EL NACIONALISMO en las REVOLUCIONES de 1930 y 1943.
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
Por Enrique Díaz Araujo
“Sólo la virtud militar realiza en este momento histórico la vida superior que es belleza, esperanza y fuerza”. L. L.
… “gloriosa tiranía en el individuo considerablemente superior”. L. L. “La hora de la espada”.
“La fuerza, y solamente la fuerza, podía detener la desintegración del orgullo, la dignidad y la solvencia nacionales”. L. L. “La patria fuerte”.
Trataremos aquí de establecer un parangón entre las Revoluciones de 1930 y 1943, en la medida, naturalmente, en que los sucesos históricos distintos pueden ser comparados y en función, por cierto, del Nacionalismo.
En las simplificaciones de los manuales se suelen identificar ambos “golpes de Estado”, bien sea por la obvia ruptura de la legalidad constitucional que implicaron (que no de la legitimidad política, puesto que en el primer caso había vacío de poder, y en el segundo gobierno fraudulento por la eventual ideología “nacionalista” de sus actores activos, y por la sucesiva de los mismos militares (aunque ya ascendidos de oficiales a jefes). No vamos a insistir en esas notas manifiestas y, en cambio, vamos a intentar mostrar los matices diferenciales de ambos acontecimientos político-castrenses.
Por cierto que para dicha tarea nos valdremos de los datos consignados en nuestras respectivas obras: “La conspiración del 43. El GOU una experiencia militarista en la Argentina” (Bs. As. La Bastilla, 1971), y “1930 Conspiración y Revolución”, 3 volúmenes, Mza., Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, 1998. Desde luego que también nos remitimos a esos libros para completar cualquier otra información que se requiera para completar al respecto.
Además, nos ceñiremos a un análisis del asunto castrense, sin incursionar en otros campos próximos o afines. En tal sentido, y en el pórtico de esta labor, podemos efectuar este esquema:
1930:
Conspiración prolongada: sí. Gobierno: obtenido en parte. Ejército: no institucional, oficialidad joven. Ideas: corporativismo; reformismo republicano. Grupo civil nacionalista: La Nueva República. Liga Republicana. Límites de su acción: URIBURU (gobierno) y JUSTO.
1943:
Conspiración prolongada: no. Gobierno: controlado parcialmente. Ejército: movimiento institucional, vertebrado por Logia. Ideas: neutralismo, anti-fraude; anti-comunismo. Grupo civil nacionalista: varios (Alianza, Renovación, etc.) Límites de su acción: presión externa de USA, PERÓN.
Desde otro ángulo de enfoque, pueden catalogarse divisiones castrenses, análogas pero no equívocas.
Así:
1930:
Justitas. B. Profesionalistas (Gral. RICCHERI). Legalistas (Gral. DELLEPIANE). Uriburistas: nacionalistas, conservatistas.
Justistas a.1 MÁRQUEZ. a.2 JUSTO TONAZZI
Profesionales o castillistas; c. Nacionalistas: c.1 Uriburistas (B. B. MOLINA); c.2 B. MEMÉNDEZ; c.3. GOU (P. P. RAMÍREZ).
Pues bien: planteados estos esquicios, pasaremos a su desarrollo.
En 1930, existieron dos conspiraciones paralelas, la de JUSTO y la de URIBURU – amén de la propia conspiración radical o de PALACIO, de E. GONZÁLEZ y E. MARTINEZ mientras el Gobierno de HIPÓLITO YRIGOYEN fue sostenido militarmente por los profesionalistas, del Gral. PABLO RICCHIERI y los Legalistas, que obedecían al Gral. LUIS DELLEPIANE. Hubo, pues, enfrentamientos de distinto signo o direcciones políticas que podrían ser propuestos de esta manera.
Conspiración palaciega o Radical.
