viernes, enero 07, 2011

*SANGRE LLAMA SANGRE EN ITALIA 1943 – 1945*

*LA ALUCINANTE VERDAD QUE NINGÚN ITALIANO HA TENIDO HASTA AHORA EL VALOR DE DECIR SOBRE LA GUERRA CIVIL EN ITALIA.*

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

*Avanti FORZA ITALIA…*

*Es éste un libro  que reclamaba desde hacía mucho la historia de la última conflagración mundial. No ha sido fácil escribirlo, ni publicarlo. Han hecho falta la tenacidad y el coraje del periodista GEORGIO PISANO para que diera a luz hacia 1963/1964 en ITALIA.

Es un libro-documento en el que el autor se limita a exponer los hechos recogidos de testimonios directos o de documentos directos irrebatibles. De esta forma resulta descubierta la execrable actuación de los partisanos (=guerrilleros, irregulares) comunistas en el período comprendido desde el 8 de septiembre de 1943, fecha del Armisticio del Mariscal BADOGLIO, hasta el 25 de abril de 1945, en el que dejó de existir el Gobierno de la REPÚBLICA SOCIAL ITALIANA (RSI). Son tan odiosos los crímenes que cometieron los comunistas en ITALIA, que su este libro se divulga, el prestigio que pueda tener el PARTIDO COMUNISTA ITALIANO de PALMIRO TOGLIATTI a ENRIQUE BERLINGUER y el más poderoso de Occidente por la estrategia de ANTONIO GRAMSCI (1891-1937) – ante cualquier conciencia media, habrá de derrumbarse como la izquierda democrática. Que el propio lector juzgue si es posible otra cosa.*  

*Después de la caída de MUSSOLINI, naturalmente, se hacían a un lado o habían cambiado apresuradamente de camisa. La constitución de la RSI les había colocado en una situación dificilísima: volver a las filas fascistas significaba exponerse a la venganza del antifascismo que avanzaba detrás de las bayonetas angloamericanas; no volver a ellas, podía significar exponerse a las represalias de los fascistas republicanos y de los alemanes. *

*PARTISANOS: ASESINATOS y REPRESALIAS*
El Armisticio del 8 de septiembre y los desembarcos Aliados angloamericanos en ITALIA, con la posterior ocupación de ROMA, llevaron a muchos italianos al convencimiento de que la guerra estaba perdida y estimularon las actividades de los grupos de oposición antifascista contra el Duce BENITO MUSSOLINI, que hasta entonces apenas había dado señales de vida. Pero el movimiento partisano guerrillero comunista, incrementado notablemente a partir de la primavera de 1944, estuvo controlado desde el primer momento por los comunistas. Y éstos, escasos en número pero perfectos conocedores de las técnicas de la guerra civil, perfeccionadas por ellos en muchos años de experiencia en todo el mundo, no perseguían el objetivo de restablecer en Italia las libertades democráticas, sino el de crear los supuestos necesarios para Italia, una vez terminada la guerra, pudiera convertirse en otra “REPÚBLICA SOVIÉTICA”.  Así, más que contra las tropas alemanas, sus actividades estuvieron dirigidas contra la REPÚBLICA SOCIAL ITALIANA instaurada por MUSSOLINI en el norte de Italia, aplicando la táctica del asesinato gratuito para provocar reacciones incontroladas y sangrientas que afectarían sin duda a muchos inocentes y esparcirían la semilla del odio al fascismo republicano. Los fascistas cayeron en la trampa y replicaron a la campaña de asesinatos partisanos con terribles represalias, que con mucha frecuencia afectaban a personas que no tenían nada que ver con los presuntos “resistentes”. Esto creó un clima de guerra civil (italiano contra italiano), favoreciendo las aspiraciones comunistas vía MOSCÚ. En realidad, el movimiento partisano-guerrillero fue utilizado por los comunistas como un instrumento de política interior. Se decían “la vanguardia de la liberación nacional”, pero de hecho no liberaron nada, y las esporádicas acciones que emprendieron contra los alemanes (ver el Pacto de Acero entre Alemania e Italia) NO RESPONDIERON NUNCA A UN PLAN METÓDICO Y PROVOCARON REPRESALIAS ALEMANAS NO MENOS TERRIBLES QUE LAS FASCISTAS. Por otra parte, los partisanos-guerrilleros adoptaron también el sistema de matar a rehenes inocentes como réplica a las ejecuciones de compañeros suyos. Y lo realmente trágico es que toda aquella orgía de asesinatos, toda aquella SANGRE vertida, no acortaron en un solo día la guerra sobre el suelo ITALIANO. Para ser exactos, entre septiembre de 1943 y el 10 de febrero de 1944, fecha del asesinato de CAPANNI, es decir, durante el período que hemos definido como de “INCUBACIÓN” de la guerra civil, cayeron asesinados en emboscadas 296 fascistas republicanos y pertenecientes a las fuerzas armadas de la RSI. Esta cifra no incluye a los militares caídos a consecuencia de acontecimientos bélicos o en operaciones de limpieza. La lista ha sido extraída de los periódicos de la época, provincia por provincia. Vale la pena consignar que sólo poquísimos de estos asesinatos fueron seguidos de represalias. En 1950, cuando fue llamado a prestar testimonio ante el Tribunal Militar que juzgaba al mariscal RODOLFO GRAZIANI, el socialista CARLO SILVESTRI declaró, apoyándose en una impresionante documentación, que la responsabilidad de haber desencadenado la guerra civil recaía sobre los comunistas. Después de haber citado los asesinatos llevados a cabo por las escuadras rojas durante el invierno de 1943, CARLO SILVESTRI dijo:

“La iniciativa de la guerra civil no partió de GRAZIANI y de MUSSOLINI, no partió del fascismo republicano. Para que no exista la menor la menor duda acerca de mi claridad, afirmo, una vez más, que todo aquellos asesinatos fueron realizados con la finalidad de envenenar la situación, exasperar los ánimos y hacer inevitable la guerra civil, de acuerdo con los deseos de MOSCÚ”.

*LOS ORIGENES DE LA GUERRA CIVIL*   
 ¿Quién disparó el primer tiro de la guerra civil? ¿Quién soldó los primeros eslabones de la trágica cadena de odio y de SANGRE que debía arrastrar a los italianos a los horrores de la lucha fratricida?

La respuesta surge viva e inmediata de la crónica de los días y de las semanas que siguieron al armisticio de 8 de septiembre de 1943. Se trata de un período que alcanza hasta la primavera de 1944 y que puede ser considerado como el “período de incubación” de la guerra civil. Entre finales de octubre de 1943 y primeros de marzo de 1944, la crónica registra, en efecto, una larga y despiadada serie de fascistas asesinados hacen eco por las escuadras terroristas comunistas. A estos asesinatos hacen eco, de cuando en cuando, las ráfagas de ametralladora de las represalias, igualmente despiadadas, llevadas a cabo por los fascistas. Represalias que, casi siempre, cayeron sobre inocentes rehenes, reos especialmente de anti-fascismo.

Así empezó la guerra civil. Con una premeditada y elaborada acción terrorista, decidida y llevada a cabo por los comunistas con un objetivo muy concreto: enrarecer la atmósfera de tranquilidad y de resignada espera que flotaba en todas partes, después del 8 de septiembre, en los territorios controlados por el nuevo gobierno de MUSSOLINI, y que permitía a los fascistas una rápida reorganización de su aparato estatal y de sus fuerzas armadas. Documentaremos ahora la verdad de esta afirmación. Y lo haremos reconstruyendo con todo detalle la historia de los cuadros asesinatos más estruendosos cometidos por los comunistas durante aquel período: el de IGINIO GHISELLINI, federal fascista de Ferrara (14 de noviembre de 1943); el de ALDO RESEGA, federal de Milán (18 de diciembre de 1943), el de EUGENIO FACCHINI, federal de Bolonia (25 de enero de 1944); y el de ARTURO CAPANNI, federal de Forli (10 de febrero de 1944). 

Sin embargo, para poder valorar plenamente lo que costó a los italianos, en lágrimas y sangre, la acción terrorista llevada a cabo por los comunistas después del 8 de septiembre, es necesario tener delante de los ojos un cuadro exacto de la situación que se había producido en la Italia septentrional y central en las semanas que siguieron al armisticio. Los alemanes habían bloqueado en el Sur el avance angloamericano, deportando a Alemania más de seiscientos mil soldados italianos y ocupando firmemente los centros vitales de nuestro territorio. 

