“Debéis sobrevivir y mantener la fe en el corazón.
El mundo, cuando yo haya desaparecido, tendrá necesidad todavía de la idea que ha sido y será la más audaz, la más original y la más mediterránea y europea de las ideas. La historia me dará la razón”.
“El fascismo es un ir directo a las cosas…” - (Henri Massi)
Por Vicente Gonzalo María Massot
“EL FASCISMO es el espíritu social y nacional, es el espíritu de equipo ante toda otra cosa. Sería desfigurarle creer que no puede servir más que de muralla a una resurrección de viejas fórmulas homicidas que han llevado a Rusia a la revolución de 1917 y a España a la revolución de 1931. El Fascismo no es marxismo pero combate las mismas injusticias contra las cuales éste propone su mal remedio”.
Robert Brasillach
Es verdad que apelar al éxito como criterio único para determinar el valor intrínseco de los individuos y sus acciones, revela una bajeza de sentimientos alarmantes; pero no es menos cierto que, a la hora de justificarse ante el tribunal de la historia, el hombre antepone el éxito – tanto más si se trata de un éxito militar – a la razón.
Los aliados, vencedores en el campo de batalla, llevaron a Reims la consigna de borrar de la faz terrestre a los movimientos nacionalistas identificados con Europa.
Demasiado trascendente era la realidad del Nuevo Orden – que cada nacionalismo acomodaría a sus tradiciones y circunstancias históricas – para dejarle sobrevivir. Debía difamársela, circunscribiéndole a un campo donde sólo hallaran cabida los resentidos, los neuróticos, los cazadores de semitas y destructores de todo vestigio de cultura. Catalogados, pues, de fascistas – cuando, en rigor, de fascistas propiamente dichos no tenían sino el patriotismo – la Falange, a semejanza del Rexismo, L´Action Française, el Nacional Socialismo y la mismísima Guardia de Hierro, quedaron incursos del “nuevo delito”.
El móvil de semejante confusión tuvo por objeto desacreditar, a fin de condenar luego, a quienes sólo podía imputárseles su amor a la Patria. Y como la victoria sí da “derechos”, y el éxito, según los aliados, hablaba de su bondad y de la legitimidad de sus aspiraciones, esa condena fue ejecutada: a la entrega de Europa, continuóle el crimen de Nüremberg.
EL MÉRITO FASCISTA
Ahora bien, elogióse al fascismo por haber sido el primero en conquistar el Estado y ejercitar una política que conjugaba, en acabada simbiosis, a la tradición y a la revolución. “Desde hace muchas décadas – escribe THIERRY MAULNIER - los teóricos de la revolución no concibiendo más revolución que la marxista, han forzado a sus adversarios a penetrar en su propia dialéctica. Es característica QUE LOS ADVERSARIOS DE LA REVOLUCIÓN , al igual que los revolucionarios, no hayan pensado en discutirle hecho mismo de la revolución: los primeros la rechazaban tan ciegamente como los segundos la servían… es evidente que aceptando sin distinción el dilema propuesto por sus adversarios entre el orden establecido y la evolución marxista, declarándose por la resistencia y la conservación del orden establecido, los enemigos del marxismo aceptaban ingenuamente ser relegados a la parte condenada de la historia, a la única posición de combate a la que la historia no dejaba ninguna posibilidad… Sean cuáles fueren el valor y las probabilidades futuras de las creaciones fascistas, la novedad y el mérito particular de sus iniciadores ha consistido en escapar a la dialéctica impuesta por el marxismo, y en no aceptar la pretensión marxista de encarnar todas las posibilidades del porvenir…”.
UN IR DIRECTO A LAS COSAS
Cuando BENITO MUSSOLINI, el último gran romano, sentó las bases del fascismo, sintetizadas en su celebre frase a HENRI MASSIS: “EL FASCISMO ES UN IR DIRECTO A LAS COSAS”, en puridad estaba sentando la primacía dell realismo sobre las construcciones políticas a priori. Significaba la revancha de los hechos, cantantes y sonantes, sobre las telarañas ideológicas, y del orden natural sobre los castillos de naipes antihistóricos.
Esa defensa apasionada de las cosas, traducida en una beligerancia práctica, vital, de espaldas a los prejuicios que deforman la realidad y a toda trama de enredos teóricos, inauguraba, en la política moderna, el reinado de lo concreto sobre lo abstracto. De las Corporaciones sobre las sociedades anónimas para la explotación del sufragio universal; del vivir peligrosamente sobre el engorde burgués; de la moral combatiente sobre la decadente moralina pacifista; del “yo concebido como un nosotros”, sobre el individualismo y el hormiguero anónimo y masificado; del problema social entendido como ético y no como pura y exclusivamente económico; de la revolución nacional sobre la marxista.
Transformar a la masa ígnara, proletarizada e internacionalizada, en un pueblo jerárquicamente organizado fue la revelante tarea del fascismo. Sólo la fina finalidad del Duce pudo obrar el milagro de militarizar u encauzar dentro de los marcos estatales a un pueblo a que comenzó por devolverle su perdida conciencia nacional y al que terminó dándole una convicción, inasequible al desaliento, en el destino de un imperio naciente.
