En la disputa actual entre comunitaristas y liberales el peronismo tiene algo que decir con su idea de comunidad organizada como teoría política en sus dos aspectos: a) como sistema social a construir (que quedó inconcluso, pues el mismo peronismo ha sido una revolución inconclusa y b) como sistema de poder, donde a diferencia del marxismo el poder no se toma, no se conquista, sino que se construye. Esto lo vincula a la idea de hegemonía tan cara a los análisis del presente.La distinción entre gobierno centralizado, el Estado descentralizado y pueblo libremente organizado es medular como aporte politológico. El publicitado ERNESTO LACLAU lo acaba de descubrir como una “novedad” en su último libro (2035) sobre el populismo.
En orden a la ingeniería política de los cuerpos intermedios despotizados en la doctrina social de la Iglesia, para el peronismo son organizaciones libres del pueblo politizadas, que como factores concurrentes, en su aporte originalísimo, la alejan
Tanto de la cogestión socialcristiana como de la autogestión socialdemócrata.
En definitiva, el comunitarismo anglosajón, salvo el caso de ALISTER MACINTAYRE que está apoyado en una metafísica premoderna como lo es la escolástica católica, el resto en su reclamo de autonomías y diferencias, da por supuesto y no cuestiona los fundamentos de la sociedad demo-liberal-capitalista que tenemos, por el contrario los da por aceptados. Esto último nos está hincando, en buen romance, que la proyección político práctica del comunaterismo anglosajón es nula.
Así para los comunitaristas están los campus universitarios, para que allí se entretengan y no molesten al poder político.
En el caso del peronismo, “no hay hombre libre en una comunidad que no lo sea”, lo que en criollo quiere decir que su comunitarismo es político y está obligado a realizarse en esta sociedad. El nacionalismo que propone el peronismo no es el patria chica sino el de patria grande, de alguna manera está latente en esta propuesta la restauración al menos de la unidad americana anterior a la liberación del dominio español. Más cerca aún a la recomposición del virreinato del Río de la Plata- El peronismo desde siempre ha tenido una predisposición iberoamericana buscando la inclusión de Brasil en su idea nacionalista de Patria Grande.

La negación de la política implica la negación del peronismo que es antes que nada una fuerza política expresada en términos de movimiento y no partidocráticos, o de partido político. El peronismo no es ni una religión laica ni una filosofía de vida como abusivamente sostienen los peronianos. Es, específicamente, un movimiento político popular.
En por esta que ha intentado la modificación del régimen de representación política aunque en forma incompleta, pues si bien no modificó la constitución liberal de 1853 en orden a sus mecanismos de elección y representación que fueron respetados, sin embargo existe un caso en cuya constitución se eliminó el monopolio el monopolio de los partidos políticos como únicos representantes del pueblo en la Asamblea legislativa, incorporándose además las diferentes organizaciones libres del pueblo.
El peronismo forma parte de los movimientos nacionales iberoamericanos del siglo XIX a justo título y de pleno derecho pues como rasgos sustantivos de su filosofía política tenemos: a) que afirma la construcción de una Patria Grande de la Antártida al Río Grande en México. Espacio que intentó integrar con sus proyectos políticos del ABC (Argentina, Brasil y Chile) y Sindical del ATLAS (1952). b) que es un movimiento de carácter antiimperialista y en gran medida antisistema. c) sostiene en política internacional una tercera posición ideológica (ni yanquis ni marxistas).
La concepción peronista del Estado se apoya en tres principios fundamentales. El del bien común, clásico a los Estados de bienestar, el de subsidiaridad, por el cual el Estado ayuda y auxilia a realizar a aquellas organizaciones sociales lo que por sí mismas no pueden hacer, y el de solidaridad, que busca la cohesión e integración de todas las fuerzas sociales en un proyecto nacional común.