Cuyo objetivo era la sola licencia o renuncia de H. YRIGOYEN a la presidencia. Quería un gobierno, “legal” de “yrigoyenismo sin YRIGOYEN”; es decir, con el vicepresidente ENRIQUE MARTÍNEZ ejerciendo la Presidencia, y con el Ministro ELPIDIO GONZÁLEZ a cargo del Partido Radical. En ese plano interno disputaron con el ministro HORACIO OYHANARTE, quien quería servirse de YRIGOYEN para afianzar su propia sucesión política. Esta conspiración tuvo el apoyo del Ministro de Justicia, JUAN DE LA CAMPA, de los parlamentarios DIEGO LUIS MOLINARI, DELFOR DEL YALLE, VÍCTOR JUAN GAILLOT y EDGARDO GIUFFRA, entre otras, del Intendente JOSÉ LUIS CANTILO, DEL Ministro de la Suprema Corte ROBERTO REPETTO, del jefe de la policía, Cnel. JUAN JOSÉ GRANEROS, y de la mayoría de los mandos militares, esto es, de los comandantes de la I, II, III y V División de Ejército, Generales JOSÉ MARCILESE, ELÍAS ÁLVAREZ, ANIBAL J. VERNENDO y JUAN E. VACAREZZA, además de gran parte de la Armada (en particular del Calte. SEGUNDO R. STORNI).
Conspiración Democrática-Liberal Opositora, o Justista:
Encabezada por el Gral. Div. AGUSTÍN P. JUSTO, con varios generales retirados, con fuerzas militares imprecisas de la I y II División, con la Escuela Superior de Guerra y con varios Estados Mayores de las diversas guarniciones. Lo más aparente aquí era el auxilio civil, de la UCRA (LEOPOLDO MELO), de los partidos conservadores (R. SANTAMARÍA, R. MORENO), del P. Socialista Independiente 8F. PINEDO, A. de TOMASO), y del diario “Crítica” (NATALIO BOTANA). Sus operadores principales eran el Cnel. (r) LUIS JORGE GARCÍA y el Tcnl. JOSE MARÍA SAROBE. Su proyecto “constitucionalista” consistía en reemplazar tanto a H. YRIGOYEN cuanto a E. MARTÍNEZ por el presidente segundo del Senado, el senador antipersonalista por Entre Ríos, LUIS ETCHEVEHERE, hasta el llamado a elecciones.
Conspiración Nacionalista-Conservatista, o URIBURISTA:
Organizada por el Tte. Gral. JOSÉ FÉLIX URIBURU. Su plan era la eventual remoción tanto del Poder Ejecutivo como del P. Legislativo, y una eventual Reforma Constitucional, que limitara el sistema democrático con el corporativo (democracia funcional). Los colaboradores principales de URIBURU, en el campo castrense fueron los Tcnls. ALVARO ALZOGARAY y JUAN BAUTISTA MOLINA, y el Calte. ABEL RENARD. Escaso en mandos superiores, el uriburismo tenía una aplastante mayoría entre la oficialidad subalterno. De ahí que su proyecto revolucionario se apoyara en los OE (Oficiales de Enlace), que en cada unidad militar debían proceder a la toma de los cuarteles. Al “tenientismo” militar, correspondía una promoción de civiles diferenciados de los partidos políticos. Así: la Liga Republicana (de ROBERTO LAFERRERE), gestada por el período nacionalista “La Nueva República” (RODOLFO IRAZUSTA). También: la “Legión de Mayo” (ALBERTO VIÑAS), reclutaba en el sector conservador “rancio”, de la Provincia de Buenos Aires y de Salta (MATÍAS SÁNCHEZ SORONDO), CON EL DIARIO “La Fronda” (FRANCISCO URIBURU) y la “Liga Patriota” (MANUEL CARLÉS).
Contra estas conspiraciones estuvieron el Tte. Gral. (R) LUIS DELLEPIANE, Ministro de Guerra, y el Calte. TOMÁS ZURUETA, Ministro de Marina, el “Klan Radical”; algunos jefes militares (Gral. Div. SEVERO TORANZO) y los diarios “La Época” y “La Calle”.
De tales conspiraciones nos interesa la Uriburista por ser la que triunfó y por participar en ella los Nacionalistas. Esa conspiración venció porque estuvo bien concebida y mejor ejecutada por el Gral. URIBURU (contra la opinión de la historiografía tendenciosa o ignorante que atribuye su éxito a un “milagro”). En cuanto a la colaboración de los Nacionalistas, de “La Nueva República” y “Liga Republicana” anexa, cabe anotar un debate historiográfico.
