Un gran crimen de los intelectuales españoles
Una lección de alarma y de escándalo
1938 editorial difusión buenos aires- 2009: hace 51 años.
Por Constancio Eguía Ruiz
I – DE UNA DE REVOLUCIÓN A OTRA
Como los grandes cataclismos de una nación suelen obedecer a un trastorno más o menos general de su propia literatura y enseñanza, es tentador indagar por qué pasos contados llegaron muchas plumas y cátedras españolas del siglo XX a conducir la nación al borde del abismo. Y esa ruta desastrosa la descubrimos, con sólo señalar un carácter común, más o menos acentuado, a gran parte de los literatos e intelectuales españoles de nuestro siglo. Carácter que no fue otro, que su REVOLUCIONARISMO BOLCHEVIZANTE.
Desde luego, ese carácter mismo no es más que la última consecuencia de la gran Revolución que agitó los pueblos desde fines del siglo XVIII.
III – LA GRAN TRAICIÓN DE LOS INTELECTUALES
Entre las vanguardias de la Revolución comunista que ha asolado la mitad de España y tendía a asolarla toda, hay que colocar por fuerza a una buena parte de los llamados intelectuales de izquierda. “Insignes traidores” los apellidó PEMÁN en un famoso discurso. Y yo encuentro que lo han sido triplemente. Porque tres veces les viene cuadrar el apelativo, como traidores al pueblo, a la patria y a sí mismos.
Repugnantísima es la gestión de esos flamantes intelectuales respeto del pueblo. Henchidos siempre altisonante pedantería y morando allá en su Olimpo, o en su Limbo, parecían como abstraídos en sus excelsas ideologías, sin bajar del pedestal de su vanidad a enfrentarse con las masas y a vivir entre ellas; a lo más, se dignaban dar reglas específicas de alta filosofía para que otros las educasen.
¡Siempre individualistas y siempre desdeñosos de la plebe!
Y he aquí que después, cuando en los últimos tiempos, el falso democratismo pareció acercarles un poco las masas; ellos, tan despectivos antes, se arrimaron por fin a la fiera, sí, mas no para educarla y amansarla, como pudiera creerse, no para probar en ella sus teorías redentoras, sino todo lo contrario; para halagar las pasiones del populacho, y excitar su ciego instinto destructor, haciendo coro a la más plebeya prensa revolucionaria.
¿Qué venía a ser, si no, aquel democratismo intelectual de última hora, más que un juego innoble de quienes fingían ir al pueblo para salvarle, y en realidad le acosaban para rematarle?...
Nueva y segunda traición de los intelectuales. Esta vez contra la PATRIA, contra la España genuina…En realidad ¿qué les importaba a ellos España?
Legítimos descendientes de aquellos políticos y publicistas carolinos del siglo XVIII, muchas veces habían renegado ya de las glorias tradicionales de su Patria.
Imitando a aquellos primeros laicistas y francmasones, muchas veces habían vuelto las espalda a España por mirar de frente a lo peor del extranjero. No obstante, si atendíamos a sus palabras, sólo una íntima preocupación patriótica les guiaba: la ilusión de estar estructurado, como ellos decían, una NUEVA ESPAÑA del porvenir en todos los órdenes. Porque ellos, los únicos sabios, parecían poseer el verdadero secreto y panacea universal de la filosofía, de la política, de la sociología, de todos los grandes instrumentos de la cultura y de la felicidad de su pueblo.
Pues he aquí la traición. Los que, al parecer, actuaban como renovadores espirituales de la Patria, en libros, en artículos, en conferencias, a guisa de apósteles y caudillos de la verdadera hispanidad; en realidad, estando ellos mediatizados por el peor intelectualismo forastero, no sólo no renovaron a su Patria, sino que poco faltó para que su orientación directiva y pedagógica, divorciarse por completo a aquella juventud, como ellos lo estaban ya, de toda tradición hispánica y de toda continuidad patriótica.
Por ellos hubiera sobrevenido el Finis Hispaniae; porque, precipitándola, como pretendían, en las turbias corrientes democráticas de otros pueblos, iban a dar con ella en el piélago común de la REVOLUCIÓN COMUNISTA, a donde tales corrientes por su propia inclinación y tendencia desembocan.
Otra tercera infidelidad y traición de los mismos siniestros intelectuales; la falta de correspondencia y de lógica consigo mismos, o a lo menos con su aparente finalidad y con sus falaces predicaciones.
Así como los industriales sórdidos que, afectando anhelos de cultura popular, hacen de la Prensa con que comercian un vertedero inmundo de inmoralidad y de sedición, también ha habido (todos los conocíamos por desgracia) institucionistas y catedráticos que, a crearlos a ellos, sólo aspiraban a una intensa y renovada labor de dirección cultural y pedagógica. Pero en realidad de verdad, ¿a dónde han ido a parar su presunción directiva y aquel hipo renovador, de una España, por ellos íntimamente despreciada? Y EN LOS ANTECEDENTES DE LA REVOLUCIÓN, ¿cuál ha venido siendo la actitud de esos hombres, y cual ha sido el remate de su actuación fantástica?...