¿Cuál  fue, en esa realidad, la acción y la función de los partidos anti-fascistas? Esta es una pregunta que es necesario contestar con cruda sinceridad si se quieren comprender las causas que permitieron a los comunistas tomar la iniciativa de la lucha e imponer después su voluntad a buena parte de la formación anti-fascista durante todo el período de la guerra civil. La respuesta es que, en los meses que siguieron al 8 de septiembre, y prácticamente durante todo el invierno de 1943-44, los partidos políticos antifascistas no comunistas, no manifestaron muy rara vez su presencia activa. La leyenda de que los 600 días de la RSI fueron señalados desde el principio por violentas e ininterrumpidas revueltas populares organizadas y dirigidas también por los partidos antifascistas no-comunistas, no encuentra ninguna confirmación en el análisis objetivo de la crónica de aquellos días. Excepción hecha de las apasionadas jornadas del Armisticio, durante los cuales se produjeron numerosos encuentros entre las tropas alemanas y aisladas formaciones italianas, los meses del otoño y del invierno de 1943-1944 registraron únicamente esporádicos episodios de resistencia armada contra los alemanes y contra los fascistas. Pero ninguno de aquellos episodios, por lo que se desprende incluso de la historiográfica partisana-guerrillera, fue la consecuencia de un plan operacional debido a la iniciativa de algún partido antifascista no-comunista. Aparte del hecho de que no hubo nunca revueltas populares propiamente dichas y de que en aquellos episodios, en definitiva no participaron en conjunto más de 2.000 personas: INCLUIMOS EN LA CIFRA LOS PROTAGONISTAS DE LA “CUATRO JORNADAS” NAPOLITANAS.  


Es más: en muchas ciudades, los elementos antifascistas no-comunistas, animados por el sincero deseo de evitar a las poblaciones las luchas y las atrocidades de una guerra civil, acogieron de buen grado (convencidos entre otras cosas de que las tropas angloamericanas no tardarían en llegar al Brennero) las proposiciones de tregua sugeridas por los elementos más moderados del fascismo republicano. En consecuencia, es lícito suponer que si los comunistas no hubieran intervenido con todo el peso de su organización terrorista para cuartear aquella situación de tregua, los italianos, muy probablemente, no se hubieran precipitado nunca en los abismos de la lucha fraticida. La realidad es que la tragedia estalló, incontenible; y que la provocaron los comunistas.

El Armisticio del 8 de septiembre había encontrado a los comunistas, únicos entre todos los componentes de la formación antifascista, preparados para sostener una larga lucha clandestina contra los alemanes y los fascistas. Es más: les había encontrado dispuesto a entablar una lucha despiadada, hasta la última gota de sangre, sin remordimientos ni sentimentalismos de ninguna clase. Su objetivo final, en realidad, no era la restauración en Italia de las libertades democráticas ni la victoria de las tropas aliadas. Fieles ejecutores de las órdenes de MOSCÚ, trataban de llevar a cabo una “
una guerra particular” que tendía exclusivamente a crear los supuestos necesarios para que Italia, una vez terminada la guerra, pudiera convertirse en una “república soviética” más.

Perfectos conocedores de aquella técnica de la guerra civil perfeccionada por ellos en decenios de experiencia en tantas partes del mundo, los comunistas no vacilaron un solo instante en aplicar ferozmente sus reglas, a fin de perturbar la situación de casi normalidad existente después del 8 de septiembre en los territorios de la R. S. I. y que no convenía a sus planes. Sería muy interesante ilustrar en sus pormenores aquella técnica de la guerra civil, pero el hacerlo nos llevaría demasiado lejos. Únicamente diremos que la tarea de perturbación fue confiada a unas exiguas patrullas terroristas, dirigida y compuestas, a menudo, por elementos eslavos, infiltrados en nuestro territorio durante los 45 días del gobierno BADOGLIO, o por rusos fugados de los campos de concentración en los días del Armisticio. De estas patrullas se apoderó rápidamente el GAP (GRUPO DE ACCIÓN PATRIOTA), compuesto por los elementos de choque de la “guerra particular” comunista, y, en definitiva, de toda la lucha fratricida. De los diecinueve mil fascistas caídos entre el 8 de septiembre de 1943 y el 25 de abril de 1945, unos doce mil fueron eliminados por los “GAPISTAS” en acciones individuales.