En efecto, MARYSA NAVARRO GERASSI ha escrito que:
“No puede descartarse el papel desempeñado por los nacionalistas, a pesar de su fracaso final. Fueron los que primero propugnaron el derrocamiento de YRIGOYEN. Iniciaron la campaña para la revolución. Dotaron de ideología a URIBURU. También promovieron al dirigente que llevaría a cabo la clase de la revolución que no sólo derribaría a YRIGOYEN sino que también destruiría el tipo de organización institucional bajo la cual pudiera gobernar cualquier YRIGOYEN. Pudieron afirmar con justicia, como lo hicieron en años posteriores, que el golpe de 1930 fue su golpe” (“Los Nacionalistas”, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1968, p. 80).
Si bien nuestro apreciado amigo y maestro ha descartado los argumentos corrientes sobre el influjo Nacionalista (presencia de LEOPOLDO LUGONES, JUAN P. RAMOS, CARLOS IBARGUREN, etc.) y la excesiva credibilidad otorgada a un personaje como JUAN A. CARULLA (de testimonio muy dudoso), creemos que ha omitido la consideración de otros elementos de juicio, que pudieran hacer cambiar su estimación. Apuntaremos solamente los siguientes: a) la tarea conspirativa, encomendada y practicada por la Liga Republicana, de agitación pública (con manifestaciones públicas numerosas; ver GIMÉNEZ PIERES, JORGE (dir.), (“La Revolución del 6 de septiembre de 1930. Su motivo. Sus hombres. Su gobierno. Apuntes para un capítulo de la Historia Nacional”, Buenos Aires, 1931, p. 23-25); b) la inclusión de ERNESTO PALACIO, JUAN CARULLA y RODOLFO IRAZUSTA, en el núcleo de los 28 principales conductores (operadores) civiles de la Revolución, de acuerdo con URIBURU (ver: Diez Periodistas Porteños, “Al margen de la conspiración”, 2ª. Ed., Buenos Aires, Biblos Editorial, sf., p. 31); c) l función de escolta y seguridad de los domicilios de URIBURU, asumida por la Liga Republicana (ver: GARCÍA MOLINA, FERNANDO, y MAYO, CARLOS A., “Archivo del general URIBURU: autoritarismo y ejército”, Buenos Aires, CEAL, 1988, tº 2, pp. 181-183); d) la concentración de la Liga Republicana el 6 de septiembre en la Plaza de Flores, con armas para formar en las columnas revolucionarias. De ellos, unos 70, encabezados por RODOLFO IRAZUSTA y JUAN CARULLA, fueron detenidos por la policía, y trasladados hasta el Departamento Central. Otros, en cambio, como FEDERICO IBARGUREN, consiguieron eludir el cerco policial y pudieron compadecer en el Colegio Militar, a fin de integrar el destacamento de 500 civiles armados, que formo en esa columna (ver: “Orígenes del Nacionalismo Argentino 1927-1937”, Celsius, 1969, p. 47, 46, y CARULLA, JUAN E., “Al filo del medio siglo”, Buenos Aires, La Llanura, 1951, p. 202); e) la enumeración de nacionalistas funcionarios que el 1º de diciembre de 1930, aniversario de la fundación de “La Nueva República”, en el banquete ofrecido, hizo RODOLFO IRAZUSTA (ERNESTO PALACIO y ATWELL de VEIGA, ministro y procurador general en San Juan, respectivamente, A. DELL ORO MAINI, interventor en Santa Fe, SAMUEL MEDRANO, ROBERTO de LAFERRÉRE, EDUADO MUÑIZ, ISIDORO GARCÍA SANTILLÁN, FRANCISCO URIBURU, MARIO ORTIZ MASSEY, funcionarios). Y entre esos ausentes, “el más singular de los argentinos, el Teniente General URIBURU (quien) gobierna en el Fuerte” 8 “El Pensamiento Político Nacionalista”. Antología seleccionada y comentada por JULIO IRAZUSTA, t. II, “La Revolución de 1930”, Buenos Aires, Obligado Editora, 1975, p. 139, 140). Por todo eso, el observador extranjero Cnel. J. BERESFORD CRAWKES, anotaba que las instituciones revolucionarias civiles eran: “la Liga Republicana y la Legión de Mayo nacida la primera por iniciativa de don ROBERTO IRAZUSTA y ROBERTO LAFERRÉRE” (“535 DÍAS de Historia Argentina. 6 de septiembre de 1930 – 20 de febrero de 1932”, Buenos Aires, Imp. Mercatali, 1932, p. 96).
