jueves, septiembre 10, 2009

El mundo en holocausto

Después de haber ensangrentado ya dos veces el Viejo Mundo, lucha endémica entre el pangermanismo y el paneslavismo degeneraba en conflicto de razas y, volviendo a poner en duda la supremacía del hombre blanco, preludiaba el despertar de los amarillos y de los negros, y el enfrentamiento general de unos y otros a escala planetaria.

Así se cumplían las amenazas proferidas por SAINT-YVES D´ALVEYDRE, en su libro Misión de la India (publicado por sus amigos en 1949 (2009), pero escrito durante el reinado de la reina VICTORIA): “Si no hacéis la sinarquía, veo, a un siglo de distancia, eclipsada para siempre vuestra civilización judeo-cristiana, interrumpida para siempre vuestra supremacía brutal por un renacimiento increíble de toda el Asía, armada de pies a cabeza, y cumpliendo sin vosotros, contra vosotros, las promesas sociales de los Abramidas, de MOISES, de JESUCRISTO y de todos los cabalistas judeo-cristianos (pág. 109). Y más adelante (pág. 169): a cincuenta años de distancia, “con las armas en la mano de Dios (¿?), y, a China y el Islam en cabeza, bajo la dirección de vuestros propios instructores militares, vendrá a imponeros que pongáis vuestra firma debajo de la promesa social…que vosotros habréis rechazado”. (Lombard, Jean, III, cap. XXXIII).

*LA INVASIÓN SOVIÉTICA y SUS CONSECUENCIAS*

La lucha entre Alemania y la URSS fue de un tremendo salvajismo. Los alemanes, imbuidos del sentimiento de su superioridad racial, consideraban a los rusos como seres inferiores – Untermensch – y no olvidaban el aspecto político de la contienda sabiendo que se enfrentaban a un ejército superpolitizado por los Comisarios comunistas. Los rusos, por su parte, se encontraban en un grado de civilización mucho más bajo, se consideraban el país agredido y correspondían con creces – incluso los que inicialmente habían recibido a los alemanes con los brazos abiertos – al trato deshumanizado de las tropas de ocupación. Los españoles que lucharon en Rusia, e incluso los italianos, entablaron unas relaciones muy cordiales con la población civil, con la que convivieron, cuando se presentó el caso, en términos de verdadera amistad. Un tipo de relación que nunca se dio con los soldados alemanes. En ocasiones, la brutalidad venía impuesta por las circunstancias: piénsese, por ejemplo, en las dificultades que planteaba evacuar y alimentar a cientos de miles de prisioneros rusos capturados en una sola jornada y concentrados en medio de la estepa. La crueldad se acentuó cuando empezó a extenderse la guerra de guerrillas, que los alemanes no admitían como método de lucha. En consecuencia, trataron siempre a los partisanos (guerrilleros) como francotiradores, y no sólo en Rusia, sino en todos los países que ocuparon. En el enfrentamiento ruso-germano fueron siempre deliberadamente ignorados por los convenios de GINEBRA de 1929, que por otra parte habían quedado desfasados en todo el ámbito de la contienda debido a la utilización de unos medios bélicos desconocidos en la época en que se firmaron aquellos convenios. Sin embargo, no habían dejado de tener cierta vigencia, en particular en lo que respecta al trato que debía darse a los prisioneros de guerra, por ser las únicas normas internacionales existentes en tal materia.
Pero resulta oportuno señalar que la brutalidad de los métodos soviéticos no fue una consecuencia de la agresión alemana, puesto que ya se habían manifestado cuando los rusos, aprovechándose del estado de guerra entre Alemania y los Aliados y sacando partido del Pacto germano-soviético de 1939, invadieron los Estados bálticos y la mitad oriental de Polonia. Durante aquella primera ocupación rusa fueron deportados hacia el Este 60.000 estonianos, 60.000 letones y 70.000 lituanos, en condiciones tanto más inhumanos por cuanto las deportaciones no fueron algo repentino e improvisados sino que respondieron a un plan cuidadosamente elaborado a lo largo de un año de ocupación. En lo que respecta a Polonia, la documentación recogida por el Gobierno polaco en el exilio hace ascender la cifra de deportados a Rusia entre un millón y un millón seiscientos mil, de los cuales perecieron 400.000 mil. Todas estas cifras son aproximativas y nunca podrá conocerse con exactitud el número de muertes producidas en aquellos países a consecuencia de la ocupación soviética.
Un ejemplo más revelador de la brutalidad rusa es la matanza de KATYN, uno de los genocidios más horribles de la historia de la humanidad. En KATYN fueron asesinados a sangre fría la casi totalidad de oficiales del Ejército polaco prisioneros de los rusos. Para los esfuerzos soviéticos para atribuir el horrendo crimen a los alemanes, las investigaciones llevadas a cabo y las pruebas acumuladas permiten afirmar rotundamente que la matanza fue obra de los rusos, que consideraban a aquellos oficiales como enemigos reales o en potencia del régimen comunista que la URSS se proponía implantar en POLONIA. LA MEJOR PRUEBA DE ELLO ES QUE DURANTE EL JUICIO DE NUREMBERG EL FISCAL RUDENKO ACUSÓ FORMALMENTE A LOS ALEMANES DE AQUELLA MATANZA Y PRETENDIÓ QUE LOS DIRIGENTES DEL TERCER REICH FUESEN CONDENADAS POR ELLA. Sin embargo, en la sentencia los jueces ni siquiera la mencionaron. El descubriendo de los cadáveres tuvo lugar muy avanzaba la guerra, en 1943, cuando Rusia se había alineado ya con las potencias Aliadas y mantenía relaciones con el Gobierno legal de Polonia, exilado en Londres. A RAÍZ DEL DESCUBRIMIENTO LOS RUSOS ROMPIERON AQUELLAS RELACIONES Y A PARTIR DE ENTONCES ABIERTAMENTE AL LLAMADO “COMITÉ DE LIBLIN” QUE SE CONVERTIRÍA EN UNO DE LOS GOBIERNOS TÍTERES DE MOSCÚ EN EL ESTE DE EUROPA.

