“Anna Frank’s Diary, a hoax” (“El Diario de Ana Frank, mentira”).
Ditlieb Felderer; edición a cargo de Lewis Brandon. Institute for Historial Review, USA, 1979. 92 páginas.
Revista “Revisión”, nº 0.vol. I, 30.7.92. págs. 6-11. Buenos Aires, 1992
Intentado refutar el conocido trabajo de RICHARD HARWOOD, “Did Six Million Reallly?” (“¿Murieron realmente 6 millones?”), FELDERER tropezó con algunos datos chocantes sobre el famoso “Diario de Ana Frank”, de cuya autenticidad estaba convencido. El hecho de que HARWOOD incluyera un dato erróneo – el considerar el proceso que enfrentó al escritor MEYER LEVIN con el padre de Ana Frank como prueba de la falsedad del “Diario” – le impulsó a investigar profundamente el tema. Dicho error, como nos recuerda FELDERER, se refería a los derechos de autor de la dramatización del “Diario”. No a la autoría de este. Este error, y otros similares, nos recuerda a los interesados en el revisionismo histórico la necesidad de la mayor escrupulosidad en cuanto a la fidelidad a fuentes y documentos (1). Fruto de las investigaciones del autor es la obra que comentamos, cuyo título no puede ser más expresivo.
El autor, D. FELDERER, nació en Innsbruck, Austria, el 23 de abril de 1942. Tras la caótica situación creada en Europa Central al acabar la Segunda Guerra Mundial, FERDERER logró encontrar refugio en Suecia, cuya nacionalidad adoptó.
En 1959 ingresó en la secta de los “Testigos de Jehová”, realizando frecuentes giras de evangelización. Partidario convencido de la veracidad del “holocausto”, el autor fue modificando su posición a partir de 1968, tras entrar en contacto con la literatura revisionista, convirtiéndose en partidario incondicional de esta escuela.
En cuanto al “Diario” propiamente dicho, su simple aspecto externo es algo que nos deja perplejos. La AFFA (2) afirma que “cuando MIEP y ELLY, los leales amigos de la familia durante el periodo de ocultación, estaba limpiando, encontraron el CUADERNO DE EJERCICIOS (las mayúsculas son el autor) en la que ANA llevaba su diario”. En definitiva, el “Diario” se contenía en un pequeño y simple cuaderno escolar. Tan pequeño como para pasar desapercibido a todos los se alojaban en el pequeño escondite, incluidos el padre y la madre de ANA. Esta impresión de la apariencia física del “Diario” confirmada por una fotografía del mismo, aparecido en el mismo folleto AFFA.
(ANA FRANK: UNA HISTORIA DE HOY. La exposición “ANNE FRANK” se trasladó de Amsterdam a Viena, en donde se está presentando hasta el 30 de octubre de 1996-2009).
El problema surge cuando se trata de explicar cómo se ha podido editar un libro de 230 páginas con el contenido de un pequeño cuaderno escolar, teniendo en cuenta además que no todo el “diario” ha sido publicado. Para complicar más las cosas, el folleto AFFA habla de un “cuaderno de notas con tapas de cartón” de pequeño tamaño (3), mientras que el periódico sueco “Expressen” (10.10.1976) aparece una fotografía del Sr. FRAK sosteniendo un volumen considerable, que se supone que es el “Diario” y que en modo alguno se parece a un “cuaderno”. Además, el “Diario” del folleto AFFA tiene las esquinas redondeadas, mientras que el del “Expressen” las tiene en ángulo recto.
Tampoco se sabe nada prácticamente sobre otros aspectos físicos del “Diario”. ¿Cuántas páginas tiene escritas? ¿Cuántas no escritas? ¿Cómo están unidas las hojas?, ¿cosidas?, ¿grapadas?, ¿atadas?, ¿pegadas? ¿Cuál es su peso? ¿Con qué se ha escrito?. ¿Lápiz?, ¿pluma? ¿Cuál es el color de las páginas? ¿Tienen éstas margen?. Todas estas cuestiones están en el aire, ya que el Sr. FRANK ha tenido siempre mucho interés en impedir el exámen pericial de los investigadores sobre el origen del mismo.