Los objetivos de los rojos fueron los siguientes: exasperar a los fascistas, impulsándoles a reacciones incontroladas y sangrientas que afectarían indudablemente a muchos inocentes, sembrando con ello el odio al fascismo republicano; obligar a los antifascistas no-comunistas a aceptar la lucha en el terreno de la violencia armada, reforzando así la iniciativa roja. La táctica dio sus frutos: los comunistas llegaron a controlar directamente el 80%  de todas las fuerzas partisanas-guerrilleras, y, salvo raras excepciones,  imponer su voluntad a las otras formaciones, bien en el terreno político, bien en el terreno militar.
Y he aquí, volviendo a la crónica de las semanas que siguieron al Armisticio, de qué modo los rojos desencadenaron su “guerra particular”, abriendo bajo los pies de los italianos el abismo de la lucha fratricida.  

*VAYAMOS CON LOS COMUNISTAS *
 Apresurémonos a decir que en la capital, lo mismo que en todas las otras zonas donde arreció la guerra civil, los rojos fueron prácticamente los únicos y auténticos adversarios de los fascistas y de los alemanes, hasta el punto de que, para los soldados del Eje BERLÍN-ROMA, la identidad partisano-guerrillero comunista fue casi absoluta. También en Roma, después del 8 de septiembre, el partido comunista italiano, fundado por TOGLATTI-GRAMSCI, es decir, el PCI, que durante los 45 días badoglianos había tenido tiempo y ocasión de organizarse, entró en la clandestinidad. Su dispositivo de acción se articuló, de acuerdo con las reglas de una perfeccionadísima técnica de la guerra civil, en dos sectores. El primero estaba constituido por el aparato terrorista: se componía de poquísimas escuadras (GAP) que tenían la misión de provocar la reacción del adversario con atentados a base de explosivos y asesinatos  aislados. El segundo, con funciones de encuadramiento y propagadísticas, tenía bases mucho más amplias: lo constituían las “cédulas” y debía explotar, principalmente, la actuación de los terroristas. En otras palabras: debía divulgar e imponer la interpretación, en clave comunista, de las operaciones de los GAP. Emboscadas, asesinatos inútiles, delitos contrarios a toda norma de guerra se transformaban así en “heroicas y gloriosas gestas”; los terroristas eran descritos como “justicieros” en lucha por el bien de la patria y del pueblo; los adversarios, en cambio, era tachados de criminales a los que había que eliminar; aunque la ráfaga de metralleta del terrorista hubiera alcanzado a un simple y desconocido soldado alemán o militante fascista.

