Por el Dr. Gonzalo Novillo Saravia
“Somos protagonistas de brazos caídos” dijo Abel Posse en una nota hace poco, “somos un conglomerado melancólico, triste, enfermo por la falta de fe y de pasión nacional”.
Estos conceptos me mueven a replantear el aporte que Pilar Rahola nos regaló a los argentinos en tres notas brillantes publicadas el año pasado por “La Nación”, notas de alto voltaje que deberían haber penetrado profundamente en la epidermis de políticos, líderes y formadores de opinión.
Al releer las notas de Pilar, me ha parecido que su dedo se incrusta en las heridas más dolorosas de los argentinos, pero con el sano designio de prevenirnos -con demoledora vehemencia- sobre omisiones históricas cuya responsabilidad nos compete a todos.
Espero que Pilar sea piadosa con esta glosa descarnada, en la que, con exceso de audacia (y bajo riesgo de sacar de contexto) me propongo llevar a cabo, para hacer foco en las cuatro áreas donde su exquisita pluma desnuda los agujeros negros en los que nosotros, los argentinos, nos empeñamos en mirar para el costado.
Asumo ese riesgo, convencido de que esta generación de la dirigencia argentina ya debería ser juzgada por sus silencios y por sus miedos, por su hipócrita actitud del “no te metás” y por su irresponsable tolerancia de aceptar el vale todo con tal de preservar la mezquindad de nuestras quintas.
A lo mejor caprichosa, pero es ésta la categorización que elegí para clasificar la demoledora argumentación de Pilar:
1.- LA IMPUNIDAD DE LOS CRÍMENES COMETIDOS POR LA GUERRILLA
· “Ser meridianamente claro en la denuncia de la maldad de una dictadura nunca puede implicar amnesia con la propia responsabilidad, desprecio a las otras víctimas, las que generó el bando “amigo” y, sobre todo, justicia de doble moral.”
· “Cuál es el error que cometen ustedes, los argentinos? La primera idea fundamental es que no hay víctimas buenas y víctimas malas. Las víctimas lo son integralmente, más allá de quienes apretaron el gatillo. La víctima de una dictadura no es más víctima que la que cayó bajo las balas de un grupo de terroristas, decididos a imponer, con la violencia, sus ideas revolucionarias.”
· “No es lo mismo un dictador, que un revolucionario”, gritarán indignados. No. Son dos formas distintas de violencia. Pero ambas dos son violencia. Nadie dio permiso a los militares para secuestrar y asesinar. Sin embargo, ¿por qué es tan difícil afirmar que tampoco, nadie dio permiso a un grupo de iluminados para que se fueran a las montañas, mataran a decenas de personas y crearan un clima de terror?”
Sin duda los jueces de la Cámara Federal no han tenido la oportunidad de acceder a esta argumentación, ya que hace un par de meses consideraron que la masacre contra el Departamento Central de Policía del 02.07.76 que se llevó 24 vidas es un “suceso aberrante”, pero no un delito imprescriptible.
Al respecto, Pilar señala: “El clima de terror en nombre de una revolución, cuya ideología era totalitaria, ¿quién tuvo el permiso de crearlo? ¿Quién les dio permiso a los Firmenich para decidir la muerte de padres, hijos, maridos de decenas de argentinos? Y, si ello es así, ¿cómo puede construirse el futuro sobre una parte de la memoria trágica ignorando, ninguneando, despreciando a la otra? ¿Cómo pueden quedar impunes los “otros” crímenes, los “otros” culpables?”.
La penalización de los responsables de las atrocidades cometidas por la guerrilla en los 70´, tropieza hoy –más que con obstáculos jurídicos- con tormentas ideológicas sustentadas sobre la base de la mayoría de votos. Y son estas mayorías las que dan respaldo a la pobrísima argumentación de nuestros jueces.
2.- TODOS LOS MUERTOS MERECEN UN LUGAR EN LA MEMORIA
Más allá del castigo a los culpables, Pilar Rahola aboga por la memoria de las víctimas. Este es un tema casi inédito que pasa desapercibido por la indiferencia y el olvido. Cualquiera que intenta una reivindicación queda automáticamente categorizado como “GOLPISTA”. Esta radicalización miope que simplifica los bandos en blanco y negro, no contribuye más que a la falacia y a realizar piruetas de un contorsionismo que pulveriza todo intento de aproximarse a la verdad.
· “¿Cuántos miles de muertos en nombre de los principios de izquierda en nuestra historia reciente? Y a cada muerto, su silencio, porque el mundo decidió que solo existen las víctimas de las dictaduras de derecha.”