Sobre los sindicatos es reconocido el aporte original del peronismo en dicho campo, pues los piensa como organizaciones que el pueblo se da libremente y no como en creaciones desde el Estado al modo del fascismo. Y su función es ser factores concurrentes en los aparatos del Estado y no gerentes empresarios como los ha pensado el socialismo con sus variantes cristiana cogestionaria o laica autogestionaria. La personaría gremial por rama o actividad y la autoconstitución de la norma a través de las convenciones colectivas con sus soportes jurídicos. Uno de las causas que explican aún la vigencia de PERÓN con diferencia a otros gobernantes que se mantenían largo tiempo en el poder (Franco, Stroessner, Marcos, Pérez Jiménez, etc., ) es que creó una institución: el sindicalismo argentino, que lleva sus ideales políticos como fundamento de su actividad.
Dentro de las formas contemporáneas de Estado, el peronismo se destaca por privilegiar el desarrollo o subdesarrollo carece de la acumulación del capital propio, de capital nacional suficiente. Pero al mismo tiempo sostiene que las formas institucionales estatales de representación política tampoco son suficientes para la acabada representación popular. Políticamente el Estado es sólo un instrumento al servicio del pueblo y no un dios profano al estilo del fascismo o del marxismo.
El 17 de octubre de 1945, la movilización popular, la democracia participativa, la vinculación directa con su líder a través de la acclamatio, la lealtad a sus tres banderas (Soberanía política, justicia Social, independencia económica), la justicia social (de ahí el nombre de Justicialismo), la independencia económica y la soberanía política son sus tres mitos movilizadores que mantienen sus vigencias política real y efectiva pasados sesenta años de su fundación. Hecho que marca otra diferencia sustantiva con cualquiera de los tantos gobiernos hegemónicos que hubo en el siglo XX (OLIVEIRA SALAZAR, PINOCHET, GÓMEZ, etc., ) y que sólo han durado lo poco más lejos al estilo de un estratega.
En cuanto al populismo, el peronismo contrariamente a lo que se piensa y se divulgan no fue un populismo porque no concibió “al pueblo suelto” como masa informe y maleable. Concibió al pueblo como algo orgánico y organizado, quien se expresa a través de sus distintos estamentos por él mismo creados de acuerdo a sus diversas necesidades e intereses. Pueblo que se manifiesta no solo en el voto sino en las movilizaciones como pueblo libre a través de la vieja acclamatio o en la gimnasia callejera de la huelga o el piquete. Y esto entonces ya no es populismo sino un hecho popular o populismo.
El grave problema del peronismo son sus dirigentes cuya falta ha sido que en más de medio siglo de existencia no lograron crear un mecanismo de elección de sus autoridades más genuinas. Al negar el sacrificio por el otro, han hecho del pueblo peronista un instrumento de sus ambiciones personales. A esto se suma la monserga peroniana de todos aquellos, cientos de miles, que en libros y discursos repiten las frases hechas y los dichos de PERÓN y EVITA, haciendo del peronismo, un anecdotario político tenido por poco serio tanto por sus adversarios como por los estudiosos de la ciencia política.

EVITA, como nuestros gauchos, había nacido y criado en la Pampa y era criolla por los cuatro costados, cosa que obvian todos (¿será porque era rubia o porque el mundo criollo no tiene quien lo defienda, ahora que está de moda hacerse el indio?). Y como el gaucho era “indómita y soberbia”. No se ató a los formales convencionalismos. Dañó los intereses privilegiados y benefició a los más humildes. No fue clasista, ni feminista ni socialista, fue peronista y estuvo al servicio de PERÓN y de su pueblo. Pero es digno decirlo, siempre estuvo un paso adelante en ese proceso revolucionario que nació el 17 de octubre de 1945. Logró el voto femenino e impulsó ella en el Congreso de la Nación la creación de la particularísima Constitución del Chaco y así afirmó:
“ESTOS representantes (los que llegarán a la Asamblea a través los sindicatos, cámaras, colegios profesionales, cooperativas y asociaciones) hablarán por la propia boca del territorio. Serán la voz de la tierra, directa y clara, y dirán lo que saben con pleno conocimiento de causa y pedirán lo que en justicia necesitan”.