Todo el aparato multiplicaba sus esfuerzos cuando ocurría lo que los jefes comunistas acogían de mejor grado: la represalia. Aquellos MUERTOS, AQUELLA SANGRE, se convertían en armas formidables en manos de los comunistas. Los caídos, casi siempre personas del todo ajenas al episodio que había desencadenado la represalia y,  a menudo, a la misma lucha en curso, quedaban transformadas inmediatamente en “mártires de la libertad y de la democracia”; y todos los horrores, todas las monstruosidades del universo eran atribuidas  sus ejecutores. Lo importante era que la opinión pública olvidara lo antes lo antes posible un detalle que resultaba de mucho peso en el cuadro general del episodio: el origen de la represalia. Había que evitar que la gente razonara demasiado acerca del hecho de que si los terroristas comunistas se hubieran abstenido de llevar a cabo el atentado, la represalia no se hubiera producido; había que evitar, sobre todo, que la opinión pública se diera cuenta de la absoluta inutilidad, especialmente desde el punto bélico, de la acción terrorista. Los esfuerzos del aparato propagandístico comunista dieron ya buenos frutos durante la lucha frutecida; terminado el conflicto, la eficaz AGIP-PROP ROJA (agitación y propaganda roja, acción psicológica roja) completó la obra, consiguiendo hacer olvidar o deformando por completo  los aspectos más auténticos, pero también más contraproducentes para los rojos y para sus aliados, de la guerra civil. Pero hay que añadir también que los comunistas (rojos) supieron aprovecharse de la torpeza de ciertos mandos, y, sobre todo, alemanes: éstos se obstinaron en creer que podían liquidar el terrorismo rojo por medio de las represalias, sin llegar a comprender nunca que, al obrar de ese modo, secundaban de lleno los sistemas de lucha del adversario. Si hubieran sabido renunciar a la venganza, habrían privado a los comunistas de una de de sus mejores armas.  Ante todo será oportuno especificar la importancia de las formaciones terroristas rojas en la capital. Los GAP dependientes directamente del mando central comunista eran cuatro, denominados así: “GUISEPPE GARIBALDI”, “ANTONIO GRAMSCI”, “CARLO PISACANE” y “GASTONE SOZZI”. En total, unos treinta hombres. Existían además otros ocho GAP dependientes de las otras tantas zonas en que estaba dividida la organización romana del PCI. Más o menos, otros cincuenta hombres. Los GAP periféricos, sin embargo, permanecieron habitualmente inactivos. Todas estas noticias fueron aplicadas, después de la ocupación de Roma por los Aliados, en L´UNITÀ del 16 de julio de 1944. Y he aquí, siempre de fuente comunista, la relación de las acciones llevadas a cabo por los terroristas en la capital durante los 270 días de lucha clandestina. Se trata, excluyendo la matanza de la VIA RASELLA, de catorce atentados.

En fin, el proceso se desarrolló en una atmósfera apasionada y termino el 8 de febrero de 1853. Los acusados, reconocidos responsables o cómplices de la supresión de veintinueve personas, sólo tuvieron que responder, en realidad, del asesinato del teniente GIACOMO MALAGUTI, el único de la espantosa serie que no pudo ser clasificado como “político” y como a tal afectado por la amnistía. Por el asesinato de LAURA EMILIANI, de los tres COSTA, de los siete GOVONI, de los ocho de Pieve di Cento y de los nueve de San Giorgi di Piano, los jueces consideraron oportuno aplicar la ley hecha promulgar en 1946 por PALMIRO TOGLIATI (fundador con GRAMSCI del PCI), en aquella época ministro de Justicia, de acuerdo con la cual la casi totalidad de los delitos cometidos por los partisanos-guerrilleros comunistas durante la guerra civil y en los 14 meses siguientes quedaban justificados por motivos políticos y, en consecuencia, eran considerados como no punibles. 

Pero en lo que respecta al asesinato de GIACOMO MALAGUTI, que no había sido nunca fascista y había luchado contra los alemanes, los jueces de Primera Instancia de BOLONIA rechazaron toda tesis de las defensas y declararon a todos los acusados corresponsables en bloque: CAFFEO, BERTUZZI, BENINI y BORGHI fueron condenados a trabajos forzados, todos los otros a penas menores. El subsiguiente juicio de Apelación, el recurso de Casación, los indultos y las amnistías no tardaron en dejar en libertad a todos los partisanos-guerrilleros de la “2ª BRIGADA PAOLO”, responsable de atroces matanzas. A CESARE y a CATERINA GOVONI, que sobrevivieron al más inhumano de los dolores y que en 1961 cumplieron, respectivamente, 87 y 82 años, el Estado italiano, tras pensárselo mucho, decidió concederles una pensión de siete mil liras mensuales: mil liras mensuales por cada hijo asesinado.  

BIBLOS:

GIORGIO PISANÓ: Sangre llama Sangre, Ediciones Acervo, Barcelona, 1964, p. 7-12. LIDDELL HART, Was the maquis worth while? En el “Dialy mail” del 1º de febrero de 1947, citado BARDÈCHE  en Lettre à François Mauriac, p. 84 y 128.  Reproducida por  ATTILIO TAMARO. Declaraciones de ROSARIO BENTIVEGNA revista “OGGI”, de Milán, publicadas el 24 de diciembre de 1946. A. KESSELRING, Memorias, Tomo II, p. 163-165.  

DIARIO PAMPERO Cordubensis. INSTITUTO EREMITA URBANUS
Córdoba de la Andalucía, a 6 de enero del Año del Señor de 2011. Fiesta de los Reyes Magos
Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! gspp,*

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