Esta androginia posmoderna es opuesta a la figura del andróginio que testimonia la cultura tradicional. El arquetipo del andrógeno, como bien enseñó MIRCEA ELIADE (1), trata de explicar un viejo tema de la cultura tradicional (no sólo europea, aunque sí fundamentalmente) que se sintetiza en la fórmula de NICOLÁS DE CUSA: “coincidencia oppositorum”, conjunción de contrarios, atracción mutua de lo opuesto por relación superior que engloba ambos sin que dejen por ello de ser diferentes. En el terreno del cuerpo y del sexo, esta coincidencia se hace evidente a través de la sacralización ritual de la unión carnal. Igualmente válida sería la imagen de los polos opuestos de un imán, que no constituyen de hecho sino dos aspectos contradictorios de una realidad idéntica. Ambas imágines corresponden a una visión del mundo en la que la esencia de la naturaleza es el conflicto entre las partes del todo, sin que este todo deje por ello de ser tal; una visión que corresponde a lo que, en física cuántica, LUPASCO ha llamado lógica antagonística.
Bien diferente es la androginia posmoderna, nacida precisamente de la visión contraria, es decir, aquella según la cual todo conflicto es a-normal y toda diferencia indeseable. Desde esta perspectiva, la alteridad es una amenaza para el orden de las cosas, un orden supuesto homogéneo, neutro, apolémico, y por lo mismo aséptico, hiper-higiénico: esterilizado.
BAUDRILLARD mantiene la tesis de que esta androginia corresponde a una fase nueva de nuestra cultura del concepto de cuerpo: esa fase sería la metástasis. Se trata de una excrecencia del cuerpo, una extensión imparable del cuerpo en todos los órdenes, pero no ya de aquel cuerpo metamórfico de la edad mitológica, ni del cuerpo metamórfico (en tanto que metáfora de la libertad a través de la liberación sexual, por ejemplo) de la modernidad, sino de un cuerpo metastático (2).
Metástasis: la fase final del cáncer, cuando el virus se reproduce inopinadamente en diversas partes del cuerpo, haciéndolo gravitar sobre de la nada, en la que todo es ya homogéneo, neutro, frío; la suave pendiente de la entropía.
El modelo estético del cuerpo, hoy, responde a esa metástasis, a esa indiferenciación; BAUDRILLARD lo llama androginia – porque en efecto lo es: no hay hombre como no hay mujer - , y muestra dos ejemplos mayores: MICHAEL JACKSON y MADONNA.
El primero oscila entre un joven negro y una muchachita blanca. La segunda, entre una mujer carnívora y un adolescente rubicundo de Nueva York. Ambos han construido sobre la ambigüedad voluntaria el secreto de su éxito, y se han convertido en modelos estéticos-culturales de masas. En ambos casos la misma indefinición, la misma desaparición de lo específico, de lo distintivo, de lo opuesto y lo conflictual. La misma matástasis.
INCOLORO MICHAEL JACKSON
GUILLAUME FAYE ya había hablado del carácter radicalmente andrógino de MICHAEL JACKSON (3). Y, en efecto, este joven cantante sin color (“EX NEGRO”, lo llamaba FAYE) es el vivo ejemplo de la ambigüedad llevada hasta sus más radicales consecuencias. Originariamente de raza negra, se ha sometido a diversas operaciones de cirugía para eliminar los rasgos negroides de su rostro (nariz, labios), perder la melanina de la piel blanqueándola, y dotarse de un aspecto físico que le asemeja una adolescente encanallada. Como se recordará, en 1983, para justificar este “cambio de look”, se dijo que JACKSON “se incendió” mientras rodaba un vídeo-clip para Coca-Cola. El vídeo, con el mártir JACKSON, dio la vuelta al mundo.
Esta ambigüedad deliberada la ha llevado también a sus canciones. En “Thrilller” (especie de historia de amor/terror de la que vendieron 38 millones de discos, un record histórico) jugaba con un trasunto de la figura del Dr. JEKYLL y Mr. HYDE. En su reciente elepé “Bad”, la ambivalencia aparece aún más clara: bad significa, en inglés, malo, pero en el argot de los barrios negros quiere decir bueno.
