“Hay dos historias: la historia oficial, embustera, que se enseña “ad usum Delphini”; y la historia secreta, en la que se encuentran las verdaderas causas de los acontecimiento: una historia vergonzosa”. Honoré de Balzac
Por Joaquín Bochaca
“El capitalismo se parece a la propiedad como el sofisma se parece a un razonamiento, como Caín, tal vez, se parece a Abel” - Edourd Drumont.
La Banca, que alcanzó un poder determinante en el siglo XIX, ha llegado, en el actual, al dominio absoluto de la vida económica, tanto en el Occidente de la “libre empresa” como en el Oriente “comunista” de China. Hoy en día, cuando se plantea la puesta en marcha de una empresa cualquiera, tenga o no finalidad lucrativa, lo primero que se pondera es la probable actitud de la Banca – local o nacional, según la índole de sus actividades – hacia la empresa en cuestión. Hogaño, casi nada puede hacerse, y practicante nada puede perdurar sin el apoyo de los bancos. De simples ejecutivos de un servicio que debía facilitar el intercambio de las mercancías, han pasado los banqueros a ser, sucesivamente, los reguladores; luego, los controladores, y, en fin, prácticamente los amos de toda la riqueza mundial. Y, apoyándose en ella, del poder político.
SHYLOCK y sus correligionarios de la Edad Media eran unos inocentes monaguillos comparados con los magos de la moderna Finanza. Al fin y al cabo, los usureros de aquella época cobraban hasta un treinta y un cuarenta por ciento de interés mensual…pero no se debe olvidar que ese alocado interés, por abusivo que fuera, se cobraba sobre un dinero existente, real, tangible, y perteneciente al usurero, el cual corría, además, inmensos riesgos personales, plasmados, a menudo, en penas de presidio, cuando no en “progroms”, expropiaciones y expulsiones. Por el contrario, los modernos banqueros practican, grosso nodo, la siguiente operación: toman prestado un dinero, el de sus impositores, por el, por el que pagan un interés de 0,5 por ciento. Ese dinero lo prestan a su vez al 9 por ciento, lo cual representa un beneficio de 1.800 por ciento; beneficio que no ha dado ni dará jamás negocio alguno. Maravilla el comprobar cómo ningún Estado, ningún juez, ninguna comisión al estilo de la Fiscalía de Tasas que existió años ha en España, ha tomado jamás medidas, por beneficios abusivos, contra esos comerciantes de dinero – y comerciantes monopolistas, no se olvide – cuando por un simple 30 por ciento se han clausurado, a veces, establecimientos, y sus propietarios han ido a parar a la cárcel. Pero no termina aquí el abuso bancario: los bancos no ganan “solo” un ¡1.800 por ciento!, sino que, al multiplicar por nueve sus préstamos, creando moneda escriptural, - moneda falsa, no nos cansaremos de repetirlo -, sus beneficios, al consumarse este auténtico delio contra el Código Penal y contra la Humanidad, se multiplican igualmente por nueve. Por cada cien denarios recibidos de sus impositores, (Evitamos mencionar unidades monetarias vigentes por dos motivos: porque los caballeros de la Finanza, por grotesco que pudiera parecer, suelen querellarse contra sus detractores amparándose en razones patrióticas; así, por ejemplo, hay quién asimila la salud del dolor a la Civilización “Cristiana-Occidental”. El segundo motivo – el que nos inducido a inclinar por el denario – se basa en esa unidad monetaria fue la que sirvió para pagar los servicios del insigne financiero, el Señor ISCARIOTE (DON JUDAS), a quien se ha erigido una estatua en Moscú, y otra en el barrio del Bronx neoyorquino, capital de la Finanza Internacional), el Banco paga a estos un interés anual de medio denario, es decir, 81 denarios, lo que equivale a un beneficio del 16.200 por cien. Descontando los gastos de gestión, personal, etc., dicho personaje debe bajar, pero teniendo en cuenta otras operaciones en que la picaresca bancaria raya a gran altura, no es aventurado suponer que este inaudito negocio deje un 20.000 por ciento de beneficio. ¡Y los cielos no se hunden! … , los fríos monstruosos estatales se ensañan con el pequeño y mediano empresario que disimula sus beneficios para poder sobrevivir. Y los obispos, metro en mano, aquilatan la longitud de las minifaldas, tras lo cual paren trabajosamente un sabio texto en latín… y todos los detentores del Poder – del Poder “oficial”, al menos – guardan atronador silencio ante este atropello de lesa Humanidad.
En tres siglos, la escoria miserable de Europa ha escalado el pináculo del poderío mundial. Ya sólo queda la consolación definitiva del mismo, es decir, la síntesis Capitalismo-Comunismo, tras la cual vendrá “la Paz”. La Paz sin Justicia, paz satánica. La paz del rebaño humano, con unos trescientos pastores y unos cuantos millares de perros policía. Para llegar a la cima, unos hombres diseminados por el Viejo Continente y despreciados por la Humanidad, concibieron, hade unos trescientos años, el mayor robo de la Historia: el Robo de los Siglos. En la actualidad, en nuestro “civilizado” y “democrático” Siglo XX o XXI, sus descendientes, con toda legalidad, y además con patente de honorabilidad, reinan, secreta pero despóticamente, sobre la especie humana. Es el siglo de los Robos.
Joaquín Bochaca, “La Finanza y el poder”, primera edición argentina, marzo de 1981, Ediciones Avanzada patrocinada por C.E.D.A.D.E Centro de Estudios De América y Europa. 28 págs, véase pag. 17-18.
Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero nº 106 Cordubensis
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