TODOS SOMOS FASCISTAS
Claro que nada de esto reconocieron ni reconocen los enemigos del fascismo. Munidos de ese desdén bellaco, de grosería innataza con que trasquilan todo lo bello y talentoso que acierta a caer en sus manos, los rojos catalogaron, sin excepción, de fascistas a quienes no participasen de su catastrófica visión economicista de la historia. Desde entonces, no sólo MUSSOLINI sino medio mundo vióse, de buenas a primeras, con el sambenito a cuestas: pues lo que empezó que empezó siendo patrimonio exclusivo de liberales y marxistas, hoy a llegado a ser un “derecho” hasta del socialismo africano, de taparrabos y vidrios multicolores.
Según las épocas, el fascismo aparece y desaparece como arte de magia. Momentáneamente había desaparecido; más el patriótico golpe militar chileno, que eliminó a ALLENDE del mapa, puso a los rojillos histéricos, y hubieron de resucitarlo a MUSSOLINI.
A “Le Monde”, un diario blanduzco y baboso, identificado con las izquierdas rosadas, las botas le causan un horror visceral. Expresó: “ALLENDE fue una esperanza pisoteada por las botas y el fascismo…”. Y es claro por qué lo hizo, toda vez que “El Monde” prefiere el tercer sexo al sexo masculino, el color rosa al celeste y, lógicamente, las chancletas a las botas. En nuestro país, el “Encuentro Nacional de los Argentinos” (E.N.A), a través de su secretario general, acusó a “bandas fascistas” de haber derrocado, juntamente con el imperialismo yanqui, a SALVADOR ALLENDE, MOÍSES CHEVNIAVSKY, NILDA TENEMBAUM y demás intelectuales de pacotilla, permítense identificar, así como así, al fascismo con los yanquis. Los funden, los confunden,, y, tras meterles en la misma bolsa, les atribuyen el golpe de Estado. Corta memoria la de estos “gauchitos” que durante los años 40, mientras concurrían a las orgías stalinianas, vivaban a los norteamericanos voz en cuello. Hoy, siguiendo al P. C., su amo, les condenan; y mañana, quizá, vuelven a darles de besos y abrazos …cosas vederes…
Idéntica ola de antifascismo inundó los diarios y demás medios de “desinformación” a la muerte de NERUDA. Es que sus amigos grafómanos, ensimismados en los izquierdosos cubiles del arte comprometido, no encontraron mejor manera de otorgarle una pátina heroica a su deceso que acusando al fascismo de haberle matado.
En realidad, NERUDA había muerto en la cama como cualquier hijo de vecino.
COLOFON
Demandar al comunismo rigor científico e histórico al tratar el tema “FASCISMO”, resulta inútil. El brulote continuará, aquí y allá, siendo lanzado al boleo. Sin embargo, de perseverar los rojos, rojillos y rosados en esta tesitura, en pocos años más no existirá persona exenta del terrible pecado.
Bromas aparte, la fijación manifestada contra el mayor peligro para la subsistencia del achatado mundo de la posguerra. Verse, por tanto, acusado de fascistas, si bien supone, estrictamente hablando, un disparate, es al mismo tiempo – por venir de donde provienen las acusaciones – un indicio alentador.
“El propio MUSSOLINI ha declarado con frecuencia que el fascismo no es artículo de exportación. Esto no significa, naturalmente, que el fascismo no vea con simpatía los grupos políticos caracterizados como fascistas en otros países, movido a ello por razones prácticas, puesto que cada uno de tales grupos puede ser un factor de influencia para Italia, aunque sólo sea contrarrestando dentro de su país respectivo cualquier tendencia hostil a Italia. El hecho de que el fascismo no pretenda una difusión sistemática, como lo hace el comunismo, no debe, sin embargo, apartar la atención de sus repercusiones. Esta observación robustecerá el convencimiento de que ni de Roma ni de Moscú llegan fórmulas que satisfagan a nuestras necesidades. No queda, por consiguiente, sino “esforzarse y buscar el remedio propio dondequiera que esté”.
ERNST WILHELM ESCHMANN, El Estado fascista en Italia, Editorial Labor, Barcelona, 1931, 227 pp. 195-196.
Salmo
Desde la prisión
La obra de los malvados es perecedera,
Los ídolos de plata que ellos mismos elevaron
Se derrumbarán un día sobre su base de arena,
Y la noche caerá sobre soñadas formas.
Oh, Señor, tú sabes que, tumbados sobre la paja
Nosotros, a quienes han aherrojado detrás de estos cerrojos,
Nosotros, para quienes los soldados de estas fuertes murallas
Hacen sonar, en los corredores, sus botas claveteadas.
Oh, Señor, tú que, tumbados sobre la paja
O sobre el duro cemento de las prisiones sin tragaluz,
Hemos sabido guardar en nosotros, costara lo que costara,
La esperanza, sin desfallecer, en días más hermosos.
Hemos hecho acopio de las viejas ternuras,
Hemos dibujado sobre el yeso de las paredes
Los mágicos retratos de nuestra santa juventud
Y nuestros corazones sin remordimientos saben que aún son puros.
La necedad, fuera, se baña en la sangre roja,
Y el enemigo, ya, se cree inmortal,
Pero sólo él cree, aún, en su largo reinado
Y nuestros barrotes, Señor, no tapan el cielo.
Roberto Brasillach, Poemas de Fresnes.
¡Oh tempora, o mores” de 1944 a 2009. ¡Vae Victis!
Editó Gabriel Pautasso
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