Por supuesto que esa colaboración nacionalista cesó al poco tiempo, dado el predominio del sector conservador “rancio” (según la denominación que JOSÉ MARÍA ROSA (H) le aplica a la fracción partidaria de MARCELINO UGARTE). Esto provocó el alejamiento de los nacionalistas, del que da cuenta ERNESTO PALACIO en su “Historia Argentina”, cuando habla del “elenco de valetudinarios…conservadores en naftalina” con que URIBURU se rodeó, en vez de promover la “Revolución Nacional” (“Historia de la Argentina 1517-1957”, 2ª edición Buenos Aires, Peña Lillo, 1957, p. 370). Calificación un tanto excesiva, desde que ellos mismos, los Nacionalistas de 1930, no tenían en claro la “Revolución Nacional”, que pergeñaron años después; menos podían reclamar a URIBURU su concreción.
Cerrado ese debate – de momento, puesto que él queda abierto a futuras aportaciones al tema -, podemos pasar a tratar del nacionalismo en la REVOLUCIÓN DEL 4 DE JUNIO DE 1943.
Acá, el punto de partida lógico es el largo predominio en los ámbitos político-militares del Gral. AGUSTÍN P. JUSTO. Con su ministro de guerra, el Gral. MANUEL A. RODRIGUEZ, JUSTO se rodeó de los antiguos “profesionalistas” del “30”, dando tinte liberal y oficialista a esa fracción. Con ellos siguió preponderando en la década de 1930-1940, hasta que el Ministro de Guerra del Presidente ROBERTO M. ORTIZ, Gral. CARLOS D. MÁRQUEZ (el famoso “Palomarquez”, del negociado de tierras de El Palomar), se creyó con alas suficientes como para mandar su propio grupo castrense. JUSTO, aprovechando el interinato del vicepresidente RAMÓN S. CASTILLO, en septiembre de 1940, hace designar al Gral. JUAN NERÓN TONAZZI. Luego CASTILLO nombre en su lugar al “uriburista” Gral. PEDRO PABLO RAMÍREZ, en Guerra.
Con la presencia del “castillismo” militar aparece un factor equivoco, YA QUE POR UN LADO SOSTIENE LA NEUTRALIDAD ante la Segunda Guerra Mundial, como los nacionalistas; pero, por el otro lado, contiene y deshace las conspiraciones nacionalistas del Gral. JUAN BAUTISTA MOLINA - del 14 de febrero de 1941, y del Gral. BENJAMÍN MENÉNDEZ, de febrero de 1942. Tales fracasos incidieron en la elección de otra vía, la de la presión o planteo, ejercida por la recientemente creada Logia de los Coroneles.
Y ante la acción del GOU (GRUPO OBRA DE UNIFICACIÓN) se repite de algún modo, la polémica anterior referente al papel de los Nacionalistas en el golpe del 4 de junio de 1943.
GERASSY y ZULETA ÁLVAREZ esta vez están de acuerdo relativamente, acerca de la ausencia de Nacionalistas, mientras es OSCAR TRONCOSO, quien afirma lo contrario.
“Cuando se produjo (el golpe) – dice ZULETA ÁLVAREZ -, sorprendiendo a la mayoría de los Nacionalistas, que se encontraban relativamente cómodos con el arreglo al que finalmente habían llegado con el gobierno de CASTILLO. Como dice NAVARRO GERASSI:
“Nadie quería saber el por qué de la revolución, ni quiénes eran sus jefes (…) En verdad, el golpe sorprendió a todo el mundo, inclusive a los nacionalistas. Diferencia de la rebelión de 1930, en la cual participaron civiles, el derrocamiento de CASTILLO en 1943 fue efectuado exclusivamente por militares. Resulto una operación notablemente bien coordinada”(op. Cit., p. 175).