“AQUEL ÚLTIMO QUE PASAMOS EN EL PATATAL, se respiraba en el ambiente la inminencia de algún ominoso acontecimiento para los CINCO MIL prisioneros: uno de esos gigantescos transportes en que están especializados los rusos.
Todo el tiempo había habido un bordoneo de charla a lo largo de las filas de prisioneros. De repente, se produjo un impresionante silencio al ver que de cada camión sacaban una larga cadena de acero cuyos eslabones tenían dos centímetros de diámetro aproximadamente. Un soldado de mi testamento avanzó hacia los dos hombres, apartándolos (las filas eran dobles, pero estábamos muy juntos), y fue avanzando entre nosotros, separándonos. Le seguían otros soldados, que llevaban la cadena, dejándola entre nuestras dos filas, en el suelo. Luego nos ordenaron a gritos que cogiéramos la cadena, cada fila con la mano que le caía má cerca. A mí me tocaba el lado izquierdo. Recuerdo cómo me alegró no verme obligado a utilizar la mano derecha, que tenía aún despellejada y dolorida. La cadena era completamente nueva. Aún estaba recubierta con un preparado oscuro, pegajoso, contra el moho. Sentí la frialdad del acero en la mano como si fuera una quemadura. Luego nos encadenaron, cincuenta hombres a cada lado, con una argolla en la muñeca. SLAVOMIR RAWINCZ, “LA INCREÍBLE HISTORIA”. Ediciones Destino, Barcelona, 1969, págs. 60-63. En autor, oficial de Caballería polaco, fue capturado por los rusos en 1939 y condenado a trabajos forzados en Siberia. De allí, junto con otros compañeros, logró huir a la India.

Sabemos que los rusos, hasta el momento de descubrirse las fosas de KATYN, declaraban siempre que ignoraban la suerte que habían corrido los oficiales a los que ellos habían hecho prisioneros en septiembre de 1939. Hemos visto que no puede creerse en esa supuesta ignorancia, ya que los rusos habían establecido en todos los campos. En Moscú, pues, se sabía exactamente lo que había ocurrido después de la “liquidación” de los campos de Kozielsk, de Starobielsk, y de Ostachoshkov. Los rusos contestaron siempre evasivamente a las múltiples gestiones realizadas por las autoridades polacas para averiguar el paradero de los oficiales desaparecidos, y cuando el embajador norteamericano, en septiembre de 1942, fue encargado por su Gobierno de informarse acerca de ellos, MOLOTOV le dio a entender que no debía inmiscuirse en el problema ruso-polaco. Sólo cuando los alemanes anunciaron el descubrimiento de las fosas de KATYN, el 15 de abril de 1943, los rusos declararon que los 12.000 oficiales polacos habían sido hechos prisioneros en 1941 por los alemanes y que éstos los habían ejecutado entonces. HENRI DE MONFORT, versión francesa, La masacre de KATYN, crimen ruso o crimen alemán. La Table Ronde, París, 1966, págs. 175-180.

*DOS RACISMOS FRENTE A FRENTE*
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Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 311

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