Entrando a analizar el origen del “Diario”, es sorprendente que, a pesar de que las “tensiones era inevitables al vivir ocho personas bajo muchas restricciones en habitaciones estrechas” (4), nadie tuviera la menor idea de que ANA estuviera escribiendo un diario. Incluso el mismo padre reconoce que vio la obra de su hija por vez primera en 1945, a la vuelta del “campo de exterminio”. Resulta asombroso el hecho de que ANA FRANK lograra mantener oculto su trabajo de refinada literatura durante más de dos años (la primera anotación es del 14 de junio de 1942 y la última de agosto de 1944).
En cuanto al cuerpo mismo de la obra, la minuciosa investigación de FELDERER destaca una primera contradicción que, por si sola, basta ya para demostrar el fraude. El pretendido “Diario” afirma: “Me mantuve despierta a propósito una noche hasta las once y media para pegar un vistazo a la luz de la luna. Pero, ¡ay!, el sacrificio fue en vano, pues la luna ILUMINABA DEMASIADO y no quise correr el riesgo de abrir de abrir la ventana” (5). Pero da la causalidad de que, según el Almanaque de 1944, la luna entraba entonces en el período de “cuarto creciente”, lejos aún de la luna llena. Una situación, como señala FELDERER, poco favorable al exceso de luz lunar.
Una de las paradojas más palpables del “Diario”, apunta FELDERER, es el tema del ruido. La necesidad de silencio era vital para ocho personas escondidas en su refugio secreto y con riesgo de ser capturadas. Por un lado el “Diario” dice: “A las ocho y media de la mañana, MARGOT y mamá estaban nerviosos. Ssh…papá, silencio, OTTO ssh…Pim. No abráis el grifo. Andad con cuidado…¡Todo el mundo quieto! Alguien puede oírnos” (6). Mientras que un poco antes nos contaba que “el Sr. y la Sra. VAN DAAN tuvieron una RIÑA TERRÓFICA (de ahora en adelante las mayúsculas en frases entrecomilladas son del autor. Nota de E. AYNAT). NO HABÍA VISTO ANTES NADA PARECIDO. Mamá y papá ni siquiera había soñado CHILLARSE EL UNO AL OTRO” (7). Y MÁS ADELANTE SEÑALA QUE “HUBO PELEAS ESCANDOLOSAS entre el Sr. y la Sra VAN DAAN…Los gritos y ALARIDOS, LOS GOLPES E INSULTOS no habría podido ni IMAGINARLOS” (8). FELDERER comenta irónicamente que principal problema parecía estar en los judíos mismos, no en los nazis.
La necesidad de silencio contrasta también con las prácticas de danza que realizaba ANA FRANK “cada noche diligentemente” (9). Igualmente peculiar es la información de que PETER (otro de los encerrados) cortaba madera y “hacía acrobacias alrededor de la habitación con su gato” (10).
A continuación, FELDERER subraya un párrafo curioso: “Mi padre tenía 36 años cuando se casó con mi madre, que tenía 25 años. Mi hermana MARGOT nacio en 1925 en Frankfurt del Main. Yo seguí el 12 de junio de 1929 y, como éramos judíos, emigramos a Holanda en 1933, donde mi padre fue contratado como Director-Gerente de travies N.V. Esta firma está en estrecha relación con la HOLEN y Cía., en el mismo edificio, y de la que mi padre es socio. En 1938, después de los progroms, mis dos tíos, hermanos de mi madre, escaparon a los EE.UU.” (11). ¿Puede creer alguien con un mínimo de espíritu crítico que este estilo de redacción y esa información pormenorizada de carácter histórico-comercial corresponden a la de una niña de 13 años recién cumplidos?.
Una paradoja más se da cuando ANA FRANK explica en su “Diario” que, a pesar de las continuas razzias que presuntamente realizaban los alemanes en busca de los judíos, el Sr. FRANK y su familia eligen como escondite precisamente LA MISMA OFICINA y ALMACÉN DEL SR. FRANK (12).