“Esto es verdad parcialmente, pues si bien es cierto que el golpe del 4 de junio fue estrictamente militar y que el grupo lo llevó a cabo no estaba vinculado con los Nacionalistas, el clima de crítica al gobierno de CASTILLO había ido in crescendo… crítica implacable que el Nacionalismo… hizo durante más de diez años contra el Régimen” (op. Cit., tomo 1º, pp. 504-505).
Frente a ese criterio negativista, OSCAR A. TRONCOSO (socialista antinacionalista) postula lo contrario. Cree ver ya en el estatuto del GOU “principios de neta raigambre nacionalista”, y afirma que:
“Una vez instalado el gobierno del general RAMÍREZ, los nacionalistas – previa eliminación del general RAWSON que no coincida con ellos – aparecieron ocupando cargos públicos por todos los rincones…”
Sin pretender, ni mucho menos, agotar la lista, anotaremos los que recibieron posiciones de importancia GUSTAVO MARTÍNEZ ZUVIRÍA, ministro de Justicia e Instrucción Pública-, DAVID URIBURU, interventor federal en Corrientes; ALBERTO BALDRICH, interventor en Tucumán; almirante LEÓN L. SCASSO, interventor en Córdoba; JOSÉ IGNACIO OLMEDO, presidente del Consejo Nacional de Educación; en el Litoral estaban además: LUIS MARÍA DE PABLO PARDO, G. BRUNO GENTA, y BASILIO SERRANO; en Cuyo, RAMÓN DOLL; CARLOS OBLIGADO, interventor de la Universidad de Buenos Aires; HÉCTOR SÁENZ y QUESADA, decano interventor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, especialista en prohibir homenajes a SARMIENTO; MARIO AMADEO, director de asuntos políticos en el ministerio de Relaciones Exteriores; ADOLFO SILENZI de STAGNI, secretario de la intervención en Tucumán; FEDERICO IBARGUREN, comisionado municipal de la capital en esa provincia; SANTIAGO de ESTRADA, interventor en la Universidad Nacional de Tucumán; presbítero JUAN R. SEPICH, decano interventor de la Facultad de Filosofía y Letras de Mendoza (CUYO); etc., etc., “(“Los nacionalistas argentinos. Antecedentes y trayectoria, Buenos Aires. SAGA, 1957, pp. 67-68).
En realidad, si TRONCOSO hubiera dispuesto de mejor espíritu investigado, hubiera dado con un dato más significativo para lo que deseaba probar, que los que invoca. Se trata de la “RECOMENDACIÓN” incluida en el Boletín de Noticias nº 5 del G.O.U., QUE DECÍA:
“Como un medio de conocer y apreciar algunos de los gravísimos hechos consumados en los gobiernos anteriores, se aconseja la lectura y comentario de la bibliografía siguiente:
La tragedia Argentina, del Sr. BENJAMÍN VILLAFAÑE – Una de las tantas maneras de vender a la Patria, del Señor LUIS J. TORRES.
Folleto a las fuerzas armadas, del Sr. LUIS J. TORRES.
Carta abierta de LUIS J. TORRES al Dr. MIGUEL J. CULACIATI.
Historia de los Ferrocarriles Argentinos, del Sr. SCALABRINI ORTIZ. (En: POTASH, ROBERT A., “Perón y el G. O. U., LOS DOCUMENTOS DE UNA LOGIA SECRETA”, Buenos Aires, Sudamericana, 1984, p. 115).
El historiador FERMÍN CHÁVEZ, al glosar esa “Noticia” del GOU, acota que tanto JOSÉ LUIS TORRES como BENJAMÍN VILLAFAÑE estaban en contacto con los revoluciones de 1943, y que:
“BENJAMÍN VILLAFAÑE, DIEGO LUIS MOLINARI y dirigentes del nacionalismo se reunieron, por ejemplo, con jefes militares revolucionarios en Campo de Mayo, el 14 de marzo de 1942, con motivo del bautismo de JULIA ELENA TORRES, hija del escritor JOSÉ LUIS TORRES, CEREMONIA RELIGIOSA QUE CUMPLIO EL PADRE AMANCIO GONZÁLEZ PAZ, uno de los principales curas nacionalistas y empedernido conspirador desde 1940” (“PERÓN y el Peronismo en la Historia Contemporánea”, Buenos Aires, Ed. Oriente, 1975, pp. 220, 234).