Este chico-chica, bueno-malo, blanco-negro (así lo ha definido FIETTA JARQUE (4), extiende la ambivalencia a su vida privada. Enarbola los valores del universo simbólico norteamericano hasta el pueril extremo de albergar grandes estatuas en piedras de personajes de DISNEY y de la Biblia en los enormes jardines de su mansión en Los Ángeles, California; pero, paralelamente, sus álbumes contienen temas como “Liberian Girl”, donde se alude líricamente a una pérdida de identidad africana. Siente una mórbida pasión por la muerte que le lleva a coleccionar momias y decorar con esqueletos su casa (pretende comprar los huesos de JOHN MERRICK, el “hombre elefante”, para su comedor); pero al mismo tiempo, posee una cámara de oxigeno con la que se purifica para alargar su vida hasta 150 años, y sólo bebe zumos de frutas y agua mineral. Su discurso es hiper-humanitario y fraternal: “Todo el mundo baila – dice - , todo el mundo ríe, es maravilloso, es Dios…No me gustaría hacer sólo una clase de música y encasillarme en un género particular; las clasificaciones son una forma de racismo. Yo soy ciego para los colores de la piel…Espero ver un día a todas las razas vivir como una gran familia, y yo contribuyo con mi música: es Dios quien ha querido que yo sea así”;sin embargo, se cambió el color de la piel y vive aislado del mundo en su inmensa mansión de Encino, California, protegido por perros, guardias, vallas electrificadas, y adonde sólo se puede acceder en funicular. Sus temas musicales y su estética se sitúan en barrios pobres de ambientes urbanos, pero posee un zoológico particular con una “boa” (“Muscles”), una llama (“Louise”), una tarántula (“Blackula”), escorpiones, cervatillos y cisnes negros.
Este peculiar personaje que convierte en norma la ambigüedad, la indiferencia y la androginia, es un producto de mercado para un público consumidor donde la androginia vende, y mucho. ES SÍMBÓLO DE ESA METÁSTASIS, DE ESA ENTROPÍA, DE ESE NUEVO ESTADO QUE DEFINE LA CULTURA OCCIDENTAL.
MADONNA, SEXO LIOFILIZADO.
Notas:
(1) MIRCEA ELIADE, Mefistóteles y el Andrógino, Ed. Guadarrama (col. “punto omega”, Barcelona. Se encontrará también una clara aproximación a esta figura de ISIDRO JUAN PALACIOS, que también alude a la pérdida de la polaridad: “El sexo: liberación y servidumbre de la sociedad contemporáneo”, en la revista PUNTO Y COMA, 3, febrero 1986.
(2) JEAN BAUDRILLARD, “El exorcismo del cuerpo”, conferencia pronunciada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el 15 de septiembre de 1987.
(3) GUILLAUME FAYE, “MICHAEL JACKSON, chanteur de l´Occident”, en Elements, 50, primavera-verano 1984.
(4) El País, diario, 11.9.1987.
MICHAEL JACKSON no es ya un hombre, como MADONNA no es mujer: ambos son soportes, como lo es también CICCIOLINA, esa explosióm fría de lo oculto que abandera el humanismo racional a pecho descubierto. Soportes, en primer lugar, de esa imagen matástasis del cuerpo que VE BAUDRILLARD: en estos modelos “el hombre deja de ser antropomorfo”. Y soportes, también, de una visión del mundo. Estética e ideología, como señala FAYE, van siempre unidas. Y ESA ESTÉTICA ANDROGINIA COOL DE MADONNA y MICHAEL JACKSON, VEHÍCULO DE OPTINISMO HUMANITARIO, DE MUNDIALISMO IGUALITARIO, DE FURIA DE LA INDIFERENCIACIÓN, ES TAMBIÉN LA ESTÉTICA DE MASAS DE UN MUNDO HOMOGÉNEO, ENTRÓPICO, DONDE NINGUNA ALTERIDAD, NINGUNA DIFERENCIA NI NINGUNA IDENTIDAD CABEN YA. ES EL MUNDO DESÉRTICO DE POST-CORPORIDAD OCCIDENTAL.
“Visiones y revisiones: MADONNA y MICHAEL JACKSON, imágines de la neutralidad. POR JOSÉ JAVIER ESPARZA, revista Punto y Coma, nº 8, p. 88.
Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 279
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