Otro detalle inquietante para la veracidad del “Diario” es cuando informa que “LEVIN, un pequeño JUDÍO químico y farmacéutico, trabaja para el Sr. KRALER en su cocina” (13). ¿Cómo es posible que se diga que los judíos holandeses sufren una terrible persecución al tiempo que se reconoce que uno de ellos trabaja pacíficamente y con plena libertad?
La familia FRANK y sus amigos se habían escondido en un ala de la casa, a la que ANA llama “anexo secreto”. “Una de esas realmente empinadas escaleras HOLANDESES va de la pared a la otra puerta que da a la calle. La puerta derecha conduce a nuestro “anexo secreto”. Nadie sospecharía que hay varias habitaciones escondidas tras esa sencilla puerta gris” (14). Admiremos la fina sutileza de ANA FRANK, que había salido de Alemania cuando tenía cuatro años y posteriormente no se había nunca de Holanda, no habla de “escalera” a secas, como habría sido lo lógico en una niña de trece años, sino de “escalera HOLANDESA”. ¿Es normal este conocimiento arquitectónico en una colegiala? ¿Dónde tuvo ocasión ANA de conocer otros tipos de escalera?.
Más adelante, esta niña prodigio ha sido ahora adecuadamente ocultada. El Sr. KRALER pensó que sería mejor PONER UN ARMARIO DELANTE DE LA PUERTA…Ha de ser un armario movible para que se pueda abrir como una puerta” (15). Hasta aquí todo correcto. Pero a continuación dice el “Diario”: “Nunca sospeche lo que nos sucedería a continuación. El propietario de estos locales los vendió sin informar a KRALER y KOOPHUIS. Una mañana llegó el nuevo propietario con un arquitecto para dar un vistazo a la casa. Felizmente el Sr KOOPHUIS estaba presente y ENSEÑÓ A LOS CABALLEROS TODO EXCEPTO EL “ANEXO SECRETO”. Manifestó haber olvidado la llave de la PUERTA. EL NUEVO PROPIETARIO NO INSISTIÓ (16). Nueva contradicción que echa por tierra todo el montaje del “anexo secreto”. Si anteriormente reconocía haber puesto un armario para ocultar la puerta, ¿cómo es que ahora esta puerta es perfectamente visible, ya que el Sr. KOOPHUIS tiene que dar la excusa de haber olvidado la llave?. Sorprendámonos, de paso, ante el escaso interés del comprador por conocer lo que acaba de comprar (y no olvidemos que se hacía acompañar por un arquitecto). FELDERER sostiene que los aspectos referentes al “anexo secreto” y al famoso armario son simplemente invenciones para dar un tono más misterioso y emaciante al “Diario”.
Al lado de las descripciones de la vida cotidiana ANA KRANK se embarca en disquisiciones sobre lo divino y lo humano, que diría NIETZSCHE. Son reveladoras las tendencias sexuales de la jovencita (13 años, no lo olvidemos). Veamos esta perla: “Recuerdo que cuando he dormido con una amiga, he sentido el fuerte deseo de besarla…NO HE PODIDO DEJAR DE SER TERRIBLEMENTE INQUISITIVA SOBRE SU CUERPO…LE PREGUNTE SI, COMO PRUEBA DE AMISTAD, PODÍAMOS ACARICIARNOS MUTUAMENTE LOS SENOS, pero rehusó. LLEGO AL EXTASIS CADA VEZ QUE VEO LA FIGURA DESNUDA DE UNA MUJER, como una Venus, por ejemplo. Me afecta de tal modo… que es difícil impedir que me caigan las lágrimas. ¡Si por lo menos tuviera una amiga! (17). Este párrafo, que entra con todos los derechos en el campo de la pornografía, es del tipo de los que – como lo señala FELDERER – no le gustaría a uno que su hija escribiera. Evidentemente no una visión de una niña, por lo menos de una niña sana, sino una pincelada “sexy” para hacer más comercial el producto. Además, aunque FELDERER no lo señala, nos es muy difícil admitir que, por ejemplo, la frase “no he podido de ser terriblemente inquisitiva sobre su cuerpo” corresponda al vocabulario habitual de una niña de trece años, por muy intelectual que se pretenda.
