Territorio, medios, hombres
En febrero de 1975, el general VILAS entra en operaciones. Cuenta con 3.600 soldados y debe enfrentar a un contrincante preparado desde el año 1969, en una zona de 6.000 kilómetros comprendida entre San Pablo y Concepción. A diferencia de los comandantes MASSETTI y HERMES, del Uturunco y el foco localizado en Taco Ralo, el Ejército Revolucionario del Pueblo no se lanza a una acción suicida. Realiza un plan pormenorizado, en donde los tres elementos: territorio, medios y hombres, son cuidadosamente seleccionados.
¿Por qué Tucumán? La guerra subversiva consiste esencialmente en un conflicto – no sólo ni necesariamente armado – aparecido en un país y que tiene por finalidad conquistar el Estado. Siendo el objetivo último de carácter político, el marxismo intenta consolidarse a través de la coincidencia de sus aspiraciones con las del pueblo. Una provincia como Tucumán donde arrecie la miseria o bien una zona socialmente radicalizada resultan territorios inmejorables a efectos de llevar a cabo los planes revolucionarios comunistas. Tucumán, por sus características topográficas, sociales y económicas y por la acción disolvente de los sacerdotes tercermundistas ofrecía a la guerrilla castrocomunista un campo óptimo.
Cuenta con la Universidad Nacional más importante del Noroeste, centro desde el cual hubo de financiarse el relevamiento de la zona selvática donde operaban los insurgentes. Tiene, asimismo, la característica de que sólo 30 o 40 kms. separan
La capital, San Miguel, y su cinturón industrial, de la selva, el monte. Así, pues, controlando las diversas facultades, concientizando a los obreros fabriles y a los trabajadores de la cañas, mediante una labor psicológica que duró cinco años y contó con la colaboración de la FOTIA y ATILIO SANTILLÁN, y, además, gozando de la impunidad de saber que ni la policía provincial, ni el Ejército Argentino podían hacer nada, por carecer de órdenes, el ERP hizo pie en Tucumán y planeó su estrategia, sin perjuicio de seguir actuando en otras provincias y mantenimiento sus cuadros intactos a lo largo y ancho del país.
El territorio elegido fue Tucumán. Alí podrían desarrollarse ambos tipos de guerrilla – la urbana y la rural – además,, se conocía y dominaba la geografía del lugar y se contaba a partir de mayo de 1973 con el apoyo tácito de la gobernación.
A un tiempo, el Ejército Revolucionario del Pueblo necesitaba medios que consiguió no sólo a través efectuados desde su creación si no también gracias a la ayuda financiera de la IV Internacional trotzkista con sede en París, no en Moscú o La Habana. Las armas largas utilizadas en el monte o la selva no proceden del extranjero, aún cuando los calibres menores hallados tras los combates de San Gabriel y Manchalá permiten establecer la tenencia de revólveres Smith & Wesson, pilas de origen mexicano y diversos productos foráneos, fruto del contrabando paraguayo.
En el monte, el ERP almacenó, durante sus años de preparación y formación municiones y armamento pesado, incluidas las dos ametralladoras robadas al Batallón de Comunicaciones 141 en Córdoba. Respecto del agua necesaria, los ríos que bajan del cerro – y son numerosísimos en el lugar -, evitan cualquier inconveniente. Los alimentos, que pagan a precio de oro, les son suministrados, hasta la llega del Ejército Argentino, por lugareños del monte; después, por grandes abastecedores inescrupulosos.
Los guerrilleros no cuentan con borceguíes ni cascos. Generalmente visten de milicianos y calzan zapatillas “addidas” En caso de ser heridos, el material sanitario secuestrado resultó ser superior al del mismo Ejército Argentino, por lo que no tienen problemas. Dentro del campamento, que puede ser grande y albergar hasta 60 hombres y cuatro carpas de campaña, las mujeres son comunes.
Finalmente, el tercer elemento: los hombres, fueron reclutados de distintas maneras. El contingente original de la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez lo forman cuadros directivos del ERP, y muchos elementos entrenados en Cuba, y elementos extranjeros – chilenos, uruguayos, paraguayo, bolivianos, cubanos – enviados por la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR). En Tucumán, se inició en la lucha a obreros de la caña, desesperados económicamente, ofreciéndoseles cinco millones de pesos al enrolarse y un millón mensual Controlando varios pueblos al pie de los cerros y explotando hábilmente la miseria, el ERP consiguió en un principio buena cantidad de combatientes. Sin embargo, comenzaba la acción de la V Brigada, no a logrado reclutar a ningún nuevo “fule” – tal como denominan los tucumanos al guerrillero – desde mayo.