Además, en un plano de más alto influjo, el Boletín de Noticias nº 13, indica:
“La revolución intelectual también ha iniciado su marcha y el nombre del Doctor GENTA en la Universidad del Litoral, será una garantía para el futuro de la juventud argentina”. (POTASH, ROBERT A., op. Cit., p. 115)”.
Por lo tanto, si se quisiera sintetizar la incidencia intelectual nacional sobre el GOU, podría decirse que JOSÉ LUIS TORRES mostraba el campo de los hechos políticos y BRUNO JORDÁN GENTA era el mentor filosófico.
Ahora bien, esos aportes eran aislados, no implicaban a la colectividad nacionalista con el Nacionalismo como tal, el G.O.U. ANOTABA UNA DISTANCIA RELATIVA, al expresar en su documento titulado “SITUACIÓN INTERNA”, DEL 15 DE MAYO DE 1943, LO QUE SIGUE:
“El Nacionalismo también encara la solución de los problemas más o menos revolucionarios. Existen dos tendencias: una que cree conveniente llegar a contar con gran cantidad de adherentes a su doctrina y buscar por medios legales el poder (Movimiento de Renovación). Otra, que considera necesario llegar al gobierno a corto plazo, para lo cual es necesario imponer la revolución y no la evolución (Unión Nacionalista Argentina). Estas fuerzas no están preparadas para un movimiento revolucionario en forma racional. Son todos revolucionarios en potencia, pero parece que esperan la acción del Ejército, contra el cual no desean actuar.
Se puede considerar que en caso de un movimiento comunista estas fuerzas estarán incondicionalmente al servicio del Ejército. Otro tanto ocurrirá en caso de movimientos revolucionarios políticos de cualquier orden. Son fuerzas de orden, mientras no se trate de sus propias aspiraciones” (POTASH, ROBERT A., op. Cit., pp 205-206).
(Véase: DIARIO PAMPERO nº 59, del 25.jun.08; “PERÓN y EL GOU”: jue. 26.6.2008 y “Hostería Volante”, nº 41, La Plata, julio de 1994, pp. 9-14, “PERÓN y el GOU”. Documento tomado de la obra de ROBERT A. POTASH, PERÓN y el GOU- Los documentos de una logia secreta, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1984, pp. 198 y sgs. Una medida: “Entre tanto las fuerzas ocultas, movidas desde el exterior, han invadido literalmente el país en todas sus partes. Hoy se mueven agentes extranjeros de toda clase y toda actividad, encargados del sabotaje contra el Estado. Estos son ayudados por parte de los habitantes que bien pagados trabajan desde la sombra o abiertamente a favor del país o países interesados en penetrarnos).
La toma de distancia transcrita obedecía a la heterogénea composición de la Logia. Allí, junto a jefes nacionalistas, como EMILIO RAMIREZ y URBANO DE LA VEGA, había otros menos definidos, como ENRIQUE P. GONZÁLEZ, y algunos radicales, como EDUARDO AVALOS y MIGUEL ÁNGEL MONTES. Eso, sin contar a JUAN DOMINGO PERÓN, que venía del justismo (hasta 1941 había colaborado con TONAZZI, y que por su luego conocida personalidad, se convertiría en el peor obstáculo para una solución nacionalista de la cuestión argentina).
En suma, que si bien es posible tildar a la logia GOU como pro-nacionalista, nunca llegó a una identificación completa en ese sentido político, ni, por lo tanto, auspicio a los dirigentes Nacionalistas en bloque (dicho esto sin contar el caso del Partido Libertador, de los hermanos IRAZUSTA, que era opositor a ese gobierno).
Bien, al arribar a este punto de nuestra exposición, y para concluir con ella, creemos que se pueden trazar ciertas pautas a modo de consecuencia, a saber:
De manera absoluta – es decir: con su programa y sus hombres ni en la Revolución de 1930 ni en la de 1943 el Nacionalismo definió la situación política.