Durante los últimos años anteriores al actual movimiento, esos descastados e impíos no pensaban en otra cosa que en MINAR el fundamento educativo de la Religión, sustituyéndole con logomaquias utópicas de procedencia MASÓNICA. Su afán era importar a todo trance unos pocos elementos falaces de cultura extraña, sin asimilarlos a la psicología española, y convirtiéndolos por lo contrario en gérmenes de antipatriotismo y de rebelión. Si viajaron al extranjero, fue siempre para sembrar por donde quiera la despección de España y fabricarse allá su propio endiosamiento. Del presupuesto español sacaban a manos llenas, “para formar del porvenir”, según decían, y en realidad era para nutrir con dinero español víboras que se clavasen el día de mañana en el corazón de España. Escuelas, cátedras, ateneos de cultura, instituciones profesionales, todo lo que fundaron y manipularon, parece se convirtió en sus manos en otros tantos nidales de intelectualillos revolucionarios en fortines de la revolución comunista. ¿Es esto ser fieles a su palabra, y mirar por el bien del Estado que le nutría? ¿Si estos hombres no son traidores a sí mismo quiénes lo pueden ser?
Mas no sólo sus intenciones y palabras, también sus mismas personas parece que claudicaron y vendieron al anarquismo de última hora su independencia espiritual y los restos de su conciencia. Porque, en resumen, al ponerse al servicio de la pandilla anárquica y comunista, se entregaron de pies y manos al servicio de la INTERNACIONAL JUDAICO-MASÓNICA, y se hicieron dóciles instrumentos de sus campañas sangrientas y demagógicas; y nada vale que clamen ahora: “No era esto, no era esto”; porque eso era lo que tenía que dar de sí la lógica terrible de sus principios; esas tenían que ser sus inflexibles consecuencias.
¡QUIÉN SIEMBRA VIENTOS DE TRAICIÓN ES MENESTER QUE RECOJA TEMPESTADES DE ODIO REVOLUCIONARIO!
Otros temas:
La Generación llamada “del 98”, la llamada Institución Libre, del Ateneo.
Los gobierno y el profesorado universitario.
Los estudiantes y la F.U.E.
Institutos y Liceos.
Normales y escuelas públicas.
El periodismo liberal de la era monárquica.
El periodismo anárquico de la anterevolución.
El periodismo revolucionario de la República.
Literatura rusófila y precursores rusos.
El período prerrevolucionario de la literatura.
Traducciones e imitaciones durante la República.
Editoriales exóticas y propaganda rusófila.
Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 313
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Una lección de alarma y de escándalo
1938 editorial difusión buenos aires- 2009: hace 51 años.
Por Constancio Eguía Ruiz
I – DE UNA DE REVOLUCIÓN A OTRA
Como los grandes cataclismos de una nación suelen obedecer a un trastorno más o menos general de su propia literatura y enseñanza, es tentador indagar por qué pasos contados llegaron muchas plumas y cátedras españolas del siglo XX a conducir la nación al borde del abismo. Y esa ruta desastrosa la descubrimos, con sólo señalar un carácter común, más o menos acentuado, a gran parte de los literatos e intelectuales españoles de nuestro siglo. Carácter que no fue otro, que su REVOLUCIONARISMO BOLCHEVIZANTE.
Desde luego, ese carácter mismo no es más que la última consecuencia de la gran Revolución que agitó los pueblos desde fines del siglo XVIII.
III – LA GRAN TRAICIÓN DE LOS INTELECTUALES
Entre las vanguardias de la Revolución comunista que ha asolado la mitad de España y tendía a asolarla toda, hay que colocar por fuerza a una buena parte de los llamados intelectuales de izquierda. “Insignes traidores” los apellidó PEMÁN en un famoso discurso. Y yo encuentro que lo han sido triplemente. Porque tres veces les viene cuadrar el apelativo, como traidores al pueblo, a la patria y a sí mismos.
Repugnantísima es la gestión de esos flamantes intelectuales respeto del pueblo. Henchidos siempre altisonante pedantería y morando allá en su Olimpo, o en su Limbo, parecían como abstraídos en sus excelsas ideologías, sin bajar del pedestal de su vanidad a enfrentarse con las masas y a vivir entre ellas; a lo más, se dignaban dar reglas específicas de alta filosofía para que otros las educasen.
¡Siempre individualistas y siempre desdeñosos de la plebe!
Y he aquí que después, cuando en los últimos tiempos, el falso democratismo pareció acercarles un poco las masas; ellos, tan despectivos antes, se arrimaron por fin a la fiera, sí, mas no para educarla y amansarla, como pudiera creerse, no para probar en ella sus teorías redentoras, sino todo lo contrario; para halagar las pasiones del populacho, y excitar su ciego instinto destructor, haciendo coro a la más plebeya prensa revolucionaria.
¿Qué venía a ser, si no, aquel democratismo intelectual de última hora, más que un juego innoble de quienes fingían ir al pueblo para salvarle, y en realidad le acosaban para rematarle?...