Sobre un territorio trabajado políticamente, con medios más que suficientes y hombres bien entrenados en el monte, ROBERTO MARIO SANTUCHO debió comenzar una nueva guerra en febrero del 75.
La guerra total
En todas las guerras, incluida le de guerrillas, la principal lucha se desenvuelve entre los ejércitos para ganar primero y retener después la iniciativa. Ganar la iniciativa supone la ventaja de la actividad contra la pasividad del bando que se limita a esperar, e importa una libertad de acción de la cual carece el contrario.
Hasta el comienzo de las operaciones el ERP tenía la iniciativa. Desplegaba, entre la población una trabajo de intimación y una campaña psicológica que le permitió dominar el territorio y las conciencias. Los campamentos “fules” estaban en el llano, cerca de los de los conglomerados urbanos y rurales. Al respecto, San Josém situado en los alrededores de San Miguel de Tucumán y Santa Lucía fueron dos de los `pueblos más “trabajados”. Al primero se le cambio el nombre por el de “Barrio Trelew”, mientras en el segundo las incursiones erpianas encolumnadas y desplegando sus banderas, fueran frecuentes.
El General VILAS debió revertir tamaña situación. La guerra, siendo total, no apuntaba solamente a las Fuerzas Armadas. De aquí que para evitar la concientización de los pueblos costeros, se dispuso la creación del Comando Táctico de Operaciones en Famaillá, la inmediata entrada en la selva o el monte y el despliegue, entre las poblaciones hallables en la zona de operaciones de oficiales encargados de detectar los diferentes problemas que aquejaban a los mismos a fin de interceder ante los gobiernos nacional y provincial y darles una situación.
Los primeros sorprendidos de la rápida maniobra culminaba con el establecimiento de fuerzas de tareas en pleno monte fue el ERP. EN DOCUMENTOS SECRETOS, MARIO ROBERTO SANTUCHO cifraba sus esperanzas de victoria en dos factores: la incapacidad y cobardía de los oficiales, quienes no se atreverían, según el santiagueño erpiano, a “arrastrar” al soldado en el monte sino a “empujarlo” y la deserción de la tropa cuando se viera los peligros del monte. El “talón de Aquiles” sería el soldado conscripto venido de Salta y Tucumán, el cual el contingente erpiano-trotzkista subestimada.
Comenzaba las hostilidades, las presunciones del marxismo se demostraron falsas de toda falsedad. La zona llamada de seguridad, es decir, el sector geográfico donde los guerrilleros irregulares gozaban de una tranquilidad absoluta, y se desplazaban ninguna, pronto dejó de existir. Los campamentos erpianos desaparecieron de los llanos y luego estaban en los montes, con la lógica extinción de la campaña ideológica desarrollada entre el componente civil.
Desde el combate de Pueblo Viejo, donde el capitán CÁCERES es muerto, hasta los últimos enfrentamientos, el Ejército Argentino por su V Brigada de Infantería de Monte acabó de ganar la iniciativa militar, logró descabezar buena parte de la jefatura de la compañía de monte “Ramón Rosa Jiménez”.
En distintas acciones de guerra total cayeron ASDRÚBAL SANTUCHO, NEGRÍN, MOLINA y el chileno DAGO, su instructor militar, que le fuera enviado por la JUNTA COORDINADORA REVOLUCIONARIA.
Es cierto, sí, que frente a la guerrilla no hay batallas decisivas, pero no es menos cierto que el resultado de todas las batallas a la postre decide la guerra. En tal sentido, el mito acerca de la invulnerabilidad del ERP se hizo pedazos en las acciones de guerra donde tuvo que enfrentarse al Ejército Argentina y su V Brigada. En Manchalá, el 28 de mayo de 1975, el grueso de la compañía de monte, fuerza - elite del PRT-ERP, 100 hombres, marchaba en columna hacia Famaillá. Su objetivo consistía en tomar el comando táctico, fusilar en la plaza a los oficiales y proclamar desde allí a todo el mundo zona liberada a la provincia de Tucumán.