· “Y allí están, en su doble asesinato, el físico y el del olvido. No tienen poetas, ni recuerdos, ni memoria, porque la izquierda decidió no hacer la autocrítica que la historia reclamaba”.
· “En esta Argentina torturada, cuya dictadura sangrienta, malvada y feroz dejó un reguero de sangre, dolor y rabia, existieron víctimas distintas de las víctimas oficiales, víctimas que no tienen su lugar en la memoria, ni reciben el aplauso oficial, ni salen en las lágrimas públicas. Víctimas que aún se esconden por los rincones de la clandestinidad, como si fueran responsables de su propio asesinato, como si, por haber sido escogidas para morir, tuvieran culpa. Esas víctimas reclaman, desde la oscuridad del olvido, su hueco en la historia de la Argentina. Y, sin embargo, aún no lo tienen”.
· “La víctima de una dictadura no es más víctima que la que cayó bajo las balas de un grupo de terroristas, decididos a imponer, con la violencia, sus ideas revolucionarias”.
· “Hay víctimas, pues, en esta Argentina que tanto habla de víctimas, que no tienen quién les escriba. Pero están ahí, sin ojos, sin manos, sin recuerdos, sin palabras. Están ahí, y sus silencios pesan como si fueran gritos”.
Sin duda existe un debate pendiente en la agenda pública que apunte a la reivindicación de todas las víctimas. Ricardo Goya, un hombre ejemplar, fue fusilado en Alta Gracia, en el año 1975, solo por ser Gerente de Recursos Humanos de una fábrica de automóviles. Dejó seis huérfanos. ¿Cuáles son los sectores de nuestra sociedad que reivindican su figura? ¿alguna calle lleva su nombre? ¿Cuántos mártires como Ricardo Goya han quedado en el olvido? ¿Qué hacemos, quienes les conocimos, por reivindicar tremendos asesinatos?
3.- EL RELATIVISMO ÉTICO DE LA DIRIGENCIA
Conceptualmente, en este capítulo Pilar nos involucra a todos desnudando la falta de valores de nuestra sociedad.
· “La actitud de una parte del espectro social, que minimiza, justifica e incluso avala el terrorismo, es un penoso síntoma del relativismo ético que practican muchos líderes de izquierda, hasta el punto de no conmoverse ni con la muerte masiva”.
· “Ahí está, para vergüenza de Argentina, el brindis que Hebe de Bonafini hizo, celebrando el atentado del “11-S”. Un total de 4.000 personas con sus vidas convertidas en humo en manos del terror, y la risa de Bonafini bendiciendo la matanza. Hebe representa el paradigma de una izquierda violenta, revanchista hasta la locura, inequívocamente reaccionaria.”
·“Sin embargo, ¿es ella lo alarmante? Al fin y al cabo, personajes como Hebe no son nuevos en el mercado del populismo demagógico. No. Lo alarmante es que el día después del brindis de muerte, las Hebes continúen teniendo micrófonos, vida social activa, miles de pesos de ayuda pública y hasta el aval institucional”.
· “Eso es el relativismo ético, ésa es la quiebra de valores que, con angustiosa naturalidad, se puede respirar en la Argentina que avala determinado progresismo”.
4.- LOS ARGENTINOS Y EL PASADO
Por último, me ha parecido oportuno reproducir los conceptos que Pilar expuso en las notas de La Nación sobre nuestra vocación permanente de caminar mirando hacia atrás:
· “A la Argentina le pesa tanto el pasado, que a veces parece que habita en él, como si la realidad no fuera más que su derivada”.
· “Un pasado, además, mirado con ojo tuerto, donde los dictadores y sus cómplices reciben el legítimo repudio y lentamente van pisando los suelos de la justicia; pero cuyos terroristas son considerados héroes del pueblo. “HÉROES!!!”. Lacra de toda Latinoamérica y no sólo de Argentina”..
· “Chile y Uruguay encontraron su camino, atribulado, doloroso y valiente, hacia la reconciliación. Argentina prefiere chapotear en un eterno barrizal. Personalmente, no estoy segura de que alcance justicia, pero conseguirá niveles notables de venganza. Y eso, que alimenta a las furias del pasado, puede ser dinamita para el futuro”.
El desafío de reproducir estas pinceladas del pensamiento de Pilar Rahola apunta a rescatar la visión objetiva de un observador externo, ajeno a compromisos ideológicos, y desnudo de resentimientos. Creo sinceramente que este aporte de Pilar Rahola debería instalar un debate que hoy carece de interlocutores. Dejemos de ser protagonistas de brazos caídos y multipliquemos los esfuerzos por buscar la verdad, la justicia y la reconciliación de los argentinos.
15.04.08
El autor es consultor en Imagen y Comunicación
Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero – Cordubensis
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