PERÓN en “Los Vendepatria” denuncia los diferentes mecanismos que tuvo el imperialismo en su tiempo y en el orden económico nosotros creemos ver en la idea de capitalización popular el más genuino y original aporte del peronismo en economía. Porque esta idea reclama en su desarrollo otras dos: a) la morigeración de la ley de la oferta y la demanda del capitalismo salvaje, por la vieja ley griega de reciprocidad de los cambios, según la cual luego de un trueque comercial justo las dos partes deben quedar en posiciones medianamente equivalentes de las que tenían antes de dicho trato comercial, y no una fundida y empobrecida y la otra enriquecida a costa de la primera. b) la difusión de la propiedad, pues la propiedad privada para el peronismo no hay que anularla (marxismo) ni hay que dejarla en manos de unos pocos (liberalismo) sino que hay difundirla en el seno de toda la ARGENTINA entre los años 45 y 55 pasará de tres millones a once millones de propietarios, realizando la mayor revolución en ese orden, lo que ha tenido como consecuencia directa la mayor clase media, la más extendida de todo Iberoamérica.
Editorial Grupo Abasto, Buenos Aires, 2007.
Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
Diario Pampero Cordubensis Nº 205
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Todos estos agitadores alemanes obedecen más o menos directamente la influencia de los dos jefes intelectuales de la “joven Alemania”, HEINRICH HEINE y LUDWIG BÖRNE. El primero (1797-1856), sobrino de ricos banqueros, corresponsales de los ROTHSCHILD en Hamburgo, fue criado en Düsseldorf en un clima liberal. Poeta, de inclinación helenística, desprecia a los judíos reformistas, que “no tienen el valor de llevar la barba, de ayunar…ni de ODIAR”, pero decepcionado porque su conversión al protestantismo en 1825, no le abrió ninguna puerta, periodista con buena pluma, después de refugiarse en París en 1830, aceptó el papel de cliente pobre de los ROTHSCHILD, cuyo abogado era entonces ADOLFO CRÉMIEUX. Ferozmente anticlerical (“debilitando la fe, escribió, haremos de Alemania una potencia política”) , es el líder de la mayor parte de los cabecillas de la Internacional ya mencionados, DAVID STRAUSS, MOÏSES HESS, el filósofo FEUERBACH (que pensaba que por un fenómeno de alienación religiosa, “¡el hombre inventó a Dios”, pero que después de dejar atrás a HEGEL con su ateísmo humanista, será él mismo traspasado en su naturalismo por el materialismo vulgar de MARX que considera “la religión como opio del pueblo”, y ve en “la creación espontánea la única y práctica refutación de la teoría de la creación”). Entre estos discípulos, por otra parte, parece que no existe un real acuerdo sobre el porvenir del Judaísmo. BRUNO BAUER, reformista, autor de varios artículos sobre la “cuestión judía” en 1842, reconoce que para penetrar dentro de la sociedad deberían emanciparse de su religión. A esto contesta MARX, proponiendo la separación entre la Iglesia y el Estado. Pero no piensa que se debe buscar “el secreto del judío en su religión. ¿Cuál es su base profana (escribe en los “Anales Franco-Alemanes” de 1843? ¿Sus necesidades prácticas, su interés? ¿Cuál es el culto profano del judío? ¿El mercantilismo? ¿Cuál es su Dios profano? El dinero…Ya se emancipó, pues, a través del dinero, posee el poder. Con él y sin él, el dinero rueda el mundo…La letra de crédito (cheque), tal es el verdadero Dios de los judíos…Su emancipación social se realizará cuando la sociedad se emancipe del Judaísmo”. Pero mientras tanto, sus riquezas son el nervio de la Revolución. En cuanto al segundo apóstol, con HEINE, de la revolución en Alemania, LUDWIG BÖRNE (1786-1837), la conquista de la libertad política, la instauración de democracia arrastrarán, por añadidura, la emancipación de sus correligionarios. Ligado a los ROTHSCHILD, su padre JACOB BARUCH, condujo una delegación judía al Congreso de Viena de 1815, luego de la derrota de NAPOLEÓN I. Llamado LOEB BARUCH y criado en el ghetto de Francfort (capital de Alemania, Berlín es la capital de Prusia), apenas con los grandes en los salones berlineses de HENRIETTE HERZ, , fue funcionario de la policía bajo la ocupación francesa, antes de convertirse al luteranismo en 1818 para soplar mejor la revuelta “contra los 36 tiranos de Alemania”. A esta fuerza dedicó enteramente en París los últimos años de su vida.