No había recorrido mitad de camino, cuando se topó con SEIS SOLDADOS CONSCRIPTOS y DOS SUBOFICIALES QUE PINTABAN UNA ESCUELA. Tras varias horas de lucha, el ERP abandonó camiones, municiones, armas y muertos aún cuando so costumbre guerrillera es llevarse a los caídos en combate, demostrando la debilidad táctica de su pregonada efectividad y valentía. No ha habido encuentro alguno, a partir de febrero 75 en que los irregulares partisanos pudiesen alzarse con el triunfo. Al contrario, conforme se siguieron las operaciones, sus reveses aumentaban día a día.
La V Brigada de Infantería, custodia del Noroeste, logró ganar también la iniciativa civil. Desplazando a la guerrilla trozca hacia el monte e interesándose por la suerte socioeconómica de aquellos pobres argentinos olvidados de Dios, de los pobladores lugareños del monte adentro de la zona, el General VILAS se encontró a punto de destruir el intenso y letal trabajo concientizador marxista-leninista. Así, la zafra azucarera aumentó en 1975 en 115.000 toneladas respecto del año anterior, gracias a la existencia de conflictos sociales y huelgas en la zona de operaciones, controlada por el Ejército Argentino.
Solo faltaba aún, interrumpir la llegada de los guerrilleros y partisanos a Tucumán efectuada por las rutas 38 y 301, como también su desplazamiento de la ciudad al monte que atraviesan del camino de HO-CHI-MINH (denominado así por la guerrilla erpiana) coincidente con el curso de los ríos que llevan directamente al cerro. Esto último resulta particularmente difícil en tanto el ERP posea un helicóptero liviano a pistón y goce de la facilidad de los aguanteros santiagueños. En lo referente al reclutamiento en San Miguel de Tucumán, el General VILAS en persona trasladado a ésta luego de seis meses de permanencia en Famaillá, dirige las operaciones en la capital provincial contra la insurgencia erpiana.
La guerra total declarada por el ERP no es convencional. Por ello, la V Briga de Infantería de monte, ha respondido en forma total, sin circunscribir su acción al monte, sino extendiéndola al llano y a la ciudad, a fin de erigirse en victoriosa.
Un General, una Brigada
En Tucumán, cuna de la Independencia, el honor del Ejército Argentino ha quedado a salvo. Basta adentrarse en la selva y el monte para comprender que la V Brigada de Infantería de monte, compuesta por oficiales y suboficiales venidos de toda la República y soldados conscriptos reclutas de las provincias del Norte, ha sido la primera tropa del país. Existía una mística de victoria, ¡nada por sobre la Patria!, una voluntad de servicio, y sacrificio que el riesgo diario, lejos de doblegar, ayuda a engrandecer de la mano de BELGRANO y GÜEMES.
La Centinela del noroeste NO HA TENIDO UNA SOLA DESERCIÓN DESDE EL COMIENZO DE LAS OPERACIONES. Los soldados conscriptos, contra todas las dudas planteadas sobre su valor, realizan la instrucción militar correspondiente en plena selva y monte y, cara a la muerte, pidieron permanecer allí, firmas, defendiendo la Patria. Desertores de otros años se han presentado voluntariamente y, en casos, han caído en combate demostrando un coraje digno de estos hombres que después de un siglo largo renuevan la esperanza de LA ARGENTINA QUE NECESITA PARA SALVARSE UN PELOTÓN DE SOLDADOS DISPUESTO A TODO.
Es lógico que así sea. Es lógico que la V BRIGADA DE INFANTERÍA posea una fe ciega en sus jefes, cuando la oficialidad se recluta entre los BERDINA, CÁCERES, BARCELÓ y tantos caídos siempre al frente de sus hombres; cuando los soldados ven un señor General de la Nación, dispuesto a morir con las botas puestas, carga, pistola y sable, en plena noche y en medio de fuego cruzado.
El Ejército del Norte, pilar y símbolo de la Patria, seguirá cosechando victorias como el Operativo Independencia en las enrevesadas selvas y monte tucumanas al mando del General ADEL EDGARDO VILAS y el Coronel MARIO BENJAMÍN MENÉNDEZ.
DÍA LLEGARÁ EN QUE LA PACIENCIA DE LAS LEGIONES DE LA PATRIA SE ACABE.
Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero Cordubensis nº 22
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En febrero de 1975, el general VILAS entra en operaciones. Cuenta con 3.600 soldados y debe enfrentar a un contrincante preparado desde el año 1969, en una zona de 6.000 kilómetros comprendida entre San Pablo y Concepción. A diferencia de los comandantes MASSETTI y HERMES, del Uturunco y el foco localizado en Taco Ralo, el Ejército Revolucionario del Pueblo no se lanza a una acción suicida. Realiza un plan pormenorizado, en donde los tres elementos: territorio, medios y hombres, son cuidadosamente seleccionados.
¿Por qué Tucumán? La guerra subversiva consiste esencialmente en un conflicto – no sólo ni necesariamente armado – aparecido en un país y que tiene por finalidad conquistar el Estado. Siendo el objetivo último de carácter político, el marxismo intenta consolidarse a través de la coincidencia de sus aspiraciones con las del pueblo. Una provincia como Tucumán donde arrecie la miseria o bien una zona socialmente radicalizada resultan territorios inmejorables a efectos de llevar a cabo los planes revolucionarios comunistas. Tucumán, por sus características topográficas, sociales y económicas y por la acción disolvente de los sacerdotes tercermundistas ofrecía a la guerrilla castrocomunista un campo óptimo.
Cuenta con la Universidad Nacional más importante del Noroeste, centro desde el cual hubo de financiarse el relevamiento de la zona selvática donde operaban los insurgentes. Tiene, asimismo, la característica de que sólo 30 o 40 kms. separan
La capital, San Miguel, y su cinturón industrial, de la selva, el monte. Así, pues, controlando las diversas facultades, concientizando a los obreros fabriles y a los trabajadores de la cañas, mediante una labor psicológica que duró cinco años y contó con la colaboración de la FOTIA y ATILIO SANTILLÁN, y, además, gozando de la impunidad de saber que ni la policía provincial, ni el Ejército Argentino podían hacer nada, por carecer de órdenes, el ERP hizo pie en Tucumán y planeó su estrategia, sin perjuicio de seguir actuando en otras provincias y mantenimiento sus cuadros intactos a lo largo y ancho del país.
El territorio elegido fue Tucumán. Alí podrían desarrollarse ambos tipos de guerrilla – la urbana y la rural – además,, se conocía y dominaba la geografía del lugar y se contaba a partir de mayo de 1973 con el apoyo tácito de la gobernación.
A un tiempo, el Ejército Revolucionario del Pueblo necesitaba medios que consiguió no sólo a través efectuados desde su creación si no también gracias a la ayuda financiera de la IV Internacional trotzkista con sede en París, no en Moscú o La Habana. Las armas largas utilizadas en el monte o la selva no proceden del extranjero, aún cuando los calibres menores hallados tras los combates de San Gabriel y Manchalá permiten establecer la tenencia de revólveres Smith & Wesson, pilas de origen mexicano y diversos productos foráneos, fruto del contrabando paraguayo.
En el monte, el ERP almacenó, durante sus años de preparación y formación municiones y armamento pesado, incluidas las dos ametralladoras robadas al Batallón de Comunicaciones 141 en Córdoba. Respecto del agua necesaria, los ríos que bajan del cerro – y son numerosísimos en el lugar -, evitan cualquier inconveniente. Los alimentos, que pagan a precio de oro, les son suministrados, hasta la llega del Ejército Argentino, por lugareños del monte; después, por grandes abastecedores inescrupulosos.
Los guerrilleros no cuentan con borceguíes ni cascos. Generalmente visten de milicianos y calzan zapatillas “addidas” En caso de ser heridos, el material sanitario secuestrado resultó ser superior al del mismo Ejército Argentino, por lo que no tienen problemas. Dentro del campamento, que puede ser grande y albergar hasta 60 hombres y cuatro carpas de campaña, las mujeres son comunes.
Finalmente, el tercer elemento: los hombres, fueron reclutados de distintas maneras. El contingente original de la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez lo forman cuadros directivos del ERP, y muchos elementos entrenados en Cuba, y elementos extranjeros – chilenos, uruguayos, paraguayo, bolivianos, cubanos – enviados por la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR). En Tucumán, se inició en la lucha a obreros de la caña, desesperados económicamente, ofreciéndoseles cinco millones de pesos al enrolarse y un millón mensual Controlando varios pueblos al pie de los cerros y explotando hábilmente la miseria, el ERP consiguió en un principio buena cantidad de combatientes. Sin embargo, comenzaba la acción de la V Brigada, no a logrado reclutar a ningún nuevo “fule” – tal como denominan los tucumanos al guerrillero – desde mayo.