Como indicio que pueda señalar el verdadero autor – o coautor – del “Diario”, resaltamos que la “Encycop. Judaica” menciona que MEYER LEVIN se estableció en 1958 en Israel, que fue el marco de su obra erótica “Gore e Igor” 9” (18).
(1968).
Confirmando las preocupantes tendencias de ANA FRAK, esta reconoce que “tomo píldoras Valeria (sedantes y antiespasmódicas, nota del autor) TODOS LOS DÍAS contra la ansiedad y la depresión, pero ello no impide que me sienta al día siguiente más miserable” (19). En honor a la verdad, más adelante reconoce que mirar el cielo “es mejor medicina que las píldoras Valeria y el bromo” (20). El problema es que, como señaló el Sr. FRANK en una entrevista con la periodistia judía MARGIT VINBERG (21), LAS PERSIANAS ESTABAN SIEMPRE BAJADAS y las ventanas NUNCA SE ABRIERON. Igualmente, nadie ha informado de dónde sacaba ANA FRANK tal cantidad de alucinógenos.
Las evidentes limitaciones de espacio de esta simple recensión nos obligan a omitir muchos otros interesantes del trabajo de DITLIEB FELDERER. De todos modos, como cara muestra basta un botón, creemos que estos pocos ejemplos es suficiente para dejar constancia de un trabajo que ha asestado un golpe definitivo al que sin duda constituye el pináculo de la literatura del fraude concentracionario. Ciertamiento, antes de FELDERER, se había criticado aquí y allá, con mayor o menor fortuna, la veracidad del “Diario”; pero ahora FELDERER ha dejado simplemente en cueros – con la vergüenzas al aire – a una de las mayores ESTAFAS de nuestra época.
Por eso resulta inexplicable que autoridades nominalmente alemanes hayan introducido este “Diario” manifiestamente apócrifo como libro de texto en las escuelas de la R. F. Alemana. Máxime cuando el “Diario de ANA FRANK” alcanza una cotas de odio y germanofobia RAYANAS en la histeria (22).
Sólo queda manifestar por ver esta obra traducida a nuestra lengua y publicada lo antes posible esta obra implacable de denuncia contra lo que el autor, con cierto, ha llamado “EL MAYOR FRAUDE LITERARIO DEL SIGLO XX”.
Autor: ENRIQUE AYNAT EKNES
(Extraído de la revista “REVISIÓN” (ESPAÑA), nº 3, vol. 1. de septiembre de 1985).
De las NOTAS, la primera que dice: (1) A pesar de lo que afirma FELDERER, consultado obra citada de HARWOOD sin que allí aparezca el error señalado el autor sueco, tal la afirmación de ENRIQUE AYNAT EKNES. HARWOOD habla de que el “pleito versaba sobre la DRAMATIZACIÓN ESCENOGRÁFICA (el énfasis es nuestro) y venta del “Diario” para teatro, cine, radio y televisión. Dramatización encargada a MEYER LEVIN, a quien conoció FRANK en París antes de la primera edición del “Diario”. Lo que HARWOOD es que alega es que “de la lectura de la numerosa correspondencia privada entre OTTO FRANK y MEYER LEVIN, a quien conoció FRANK en París antes de la primera del “Diario””.
Lo que HARWOOD ALEGA ES QUE “DE LA LECTURA DE LA NUMEROSA CORRESPONDENCIA PRIVADA ENTRE OTTO FRANK Y MEYER LEVIN (…) que fuera aportada al juicio como prueba de las partes, SURGE LA GRAVE PRESUNCIÓN IURIS TANTUM de que el “Diario” es sustancialmente una FALSIFICACIÓN y que el autor material de esa falsificación es MAYR LEVIN (R. HARWOOD), “¿Murieron realmente 6 millones?”, Historical Rewiew Press, Chapel Ascott, Ladbroke, Southam, Warwischire, England, pág. 28). Tal vez FELDERER se refiera a una edición anterior de la obra de HARWOOD (Nota de E. AYNAR E.).
EL MAGISTERIO DE LOS ANTIGUOS: “Tan grande es el amor a la Patria, que no podemos medirlo por nuestro beneficio, sino por su propia salvación” (MARCUS TULIUS CICERO).
Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis Nº 274
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