De modo relativo – por influjo cultural o por control parcial de los cuadros institucionales, en ambas Revoluciones el Nacionalismo incidió decididamente.
Como caso de predominio intelectual, cabe citar al del periódico “La Nueva República”, cuya lectura aconsejó u ordenó el Gral. URIBURU a sus oficiales (ver: GARCÍA MOLINA, FERNANDO, y MAYO, CARLOS A. Archivo, rtc., cit. tº 1, p. 112). Otro tanto cabe apuntar de las obras de JOSÉ LUIS TORRES y RAÚL SCALABRINI ORTIZ, recomendadas por el GOU a sus componentes.
Como ejemplo de control parcial de instituciones, la situación más conocida es la de la provincia de Córdoba, en 1930, cuyo Interventor Federal fue D. CARLOS IBARGUREN. El historiador conservista, tras enumerar a sus ministros, agrega:
“A estos excelentes colaboradores inmediatos se unía un grupo de jóvenes de mi secretaría privada, que había formado en la Liga Republicana, el núcleo juvenil que rodeó al general URIBURU en víspera de la revolución; y lo constituían; ROBERTO DE LA FERRÉRE, EDUARDO MUÑIZ, mis hijos CARLOS y FEDERICO, JOSÉ LUIS OCAMPO, HORACIO TEDÍN y ALBERTO LAVALLE COBO” (“La historia que he vivido”, 2ª. Ed., Buenos Aires, Eudeba, 1969, p. 401).
FEDERICO IBARGUREN añade al listado de su padre los nombres de: “ADOLFO FIGUEROA GARCÍA, BELISARIO HUEYO, CARLOS RUBIO EGUZQUIZA, HERNAN SEEBER, HÉCTOR QUESADA ZAPIOLA y ROBERTO M. THIEGI” (“Origines, etc., cit. p. 55). Es claro que por su edad, fueron relegados a puestos subalternos. En 1943, en las Universidades Nacionales (de CUYO, del LITORAL, de TUCUMÁN y BUENOS AIRES), se repitió el caso.
En niveles más altos de conducción, la presencia nacionalistas fue esporádica. En 1930, algunos jóvenes oficiales nacionalistas (Caps. RICARDO MENDIOROZ, OSCAR RUFINO SILVA, etc.), se desempeñaron en la Secretaría Militar de la Presidencia. Pero sus esfuerzos fueron anulados por el control que ejercía el Gral. A. P. JUSTO del Ministerio de Guerra. En 1943, si bien algunos de aquellos uriburistas del 30, como ARTURO SAAVEDRA, ALFREDO ARGÜERO FRAGUEYRO, BERNARDO MENÉNDEZ, RAÚL OSVALDO PISALES, LEÓN J. BENGOA, AGUSTÍN DE LA VEGA y HÉCTOR J. LADVOCAT, integraban el cuerpo directivo del GOU, su línea fue desbordada pronto por el grupo de PERÓN (aumentado con los “castillistas”). Por la decisión de ciertos jefes que ocuparon ministerios en el gobierno militar – Grls. LUIS C. PERLINGER, ORLANDO L. PELUFFO -, determinados nacionalistas pudieron acceder a cargos importantes (vgr.: ALFREDO VILLEGAS OROMÍ, de “Restauración”, fue presidente de la Comisión Investigadora del caso BEMBERG; BONIFACIO DEL CARRIL, de “Renovación”, fue secretario del Gral. PERLINGER; DAVID URIBURU fue interventor en Corrientes; el Cnel. CARLOS MARÍA ZABALA en Entre Ríos; el Cnel. A. SAAVEDRA en Santa Fe; MARIO AMADEO en la Cancillería; GUSTAVO MARTÍNES ZUVIRÍA y RÓMULO ECHEVERRY BONEO, en el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública; JUAN PABLO OLIVER y JORGE DEL RÍO, en la Comisión de las Concesiones Eléctricas de la Capital Federal, presidida por el Cnel. MATÍAS RODRIGUEZ CONDE, etc.). Liberales y peronistas, en conjunto o separadamente entorpecieron esas gestiones y consiguieron las respectivas renuncias.