Sobre un territorio trabajado políticamente, con medios más que suficientes y hombres bien entrenados en el monte, ROBERTO MARIO SANTUCHO debió comenzar una nueva guerra en febrero del 75.
La guerra total
En todas las guerras, incluida le de guerrillas, la principal lucha se desenvuelve entre los ejércitos para ganar primero y retener después la iniciativa. Ganar la iniciativa supone la ventaja de la actividad contra la pasividad del bando que se limita a esperar, e importa una libertad de acción de la cual carece el contrario.
Hasta el comienzo de las operaciones el ERP tenía la iniciativa. Desplegaba, entre la población una trabajo de intimación y una campaña psicológica que le permitió dominar el territorio y las conciencias. Los campamentos “fules” estaban en el llano, cerca de los de los conglomerados urbanos y rurales. Al respecto, San Josém situado en los alrededores de San Miguel de Tucumán y Santa Lucía fueron dos de los `pueblos más “trabajados”. Al primero se le cambio el nombre por el de “Barrio Trelew”, mientras en el segundo las incursiones erpianas encolumnadas y desplegando sus banderas, fueran frecuentes.
El General VILAS debió revertir tamaña situación. La guerra, siendo total, no apuntaba solamente a las Fuerzas Armadas. De aquí que para evitar la concientización de los pueblos costeros, se dispuso la creación del Comando Táctico de Operaciones en Famaillá, la inmediata entrada en la selva o el monte y el despliegue, entre las poblaciones hallables en la zona de operaciones de oficiales encargados de detectar los diferentes problemas que aquejaban a los mismos a fin de interceder ante los gobiernos nacional y provincial y darles una situación.
Los primeros sorprendidos de la rápida maniobra culminaba con el establecimiento de fuerzas de tareas en pleno monte fue el ERP. EN DOCUMENTOS SECRETOS, MARIO ROBERTO SANTUCHO cifraba sus esperanzas de victoria en dos factores: la incapacidad y cobardía de los oficiales, quienes no se atreverían, según el santiagueño erpiano, a “arrastrar” al soldado en el monte sino a “empujarlo” y la deserción de la tropa cuando se viera los peligros del monte. El “talón de Aquiles” sería el soldado conscripto venido de Salta y Tucumán, el cual el contingente erpiano-trotzkista subestimada.
Comenzaba las hostilidades, las presunciones del marxismo se demostraron falsas de toda falsedad. La zona llamada de seguridad, es decir, el sector geográfico donde los guerrilleros irregulares gozaban de una tranquilidad absoluta, y se desplazaban ninguna, pronto dejó de existir. Los campamentos erpianos desaparecieron de los llanos y luego estaban en los montes, con la lógica extinción de la campaña ideológica desarrollada entre el componente civil.
Desde el combate de Pueblo Viejo, donde el capitán CÁCERES es muerto, hasta los últimos enfrentamientos, el Ejército Argentino por su V Brigada de Infantería de Monte acabó de ganar la iniciativa militar, logró descabezar buena parte de la jefatura de la compañía de monte “Ramón Rosa Jiménez”.
En distintas acciones de guerra total cayeron ASDRÚBAL SANTUCHO, NEGRÍN, MOLINA y el chileno DAGO, su instructor militar, que le fuera enviado por la JUNTA COORDINADORA REVOLUCIONARIA.
Es cierto, sí, que frente a la guerrilla no hay batallas decisivas, pero no es menos cierto que el resultado de todas las batallas a la postre decide la guerra. En tal sentido, el mito acerca de la invulnerabilidad del ERP se hizo pedazos en las acciones de guerra donde tuvo que enfrentarse al Ejército Argentina y su V Brigada. En Manchalá, el 28 de mayo de 1975, el grueso de la compañía de monte, fuerza - elite del PRT-ERP, 100 hombres, marchaba en columna hacia Famaillá. Su objetivo consistía en tomar el comando táctico, fusilar en la plaza a los oficiales y proclamar desde allí a todo el mundo zona liberada a la provincia de Tucumán.