Nueva y segunda traición de los intelectuales. Esta vez contra la PATRIA, contra la España genuina…En realidad ¿qué les importaba a ellos España?
Legítimos descendientes de aquellos políticos y publicistas carolinos del siglo XVIII, muchas veces habían renegado ya de las glorias tradicionales de su Patria.
Imitando a aquellos primeros laicistas y francmasones, muchas veces habían vuelto las espalda a España por mirar de frente a lo peor del extranjero. No obstante, si atendíamos a sus palabras, sólo una íntima preocupación patriótica les guiaba: la ilusión de estar estructurado, como ellos decían, una NUEVA ESPAÑA del porvenir en todos los órdenes. Porque ellos, los únicos sabios, parecían poseer el verdadero secreto y panacea universal de la filosofía, de la política, de la sociología, de todos los grandes instrumentos de la cultura y de la felicidad de su pueblo.
Pues he aquí la traición. Los que, al parecer, actuaban como renovadores espirituales de la Patria, en libros, en artículos, en conferencias, a guisa de apósteles y caudillos de la verdadera hispanidad; en realidad, estando ellos mediatizados por el peor intelectualismo forastero, no sólo no renovaron a su Patria, sino que poco faltó para que su orientación directiva y pedagógica, divorciarse por completo a aquella juventud, como ellos lo estaban ya, de toda tradición hispánica y de toda continuidad patriótica.
Por ellos hubiera sobrevenido el Finis Hispaniae; porque, precipitándola, como pretendían, en las turbias corrientes democráticas de otros pueblos, iban a dar con ella en el piélago común de la REVOLUCIÓN COMUNISTA, a donde tales corrientes por su propia inclinación y tendencia desembocan.
Otra tercera infidelidad y traición de los mismos siniestros intelectuales; la falta de correspondencia y de lógica consigo mismos, o a lo menos con su aparente finalidad y con sus falaces predicaciones.
Así como los industriales sórdidos que, afectando anhelos de cultura popular, hacen de la Prensa con que comercian un vertedero inmundo de inmoralidad y de sedición, también ha habido (todos los conocíamos por desgracia) institucionistas y catedráticos que, a crearlos a ellos, sólo aspiraban a una intensa y renovada labor de dirección cultural y pedagógica. Pero en realidad de verdad, ¿a dónde han ido a parar su presunción directiva y aquel hipo renovador, de una España, por ellos íntimamente despreciada? Y EN LOS ANTECEDENTES DE LA REVOLUCIÓN, ¿cuál ha venido siendo la actitud de esos hombres, y cual ha sido el remate de su actuación fantástica?...
Durante los últimos años anteriores al actual movimiento, esos descastados e impíos no pensaban en otra cosa que en MINAR el fundamento educativo de la Religión, sustituyéndole con logomaquias utópicas de procedencia MASÓNICA. Su afán era importar a todo trance unos pocos elementos falaces de cultura extraña, sin asimilarlos a la psicología española, y convirtiéndolos por lo contrario en gérmenes de antipatriotismo y de rebelión. Si viajaron al extranjero, fue siempre para sembrar por donde quiera la despección de España y fabricarse allá su propio endiosamiento. Del presupuesto español sacaban a manos llenas, “para formar del porvenir”, según decían, y en realidad era para nutrir con dinero español víboras que se clavasen el día de mañana en el corazón de España. Escuelas, cátedras, ateneos de cultura, instituciones profesionales, todo lo que fundaron y manipularon, parece se convirtió en sus manos en otros tantos nidales de intelectualillos revolucionarios en fortines de la revolución comunista. ¿Es esto ser fieles a su palabra, y mirar por el bien del Estado que le nutría? ¿Si estos hombres no son traidores a sí mismo quiénes lo pueden ser?
Mas no sólo sus intenciones y palabras, también sus mismas personas parece que claudicaron y vendieron al anarquismo de última hora su independencia espiritual y los restos de su conciencia. Porque, en resumen, al ponerse al servicio de la pandilla anárquica y comunista, se entregaron de pies y manos al servicio de la INTERNACIONAL JUDAICO-MASÓNICA, y se hicieron dóciles instrumentos de sus campañas sangrientas y demagógicas; y nada vale que clamen ahora: “No era esto, no era esto”; porque eso era lo que tenía que dar de sí la lógica terrible de sus principios; esas tenían que ser sus inflexibles consecuencias.
¡QUIÉN SIEMBRA VIENTOS DE TRAICIÓN ES MENESTER QUE RECOJA TEMPESTADES DE ODIO REVOLUCIONARIO!
Otros temas:
La Generación llamada “del 98”, la llamada Institución Libre, del Ateneo.
Los gobierno y el profesorado universitario.
Los estudiantes y la F.U.E.
Institutos y Liceos.
Normales y escuelas públicas.
El periodismo liberal de la era monárquica.
El periodismo anárquico de la anterevolución.
El periodismo revolucionario de la República.
Literatura rusófila y precursores rusos.
El período prerrevolucionario de la literatura.
Traducciones e imitaciones durante la República.
Editoriales exóticas y propaganda rusófila.
Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 313
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