidades y defectos. Al mezclar generosamente y sin prejuicios su sangre con los indios de América produjo el mestizo, que adaptado al terruño agreste, tan diferente de la Europa de su padre, supo afrontar una difícil suerte evidenciando, por encima de todos los casos, impasibilidad y paciencia en las tribulaciones.
El culto a la Santísima Virgen es una constante distinción de los españoles y sus descendientes que siempre veneran como Madre de Dios, Patrona y Generala de los Ejércitos, Inmaculada Concepción, Virgen de la Merced, Virgen del Carmen. Por otra parte el espíritu militar vibra en los ejercicios espirituales de SAN IGNACIO DE LOYOLA, capitán de ingenieros, verdadero reglamento de educación del almas en que se aúnan las virtudes cristianas y castrenses en insuperable armonía.
De esta cepa telúrica e hispánica nace la doctrina sanmartiniana del SER y del DEBER. Y con ella también había nacido al Ejército Argentino cuatro días después de la formación de la primer Gobierno Patrio. Por eso cuando el aire tremolan sus banderas de guerras en los mástiles de sus regimientos, batallones, grupos, y compañías independientes hay también en el pecho de sus soldados una nostalgia añeja y vieja y profunda de religiosidad. Que los colores celeste y blanco de sus pliegues no lo son por causalidad ni por capricho sino que siendo los colores del manto de la Santísima Virgen y los propios de la Orden de CARLOS III, creador del Virreinato, inspiraron al General D. MANUEL BELGRANO en su histórica decisión en las barrancas del Río Paraná, en Rosario.
Los primeros regimientos patrios constituyen “una prolongación de la organización armada hispánica con sus organismos y reglamentación” (Ordenanzas del Rey CARLOS III). Su estructura fue heredada por el instrumento del poder militar de la Junta de Gobierno que regía a nombre del Rey FERNANDO VII. Cuando SAN MARTÍN organiza sus Granaderos a Caballo trae consigo un lejano profesional de veintidós años de servicios de servicios simples en el Regimiento de Caballería “Borbón”.
La trascendencia del ejemplo del General SAN MARTÍN en toda la existencia del Ejército Argentino anticipa inmarcesibles laureles de gloria para las armas de la Patria. Nuestras banderas encabezarán las legiones de la libertad donde quiera el mundo se juegue decisivamente la existencia de la Cristiandad. Y CRISTO, Rey de Reyes y Señor de Señores nos conducirá a la VICTORIA.
EL ESCUDO DE ARMAS DE LOS SAN MARTÍN, DE CLARA PROSAPIA HISPÁNICA, dice:
AVE MARIA,
POR LA CATÓLICA LEY,
VIDA Y ESTADO PONDRÉ
Y
POR SERVIR A MI REY.
Un viejo romance español:
“MIS ARREOS SON LAS ARMAS,
MI DESCANSO ES PELEAR;
MI CAMA, LAS DURAS PEÑAS;
MI DORMIR, SIEMPRE VELAR”.
NOTA: Extractado de la Revista Militar nº712, enero/junio 1984, Buenos Aires, artículo “Componentes militares de la Doctrina Sanmartiniana”, del Coronel CARLOS AUGUSTO LANDABURU, p. 70/73.
Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero nº 33 Cordubensis
Córdoba, 14 de agosto de Penthecostés del Año de 2008.
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