No había recorrido mitad de camino, cuando se topó con SEIS SOLDADOS CONSCRIPTOS y DOS SUBOFICIALES QUE PINTABAN UNA ESCUELA. Tras varias horas de lucha, el ERP abandonó camiones, municiones, armas y muertos aún cuando so costumbre guerrillera es llevarse a los caídos en combate, demostrando la debilidad táctica de su pregonada efectividad y valentía. No ha habido encuentro alguno, a partir de febrero 75 en que los irregulares partisanos pudiesen alzarse con el triunfo. Al contrario, conforme se siguieron las operaciones, sus reveses aumentaban día a día.
La V Brigada de Infantería, custodia del Noroeste, logró ganar también la iniciativa civil. Desplazando a la guerrilla trozca hacia el monte e interesándose por la suerte socioeconómica de aquellos pobres argentinos olvidados de Dios, de los pobladores lugareños del monte adentro de la zona, el General VILAS se encontró a punto de destruir el intenso y letal trabajo concientizador marxista-leninista. Así, la zafra azucarera aumentó en 1975 en 115.000 toneladas respecto del año anterior, gracias a la existencia de conflictos sociales y huelgas en la zona de operaciones, controlada por el Ejército Argentino.
Solo faltaba aún, interrumpir la llegada de los guerrilleros y partisanos a Tucumán efectuada por las rutas 38 y 301, como también su desplazamiento de la ciudad al monte que atraviesan del camino de HO-CHI-MINH (denominado así por la guerrilla erpiana) coincidente con el curso de los ríos que llevan directamente al cerro. Esto último resulta particularmente difícil en tanto el ERP posea un helicóptero liviano a pistón y goce de la facilidad de los aguanteros santiagueños. En lo referente al reclutamiento en San Miguel de Tucumán, el General VILAS en persona trasladado a ésta luego de seis meses de permanencia en Famaillá, dirige las operaciones en la capital provincial contra la insurgencia erpiana.
La guerra total declarada por el ERP no es convencional. Por ello, la V Briga de Infantería de monte, ha respondido en forma total, sin circunscribir su acción al monte, sino extendiéndola al llano y a la ciudad, a fin de erigirse en victoriosa.
Un General, una Brigada
En Tucumán, cuna de la Independencia, el honor del Ejército Argentino ha quedado a salvo. Basta adentrarse en la selva y el monte para comprender que la V Brigada de Infantería de monte, compuesta por oficiales y suboficiales venidos de toda la República y soldados conscriptos reclutas de las provincias del Norte, ha sido la primera tropa del país. Existía una mística de victoria, ¡nada por sobre la Patria!, una voluntad de servicio, y sacrificio que el riesgo diario, lejos de doblegar, ayuda a engrandecer de la mano de BELGRANO y GÜEMES.
La Centinela del noroeste NO HA TENIDO UNA SOLA DESERCIÓN DESDE EL COMIENZO DE LAS OPERACIONES. Los soldados conscriptos, contra todas las dudas planteadas sobre su valor, realizan la instrucción militar correspondiente en plena selva y monte y, cara a la muerte, pidieron permanecer allí, firmas, defendiendo la Patria. Desertores de otros años se han presentado voluntariamente y, en casos, han caído en combate demostrando un coraje digno de estos hombres que después de un siglo largo renuevan la esperanza de LA ARGENTINA QUE NECESITA PARA SALVARSE UN PELOTÓN DE SOLDADOS DISPUESTO A TODO.
Es lógico que así sea. Es lógico que la V BRIGADA DE INFANTERÍA posea una fe ciega en sus jefes, cuando la oficialidad se recluta entre los BERDINA, CÁCERES, BARCELÓ y tantos caídos siempre al frente de sus hombres; cuando los soldados ven un señor General de la Nación, dispuesto a morir con las botas puestas, carga, pistola y sable, en plena noche y en medio de fuego cruzado.
El Ejército del Norte, pilar y símbolo de la Patria, seguirá cosechando victorias como el Operativo Independencia en las enrevesadas selvas y monte tucumanas al mando del General ADEL EDGARDO VILAS y el Coronel MARIO BENJAMÍN MENÉNDEZ.
DÍA LLEGARÁ EN QUE LA PACIENCIA DE LAS LEGIONES DE LA PATRIA SE ACABE.
Editó Gabriel Pautasso
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