La diferencia más notoria para la actividad nacionalista entre los procesos revolucionarios de 1930 y 1943, radicó en el estilo de la conducción. En 1930, en principio hasta abril de 1931, cuando JUSTO, vía RODRIGUEZ, dio su golpe militar, que le otorgó el control de la Revolución -, todo dependía de la personalidad del Gral. URIBURU. Y éste, para la época y su formación, demostró una gran receptividad hacia el mensaje nacionalista. Sin embargo – como en el caso de sus jóvenes oficiales, a quienes de acción de grado -, tal proclividad halló un límite, que los nacionalistas no pudieron franquear. En 1943, el método fue distinto. Se trataba de un organismo castrense secreto. Luego, cual asevera CARLOS OBLIGADO es probable que
“Ni el nacionalismo civil ni fuera del Ejército, conozca la existencia secreta del G.O.U.” (op. Cit., p. 481).
No obstante, existieron contadísimas influencias nacionalistas. Eso ha llevado a “GONTRAN de GÚEMES” a suponer qué:
“el grupo que acabamos de mencionar (MARIO AMADEO, DIEGO LUIS MOLINARI, ALBERTO BALDRICH y SILENZI de STAGNI estaba muy vinculado al GOU (esta logia era gentista en su filosofía) y mantenía estrechos vínculoa con el Club del Plata y con los Centros de Cultura Católica” (“Así se gestó la dictadura”, Buenos Aires, Rex, 1956, p. 41).
Lo que, a nuestro entender, supone un exceso notorio. Porque una logia es una logia, y el secreto es su base.
En tales condiciones, los nacionalistas sólo pudieron ejercer una influencia parcial, indirecta o retaceada. Influjo que, a su vez, cesó cuando PERÓN predominó en la Logia, Entonces:
“PERÓN consideraba que los Nacionalistas, como grupo, resultaban fastidiosos y comprometedores…Y cuando PERÓN necesitó organizar una fuerza popular para ganar las elecciones de 1946, se deshizo del equipo Nacionalista como de un estorbo inútil” (ZULETA ÁLVAREZ, ENRIQUE, op. Cit., tº 2, p. 513).
Y:
“A larga, PERÓN vio a los Nacionalistas más como adversarios que como aliados y, por lo tanto, estaba dispuesto a deshacerse de ellos ni bien afectaran sus intereses políticos” (ROCK, DAVID, “La Argentina Autoritaria. Los nacionalistas, su historia, y su influencia en la vida pública”, Buenos Aires, Ariel, 1993, p. 164).
Luego, si esto es así, como lo es, ¿por qué se continúa considerando en los manuales de historia que las revolucionarios de 1930 y 1943 fueron “nacionalistas”?
Las respuestas pueden ser muchas. Una, entre tantas, se nos ocurre que debe obedecer al hecho cierto de que los demás gobiernos del periodo de crisis (1930-1998) (salvo el cortísimo régimen del Gral. LONARDI, han sido mucho menos nacionalistas que aquellos. Por ejemplo, la circunstancia de que el cohecho y el proxenetismo fueron castigados duramente en esas revoluciones, no se ha repetido después.
De todas maneras, es claro que aquella “Revolución que anunciamos” que dijera MARCELO SÁNCHEZ SORONDO, todavía ésta sin concretarse. Aun hoy la REVOLUCIÓN NACIONAL de la ARGENTINA está pendiente. Y ese es el problema de la Argentina o mejor dicho de la Argentina como problema. Lo demás…es lo de menos. En ese momento, el NACIONALISMO tendrá la palabra.
“En resumen, el país entero se encuentra penetrado y lo que es peor, parte del país mismo (especialmente el elemento directivo pago) está al servicio de quien nos penetra. Por esa razón se ha visto en los últimos que los políticos han rivalizado en la tarea de viajar a ciertos países y recibir órdenes del extranjero”. (Documento “Perón y el GOU” en ROBERT A. POTASH, p. 198)
GRATIAS AGAMUS DOMINO DEO NOSTRO!
DIARIO PAMPERO Cordubensis. INSTITUTO EMERITA URBANUS.
Córdoba de la Nueva Andalucía, diciembre del año del Señor de 2010.
Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA!
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